30 de diciembre de 2011

POR UNAS IZQUIERDAS QUE NO NOS AVERGÜENCEN

Continuación de “Construir el presente, dibujar el futuro”

Por Marat

“-¿Por qué empieza de pronto este desconcierto
y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)
¿Por qué calles y plazas aprisa se vacían
y todos vuelven a casa compungidos?
Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.

¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, era una solución”.
(“Esperando a los bárbaros”. Kostantin Kavafis)

“El dolor es la verdad, todo lo demás está sujeto a duda”
(“Esperando a los bárbaros”. John Maxwell Coetzee)

Los bárbaros de Kavafis y Coetzee no lo son tanto por su fiereza ni por su tosquedad como por el significado original que les atribuyeron los habitantes del decadente Imperio Romano de Occidente: el de extranjeros o extraños a su sociedad.

Si trasladamos esa idea de bárbaros como extraños o ajenos y la extendemos a la estructura social y política, en el declinante Sistema Capitalista de Occidente no hay bárbaros que sean la solución para una sociedad enferma. No existe el sujeto político con voluntad de destruir el conjunto del edificio social, económico y político que, carcomido por dentro, amenaza con sepultar a la sociedad en el derrumbe controlado de sus salas más “dignas” –las que hasta hace muy poco tiempo albergaban sucedáneos de justicia social, igualdad y solidaridad- por parte de los globalistas del Nuevo Orden Mundial para lograr la más descomunal concentración de la riqueza en el mínimo de manos que la humanidad haya conocido.

En un mundo que agoniza, la ausencia de fuerzas que le den fin y que abran paso a otra forma de sociedad más habitable es el más grave de sus problemas porque supone la ausencia de salidas a la terrible expectativa del retroceso colectivo a un nivel en el que las condiciones de vida de la gran mayoría de la sociedad se degraden muy por debajo de lo que comúnmente aceptamos como humanas.

La inmensa mayoría de quienes hoy formulan una crítica al capitalismo lo hacen desde presupuestos económicos y políticos que no suponen una ruptura con el mismo sino un intento de ajuste frente a lo que hoy constituye la psicosis del sistema.

La inmensa mayoría de eso que culturalmente seguimos llamando por inercia las izquierdas hoy no son anticapitalistas, ni aunque se proclamen tal. Se conforman con declararse “antineoliberales”, declaran no a Marx su profeta sino a Keynes su santón. Frente al carácter incendiario de un capitalismo senil pero lo bastante poderoso para convertir a los asalariados en esclavos al borde de la supervivencia, las izquierdas optan por actuar como pudorosas guardesas y amas de llave de un pacto social (1) que ha sido unilateralmente roto por el capital y piden su reconstrucción, negándose a encabezar el llamamiento a una revolución social. Renuncian a declararse liberadas del contrato social al que se han mostrado sumisas durante tantos años del Estado del Bienestar -edificado sobre la pobreza y extracción de la plusvalía al Tercer Mundo- y a levantar un discurso de recuperación de su identidad original que no podría ser otro que la lucha contra el capitalismo.

Son “izquierdas sistémicas” metabolizadas por el Estado del Bienestar, hoy en proceso de voladura, y que corren el riesgo severo de agonizar con su muerte.

Hoy las izquierdas se han convertido en el último bastión conservador de un modo de vida, de unas relaciones sociales de producción, de un tipo de Estado ya quebrados definitivamente por la vuelta al decimonónico Estado liberal que vuelve a ser también Estado policía.

Los enemigos de la clase trabajadora han hecho girar tanto en unos pocos años la tuerca de la opresión económica y social que ya es imposible contar las vueltas de su rosca. Cada nuevo atentado contra las conquistas sociales de los trabajadores entierra en el olvido los anteriores retrocesos. Ante una situación tal, unas izquierdas que se mantienen fijas en el mismo punto, sin aceptar que ya no gestionarán el Estado social de la burguesía porque ésta le ha matado y que su crítica periférica, culturalista, democratista y altermundista es inútil porque no va a la raíz de la vieja/nueva realidad, se convierten, inevitablemente, en derechas reaccionarias; si entendemos por reaccionarias las ideas que pretenden restaurar un estado de cosas anterior al presente. Cuando el enemigo de clase destruye aquello que pactó a cambio de legitimación y paz social, la insumisión y la destrucción de su “orden” social es la única opción progresista legítima.

Pero ¿es cierto que las izquierdas se mantienen fijas en el mismo punto? En esto, como en muchas otras cosas de la vida, es necesario matizar.

Si rebuscamos en las corrientes social-liberales, herederas bastardas de una socialdemocracia que, al menos desde los años sesenta del pasado siglo, se había convertido en gestora del capitalismo, encontramos que en sus principales corrientes ya sólo queda una retórica vacía de contenido en la que es difícil de encontrar rastros de un discurso y de un proyecto que tengan algo de social.

Tomemos el caso de los PPSS que han gobernado hasta hace poco tiempo con la crisis capitalista azotando a las economías de sus países (España, Grecia, Portugal, Gran Bretaña,...en ninguno de ellos están ya en el gobierno, en un mapa europeo gobernado por conservadores y liberales). Han puesto en práctica políticas de recortes sociales y del gasto público y han sido fieles adaptadores de las recetas liberales, aunque en algunos casos con un aterrizaje en las mismas más suave que las derechas. Este matiz, como ya estamos empezando a comprobar los españoles con el Gobierno Rajoy no es poco, en términos de dolor y sacrificio humanos, pero no deja de ser frustrante que esto sea todo lo que nos pueden ofrecer los ex socialdemócratas.

Cínicamente, en cuanto pierden el poder empiezan a hablarnos de la necesidad de políticas expansivas y de inversión pública, de recuperar “una defensa clara de las políticas socialdemócratas”, ¡cómo si no la hubieran dejado de ser socialdemócratas muchos decenios antes de la crisis capitalista! ¿Cuánto tiempo hace que desaparecieron de los programas de la socialdemocracia el internacionalismo de clase, la nacionalización de la banca, la socialización de los medios estratégicos de producción y la participación de los trabajadores en las decisiones de gestión de los mismos? Esa era la socialdemocracia original y no todo el resto de basura impuesta en su nombre. El nombre socialista en esos partidos es hoy un sarcasmo que ofende a las personas decentes de izquierda. El arrepentimiento posterior a las políticas que primero pusieron en práctica es la cantinela a la que el mundo de la Internacional Socialista nos tiene acostumbrados, quizá un viejo residuo del hipócrita trámite del examen de conciencia previo a la confesión católica. Pero la estrategia para hacerse perdonar sus desmanes anteriores se agota cuando el capitalismo globalizado se ha merendado las últimas migajas que quedaban por redistribuir y ya no queda nada social que ofrecer ni que redistribuir.

Derecha liberal o conservadora e “izquierda” socialiberal, sola o en combinación con progresistas, excomunistas o verdes, alcanzan gobiernos no por sus programas sino por hartazgo del partido/s que está/n hasta ese momento en ellos. La cuestión programática es un asunto absolutamente banal porque ni se cumple ni marca nunca diferencias sustantivas respecto al “modelo de sociedad” y casi siempre tampoco frente a las terapias ante la crisis planteadas por la derecha oficial. La democracia se ha convertido no en el medio de elegir al gobernante sino, por desgracia, como decía el ultraliberal Karl Popper de “quitarse de encima los Gobiernos insoportables”. Poca cosa si los nuevos van a seguir haciendo más o menos lo mismo.

En el momento presente la corriente política que conforman los PPSS es un barco a la deriva, que ha perdido el timón, el palo mayor y tiene una profunda vía de agua en su costado. Pero discuten de cosas tales como qué rostro de timonel será más atractivo para la marinería, la recentralización de la democracia en su discurso, cómo retomar la cuestión de la igualdad -ahora que han perdido la oportunidad de ponerla en práctica desde sus gobiernos- cómo comunicar mejor a la sociedad, o cómo estar más cerca de ésta, aunque no tengan nada nuevo que ofrecerle. Los “expertos” politólogos de su órbita aluden a también a cuestiones relativas al marketing político: el perfil de un partido moderno del siglo XXI en una sociedad compleja, la elaboración de un discurso propio de un partido solvente, serio, riguroso, y la discusión del proyecto y del modelo de partido. Bla, bla, bla. Bazofia intelectual que avergonzaría a un estudiante de 1º de Ciencias Políticas y les aseguro que el temario es de lo más generalista y de baja exigencia formativa.

En cuanto a los excomunistas y a sus marcas electorales, muchos de los cuales mantienen el nombre en sus organizaciones, y a la mayor parte de la “izquierda radical” que se hace llamar a sí misma “alternativa”, quizá más por su deseo irrefrenable de serlo electoralmente frente a los primeros que por ofrecer una alternativa al capitalismo, se encuentran mucho más cerca de la crítica al capitalismo desde planteamientos neokeynesianos –rezan con ungida devoción a los Galbraith, entre los difuntos santones económicos, y a los Navarro, los Torres López, los Stigliz o los Krugman, los Lapavitsas,... entre los vivos, todos ellos reunidos en santo recogimiento por la reformista ATTAC- que desde el marxismo. Marx queda para ambos como un recurso para subir ocasionalmente el tono izquierdista pero se alejan de él avergonzados ante el primer señalamiento como seguidores de un pensamiento “desfasado” por parte de cualquier analfabeto político que les reproche su falta de “modernidad” o les exija un discurso que integre “lo nuevo”.

Señores excomunistas y también de la “izquierda radical” de la que luego hablaré, Keynes no era un socialista. Simplemente era un economista capitalista que buscaba incrementar la eficiencia del capitalismo y disminuir sus factores de inestabilidad mediante la intervención pública. ¿Es eso lo que pretenden ustedes, incrementar la eficiencia del capitalismo y disminuir sus factores de inestabilidad? Nos ahorraríamos mucho esfuerzo en saber qué queda en ustedes de izquierda conociendo su empacho keynesiano.

¿Qué ha aportado la corriente excomunista a la idea de la izquierda en los años anteriores y en los actuales de la crisis? Poca cosa propia, salvo la de intentar convertirse ellos mismos en los auténticos socialdemócratas, en la vieja idea de ocupar los espacios que los social-liberales dejan vacíos, lo que no deja de ser un viraje hacia su derecha.

No es original ni propio el copia y pega zafio y oportunista de hacer suyo el discurso “indignado” de “democracia frente al capitalismo financiero” (no socialismo frente al capitalismo global, ¿o es que el capitalismo financiero no es parte del capitalismo como sistema general), “revolución ciudadana” (no de clase) el uso abusivo del término “ciudadanos”, auténtica amanita faloides que envenena el concepto de clase social, disolviendo la lucha de clases en una macedonia ideológica en la que el enemigo se escamotea porque desaparecen tanto éste (la burguesía capitalista) como el sujeto social que ha de combatirlo, unidos ambos en una misma categoría “cívica”. ¿Tanto alejarse de la revolución de 1917, por eso de ser modernos y actualizar el discurso, para acabar retrocediendo hasta la Revolución de 1789? Si al menos hubieran adoptado la posición ideológica de los sans-culottes o de los cordeliers cabría pensar que aún puede esperarse de ellos algo provechoso para la izquierda, aunque fuera retrocediendo más de 200 años

¿Ignoran estos excomunistas que la categoría “ciudadanos” ha sido esgrimida por la derecha política y económica desde hace muchos años antes de la crisis capitalista para oponerla al de trabajadores? ¿Acaso desconocen cómo se han empleado a fondo desde esa derecha para desacreditar el ejercicio del derecho a huelga por parte de cualquier colectivo de trabajadores con capacidad de presión para defender los sacrosantos “derechos de los ciudadanos”? No les vendría mal la lectura de un libro muy esclarecedor y oportuno al momento actual de cómo se antagonizan los conceptos obrero-ciudadano. Escrito hace unos veinte años, el libro del tristemente desaparecido sociólogo comunista Andrés Bilbao, es“Obreros y ciudadanos. La desestructuración de la clase obrera”. Quienes tuvimos la fortuna de ser alumnos suyos nunca olvidaremos su rigor analítico, su compromiso político, su brillantez y su capacidad de aportar renovación al marxismo sin restarle un ápice de su contenido revolucionario.

