6 de octubre de 2016

UN HOMBRE VALIENTE QUE SE NEGÓ A SALUDAR A HITLER

Movimiento Político de Resistencia

Para los nazis el saludo a Hitler “sieg heil” que adoptaron en los años treinta es el símbolo de la muerte: “Ave César, los que van a morir te saludan”, gritaban las legiones romanas ante su emperador antes de ir a la batalla.

Un trabajador alemán de los astilleros, August Landmesser, se afilió en 1931 al partido nazi y siempre se mostró como un perro fiel, hasta que dos años más tarde se enamoró de Irma Eckler, una joven judía con la que trató de casarse en 1935.

Sus colegas nazis le hicieron el favor de expulsarle del partido y cuando trató de casarse en Hamburgo, no se lo permitieron. Ya estaban vigentes las leyes que prohibían ese tipo de matrimonios.

En octubre de 1935 la pareja tuvo su primera hija, Ingrid, y poco después, el 13 de junio de 1936, Hitler visitó el astillero en el que trabajaba August. Obligaron a los trabajadores a formar y al final todos le hicieron el saludo de rigor, excepto August, como muestra la foto.

La pareja trató de huir de Alemania con su hija, pero fueron detenidos en la frontera de Dinamarca. A August le acusaron de “deshonrar” a Alemania y de “infamia racial” por su convivencia con Irma.

En le juicio le absolvieron “por falta de pruebas”, pero al mismo tiempo le obligaron a abandonar a su compañera. Se negó y en 1938 le condenaron a tres años de encierro en un campo de concentración.

No volverá a ver jamás a su compañera, que estaba embarazada. La Gestapo la detuvo y la enviaron a otro campo de concentración, donde dio a luz una segunda hija, Irene. En 1942 su rastro se pierde definitivamente. Parece ser que fue asesinada en un “centro de eutanasia” junto con otras 14.000 mujeres.

Tras cumplir su castigo, August tuvo varios empleos hasta que en 1944 le enrolaron a la fuerza en el ejército. Su rastro también se pierde en el frente de los Balcanes.

Las hijas fueron separadas y enviadas a sendos orfanatos, aunque lograron sobrevivir a la guerra. La fotografía era anónima hasta que en 1991 una de las hijas, Irene, reconoció a su padre en ella cuando leía un periódico. Reunió documentación sobre la historia de su familia y algunos años después escribió con ellos un libro emotivo, que se puede descargar de internet en alemán (1) y en inglés (2).

Hoy la fotografía de August con los brazos cruzados se expone en el centro de documentación “Topografía del Terror” ubicado en Berlín, donde se encontraba la central de la Gestapo. Es una muestra de independencia, de personalidad y de coraje: el de decir “no” al fascismo.


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