30 de noviembre de 2016

LOS AUMENTOS SALARIALES Y EL PRINCIPIO DE PASCAL

Luis Casado.15yultimo.com

En tu indecible ingenuidad tú piensas que ganar un salario decente es lógico. O que los acuerdos “win-win” terminaron por identificar los intereses de los patrones y los asalariados (incluyendo a los profesionales que se creen jefes), lo que según los verdaderos jefes también es lógico. Empieza a despertar de tu letargo porque de ese modo, y con esa lógica, estás perdiendo el invicto. Una parida de Luis Casado, prohibida en las escuelas de Economía y Negocios…

Como de seguro sabes, la Lógica pasa por ser una ciencia formal que estudia los principios de la demostración e inferencia válida. Es lógico un razonamiento en el que las ideas se desarrollan de forma coherente, sin que haya contradicciones entre ellas.

No parece evidente, pero la frase “los altos salarios son dañinos para los asalariados” tiene su lógica. Una lógica de economista desde luego: lógica, o lógico, no son sinónimos de decencia u honestidad, aún menos de legítimo o de verdad absoluta.

La palabra viene del griego antiguo λογική (logikḗ), que significa “dotado de razón, intelectual, argumentativo”, que a su vez proviene de λόγος (lógos), o sea “palabra, pensamiento, idea, argumento, razón o principio”.

Espero que entiendas que estar dotado de razón no significa que la tengas, así como no haber pedido cuernos no permite deducir que no eres un cornudo. Ya habrás oído eso de “el diablo se esconde en los detalles”. Con este tipo de lógica te joden de lunes a domingo, 24 sobre 24, 365 días al año, uno más si es bisiesto.

Alarmantes titulares de la prensa pregonan el fin de la humanidad: los beneficios de tal o cual banco se redujeron a la mitad, tal o cual industria vio caer su cifra de negocios, la demanda de tal o cual producto flaquea, los márgenes comerciales son insuficientes, y otras preocupantes calamidades del mismo calibre.

Confiésalo alma impía: te cuesta recuperar el sueño, duermes intranquilo, a sobresaltos, y últimamente constatas que transpiras más de la cuenta. No es para menos. Es la lógica implacable –también llamada “dura ley del mercado”– con la que te han succionado los miolos (miolos: portugués figurativo por cerebro. De nada…).

Si las multinacionales ganan plata, mucha plata, invierten para ganar más plata. Ergo, crean empleo, aumentan la demanda corporativa, lo que a su vez incita a los productores de los insumos correspondientes a invertir, ya ves hacia donde va la lancha, hacia el paraíso en la Tierra.

Si por desgracia las multinacionales no ganan plata –peor aún si por acaso pierden–, y si la demanda es insuficiente porque tú mismo no consumes lo que hace falta, se detiene la inversión, se reduce la demanda, crece el desempleo, los productores de los insumos correspondientes se van a Babia, vuelve a crecer el desempleo, y ya la tenemos liada. Ergo, estamos donde estamos.

Esa lógica implacable hace que el triste currante que eres –que somos– vive deseando que la empresa que lo emplea gane mucho dinero. Ahora bien, David Ricardo, clásico entre los clásicos, escribía hace dos siglos (1817): “No puede haber un aumento del valor del trabajo sin una caída del lucro”. Una forma de aclararte que –en la economía que conocemos– el lucro empresarial es inversamente proporcional al nivel de salarios.

De ahí que la frase: “Los altos salarios son dañinos para los asalariados”, tenga su lógica: el asalariado comprende –debe comprender– que pedir un aumento de su pinche estipendio va contra sus propios intereses.

La lógica implacable va aún más lejos: la productividad del currante crece cuando la empresa despide, por poner un ejemplo, el 20% de los efectivos. Los que quedan tienen que producir lo mismo, o aún más, que la plantilla precedente, trayendo consigo el tan ansiado aumento de productividad.

Si el currito tuvo la suerte de nacer en Chile sabe que su AFP invierte en las empresa
s que le emplean a él mismo. Si quiere obtener –para sus pinches fondos de pensión– la rentabilidad de sueño con la que le engañaron, no puede sino desear que las empresas ganen más dinero, en otras palabras, que reduzcan el número de trabajadores que emplean.

No sé si esto te dice algo o si eres definitivamente asopado, pero claramente el currante entra en esquizofrenia militante.