Si hablamos de ese espacio político de difícil delimitación llamado “izquierda radical” o “izquierda alternativa”, en el que a título individual hay quienes se declaran comunistas pero raramente lo hacen sus organizaciones, tenemos un espectáculo devastador: gentes que se identifican políticamente con intelectuales que justifican los pasados bombardeos a Libia, economistas keynesianos de referencia como en el caso de los excomunistas, ideólogos que hablan de la transición al socialismo pero escamotean la idea de la toma del poder, militantes influidos por la izquierda postmoderna tipo Negri, Halloway, Hard, Slavoj Žižek, Guy Debord y los restos del naufragio situacionista. Cuando se nace al calor del 68 francés se acaba, como él, en el culturalismo de una ya vieja y aún más estéril postmodernidad. Deletérea formación político-ideológica en la que el texto descontextualizado sustituye al seminario de formación y la Universidad de Verano a la formación continúa y abierta a todo tipo de textos, sin restricciones, y no a los del marco teórico previamente establecido. Trotsky, Gramsci o Rosa Luxemburg sólo son para ellos referencia a la que acudir como principio de autoridad.

La izquierda postmoderna se alimenta de artículos autorreferenciales en lo ideológico, en la mayoría de los casos de escasa imbricación entre teoría y praxis, donde el brillantismo artificioso y la finta dialéctica sustituye al valor práctico de la tesis. Aquí sí que el arma de la crítica ha reemplazado a la crítica de las armas, corrigiendo a Marx en su tesis sobre Feuerbach, pero por exceso de teoricismo vacío.

No hay teoría de partido de vanguardia pero tampoco de partido de masas, no hay propuesta revolucionaria sino programa político reformista, no hay teoría económica marxista –seamos justos, quizá porque hay muy pocos economistas marxistas solventes en la actualidad- sino recurso a la nomenclatura de profesores keynesianos ilustres de universidades USA y asesores de fundaciones tipo Eleanor Roosevelt o de catedráticos de políticas públicas.

En este caso sí puede decirse que sin pensamiento revolucionario no hay acción revolucionaria y no la hay porque tampoco la esperan de verdad en ese entorno. Precisamente por ese motivo no se esfuerzan en anticiparla desde el pensamiento.

Al colmo de la degradación ideológica en un ámbito próximo a la izquierda radical llegamos cuando alguno de los intelectuales orgánicos de ese territorio político destaca tres grandes retos del socialismo: el machismo –lo será de la civilización humana, más que particularmente del socialismo-(la acotación entre guiones es mía), el carnivorismo (¡¡¡¡¡!!!!!) y el agonismo (¿¿¿¿¿??????). ¡Pa´habernos matao!

Algún día alguien debería hacer un análisis de cómo la influencia ideológica de sectas de diseño New Agee, místicos, conspiranoicos y otras especies integrantes de la fauna indignada ha dado en dañar la capacidad intelectual de gentes de izquierda que hasta poco antes sostenían un discurso mucho menos errático y más consistente.

A través de esta contaminante relación entre lo que debiera ser agua y aceite hemos visto cómo la izquierda radical integraba categorías conceptuales, aparentemente mediaciones entre el pensar y el hacer, que no aportan nada al proceso de la lucha de clases sino que más bien la desvirtúan al aparecer estos - transversalidad, horizontalidad, rechazo de los liderazgos, “ser inclusivo”- como valores “per se” de lo que ese mundo llama “lo nuevo” en lugar de los elementos impulsores de la conciencia, las vías de derrota del capital y la definición de la utopía que se busca. Lo medial es importante para lograr un objetivo, e incluso puede definirlo en parte, pero está siendo utilizado como narcótico de entretenimiento porque centra en ello el núcleo del debate político, cuando la clave está en cómo salir del capitalismo y hacia que sociedad avanzar, aspecto estos que se escamotean sistemáticamente.

En realidad, casi todos esos elementos son partes de la construcción de un sujeto colectivo amorfo ajeno a la identidad de clase en el que cabe el “ciudadanismo” integrador de todas las contradicccones sociales. Que nadie se engañe: transversalidad y “ser inclusivo” son la trampa del interclasismo- La horizontalidad es un corrector de lo vertical pero no la forma de organización pura de la democracia ni de la toma de decisiones. La delegación y la representación son formas permanentes de cualquier organización compleja y la sociedad actual lo es. Aunque la idea del rechazo al liderazgo tiene un origen progresista –el anarquismo- es necesario ya desmontar su falacia: todas las figuras emblemáticas del pensamiento libertario han marcado de uno u otro modo su impronta, bien como dirigentes, bien como intelectuales o pensadores del mismo, bien como ambas cosas y ello los ha hecho líderes. Que no lo sean en el sentido vertical organizativo no significa que sus tesis no se impusieran en muchas ocasiones más por el peso de sus figuras que por las posiciones defendidas.

No diré más de los libertarios. Prefiero dejarles fuera del análisis de las actuales izquierdas políticas, no sólo por su posición frente al Estado sino porque tampoco existe acuerdo pleno entre ellos mismos respecto a si son parte o no de la izquierda.

Por otro lado, tampoco es fácil la discusión con un sector del anarquismo –no todos, sería injusto afirmar tal cosa- después del subidón de asambleitis que los movimientos indignados les han producido. Están demasiado crecidos y despectivos para que los marxistas entremos al debate político con quienes pretenden arrojarnos al museo de la Historia, aquél al que van los que sí la han hecho y han dejado algún tipo de poso bastante más perdurable que alguna primavera. Cuando el 15-M sea un hecho del pasado –parece estar en ese proceso- y el general invierno lleve a los Occupy Wall Street al calor de sus hogares, les veremos probablemente más relajados y quizá sea posible discutir políticamente con ellos de un modo útil para todos.

En cuanto la izquierda comunista más clásica –la mayor parte de la marxista-leninista- mantiene una posición declaradamente revolucionaria y con centralidad en la lucha de clases y el derrocamiento del capitalismo pero le mata el relato. Éste está sobrecargado de un peso de la historia que no le impulsa sino que le oprime, a través de un fetichismo cuasi religioso, unos totems, una retórica y una concepción institucionalizada del socialismo rechazables desde una visión de la política laica y que demanda la participación social en los procesos de transformación. El problema no está tanto en lo que desean de un modo abstracto sino en el modo en que lo formulan y pretenden plasmarlo.

Su seguimiento de la teoría campista –que tuvo su correlato en la teoría norteamericana del “realismo político”de las Relaciones Internacionales- de la época de la Unión Soviética, cuando hoy ya no existen los campos o polos clásicos sino la tendencia a un mundo de poderes multipolar –irrupción de China, India, Brasil junto al papel declinante de Rusia y USA- les lleva a justificar regímenes y mandatarios enormemente alejados del papel progresista que en su día jugó el bloque socialista y que no cumplen un papel reequilibrador del peso del Imperialismo por mucho que sea justo oponerse a la amenaza y la agresión militar imperialista a esos países. El caso más paradigmático de mantenimiento acrítico de la teoría campista se está poniendo en evidencia en la defensa de la figura de un autócrata corrupto como Putin cuando el Partido Comunista de la Federación Rusa, heredero del PCUS, se le opone frontalmente buscando su derrota política en Rusia.

En su fidelidad a la transmisión generacional de un único modo de concebir el proyecto revolucionario presenta una grave incapacidad para asumir que socialismo y libertades democráticas –las que reivindica para su derecho al ejercicio de su actividad política- no son antítesis ni las libertades meras plasmaciones de la democracia burguesa sino elementos indisolubles porque sólo el socialismo es un auténtico régimen democrático –social, económico y político- y no hay auténtica democracia sin la socialización –no la simple estatalización- de los medios de producción y distribución y la libre discusión colectiva sobre el proyecto político.

Su mundo simbólico, su iconografía, la divinización de las figuras a las que rinden culto cuasi religioso, la representación proyectada del mundo que imaginan, su percepción de los procesos históricos como algo ineluctable, casi independiente de la voluntad expresada en las luchas, los convierten en fieles a la doctrina, no al método de análisis y transformación de la realidad –radicalmente laico-, contradiciendo la propia letra de La Internacional -“ni en dioses, reyes, ni tribunos está el supremo salvador”- y hace de ellos compañeros deseables en la lucha pero no en la dirección del proyecto.

Respecto a los verdes lo que tuviera que decir de ellos ya lo ha hecho con muchísima más inteligencia y brillantez Vicente Romano. Los verdes son –y el caso de EQUO en el Estado español es su paradigma más evolucionado- el modo en que un votante que se autocalifica de izquierdas intenta justificar ante sí mismo y ante los demás su giro a la derecha, como dentro del populismo nacionalista español pasa con UPyD. Significativo que ambas opciones sean escisiones por la derecha de izquierdas claudicantes y significativo también del giro a la derecha de la sociedad y de cómo con su actuación política lo han potenciado las izquierdas.


¡Basta ya de avergonzarnos!
Nos avergüenzan las izquierdas a las que el capitalismo y la derecha reaccionaria les ha perdido el respeto y el menor temor, viéndolas no como amenaza sino como inútiles compañeros de un simulacro de enfrentamiento inexistente porque no ofrecen un proyecto de sociedad radicalmente distinto.

Nos avergüenzan porque nos llevan a los trabajadores por un camino de perdición y derrota al habernos desarmado ideológica y físicamente con su falta de voluntad de lucha contra el capitalismo.

Nos avergüenzan las izquierdas que condenan lo que llaman pudorosamente neoliberalismo, cuando es sólo el capitalismo más auténtico frente al que se niegan luchar para derrocarlo y a proclamar con orgullo la superioridad moral del socialismo cuyo nombre les abochorna pronunciar.

Nos avergüenzan las izquierdas porque no creen en lo que dicen defender –justicia social e igualdad- y mendigan un nuevo pacto social que les restituya un “capitalismo de rostro humano” que el propio sistema ya no necesita porque quienes fueron sus opositores se han derrotado a sí mismos.

Nos avergüenzan las izquierdas que nos mienten y ocultan que el capitalismo no tiene salidas que nos devuelvan al momento anterior a esta crisis . Nos avergüenzan con sus espantajos de propuestas keynesianas, más irrealizables que un programa realmente socialista, porque el capitalismo no pacta con quienes desprecia porque no respeta; respeto que sólo puede nacer de las posiciones de fuerza, el único lenguaje que el sistema conoce.

Nos avergüenzan porque no han formado militantes conscientes sino hooligans irracionales ante las mínimas críticas hacia sus formaciones, con un orgullo de partido incoherente con la patética situación de sus organizaciones.


Esperando a los bárbaros
Las ideas de izquierdas necesitan de unos nuevos "bárbaros" –de una izquierda no sistémica- arrojados en la lucha, resueltos en sus decisiones, orgullosos de aquello en lo que creen, dispuestos no a mendigar indignamente un nuevo marco social de relegitimación del capital sino a luchar por derrotarlo.

