6 de febrero de 2016

¿QUÉ IMPULSA LAS SACUDIDAS A LA ECONOMÍA?

Sara Flounders. La Haine

Como predijo Marx, el capitalismo nunca ha sido capaz de resolver los ciclos tambaleantes de expansión y recesión causados por la sobreproducción

La clase obrera en EEUU ha sufrido golpes devastadores desde la crisis económica capitalista del año 2007. Ahora la amenaza de una nueva recesión se percibe a través de los mercados financieros.

Los presupuestos municipales y estatales ya han sido recortados a nombre de la austeridad. Los servicios gubernamentales, entre ellos los de hospitales, escuelas, bibliotecas, agua y alcantarillado, han sido privatizados – vendidos para generar ingresos inmediatos necesarios para pagar los intereses de los préstamos bancarios. El impacto de estas políticas criminales se puede ver en el agua envenenada de Flint y en las deterioradas escuelas desde Los Ángeles y Detroit hasta Filadelfia.

Aunque se espera una nueva ronda de despidos, el número de personas que participa en la fuerza laboral ha llegado a su nivel más bajo en 30 años a pesar del crecimiento de la población. Los salarios reales, estancados desde 1979, según un informe del Instituto de Política Económica del 19 de febrero del 2015, no han mejorado desde entonces.

Las/os trabajadores cuya labor produce toda la riqueza, han estado recibiendo una porción cada vez más pequeña del valor que producen. El 56,3 por ciento de la población de EEUU está ahora viviendo de cheque a cheque, con menos de $1,000 en cuentas corrientes y de ahorros combinadas. Y el 24,8 por ciento tiene menos de $100 en sus cuentas. (Forbes, 6 de enero)

Los salarios estancados y reducidos, junto al aumento de la productividad del trabajo, han conducido bajo el capitalismo, a la extrema concentración de la riqueza en manos privadas en una escala desconocida en la historia. Las 62 personas más ricas del mundo tienen ahora tanta riqueza como la población de 3,5 mil millones más pobre. (Oxfam, 17 de enero) Hace cinco años, 388 súper-ricos tenían este estatus criminal. La asombrosa concentración de la riqueza continúa sin cesar.

Aniquilada una quinta parte del valor de papel

La otra característica endémica del capitalismo que Marx explicó hace 165 años se impone una vez más. El capitalismo – el sistema económico basado no en la producción social, sino en la expropiación privada – nunca ha sido capaz de resolver los ciclos tambaleantes de expansión y recesión causados por la sobreproducción. La sobreproducción de toda mercancía está nuevamente sacudiendo los mercados financieros. La producción industrial y el rendimiento manufacturero se han reducido al mínimo.

La caída en el precio del petróleo desde más de $110 el barril en junio de 2014 hasta debajo de $30 en la actualidad, ha recibido una gran atención. Sin embargo, un colapso similar ha ocurrido en los productos industriales, acero, tuberías, metales, carbón, oro, aluminio, zinc y los principales cultivos alimentarios.

Desde el Año Nuevo, los mercados bursátiles de todo el mundo han estado cayendo inexorablemente. Desde Dow Jones de Nueva York y el S&P 500, hasta las principales bolsas de valores europeas de Londres, París y Berlín, a los mercados de Dubái, Tokio, Hong Kong y Shanghái; juntos han perdido más del 20 por ciento de su valor, entrando en lo que se llama un “bear market” (mercado en la baja).

Una quinta parte de toda la riqueza del mercado de valores en el mundo ha sido eliminada. Esto puede no afectar inmediatamente a la mayoría de las/os trabajadores. Pero la manera de los capitalistas lidiar con la pérdida de su riqueza especulativa es de irse contra las/os trabajadores que tienen menos de $1,000 o $100 a su nombre.

En su discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente Barack Obama destacó un aumento modesto en trabajos de servicio con los salarios más bajos – desde centros de llamadas hasta los restaurantes de comida rápida. Sin embargo, cientos de miles de trabajadoras/es en la industria pesada, la producción de energía, la banca y los servicios financieros – desde DuPont, Alcoa, John Deere y BP hasta Morgan Stanley – ya han sido despedidas/os en el último año.

Rescate financiero profundizó la crisis

Los economistas capitalistas, reticentes a utilizar el término “recesión”, han inventado un nuevo término para denominar un período tan largo sin crecimiento económico: “estancamiento secular”. Se han celebrado conferencias internacionales y escrito numerosos trabajos académicos sobre este tema. Estancamiento secular es un término muy difuso que oculta la realidad. El capitalismo, para expandirse, debe encontrar mercados en los que vender sus productos con ganancias. Cuando no puede hacer esto, todo el sistema mundial entra en una espiral de crisis.

Los rescates no han tenido éxito en poner en marcha a la economía. Años de tasas de interés de casi cero para estimular préstamos gigantes supuestamente para estimular la producción, puede que hayan empeorado esta crisis capitalista.