Explicancia: si pide más salario perjudica a la empresa, y por carambola a sí mismo. Si tiene la suerte de conservar su pijotero empleo se daña a sí mismo porque, para garantizar su pensión, más valdría que le despidiesen. Encerrado en un dilema de tipo “¿el sartén o las brasas?”, “¿cáncer o disección aórtica?”, “¿caipirinha o caipiroska?”, “¿Donald o Trump?”… el currante pierde el juicio.

Esta lógica implacable, que mantiene a los trabajadores tranquilitos y les aleja del sindicalismo, explica los titulares de la prensa y de la TV. Hoy, por ejemplo, el Wall Street Journal(WSJ) pone en primera página:

Facing a slowdown in growth and tough credit conditions, businesses hold back on spending”, lo que en cristiano quiere decir exactamente lo que te cuento: “Frente a una desaceleración del crecimiento y duras condiciones de crédito, las empresas paran la inversión”.

El WSJ se refiere a China, pero para el caso que nos ocupa da lo mismo que el WSJ hable de Beluchistán, del Estado de Aguascalientes, o de pueblitos como Cumpeo, Venta de Pantalones, Kagar o Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch (así se llama…).

Aún cuando los bancos centrales emiten dinero trucho en cantidades industriales (el último en poner a funcionar la imprenta fue The Bank of England, también llamado The Old Lady), la banca privada, que está hasta el cuello con créditos irrecuperables, no osa ofrecerle créditos a nadie. (Dicho sea de paso, hay tanto capital inutilizado que las tasas de interés son negativas: te pagan por darte un crédito. Pides 100 y reembolsas 98. Jauja. Jauja te digo).

Mientras tanto, la misma prensa, la misma TV, te cuenta que aumentó el número de milmillonarios, que la concentración de la riqueza alcanza niveles que dan náuseas, y que media docena de privilegiados posee más patrimonio que la mitad de la humanidad. Desde ese punto de vista todo va bien.

Lo que nos permite esculpir en el bronce otra frase: “Los bajos salarios son beneficiosos para el riquerío”. Frase que también tiene su lógica. Una lógica implacable.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG
La mordacidad de Luis Casado (no están los tiempos para almíbares) no nos dice qué conclusiones debemos extraer tras su texto pero creo que el lector inteligente que no sea un reaccionario sacará las adecuadas para la clase trabajadora por sí solo.

Si les sirve de algo, les aporto las mías, aquellas de las que siempre he estado convencido:
  • Que en el antagonismo capital-trabajo, los intereses de trabajadores y capitalistas son irreconciliables.
  • Que en los períodos en los que se produjeron elevaciones de los salarios, estas conquistas, que sólo son una parte de las que la clase trabajadora tiene ante sí, porque bajo el capitalismo no existe avance en las luchas que no pueda retroceder, no se hicieron sin organización de la clase ni lucha.
  • Que la clase trabajadora necesita organizarse autonómamente frente a los intereses de las llamadas clases medias, y por supuesto del capital, para defender los suyos propios.
  • Que sin la destrucción del sistema capitalista, toda conquista social de hoy tiende a perderse mañana. Ello que no significa que debamos abandonar la lucha por esa conquista porque toda lucha genera un incremento de la conciencia política y de clase y hasta las reivindicaciones inmediatas, si se enmarcan en la dialéctica capital-trabajo, producen un efecto desestabilizador para los intereses del capital, a la vez que permiten detectar sus límites y abren la posibilidad de que la clase trabajadora eleve el nivel de exigencia de sus objetivos.
  • Que la contradicción principal del capitalismo, que mientras la producción es social, la extracción del beneficio es privada, acaba creando las condiciones para las crisis del capitalismo. Con más parados y peores salarios de los trabajadores, el consumo cae y los beneficios empresariales se contraen. Pueden incluso recuperarse durante un tiempo -mediante despidos, reducciones salariales, incremento de productividad y exportación- pero la crisis rebrota porque el consumo se contrae y, en un entorno económico mundial abierto, las crisis se contagian. La receta de los capitalistas se repite, por efecto de competencia de los mercados, en todo el mundo y el comercio mundial se contrae.
  • Que aunque las crisis capitalistas se produzcan y se conviertan incluso en endémicas, ello no significa que el capitalismo caiga por si solo. Esperar a que lo haga, en plan “siéntate a la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo” (proverbio árabe), es estúpido. Ninguna formación económica y social es sustituida sin que haya creado las fuerzas que han de destruirla.