Necesitamos unas izquierdas que, dentro de toda la actualización que sea necesaria, recuperen lo mejor de las tradiciones combativas que les dieron vida original, su espíritu irredento, insumiso frente al capital, rebelde contra este sistema económico depredador, capaces de asumir que el socialismo no lo heredaremos de un capitalismo senil que ceda amablemente el testigo sino que sólo puede ser construido mediante una revolución que tome el poder político, económico, social, cultural por la fuerza de los hechos.

Necesitamos unas izquierdas que no pretendan gestionar mejor un capitalismo que ya no permite el menor control por parte de los Estados; unas izquierdas que no nos hagan perder el tiempo en programas económicos para salvar un sistema que sólo merece ser destruido a manos de sus víctimas.

Necesitamos unas izquierdas que no teman atravesar el desierto de la incomprensión de amplios sectores de las clases medias y trabajadoras que hoy tampoco las comprenden porque en el mejor de los casos las perciben similares a las organizaciones del sistema.

Necesitamos unas izquierdas que recuperen su función pedagógica y de vanguardia entre las clases trabajadoras, que sean el elemento mediador de su toma de conciencia, que organicen a los trabajadores más allá de su filiación sindical, construyendo el tejido social de una nueva hegemonía de clase.

Necesitamos unas izquierdas que reconstruyan su identidad, que creen la teoría desde sí mismas, no que tomen conceptos ajenos inoculados por quienes nada tienen que ver con un proyecto emancipador: menos ciudadanismo y más clases trabajadoras, menos evolucionismo y más revolución social, menos asambleismo amorfo e interclasista y más democracia de base obrera, menos demanda de vuelta a una “democracia” idealizada que nunca lo fue frente a los “mercados” y más construcción de un programa socialista frente al capital.

Necesitamos de unas izquierdas en las que los social-liberales sean desplazados por quienes estén dispuestos a recuperar el mensaje de la vieja socialdemocracia, no de ese sucedáneo en cuyo nombre cometen sus tropelías.

Necesitamos de unas izquierdas en las que los comunistas que dejaron de serlo avergonzados de sus principios, sean sustituidos por quienes de verdad lo sean, orgullosos de recuperar su mejor pasado.

Necesitamos de unas izquierdas en las que la “izquierda radical” sea izquierda de verdad y no sólo radical al modo sesentayochista y altermundista.

Necesitamos de unas izquierdas en la que los comunistas ortodoxos no le teman a un socialismo que respete y practique las libertades democráticas porque no nos fueron regaladas sino que hubimos de arrebatarlas mediante una dura lucha y el socialismo será democrático o no será.

Necesitamos una nueva generación de sindicalistas honrados, generosos en la entrega, luchadores decididos por los derechos laborales de los trabajadores, combativos en la acción sindical que, desde su trabajo a pie de empresa, barran estos años de ignominia, entreguismo al patrón y pactismo sin más contrapartidas que el bienestar de las castas burocráticas de las estructuras sindicales y el sacrificio y la pérdida de derechos históricos de su base social.

En ese nuevo sindicalismo digno y de combate es fundamental impregnar a todas las formas de lucha –huelga, ocupaciones de empresas y tierras, huelgas de consumo, sabotajes,...- un carácter político y anticapitalista a las luchas que vaya preparando un proceso insurreccional contra el capital y que lleve en su interior el germen de las formas que ha de adquirir la nueva sociedad.

Necesitamos recuperar el espíritu de unidad por la base de las organizaciones sindicales y políticas de los trabajadores en una nueva articulación supranacional que recupere el sentido original que tuvo la I Internacional, la Asociación Internacional de los Trabajadores en la que fueron capaces de convivir marxistas y anarquistas del mismo modo en que mañana debieran serlo también auténticos socialdemócratas, comunistas de todas las corrientes y libertarios, desde el respeto mutuo a la discrepancia y la lealtad entre todos los que la conformen.

Los Estados no pueden parar solos, ni coordinados, el ataque de un capitalismo enloquecido (carecen de mecanismos y de poder coactivo y coercitivo sobre el capital globalizado) en su lucha por la máxima concentración mundial del capital y la eliminación de las estructuras políticas, tal como las hemos conocido; de un capitalismo que camina hacia un Nuevo Orden Internacional en el que toda estructura institucional dejará de ser pública y política para ser privada y económica.

Sólo la acción conjunta y solidaria a nivel internacional de los trabajadores del mundo puede parar ese golpe e iniciar un proceso de acumulación de fuerzas para pasar a la ofensiva. Porque sólo los trabajadores hacen que el mundo se mueva también pueden pararlo.

Remedando a Pirandello puede afirmarse que no somos seis sino cientos de miles los “personajes en busca de autor” que no hallamos un espacio de militancia organizada en las izquierdas actuales que nos satisfaga pero que podríamos llegar a ser millones si encontrásemos unas organizaciones en las que reconocernos y de las que no avergonzarnos sino sentirnos orgullosos.

Vendrán tiempos mucho más difíciles que los presentes pero sólo si llegan esos nuevos bárbaros –difícilmente del interior de las “izquierdas sistémicas” ya que aunque parte de sus militancias son sanas y luchadoras, la mayoría de sus miembros están escasamente formados y carentes del necesario sentido autocrítico hacia sus organizaciones- será posible una esperanza para la civilización humana que impida nuestra degradación como especie hacia una medievalización tecnológica en la que otros bárbaros –ejércitos y policías privadas neofascistas- impongan no la barbarie de la rebeldía sino el horror de su crueldad y las más groseras formas de opresión sobre los seres humanos.





NOTAS:
(1) Para quien aún le quepan dudas sobre lo que hoy defienden las izquierdas, en el siguiente párrafo del documento colectivo de “Hay alternativas”, de ATTAC España y elaborado colectivamente por Vicenç Navarro, Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa, se le aclararán: “la Unión Europea debería reestructurarse según una estructura federal que permitiera un pacto social capital-trabajo a nivel europeo. Tales cambios deberían hacerse con cierta urgencia, pues la propia viabilidad de la Unión Europea está en peligro” (Op. cit. Pág. 178)

29 de diciembre de 2011

PERIODISTA DIGITAL ENTREVISTA A PASCUAL SERRANO SOBRE SU ÚLTIMO LIBRO, "CONTRA LA NEUTRALIDAD"

Llamativo cómo se desliza Luis Balcarce, entrevistador de Periodista Digital, tendenciosamente hacia el anticomunismo fácil y cómo se empeña en polemizar con Serrano buscándole los tres píes al gato de una objetividad neutral que el propio Serrano desmonta.

Lo mejor de la entrevista, después de la brillantez expositiva de Pascual Serrano, es la evidencia con la que se muestra cómo el periodista de un supuesto medio alternativo –PERIODISTA DIGITAL- nada tiene que envidiar a los medios oficiales en su toma de partido, ésta vez intentando descalificar a quienes han pretendido cambiar el mundo.

Una cosa es que se deba ser siempre crítico con cualquier poder y otra muy distinta es que se insista sólo en serlo con gobiernos progresistas o de izquierdas. Se le ve demasiado el plumero al señor Balcarce. Por ese camino cualquier día podría acabar siendo premiado con un puesto en PRISA o en VEO TV.

PD: Corrijo. Acabo de caer en la cuenta de que el director de Periodista Digital es el señor Alfonso Rojo, que en el pasado estuvo en la dirección de la escudería "periodística" (creo que es mucho decir) de EL MUNDO. Sería volver a la casa madre lo que hace el señor Balcarce.



28 de diciembre de 2011

EL AUTÉNTICO OBJETIVO DE DRAGHI EN LA EUROZONA

Aplastar a los trabajadores e imponer la austeridad


Mike Whitney. Counterpunch


Imagine por un momento que su banco le ofrece un préstamo de 150.000 dólares para compensar el dinero que usted ha perdido con la disminución del valor de su casa desde que la burbuja inmobiliaria estalló en 2006. Y, digamos que accede a prestarle el dinero por tres años a tasas bajísimas del uno por ciento, a condición de que usted ponga como garantía del préstamo el contenido de su garaje, es decir, bicicletas oxidadas, un aro de baloncesto doblado, una antigua casa de muñecas y algunas maletas y bolsas de viaje infestadas de roedores.

¿Le parecería un buen negocio?
Pues el miércoles pasado, el Banco Central Europeo (BCE) hizo esta misma oferta a más de un centenar de bancos europeos que estaban con el agua al cuello: les adjudicó 640.000 millones de dólares (489.000 millones de euros) en préstamos de tres años a un tipo miserable de interés a cambio de unas garantías totalmente dudosas de valores para los que actualmente no hay mercado. Ahora bien, ya sabe usted, querido lector, que cuando usted trata de vender algo en SegundaMano y hay poco interés, tendrá que bajar el precio con el fin de atraer a un comprador. Así es como funciona la dinámica de la oferta y la demanda dinámica en un mercado libre, ¿verdad?

Au contraire. De hecho, esta regla nunca se aplica a los banqueros. Cuando los activos basura del balance general de un banco comienzan a perder valor, los bancos sólo tienen que llamar a su hermano mayor, el BCE, o la Reserva Federal de Estados Unidos, y pedirles un rescate. Bueno, no lo llaman rescate, lo llaman “swap de liquidez sobre garantías temporalmente deterioradas”. Pero la verdad es que la basura que los bancos han acumulado, particularmente los bonos soberanos de Italia, España, Grecia, etc. no está simplemente deterioradas. Estos bonos no recuperarán nunca su valor original, porque los préstamos se hicieron en la cima de la burbuja. Por lo tanto, hay tantas posibilidades de que los bonos griegos se recuperen en tres años como de que usted recupere el valor de ese chalet adosado hortera por el que pagó medio millón de euros en 2005.

Eso no va a suceder.
Por lo tanto, los 640.000 millones que el BCE apoquinó el martes son básicamente un enorme regalo a los banqueros que probablemente nunca se reembolsará. Y si tiene alguna duda sobre esto, eche un vistazo al balance general de la Reserva Federal, que se ha disparado a casi tres billones, con be, de dólares. Se dará cuenta de que la suma de 1,45 billones de dólares en valores respaldados por hipotecas (VRH) que Bernanke compró a los bancos hace dos años no ha disminuido en absoluto, sobre todo porque nadie en su sano juicio va a comprar esa porquería. Y, si la Reserva Federal tuviera que poner su alijo de VRH en subasta, la venta haría bajar aún más los activos en la hoja de balance de los bancos, provocando una nueva crisis financiera. (De hecho, esto fue lo que realmente sucedió hace un año cuando el gobierno experimentó con bonos del fondo de AIG. No sólo fracasó la subasta, sino que hizo caer en picado los mercados de valores.) Por lo tanto, del mismo modo que la Reserva Federal eventualmente tendrá que rendir cuentas de las pérdidas de su paquete de VRH, también los bancos de la Unión Europea tendrán que amortizar las pérdidas de sus bonos soberanos. Lo cual empujará a muchos de los bancos a la quiebra, para a su vez dar lugar a una nueva ronda de préstamos. Cuando las instituciones financieras son insolventes, su única opción es ampliar y fingir. Y es evidente que el BCE considera que su trabajo consiste en contribuir a esta farsa.


Se trata de un patrón familiar en los bancos centrales. Crean dinero fácil y un entorno normativo permisivo donde surgen las burbujas; luego proporcionan una ‘ilimitada’ liquidez para que sus amigos no pierdan dinero por el valor inflado de sus activos. De eso se trata el despilfarro de 640.000 millones de dólares del martes, de apuntalar los bonos tóxicos que apenas valen una mera fracción de su valor original.