Un periódico británico cita las palabras de un funcionario de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico: “La situación es peor de lo que era en 2007. El mundo se enfrenta a una ola de impagos épicos de deuda. Nuestra municiones macroeconómicas para combatir las crisis, esencialmente han sido totalmente utilizadas”, dijo William White, el presidente con sede en Suiza del comité de revisión de la OCDE y ex economista jefe del Banco de Pagos Internacionales (BPI).” (Telegraph, 19 de enero)

Barcos ‘Zombi’

Hay sobreproducción de mercancías, desde petróleo hasta los productos terminados como juguetes, ropa y autos. Hay hasta un exceso de los grandes buques de contenedores que mueven más del 95 por ciento de los productos manufacturados del mundo.

La industria del transporte marítimo se enfrenta a su peor crisis en memoria reciente, después de años de rápida expansión alimentada por la deuda barata. La flota mundial se duplicó en tamaño de 2010 a 2013. (Reuters Business Insider, 20 de enero)

La competencia entre las compañías navieras ha impulsado la construcción de una nueva generación de súper cargueros que puede transportar 19.000 contenedores, en comparación a los buques anteriores que llevan solo 5.600. Se necesitan años para construir este tipo de buques. Los pedidos fueron colocados cuando se esperaba una recuperación global completa después de 2009.

Las corporaciones navieras que financiaron sus flotas con un 60 por ciento de deuda y con 40 por ciento de liquidez, han visto desvanecerse esa liquidez.

Ahora, flotas “zombi” aceptan fletes a precios irrisorios sólo para poder seguir a flote. Pero los propietarios no tienen esperanza de pagar el capital en sus préstamos. Los bancos tienen miedo de destapar estos préstamos porque entonces se verían obligados a ponerlos en la lista de pérdidas.

El Baltic Exchange, que ha establecido tarifas de envío por más de dos siglos y medio, dice que la situación que sus miembros enfrentan es sombría.

Gigantes derribados por la deuda

Aún grandes empresas multinacionales que han sobrevivido décadas de caos capitalista en el pasado se tambalean ahora. Años de interés de casi cero por ciento provocaron que muchas de las mayores empresas mundiales de mercancías, asumieran enormes deudas para invertir en una mayor expansión y en fusiones. Pero ahora que el precio de las mercancías ha bajado a la mitad o incluso a un tercio del valor que tenían hace un año, el valor de mercado de estas empresas ha entrado en una caída libre.

Una de las más grandes y antiguas corporaciones mineras de oro y cobre, la Freeport McMoRan, está en crisis después de sacar grandes préstamos hace unos tres años para compras en petróleo y gas. Ahora con el exceso de petróleo, las acciones de la compañía han caído de $60 por acción a menos de $4. Freeport McMoRan, valorada ahora en $4.8 mil millones, está sobrellevando una deuda de $20 mil millones, por lo cual está recortando puestos de trabajo y todos los gastos de capital. Pero para cumplir con sus pagos de la deuda, sigue produciendo petróleo, incluso a precios sumamente bajos. (New York Times, 22 de enero)

Anteriormente, durante las caídas de precios, los productores de mercancías inmediatamente reducían la producción. Pero esta vez, debido a sus enormes deudas, continúan inundando el mercado, empeorando así la situación.

Capitalistas culpan a China de sus problemas

El exceso actual de mercancías a nivel global está siendo atribuido a una desaceleración en el crecimiento de la República Popular China — la segunda economía más grande y de más rápido crecimiento del mundo.

El caos y la competencia despiadada del sistema capitalista en sí nunca es culpado. Por ejemplo, tanto corporaciones estadounidenses como alemanas han agravado las condiciones en China en las plantas que son empresas conjuntas. La decisión de Volkswagen, GM y otros fabricantes significativos de automóviles de frenar su producción en China debido al exceso de oferta mundial de automóviles, significó que cancelaran primero las bonificaciones para las/os trabajadores en sus plantas. “Los bonos típicamente suelen ascender a más de la mitad del salario neto de las/os trabajadores de la línea de ensamblaje”. (Reuters, 15 de septiembre, 2015)

Estas gigantescas corporaciones internacionales no solo cortan el pago que se llevan a su casa las/os trabajadores de la línea de ensamblaje, sus horas de trabajo, los descansos y el número de turnos, sino que ellos y otras grandes empresas occidentales también cortaron miles de millones de dólares en los planes de expansión que tenían en China. Por supuesto, todos estos recortes en inversiones que fueron anunciados hace más de tres meses, tuvieron repercusiones sobre el mercado de valores chino.

Estos cortes abruptos han estimulado el aumento de los esfuerzos para desarrollar unas relaciones y un comercio más estable entre China, Rusia, América Latina y África. Un artículo cubano titulado “Resistiendo las tormentas del siglo 21” escrito hace pocos días, expuso que este comercio que se está desarrollando rápidamente es de beneficio mutuo. Para el año 2014, el valor del comercio bilateral entre China y América Latina era 22 veces más de lo que había sido en 2000. (Granma, 19 de enero)

No se puede predecir cuán profunda e insuperable será la crisis venidera, ni qué la va a provocar. Pero la urgencia de que las/os trabajadores hagan sonar la alarma y organicen una fuerte lucha está fuera de discusión.