Hasta ahora, sin embargo, la operación de refinanciación a largo plazo de Draghi ha sido un fracaso espectacular. A la vez que las tasas de préstamos interbancarios caían sólo ligeramente (el euribor a tres meses pasó de 1,404 a 1,410 por ciento), los bancos no han utilizado los préstamos para comprar más bonos soberanos (lo que empujaría a la baja los agobiados bonos) o aumentar sus préstamos. Por el contrario, ha aparcado una buena parte del dinero en depósitos a la vista en el BCE. He aquí la primicia del The Wall Street Journal:
“El uso de la facilidad de depósitos a la vista del Banco Central Europeo alcanzó un nuevo máximo anual el jueves, lo que sugiere que las recientes medidas adoptadas por los bancos centrales y los responsables políticos siguen siendo insuficientes para restaurar la confianza en los mercados de préstamos interbancarios.
Los bancos depositaron 346.990 millones de euros (453.380 millones de dólares) en la facilidad de depósitos a la vista, frente a 264.970 millones de euros el día anterior y a un récord anual anterior de 346.360 millones a principios de este mes.
El alto nivel de depósitos refleja también la desconfianza actual en los mercados de préstamos interbancarios, donde los bancos prefieren usar las instalaciones del BCE como refugio seguro para el exceso de fondos en lugar de prestar a otros bancos.
El alto nivel de depósitos también sugiere que los mercados no están completamente convencidos de que las asignaciones masivas de préstamos a largo plazo del BCE sean suficientes para fortalecer el bloqueo monetario del sector bancario. El banco central ofreció casi medio billón de euros en préstamos a largo plazo a los bancos de la Eurozona el miércoles, con la esperanza de aliviar los temores de una nueva crisis crediticia en un momento en que los bancos pasan apuros para obtener préstamos de los mercados”
. (“ECB Overnight Deposits Reach New 2011 High”, The Wall Street Journal)

¿Pueden creerlo? Así que, mientras que la mayor parte de los préstamos se utilizaron para refinanciar la deuda existente, una suma de 453.380 millones quedó de nuevo en custodia en las bóvedas del Banco Central Europeo. En otras palabras, ahora los bancos desconfían tanto unos de otros como antes de poner en marcha la facilidad de préstamo. Y lo mismo puede decirse de los rendimientos de la deuda española y la italiana, que Draghi pensó que caería después de bombear medio billón de euros en el sistema bancario. He aquí la historia de Reuters:
“El rendimiento de los bonos españoles e italianos se arrastró al alza el jueves y tuvieron un menor rendimiento que la deuda alemana ya que los mercados vieron con escepticismo que los bancos fueran a utilizar los fondos prestados por el BCE para comprar bonos gubernamentales de menor calificación.
El miércoles, los bancos tomaron prestada la enorme suma de 489.000 millones de euros del BCE en una oferta de préstamo sin precedentes, lo que algunos esperaban que sirviera para reinvertir en la deuda española e italiana y ayudar a aliviar los costos de los préstamos.
Sin embargo, los que esperaban un impulso inmediato de Italia y España quedaron probablemente decepcionados. Los operadores dijeron que la preferencia era reinvertir parte de los fondos en papel de refugio seguro en lugar de recoger los rendimientos mayores que estaban en oferta por parte de algunos de los Estados más problemáticos de Europa.
“Lo que pasó ayer no es la panacea de la crisis... pero es demasiado pronto todavía para poder observar el impacto”
, dijo Niels From, estratega de Nordea, en Copenhague.” (“EURO GOVT-Spain, Italy yields rise; hope of BCE relief wanes”, Reuters).

Increíblemente, el bono de tasa variable italiano de referencia a diez años superó la marca de siete por ciento de nuevo el viernes por la mañana, indicando nuevas tensiones en el mercado de bonos. Así pues, mientras que el programa de Draghi puede haber insuflado nueva vida a una banca tambaleante, ha fracasado miserablemente en todos sus objetivos principales.

¿Por qué ha manejado Draghi la crisis como lo ha hecho? ¿Por qué se quedó pasmado tanto tiempo mientras los préstamos interbancarios se desaceleraban, los depósitos a un día alcanzaban nuevos récords, los rendimientos de los bonos soberanos se disparaban y todos los indicadores de tensión en el mercado empeoraban tanto?

La respuesta obvia a esta pregunta es que Draghi ha estado utilizando la crisis para seguir su propio programa. Quiere impulsar su llamado “pacto fiscal” que consagra por ley la disciplina presupuestaria y las medidas de austeridad contrarias a los trabajadores a fin de que los presupuestos nacionales sean controlados por las élites financieras (es decir, los “tecnócratas” designados por el BCE.) Naturalmente, los países no van a entregar ese tipo de autoridad sin oponer resistencia, por lo que Draghi está dejando que la crisis se escape de la mano para tener menos resistencia. Así es como el economista Dean Baker lo resume:
“La gente que nos trajo la crisis de la Eurozona está trabajando sin descanso para redefinirla a fin de beneficiarse políticamente. Sus editoriales –que pasan por noticias en los medios de comunicación de todas partes– afirman que la crisis del euro es una historia de gobiernos despilfarradores que está siendo frenada por el mercado de bonos. Esto es lo que se conoce en economía como una mentira.
La crisis de la eurozona, definitivamente, no es una historia de países con el gasto fuera de control que estén recibiendo su merecido en el mercado de bonos... Es una historia de países víctimas de la mala gestión del BCE... La opinión pública debe reconocer este proceso como lo que es: guerra de clases. Los ricos están utilizando su control del BCE para desmantelar las protecciones del Estado de bienestar que disfrutan de un enorme apoyo popular”
.

El verdadero objetivo de Draghi es implementar las reformas laborales y los “ajustes” que exigen las altas finanzas. Hasta ahora ha logrado deponer a dos líderes elegidos democráticamente en Grecia e Italia y reemplazarlos por títeres amigos de los bancos dispuestos a llevar a cabo sus dictados. Ahora, Draghi se ha metido ya en asuntos de más envergadura, como recortar la protección social, aplastar a los sindicatos y reducir la Eurozona a una pobreza tercermundista.

Traducido del inglés por S. Seguí

27 de diciembre de 2011

SOBRE "EL COMUNISMO" DESPUÉS DE SU MUERTE

Rafael Poch. La Vanguardia

Veinte años después de la disolución de la URSS la búsqueda de una estrategia de desarrollo y de una vida diferentes se ha hecho más urgente y necesaria que nunca (*)

Voy a hablar de la vigencia de lo alternativo después de su proclamada muerte oficial, para concluir en una idea tan simple como la de que la historia, que hace veinte años nos dijeron que se había acabado, continúa, como es obvio y manifiesto.
Cuando ahora evocamos el fin de la URSS, lo primero que debemos tener presente es que la URSS no era un país, sino una parte del mundo. No sólo por lo grande que era, sino sobre todo por la variedad y diversidad cultural y civilizatoria que contenía. Dentro de aquel gran conjunto euroasiático de matriz rusa, había toda una sinfonía de culturas, idiomas, naciones y alfabetos.
Estaban todas las grandes religiones; entre los cristianos, además de los mayoritarios ortodoxos, había autocéfalos de los más viejos en Armenia y algo parecido en Georgia, católicos en Ucrania occidental y en Lituania, luteranos en el báltico, musulmanes en todas sus variedades: sunitas, chiís, ismaelitas, corrientes sufíes en el Cáucaso del Norte, budistas, en Buriatia y Kalmukia, animistas en el Gorno Altai o en Yakutia, vida europea moderna, y transhumancia pastoril… Una diversidad sin análogos en otros países del mundo.
La URSS era también excepcional por los recursos que contenía; de agua madera, crudo, gas, tierra cultivable, todo ello de capital importancia para el equilibro global, y por el papel de contrapeso que ejercía en un mundo bipolar.
Así pues, por todo eso decíamos que era una parte del mundo. Y dijimos que la quiebra de una parte del mundo evocaba la enfermedad del resto. Entonces aquella sentencia pudo sonar algo excéntrica a los oídos de algunos. Hoy, con la crisis global -la crisis del calentamiento “antropoceno”, y por supuesto también la casi anecdótica a su lado crisis del capitalismo neoliberal- todo el mundo está en crisis. Ya no se trata de una parte, del “comunismo”, de la URSS, del bloque del Este, o del Tercer Mundo-que nunca dejó de estar en crisis- sino del mismo centro del sistema. Así que aquella enfermedad del resto es pura evidencia.
Como en la URSS de entonces, hoy vemos un sistema que parece agotado que practica contabilidades económicas manifiestamente irracionales y absurdas, donde el mayor consumo de electricidad o de venta de coches es positivo, y el crecimiento de un cuerpo que superó hace tiempo la adolescencia se da por normal, ignorando su manifiesta malformación física. Un sistema que no se entiende a si mismo, cuyas enfermedades parecen escapar a la comprensión de sus gestores.
Como en la Rusia de las privatizaciones, la crisis actual se aprovecha para practicar un robo descomunal a la mayoría, y acometer un retroceso de los derechos y de la democracia sin precedentes. Como en la URSS se abren paso en la Unión Europea- espirales desintegradoras en las que la economía se mezcla con desencantos europeístas (en países antes entusiastas como España) y reacciones nacional-populistas que comienzan en Alemania y se extienden por todas partes. Vemos también un rasgo que fue importante en la URSS: el de un sistema en el que la gente deja de creer… Así que toda esa nueva evidencia nos invita a mirar con otros ojos al fin del “comunismo” y a volvernos a preguntar qué fue aquel comunismo y de donde salió, sobre todo en los dos grandes países donde triunfó.

Sobre recetas y estrategias
Lo primero que nos llama la atención al practicar ese ejercicio es que en los casos de Rusia y China hemos estado muy obsesionados por el “comunismo doctrina”, las ideologías, las ideas y las banderas, y que eso no nos ha llevado muy lejos.
Porque, ¿qué hay de los ideales originales, nacidos en la Europa del XVIII y XIX, de libertad, igualdad y fraternidad, en los 80 años de historia soviética o en los 60 de República Popular China? Podríamos discutirlo y seguramente encontraríamos unos breves inicios esperanzadores enroscados en dramas que se tornan enseguida en muchos crímenes en nombre de ideales, incluidos algunos espantosos desde el punto de vista de la historia universal, como el hecho de que en 1937, el año del apogeo del terror estalinista, casi un millón de personas fueran fusiladas, o que en los años cincuenta, con el Gran salto adelante, se propiciara la mayor hambruna del siglo, con veinte o treinta millones de muertos, en parte consecuencia de errores políticos. Y eso, como dijo en cierta ocasión Manolo Vázquez Montalbán, impone la certeza de que en el siglo XX la izquierda perdió definitivamente la inocencia…
Si eso no nos ha llevado muy lejos, probemos entonces observar las cosas desde otro punto de vista: desde el punto de vista de la teoría del desarrollo ¿Qué quiere decir eso?
Se trata del problema del desarrollo desigual, el problema que se deriva del hecho de que unas naciones se desarrollan de forma más exitosa, más rápido y antes, que otras, y eso, en una historia europea en la que cada nación es el lobo de la que tiene al lado, crea conflictos, guerras y amenazas de verse derrotado, engullido o desaparecido por el vecino. La revolución rusa fue producto nacional de ese problema. Y voy a explicar cómo ocurrió con un breve apunte histórico.
La industrialización europea se hizo en una serie de oleadas y cada una de ellas tuvo su propia receta de desarrollo. La primera receta fue la de Inglaterra: el libre comercio surgido de la economía política de Adam Smith y de Ricardo. Con ella los ingleses fueron los primeros en industrializarse y salir al mundo a practicar el comercio moderno y con ella operó el primer grupo de países capitalistas.
La segunda receta la hizo Alemania, en la segunda ola de países industrializados. La confeccionó Friedrich List, el economista de Bismarck y de la Zollverein, mediante una enmienda al modelo inglés. El resultado fue el capitalismo de Estado que, frente al liberalismo, afirmaba un fuerte proteccionismo estatal para conseguir que la industria nacional pudiera competir con los países de la primera ola. Con ese capitalismo de Estado bismarckiano y el imperialismo, Alemania, la “nación retrasada” en esa carrera europea, que empezaba tarde su industrialización, alcanzó los primeros puestos: un éxito.

Rusia
La enmienda de List, fue atentamente observada por la Rusia zarista, que estaba mucho más cerca de la autocracia prusiana que del liberalismo británico. El primer ministro ruso zarista Piotr Stolypin intentó traducir al ruso la receta alemana: quería un capitalismo de Estado para Rusia.
Recordemos que a principios del siglo XX Rusia era al mismo tiempo una gran potencia y un país en desarrollo medio colonizado por las grandes potencias. Al lado del ritmo de sus competidores europeos, Inglaterra, Alemania y Francia, Rusia era un país que estaba perdiendo el tren: su industria más moderna estaba en manos del capital extranjero. En 1914, el 90% de la minería, casi el 100% de la extracción de petróleo, el 40% de la industria metalúrgica, el 50% de la química, y el 28% del textil, estaban en manos extranjeras. Y sólo el 30% de la población sabía leer y escribir.
Todo eso era visto con gran ansiedad en San Peterburgo. El primer ministro ruso Sergei Witte decía; “o alcanzamos a Europa, o en caso de fracaso, nos convertimos en una segunda China”.
Hay que detenerse un momento en ese temido espectro de la segunda China para descifrar lo que quería decir Witte ¿Qué era China a finales del XIX y principios del XX? Era un país inserto de pleno en las consecuencias más negativas de ese “problema del desarrollo desigual”: era un país invadido por potencias coloniales animadas de sentimientos de superioridad racista, que hacían y deshacían a su antojo, que aplicaban el derecho de extraterritorialidad, y que crucificaban, literalmente, al país induciendo, por ejemplo, la drogadicción de 150 millones de sus habitantes…
Stolypin no consiguió aplicar en Rusia su enmienda prusiana al desarrollo de Rusia. Le faltaron apoyos sociales y medios para imponerla. Sería largo explicar los motivos, pero entre tanto se produjo la guerra ruso-japonesa de 1905: la primera derrota de una potencia imperial blanca-europea a manos de una emergente nación industrial asiática. Recordemos que tras el ataque al enclave ruso, en la actual provincia china de Liaoning, de Port Arthur, y la destrucción de la flota rusa del Pacifico, el Zar Nicolás II envió a su flota del Báltico, en una navegación planetaria a través del Cabo de Buena Esperanza, para zurrar a aquellos “macacos”, como dijo. El guión de sus almirantes y generales era una “rápida sumisión del Mikado”. Lo que pasó en realidad es que cuando la flota llegó al lugar fue hundida por la japonesa en el estrecho de Tsushima… A ello se sumó el desastre de la primera guerra mundial y al final, la receta la aportaron los bolcheviques, ya no como enmienda, sino como ruptura, al afirmar una vía de desarrollo fuera del capitalismo, aboliendo la propiedad privada, con la ulterior colectivización estalinista (en la que Stalin, a diferencia de Stolypin, sí que dispuso de medios para imponerla, el NKVD y un particular nuevo tejido social), etc., etc. Hubo una enmienda a la totalidad. Una ruptura revolucionaria. Y eso fue el comunismo ruso: la respuesta rusa de principios de siglo al problema del desarrollo desigual.
Con el comunismo Rusia consiguió hacerse fuerte –evitar ser tratada como China, conjurar el peligro apuntado por Witte- con una fórmula de desarrollo propia que aguantó muchos años y amplió la potencia rusa a un nivel sin precedentes, desde el Elba hasta el Mekong. Por eso su receta fue una enorme fuente de inspiración mundial: una tercera parte de la humanidad vivió en regímenes emparentados con el soviético.
Naturalmente que Lenin no era un nacionalista, era un socialista internacionalista, pero las ideas y doctrinas surgen y echan raíz en determinado contexto histórico y están sometidas a la corriente de cierta lógica general de fondo (Закономе́рность) que las moldea. La idea que quiero transmitir con esto es la de que lo alternativo surge de una necesidad.

China
Veamos ahora el comunismo chino, cuyo origen no se entiende sin la URSS. Los chinos querían salir del agujero antes descrito y optaron por la receta rupturista rusa. Lo hicieron así por una razón muy sencilla: cuando buscaron recetas de inspiración, cuando tomaron la decisión estratégica de a qué apostar, en los años treinta (recordemos que la Revolución China triunfa en 1949)estaba claro que el comunismo era la receta de desarrollo más moderna y eficaz.
Rusia había demostrado que esa receta funcionaba; había ganado la guerra civil con intervencionismo extranjero –que China conoció- y la segunda guerra mundial, en la que Hitler quería disolver la URSS y convertir Rusia en un protectorado (la “segunda China” de Witte), sus ritmos de crecimiento eran superiores a los occidentales, etc., etc. Y todo ello había tenido lugar en las circunstancias más adversas.
Al mismo tiempo (y como no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta la potencia de China como civilización), los chinos“nacionalizaron” fuertemente esa receta rusa, traduciéndola al chino. El resultado fue un refrito de un refrito: un producto tan diferente del ruso como éste lo había sido con respecto a la receta socialista europea (anglo-franco-alemana) original. En la fórmula china aparecen cosas como la creación de un ejército popular, la estrategia de ganarse al campo y rodear las ciudades, el llamado “pensamiento Mao Tse Tung” y una gran cantidad de cultura china tradicional puesta al día.
En 1918, Lenin había definido el comunismo ruso como, “el poder de los soviets, más la electrificación de todo el país“, una definición más desarrollista y de poder que ideológica. El comunismo chino fue algo todavía más exótico. Consistió, y consiste, en, construir una China fuerte y próspera más el Da Tong. El “Da Tong”, es el ideal confucioniano de la cohesión social derivada de una economía próspera y de una sociedad estable. Para lo que aquí interesa podríamos definirlo como un seudónimo de esas “características chinas” que los dirigentes de Pekín invocan siempre como una especie de comodín retórico cuando los occidentales pretenden darles lecciones.
Mientras los occidentales nos rompemos la cabeza intentando comprender las “rupturas ideológicas” entre Mao y Deng Xiaoping (el lío ese de qué tiene de “comunista” la actual “China capitalista”, etc., etc.), la simple realidad es que desde el punto de vista de esa definición, desde el punto de vista del “comunismo-estrategia desarrollo” Mao, Deng Xiaoping, Jiang Zemin y Hu Jintao y sus sucesores, son diversas tácticas del mismo propósito estratégico desarrollista chino común a todas esas generaciones. Todos siguen con gran coherencia y continuidad la vía del comunismo chino, tal como lo hemos definido. Mao optó por el comunismo soviético, por la misma razón por la que Deng optó por la economía de mercado americanizante, y por la misma razón por la que Hu se hace hoy socialdemocratizante y keynesiano con la “sociedad armoniosa”, etc.: porque en cada caso esas diferentes opciones son vistas como las mas adecuadas para realizar el “comunismo-estrategia de desarrollo”; “construir una China fuerte y próspera mas la armonía social del Da Tong”. Eso es el comunismo chino.

Lo alternativo sobrevive a su muerte oficial
Este enfoque histórico permite comprender mejor no sólo el presente ruso y chino y sus tensiones, sino, digamos, nuestro presente global.
En Rusia veinte años después de la muerte del comunismo doctrina, la tensión del imperativo de desarrollo se mantiene con toda claridad, porque los problemas del desarrollo desigual –no sólo entre países sino también de desigualdad entre sectores sociales- siguen ahí:
La Rusia de hoy crece gracias a la exportación de materias primas, y en condiciones de extrema desigualdad. Si con la URSS la sociedad tenía una nivelación social de tipo escandinavo, hoy tiene una desigualdad latinoamericana. Ambas cosas son muy contradictorias con las características de su sociedad educada al nivel de las más avanzadas del mundo. Pero ese crecimiento, que antes de la crisis financiera era del 7% anual gracias a la buena coyuntura de precios del petróleo y luego se enfrió algo, ha tenido lugar mientras el índice de Desarrollo Humano (Bienestar/Esperanza media de vida/Educación) bajaba. El sistema burocrático-oligárquico es corrupto y completamente ineficaz para la modernización, que exige más transparencia y nivelación. Pero realizar ese cambio necesario, no es posible sin cambiar el actual sistema político de “samovlastie”, la seudo autocracia con pluralismo de cartón piedra, sin posibilidad de alternancia en el poder, etc., que sin ser tan agobiante como la soviética no alcanza ni siquiera los estándares de democracia caricaturizada occidentales.
En China, las contradicciones entre el propósito central de estabilidad+prosperidad y el modelo crematístico/urbanizador, son cada vez más patentes: ¿Se hace un país más próspero y estable, a base de más desigualdad, más cemento y más contaminación? ¿Qué queda del “crecimiento” chino si le restamos todo el daño medioambiental y humano que suponen la degradación sanitaria, del medio ambiente, la contaminación de aguas, tierras y aire? Y todas estas consideraciones ¿se restringen a Rusia y China, o por el contrario podemos verlas por todas partes? Naturalmente, es una pregunta retórica. Lo alternativo surge de la necesidad y eso es así en todas partes y en todas las épocas.
Por todo el mundo la crisis global empuja a buscar modelos de vida, de economía y de relación con el entorno diferentes a los que ofrece el capitalismo. Desde ese punto de vista hay un regreso al punto de partida, un regreso a la necesidad de un modelo alternativo para toda la humanidad. Y esa necesidad resucita, podríamos decir, las ideas niveladoras, democratizantes e internacionalistas que se expresaron en su día cuando se inventó la idea socialista. Ideas que en Europa y América del Norte se dieron por muertas gracias a la socialdemocracia, y que ahora resurgen empujadas por la realidad, y, naturalmente, filtradas y maduradas por las experiencias y fracasos anteriores. La madurez de la inocencia perdida mencionada por Manolo Vázquez Montalbán.
La conclusión es que, desde luego, no sabemos cómo se resolverá todo esto. La historia tiene sus ritmos pero no una ley inexorable. No sabemos si las oportunidades y desafíos que, por ejemplo, la eurocrisis está lanzando a la mayoría, se resolverán en una derrota social, o si por el contrario, viviremos un nuevo 1848, una primavera de los pueblos con un nuevo “manifiesto comunista”…
Lo que sí sabemos es una cosa: que a diferencia de lo que se decía hace veinte años sobre su fin, la Historia continúa con más dramatismo que nunca. Que veinte años después de la disolución de la URSS la búsqueda de una estrategia de desarrollo y de una vida diferentes es más urgente que nunca.

(*) Conferencia pronunciada el 22 de diciembre en el Espai Mallorca de Barcelona, en ocasión del XX aniversario de la disolución de la Unión Soviética.

VÍDEO: LOS OCCUPY VAN ENSEÑANDO SU PATITA....

...como antes lo hizo el desfallecido 15-M en el Estado español.

Por Marat

El vídeo que les expongo a continuación muestra un poquito más de las ideologías subyacentes tras ese movimiento que comenzó en Wall Street, conocido como Occupy en cada una de las ciudades USA en las que practican el sano ejercicio del camping.

Por más que se esfuercen algunos tontos útiles de la izquierda en que la multinacional de franquicias indignadas es un movimiento progresista, anticapitalista, revolucionario y merecedor de la portada de 2011 de la revista del imperialismo TIME, lo cierto es que por debajo de su rollo Cumbayá, de su asambleismo naïf y del “somos el 99%” (haciendo tabla rasa de la diferencia entre declararse y lograr que los demás se sientan tal) nos hemos venido encontrando algunos rastros sospechosos de los que en su día dimos noticia. Mi desconocimiento del idioma inglés, y sospecho que el de muchos de quienes venimos denunciando que hay un proceso de “revoluciones de colores” en marcha, diseñados por el propio Imperio USA en declive y los globalistas del NOW (Nuevo Orden Mundial), me ha impedido hacerme con la abundante información sobre los Occupy como la que pude recoger del Estado español que probaba que el 15-M era la primera cata del terreno para la expansión de lo que ahora estamos viendo en diversas capitales del mundo capitalista desarrollado. En todo caso de lo que estos movimientos dejarán como poso en el contexto de las luchas frente al capital ya expuse mi opinión en relación a la mediáticamente míticada, y ya casi olvidada, fecha del 15-O. En relación con los Occupy he debido limitarme a reproducir pequeñas críticas aquí y allá que otros autores de izquierda han ido realizando hacia dicho movimiento, como las relaciones del movimiento con la secta Zeitgheist (vean a uno de sus líderes en este otro vídeo hablando a partir del minuto 1:09), incluso ya desde la Plaza Zucotti de Nueva York

Pero el vídeo que ahora verán es de esos que le dan a uno bastantes más motivos para sospechar de la genealogía del movimiento. Que en él haya inmigrantes, parados, sindicalistas...y hasta militantes de la exigua izquierda organizada USA no es lo decisivo. Lo importante es quiénes diseñaron este movimiento, quiénes lo mueven –porque eso de que es horizontal y que en él no hay líderes es una burda patraña, que ya quedó suficientemente demostrada en España-, en qué dirección, con qué contenidos y para qué.

El vídeo intercala imágenes de Luther King, Gandhi, Mandela y Silo.

Nada que objetar a las imágenes de Luther King, aunque hubiera podido aparecer en su lugar Malcom X, Angela Davis o Mumia Abu-Jabal, pero quizá hubiera quedado demasiado rojo, cuando lo que se quería enfatizar son libertades civiles en las que los derechos sociales y económicos queden más difuminados.

Tampoco, por supuesto nada que objetar respecto a la aparición en el vídeo de Nelson Mandela si lo que trata es de conectar las luchas de la comunidad negra contra la segregación racial en los años 60 del pasado siglo en USA con la lucha antiapartheid en Sudáfrica pero hay que recordar que el legado de Mandela durante su gobierno del ANC y de sus herederos políticos no se ha caracterizado por grandes esfuerzos en la reducción de las desigualdades sociales y económicas de negros pobres frente a blancos ricos en Sudáfrica sino por políticas liberales.

¿Pero qué hace en ese vídeo un reaccionario personaje de la no violencia como Gandhi, que simpatizó con el nazismo alemán y el fascismo italiano, que intentó incorporar a los hindúes a las elites ricas blancas por la vía de la cooptación, que apoyó el aplastamiento por los británicos de las rebeliones zulúes en África, que escogió la independencia de su país por una vía que no cuestionase la estructura social y económica de castas y clases sociales?

Es claro el porqué la multinacional de franquicias indignadas ha empleado la figura del santón, de su maestro de iluminación. Gandhi jamás estuvo en contra del capitalismo y su no violencia ha sido empleada históricamente para colocar a los débiles a los pies de los caballos de los fuertes que, sin embargo, no dudan en emplear la violencia contra ellos. La no violencia que los Occupy y los “indignados” en general reivindican es el dudoso derecho a ser reprimidos por la fuerza y la negación del derecho de autodefensa de las víctimas. No estaría nada mal que así fuera para quienes reivindican esa filosofía de vida, pudiendo con ello disfrutar del inapreciable don del martirio, pero es mucho más discutible que la impongan al conjunto de las personas que se manifiestan con ellos, a los que se le condena a poner la otra mejilla cada vez que es reprimido.

Y resulta aún más grave, pero coherente con lo que ya conocimos primero dentro del 15-M del Estado español, que un oscuro y deleznable personaje como Silo (Mario Rodríguez), fundador de la secta La Comunidad y el Movimiento Humanista (también conocido como Partido Humanista) aparezca en ese vídeo. Debe recordarse que el grupo de Silo ha sido calificado como secta por parte de las autoridades francesas y belgas, entre otras. En España, la RedUNE, asociación para la prevención sectaria, ha calificado también como secta a este grupo.

Y como postre vean al lama budista tocando un extraño instrumento musical.

Muchos pretenden vender esto como “lo nuevo” pero el fenómeno sectario es ya muy viejo, el espiritualismo hindú lo es aún más y las sociedades estamentales medievales que representan los lamas budistas son milenarias, por mucho que le gusten a los snobs de clases medias que buscan siempre lo cool. Y sobre todo ello, todo este tipo de cosas son reaccionarias, huelen a podrido, y no en Dinamarca, sino desde el modo en que han sido concebidas, como pseudorevuelta-performance de diseño.

El objetivo de este megamontaje planetario indignado era una protesta global nacida tras la experiencia de la revolución naranja en Ucrania y las revoluciones de colores en otros lugares del mundo, útil para cubrir el otro flanco de debilitamiento de los Estados, el que complementa los ataques especulativos de los globalistas con el estúpido mantra del reaccionario analfabeto político que se limita a culpar a los políticos en su conjunto de no hacer nada y a descalificar la representación política como sospechosa y antidemocrática, ensalzando sus asambleas en las que reinan los demagogos y los manipuladores.



Cuando no es Zeitgheist, son los Testigos de Jehová, los “humanistas” o cualesquiera otra secta los que aportan el espiritualismo New Agee de pretensiones transcendentes, la parafernalia verborreica cuasi esotérica de algunos slogans “indignados”, la ridícula gestualidad de unas formas útiles para romper con la estética histórica de la izquierda en sus movilizaciones (fuera sus símbolos); un buen medio para reforzar su discurso interclasista, integrador en el sistema -el problema es Wall Street en USA o los banqueros en España, no el capitalismo en su conjunto-, el ciudadanismo que disuelve las diferencias sociales frente a la lucha de clases, la e-volución frente a la revolución y si es revolución, de pensamiento -de nuevo al estilo sectario- no de las estructuras económicas, sociales y políticas. Romper con las referencias históricas para romper con el contenido ideológico.

Les dejo, sin más con el vídeo. Disfruten de él.



26 de diciembre de 2011

"IN TIME", EL TONTO DE LA CARETA SE ECHÓ NOVIA

Por Marat

La inmensa mayoría de los mitológicos superhéroes liberadores de la humanidad no han sido creados por la plebe, los menestrales, los oprimidos de clase.

La gran mayoría de ellos –admito que puede haber excepciones- han sido creados por el poder económico, político o religioso o lo han sido por quienes trabajan a su servicio. Y lo es fundamentalmente porque este superhéroe, aunque parezca un desfacedor de entuertos e injusticias sufridos por los más débiles, trabaja solo, desconectado de la plebe a la que supuestamente pretende defender. Es alguien que actúa al modo del buen espíritu del despotismo ilustrado bajo la consigna del “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, no sea que éste tenga criterio propio, le salga respondón y acabe por hacer las cosas por sí mismo, lo que tiene un tufo socialista/comunista de no te menees. Ya saben, aquello de “la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los propios trabajadores” (1) Y donde pone trabajadores pongan en los diversos momentos históricos los esclavos, el campesinado medieval, los artesanos,...

El Golem, ser animado creado a partir de la materia inanimada del barro, al modo de Adán, nació en la comunidad hebraica como una figura ligada a los rabinos (poder religioso) y en la Edad Media se reencarnará como el muñeco-héroe que defiende a los habitantes del ghetto de Praga de los pogromos antisemitas. Quizá de todos ellos, el Golem sea la más evidente marioneta al servicio de quien mueve los hilos, ya que es un ser dado vida sin inteligencia ni voluntad propia que se mueve al dictado de su creador.

“No a la manera de otras que una vaga
sombra insinúan en la vaga historia,
aún está verde y viva la memoria
de Judá León, que era rabino en Praga.

Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dio a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
y al fin pronunció el Nombre que es la Clave,

la Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
de las Letras, del Tiempo y del Espacio.”
(“El otro, el mismo”. Jorge Luis Borges)

El Zorro (Don Diego Vega), creado por el ex reportero policial en prensa amarilla y ex oficial de relaciones públicas del ejercito de los Estados Unidos durante la I G.M. Arthur Johnston McCulley, será un noble hijo de un hacendado español que también actúa contra los poderosos, defendiendo a los oprimidos pero sin contar apenas con ellos.

Superman, el Kriptonita protector de viejecitas, salvador de niños a punto de ser atropellados por el Mustang conducido por un loco de las 5 velocidades, luchador contra el mal en sus más variadas formas (casi siempre contrahéroes pérfidos y retorcidos o fachendosos matones de 12 píes de alto) y, en su tiempo de “hombre normal”, reportero del "The Globe", nació dentro de la poderosa industria norteamericana del cómic, pasando rápidamente a seriales de radio, programas de tv, más tarde al cine, las tiras periódicas y hasta los videojuegos. No parece que su lucha a favor del débil atentase demasiado contra los poderes reales, a tenor de cómo lo pluriempleó la industria de la comunicación USA. Significativo que el nacimiento de este sujeto de superpoderes con los calzoncillos por fuera se produjese en plena Depresión, tras el crack del 29, cuando la gran potencia emergente USA tenía un serio problema de identidad y de confianza en sí misma.

Llamativo también que “V de Vendetta” (en España) o “V de Venganza” (en Latinoamérica) se estrenase un año antes de estallar la crisis capitalista de 2007, cuando ya una serie de expertos económicos venían anunciando la formación de la burbuja financiera que desembocaría en la crisis sistémica. En política no existen las casualidades y, si se lo parecen, sospeche de ellas.

La película presenta al personaje inspirado en el terrorista Guy Fawkes, azuzado por los papistas católicos en Inglaterra para volar el Parlamento Británico en 1605, como un héroe anarquista y antifascista de una sociedad totalitaria futura. Pero lo cierto es que V es un personaje permanentemente cubierto con una máscara andrógina, que actúa la mayor parte del tiempo solo –salvo cuando le ayuda la joven Evey Hammond- que utiliza el terrorismo como arma de acción política –y ya sabemos que la relación terrorismo/movimiento de masas suele tener un efecto devastador que acaba en la represión de este último- y que elige también en una época venidera el Parlamento Británico, no la sede del Gobierno, del Partido Fascista en el Gobierno o de la Monarquía. Por muy anarquista que pretenda parecer el personaje que nos presentan ejerce su terrorismo frente a lo que es la más clara simbología de la voluntad popular –el Parlamento como concepto, incluso en el fascismo-, mucho más que un gobierno o un jefe de Estado. Los anarquistas partidarios de la bomba y la acción directa siempre actuaron a cara descubierta, no se desconectaron del todo de las organizaciones populares, fueron regicidas o mataron a Presidentes de los Consejos de Ministros pero no ponían bombas en los Parlamentos. ¿Acaso la Warner Bross, estudio que realizó “V de Vendetta”, está plagado de directores anarquistas y el Gobierno USA, que sigue ejerciendo la censura contra todo lo que de verdad sea revolucionario, tiene el interés en promocionar revoluciones libertadoras? Tontos útiles con careta que hacen el Anonymous por Internet hay unos cuantos y analfabetos políticos que se creen estos camelos bastantes más pero no esperen que todos comulguemos con ruedas de molino. Mucho menos cuando les vemos exaltando en sus vídeos el pánico catastrofista más paralizador que pueda existir –a partir de cierto nivel de intensidad el horror no agita conciencias sino que desmoviliza personas-, fabricado con medias verdades, realidades distorsionadas y señalamientos de la política y de un núcleo de capitalistas concretos como centros del mal, antes que del capitalismo como sistema. Nadie se sorprenda entonces de que algunos pensemos que esos Anonymous de la careta sirven precisamente a aquello que denuncian, el NOW (Nuevo Orden Mundial).

Significativo que V de Vendetta fuese creada por gran parte del equipo que trabajó en la trilogía de “Matrix”, esa trilogía tan del gusto de las sectas y de la extrema derecha.

Y por fin llegamos en 2011 –el mismo año en el que las “revoluciones de colores” se han hecho mundiales- a “In Time”, película producida en los estudios de la Twentieth Century Fox (los de la ultraconservadora TV Fox), esa corporación fílmica bolchevique, subsidiaria de News Corporation, que es propiedad de Rupert Murdoch, al que todos conocemos como un peligroso marxista-leninista. Espero que el lector repare en la ironía. Este sujeto, es uno de los neocon (aunque es cierto que en el pasado coqueteo con la izquierda laborista australiana y británica) mediáticos más importantes del mundo y ha marcado, con la influencia de su corporación mediática (la segunda más grande e influyente del mundo), el devenir político y económico de los últimos 10 años del mundo capitalista. Hay quien cree ver en In Time “una actualización del pensamiento marxista –quizás el de Harpo Marx- en relación a la cultura”, aunque “made in Hollywood”. Y se queda tan pancho. Realmente la izquierda está mal, no sólo organizativa sino ideológicamente, sí.

Uno de los argumentos de este “intelectual orgánico” de la izquierda es que en esta película se habla de “capitalismo darwinista”. En realidad da otros muchos otros argumentos quien defiende esta tesis. Les invito pues a leerla y contrastar ambos puntos de vista. Hay muchas películas con guiños a la izquierda: “Wall Street”, “The New Agee” o la distópica “Soylent Green” (también conocida esta última como “Cuando el destino nos alcance”), entre tantas de ellas. Pero lo decisivo es la respuesta que le demos a la vieja pregunta "Qui prodest?" (¿A quien beneficia?) Nunca lo hará a los oprimidos de clase un mensaje en el que se ensalce el heroísmo del individualismo en la lucha, desconectado del trabajo y la movilización de las masas.

Cada vez que un fantoche, se llame Guy Fawkes o Will Salas, éste ya con noviazgo logrado, es elevado a la categoría de humano semidios libertador de los pueblos y los individuos, que pueden esperar tranquilos a ser manumitidos de la esclavitud con cadenas físicas o simbólicas, se está haciendo un llamamiento a la desmovilización de las masas oprimidas, en espera de la entrega del fuego sagrado a los hombres por un moderno Prometeo con cuchillo o pistola.

A quien se pregunta ante “In Time” “cómo es posible que Hollywood, la misma industria que ha sido epicentro de gran parte de la propaganda capitalista desde hace casi un siglo, produzca ahora una película blockbuster que sea casi tan revolucionaria como el Manifiesto Comunista?”(nada más y nada menos), aparte de recomendarle que deje el ácido lisérgico por sus nefastos efectos neuronales, habría que sugerirle la lectura de algunos párrafos de Marx sobre la religión ya que él tiende a recurrir al argumento de autoridad del filósofo de Tréveris:

“La existencia profana del error está comprometida una vez que está impugnada su celeste “oratio pro aris et focis”. El hombre que en la fantástica realidad del cielo, donde buscaba un superhombre, sólo ha encontrado el reflejo (Widerschein) de sí mismo, no se sentirá ya dispuesto a encontrar sólo la apariencia (Schein) de su sí mismo, a encontrar sólo lo in-humano, donde busca y debe buscar su verdadera realidad.....

....La superación de la religión como felicidad ilusoria del pueblo es la exigencia de su felicidad real. La exigencia de abandonar las ilusiones sobre su estado es la exigencia de abandonar un estado que necesita ilusiones. En germen, la crítica de la religión es, por tanto, la crítica del valle de lágrimas cuya apariencia sacra es la religión.

La crítica ha deshojado las flores imaginarias de la cadena, no para que el hombre lleve una cadena sin fantasía ni consuelo, sino para que la arroje y tome la flor viviente. La crítica de la religión desengaña al hombre para que piense, obre, dé forma a su realidad, como hombre des-engañado, que ha accedido al entendimiento; para que él se mueva alrededor de sí mismo y de su sol real. La religión es sólo el sol ilusorio que se mueve alrededor del hombre mientras éste no se mueve en torno a sí mismo.
Es, pues, la tarea de la historia, después de que ha desaparecido el más-allá de la verdad, establecer la verdad del más-acá. Es la tarea de la filosofía que se pone al servicio de la historia, después de que está desenmascarada la autoenajenación humana, desenmascarar la autoenajenación en sus formas profanas. Con ello, la crítica del cielo se transforma en crítica de la tierra, la crítica de la religión en la crítica del derecho, la crítica de la teología en la crítica de la política”

El superhombre redentor de las masas cumple la misma función místico-religiosa, inversora de la realidad material del ser humano, que el Cristo crucificado del cristianismo, sacrificado para la redención de los hombres de su pecado original. ¿Si alguien nos salva para qué realizar nosotros mismos “el esfuerzo redentor”?

En un tiempo en el que la izquierda organizada está desorientada, perdida, agazapada, renunciando a su propia identidad, y avergonzándonos a tantas personas de izquierda, Hollywood nos regala en 2006 V de Vendetta, la historia recreada de un terrorista anarquista que, al modo de Juan Palomo, intenta dinamitar un Parlamento, aunque luego las masas en un espontaneísmo sospechoso acaben, por arte de birlibirloque marchando hacia la Cámara. Y en 2011 otra vez Hollywood nos entrega a su hijo bienamado, un comunista “del tiempo” (forma simbólica del dinero y, como él, equivalente general de todas las mercancías, en la película) que actúa en plan Bony & Clyde (con su novia Sylvia, la hija del hombre más poderoso de la ciudad de los pliutócratas inmortales), requisando tiempo a los malvados capitalistas para hacerle transfusiones de él a los pobres (como un VampinHood cualquiera) y prolongar sus cortas vidas, desconectado de una lucha organizada y de un esfuerzo por transmitir conciencia política a los oprimidos. Concepción individualista propia de la visión pequeñoburguesa de los procesos históricos.

Curioso que el estreno de la película coincida con el año en el que la revista del imperialismo TIME premia al personaje del año: el “indignado universal”, producto de la multinacional de “revoluciones de colores” sin luchas de clases contra el capitalismo financiero (no contra el capitalismo en su conjunto como sistema económico de dominación), al que sólo opone la masa anónima, no la clase organizada, la “revolución ciudadana” y el “pueblo” (horizontales en su camuflaje de las clases sociales, como dicen los “indignados”) y la “democracia”. Para ser unos “desfasados”, como se nos llama a los viejos rockeros comunistas, estos modernos, a los que la mano que mueve la cruceta hace bailar al son con el que los agita, han acabado en la Revolución Francesa de 1789. Y sospecho que no en el papel de los “sans-culottes” ni de los “cordeliers”.

Bájense “In Time” por la cara, pero no lo hagan desde una de esas páginas que lucrarán con sus visitas (mediante la publicidad de banners en ellas) a los amiguitos del #nolesvotes, que de tanta ayuda han servido al Presi Rajoy. Y luego de hacerlo pregúntense porqué uno de los líderes mediáticos más importantes de la revolución neocon ha permitido que esta película se realice en su estudio cinematográfico Si se creen lo que cuenta el ínclito Jon Juanma de porqué se produjo la película (2) es que como él no se preguntan porqué en el pase privado a productores, representantes del estudio, distribuidores,...no se paró la distribución de la película. Con “La sal de la tierra” del comunista, encarcelado por el Comité de Actividades Antiamericanas (la caza de brujas) Herbert Biberman los estudios Hollywoodienses fueron menos tolerantes. Tuvo que hacerla, como cine independiente, en Nuevo Méjico, con actores no profesionales sino mineros. Eso sí que es concepción marxista del cine como instrumento de toma de conciencia revolucionaria.

Y, si tienen tiempo y ganas busquen en la red, para bajárselas también, “Germinal”, basada en la maravillosa novela del socialista Emile Zola, “Novecento” (a pesar del mal sabor de boca que deja su final) de Bertolucci o “El acorazado Potemkim” de Einsenstein. Son antiguas pero no desfasadas, ni como cine de calidad, ni en su mensaje. ¡Ah! y son corales y de masas, no de superhéroes, sean estos de Marvell, de la Warner Bross o de Twentieth Century Fox.





NOTAS:
(1) Karl Marx, Declaración inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores. 1864
(2) El autor del artículo “In Time, Comunismo Made in Hollywood” afirma que “para despejar las dudas de aquellos que piensen que nada bueno puede salir de Hollywood resaltemos que el director y guionista llevaba seis años sin dirigir un filme y volvió a hacerlo después de muchos proyectos rechazados. Preguntado en una entrevista cómo conseguía cofinanciación de un gran estudio cuando su película demoniza esos mismos conglomerados capitalistas, el director de origen neozelandés contestó que “afortunadamente los productores no se leyeron el script” (guión) y consiguió venderles el proyecto focalizando el hecho de que todos los personajes en la película tendrían solamente hasta 25 años de edad, con lo que significaría de reclamo para el público potencial de la producción: los jóvenes. Además, Niccol concordó con el entrevistador T. Cook, que la película sin duda abogaba por “una amplia y radical revolución” para el mundo entero”. O sancta simplicitas! (el latinajo añadido es mío)

25 de diciembre de 2011

EL HUEVO DE LA SERPIENTE

Frei Betto. Alainet

No es necesario ser economista para advertir la grave turbulencia que afecta a la economía globalizada. Si frena la locomotora chocan los vagones, impedidos en su avance. Y el Brasil, a pesar de su PIB de 250.000 millones de dólares, todavía es vagón…


Cada año, desde 1980, mantengo el maratón de una semana de charlas en Italia. Desde comienzos de este nuevo milenio eran evidentes los síntomas de que la próxima generación no disfrutaría del mismo nivel de bienestar de los últimos veinte años. Ninguna economía podía soportar semejante consumismo y la creciente monopolización de la riqueza. Ahora la realidad lo demuestra. La carroza de la Cenicienta se convirtió en una calabaza. La Unión Europea se traba en el pantano…


Son muchas las causas de la actual crisis económica. Señalarlas con precisión es tarea de los economistas que no cultivan la religión de la idolatría del mercado. Como lego que soy en el asunto, me arriesgo a dar mi opinión. Desde los años 80 la especulación se alejó de la producción. El mundo se convirtió en un casino global. Sin pasaporte ni visa, millones de dólares andan danzando libremente, día y noche, en busca de inversiones rentables. Mientras que el PIB del planeta es de 620.000 millones, de dólares el cofre del casino es de 600 billones. La famosa burbuja… ¡Viva el papel sin peso!


La lógica del lucro supera a la de la calidad de vida. La estabilidad de los mercados es, para los gobiernos centrales, más importante que la de los pueblos. Salvar monedas, no vidas humanas.


Todos sabemos cómo se alcanzó la prosperidad de la Europa occidental. Para evitar el peligro del comunismo se implantó el Estado de bienestar social. Se combinaron el Estado proveedor y los derechos sociales. Se redujo la desigualdad social y las familias de los trabajadores pasaron a tener acceso a la escolaridad, a la asistencia sanitaria, a carro y casa propia. En contrapartida, para no afectar la robustez del capital, se aplazaron las relaciones laborales, se desactivó la lucha sindical, se hundió la izquierda. Todo indicaba que la prosperidad que llamaba a la puerta, llegaba para quedarse.


No se dio la debida importancia a un pequeño detalle aritmético: si hay dos gallinas para dos personas y una de ellas se apropia de ambas gallinas, la otra se queda sin nada… Y cuando golpea el hambre, quien no tiene nada invade el espacio del que acumuló mucho.


De ese modo los pobres del mundo, atraídos por el nuevo Eldorado europeo, se fueron en busca de un lugar bajo el sol. Perfecto: Europa, como los EE.UU., necesitaba de quien, a bajo costo, limpiase oficinas, cuidase el jardín, lavase los automóviles… La onda migratoria se vio reforzada con la caída del muro de Berlín. La democracia política llegó al Este europeo sin la democracia económica. Mientras miles de gentes tomaban el rumbo hacia una vida mejor en Occidente, sus gobiernos creían que para llegar al paraíso era necesario ingresar en la zona del euro.


Europa colapsó. ¿De quién es la culpa? Ahora resulta que el crimen de cuello blanco no ha sido inculpado. ¿Quién fue castigado por la crisis estadounidense de 2008? ¿Los deforestadores del Brasil no están siendo amnistiados por el nuevo Código Forestal?


Existen culpables. Pero ahora todos se esconden bajo el escudo del FMI. Y nosotros, los brasileños, sabemos bien cómo este gran inquisidor de la economía castiga a quien comete herejías financieras: reducción de la inversión pública, garrote fiscal, desempleo, aumento de impuestos, restricción de derechos sociales, castigo a países con déficit público, etc.


Es tanto el descaro, que el paquete del FMI incluye menos democracia y más intervencionismo. Cuando Papandreu, Primer Ministro de Grecia, propuso realizar un plebiscito para oír la voz del pueblo, el FMI vetó la propuesta, depuso a dicho gobernante y nombró a Papademos, un tecnócrata, en su lugar. También el gobierno de Italia fue ocupado por otro tecnócrata. Como si el fin de la crisis dependiera de una solución contable.


La historia reciente de Europa enseña que la crisis social es el huevo de la serpiente, golpeado por el fascismo. Sobre todo cuando la crisis no es de un país sino de un continente. Poco se gana con que haya movilizaciones en un país; es necesario que se expandan por toda Europa. ¿Pero cómo será posible, si ya no existe un sindicalismo combativo ni partidos progresistas?


Las movilizaciones del tipo ‘Ocupen Wall Street’ sirven para denunciar, no para proponer, si no hubiera un proyecto político. Quien se queja del presente y teme al futuro corre el riesgo de refugiarse en el pasado, en el que habitan los fantasmas de Hitler y Mussolini.

24 de diciembre de 2011

EL PRESIDENTE ALEMÁN EN LA PICOTA POR UNA MINUCIA

Rafael Poch. La Vanguardia

Descomunal hipocresía en el paraíso fiscal. El escrúpulo nacional no impide que el público alemán lo desconozca todo sobre sus bancos, entre los más opacos del mundo

Desvergüenza en el sur, por la tolerancia con el festival inmobiliario, e hipocresía en el norte, por la falta de transparencia económica, sobre todo bancaria, y el desvío de la atención hacia temas anecdóticos. Podría ser el epitafio de la actual Europa en crisis. En el centro de la imagen, una Alemania que pone en la picota a su presidente, Christian Wulff, por una minucia.
¿Que pasa con Wulff? En enero de 2010 se fue de vacaciones con su joven esposa a Florida, a casa del millonario alemán, Egon Geerkens, que les pagó los billetes de avión en primera. Al saberse, dos diputados le preguntaron si tenía alguna "relación de negocios" con el millonario. La respuesta fue "no". Ahora se ha conocido que la mujer de Geerkens prestó en 2008 a los Wulff un crédito de medio millón de euros para comprar una casa bastante discreta. El crédito a un amigo no es delito. No fue una mentira, pero tampoco era toda la verdad, lo que no es bonito para un presidente.
La prensa, especialmente la sensacionalista, se le ha echado al cuello, quizá para cobrarle a Wulff una frase que dijo en un discurso el año pasado y que creó gran escándalo en las filas conservadoras: como consecuencia de la emigración turca y árabe, "el Islam también pertenece a Alemania". Anatema. El presidente abre ahora los telediarios y está en la portada de Der Spiegel ("El presidente fallido"). Se examina hasta el último rincón de su trayectoria y se descubren otras minucias, como el pago de los anuncios de un libro del político por otro millonario, que dice que Wulff no estaba al tanto. Wulff también dice que no sabía nada del asunto. El 70% de los alemanes no consideran que el presidente tenga que dimitir.
Visto desde el ladrillo español y sus impunes y desvergonzados alrededores, el rigor de este caso provoca una triste envidia. Pero más allá del sano escrúpulo asoma un ejercicio de descomunal hipocresía, en una sociedad que lo desconoce todo sobre sus opacos bancos y su condición de paraíso fiscal.

El noveno paraíso
Alemania figura en el noveno puesto mundial de opacidad en la lista de 73 países del mundo publicada por la organización Tax Justicie Network (TJN). Los primeros quince de su lista son; Suiza, Islas Caimán, Luxemburgo, Hong Kong, Estados Unidos, Singapur, Jersey, Japón, Alemania, Bahrein, Islas Vírgenes, Bermuda, Reino Unido, Panamá y Bélgica. La desvergonzada España figura en el puesto 53.
Los bancos alemanes administran 1,3 billones de euros de capital extranjero, lo que representa casi el 5% de las transacciones financieras globales. Actúa como reclamo, el hecho de que el país, "no ha firmado ningún acuerdo bilateral en materia de intercambio de datos fiscalmente relevantes", lo que, "combinado con el atractivo de las exenciones fiscales para compradores extranjeros de bonos del gobierno alemán, atrae una gran cantidad de dinero negro", señala un comentario del centro Política Exterior Alemana.
"Que Alemania se encuentre entre los diez principales centros financieros en la sombra, se debe a su peso como centro financiero para los no residentes y a sus débiles requisitos de información. También a que concede una amplia desgravación fiscal a residentes en el extranjero, incluso de países en desarrollo, lo que atrae grandes sumas de dinero", explica Markus Meinzer, coautor del índice de opacidad de TJN.

El mundo en desarrollo abre cuentas aquí
Esta situación explica la popularidad que los bancos alemanes tienen entre los dictadores de países en desarrollo. El fallecido caudillo de Turkmenistán, Saparmurad Niyasov, colocó, a su nombre, en el Deutsche Bank los ingresos del gas de su país que administraba como una finca particular. Muhammar el Gadafi y su clan, tuvieron unas doscientas cuentas repartidas en bancos alemanes, con un total de 6000 millones de euros.
En el Bundestag, los diputados más relacionados con las cuentas públicas reconocen que no saben nada sobre la situación de los bancos salvados con dinero del contribuyente. Uno de ellos explicó a este diario la respuesta que recibió a su interpelación parlamentaria por escrito sobre generalidades del rescate bancario: "secreto corporativo". ¿Qué percepción tiene el ciudadano alemán de esta situación?

Desviando la atención
El informe de TJN no ha tenido el menor eco en Alemania. La influyente prensa sensacionalista continúa centrando la atención sobre los desmanes meridionales. "Los griegos han almacenado en Suiza 200.000 millones de euros", tituló a toda plana el diario Bild, baluarte del nacional populismo en la actual crisis. Ante la perspectiva de una quiebra, los griegos no se fían de sus bancos y se llevan el dinero fuera. Pero la cantidad mencionada es superada, en 50.000 millones, por el dinero que los propios evasores fiscales alemanes tienen en países como Luxemburgo, Liechtenstein o Suiza, según la estimación divulgada por el sindicato alemán de funcionarios de hacienda (DSTG), de la que los medios no se hicieron eco. Se pierde de vista así el complejo panorama europeo de la evasión y el delito fiscal, del que Alemania es pieza mucho más importante que Grecia.
El ministro de defensa Karl-Theodor zu Guttemberg, que mintió y encubrió la muerte de cien civiles en Afganistán soltando a dos altos cargos de su entorno como lastre, dimitió porque se descubrió el plagio de su tesis doctoral, no por aquella masacre. Richard Nixon cayó por espiar a sus rivales en un hotel de Washington, no por los varios millones de muertos que propició en Vietnam, lo que fue en su día celebrado como paradigma de una prensa poderosa. Ahora, el presidente alemán está en la picota por una minucia, en medio del mayor desembolso de dinero público hacia el sector privado de la historia, del que apenas se conoce nada. Es una caricatura de lo mismo.

Falta de voluntad hacia el delito fiscal
En Alemania se persigue, y con gran rigor, el pequeño fraude fiscal, pero algunos funcionarios de hacienda denuncian falta de voluntad para investigar grandes delitos fiscales, mientras se persigue con lupa el pequeño fraude relativo a la ayuda social o el seguro de desempleo, explica Frank Wehrheim, ex inspector de hacienda del Land de Hesse.
Wehrheim, que acaba de publicar un libro titulado "Inside Steuerfahndung" (La investigación fiscal por dentro), estima que Alemania pierde anualmente entre 200.000 y 300.000 millones de euros en evasión de impuestos y fraude con subvenciones. Su compañero Thomas Eigenthaler, presidente del sindicato de funcionarios de hacienda, reprocha al gobierno de Merkel que, "más allá de las declaraciones" se ha torpedeado, "una acción coordinada a nivel europeo" contra el fraude fiscal.

A mayor fraude, menor posibilidad judicial
"En Alemania es muy difícil ser acusado de evasión de impuestos, para ello hay que ser muy descuidado y tener muy mala suerte”, dice Wolfgang Neskovic, ex magistrado del Tribunal Supremo y diputado del Bundestag.
"Ningún delito es tan difícil de aclarar como el fiscal. Los flujos de efectivo son velados, los registros importantes, el poder judicial es insuficiente y está mal dotado. Se necesita una perfección matemática y un trabajo duro y persistente para lograr llevar el delito de evasión de impuestos hasta un proceso judicial. La regla de oro es: cuanto más rico el acusado, tanto más complejo es el delito y más difícil su aclaración", explica Neskovic en un artículo publicado por el semanario "Der Freitag".
"En la sala del tribunal hay que vérselas con la caballería de abogados bien formados y bien pagados que amenazan con un caso de varios meses y plantean un acuerdo rápido a cambio de una sentencia indulgente. Aquí la regla de oro es: cuanto más complejo sea el delito, más costosa es la investigación de la parte acusada y más suave el castigo que esta recibe", explica el diputado.