15 de junio de 2017

LA MUERTE DEL CENTRO COMERCIAL


Alejandro Nadal. La Jornada

En las economías capitalistas desarrolladas la crisis financiera de 2007 tuvo como epicentro el sector inmobiliario y las hipotecas de mala calidad. Los bancos centrales rescataron al sistema bancario privatizando las ganancias y haciendo público el costo de la crisis. Y ahora que lo peor del frente de tormenta pasó, se consolida la percepción de que la borrasca ha sido controlada. Esa es una idea equivocada y peligrosa.

La verdad es que el problema en Estados Unidos se ha desplazado del ámbito residencial a los centros comerciales, los famosos y feos shopping malls. Esas enormes construcciones están hoy en el corazón del próximo huracán financiero. Al igual que en 2007, los efectos del mal tiempo se dejarán sentir en la economía global.

Los centros comerciales en Estados Unidos se están muriendo lentamente. Los locales vacíos se multiplican porque las ventas no cubren las altas rentas y los comercios en bancarrota aumentan todos los días. Casi no se habla de este tema, pero lo cierto es que en Estados Unidos crece cada día el número de centros comerciales fantasma, abandonados o con grandes espacios vacantes. Hasta se habla del modelo chino en el que el crédito barato y la especulación inmobiliaria han llevado a construcciones de millones de metros cuadrados que hoy son cascarones vacíos sostenidos por millones de toneladas de concreto, miles de kilómetros de cables eléctricos y tuberías, amén de una colosal huella ecológica.

Si la imagen exitosa del centro comercial se mantiene es sólo porque algunos malls subsisten en buenas condiciones. Pero esos centros son la minoría: en Estados Unidos sólo el 20% de los centros comerciales genera más de dos terceras partes de las ganancias de este sector. Esos centros comerciales están localizados en puntos que mantienen alta densidad de población con poder de compra o en centros de concentración turística y económica. Lo cierto es que la crisis en el resto de los centros comerciales es una triste realidad que no va a desaparecer. Se calcula que en los próximos dos o tres años desaparecerán cerca de 800 shopping malls (más de la mitad del total) en todo el territorio estadounidense.

Muchos podrían pensar que el principal responsable de la debacle del centro comercial se debe al auge del comercio en línea. Pero lo cierto es que a pesar de su crecimiento, el comercio vía Internet apenas representa el 12% de las ventas totales de las tiendas departamentales que sirven como ancla de los malls.

La razón de fondo de la nueva crisis es que la construcción de centros comerciales en las últimas dos décadas ha procedido a un ritmo muy superior al crecimiento del poder de compra en la mayoría de las ciudades estadounidenses. Mientras la demanda se estancaba se construyeron más de siete millones de metros cuadrados para centros comerciales en los últimos cinco años.

¿Por qué se ha mantenido la inversión en los centros comerciales? La respuesta es inmediata: cálculos de riesgo equivocados y mucha especulación. Éste es un sector en el que los inmuebles sirven de garantía, facilitan la obtención de financiamiento y permiten un mayor apalancamiento. La inversión en centros comerciales estuvo ofreciendo rendimientos estables que prometían superar el 6 ó 7% y con una garantía aparentemente tan sólida como el concreto y acero utilizados en su construcción. Eso explica el rápido crecimiento de capacidad instalada que hoy rebasa todas las proyecciones sobre la evolución de la demanda. Por eso las tiendas en los malls ofrecen constantes ofertas y descuentos sobre toda la gama de artículos en venta, lo cual comprime los márgenes de ganancia y lleva a la apertura de concursos de quiebra. En consecuencia, los operadores de los centros comerciales enfrentan serias dificultades para enfrentar sus compromisos de deuda. Para los próximos 18 meses se necesita refinanciar unos 130.000 millones de dólares en créditos para el sector de centros comerciales, una operación que no se anuncia fácil.

La gran diferencia de la crisis que se avecina es que los principales acreedores no son los grandes bancos, sino los llamados inversionistas institucionales como los fondos de pensión y las compañías aseguradoras, así como otros agentes financieros –en especial, los fondos de cobertura hedge funds– y uniones de crédito. Las implicaciones para el sistema financiero son más graves que las de la crisis de 2007 porque el rescate de las compañías aseguradoras y los fondos de pensión se anuncia casi imposible. Los efectos en cascada sobre los ingresos de jubilados y el desplome de recaudación fiscal (por impuestos prediales) son múltiples y serán difíciles de revertir: vender uno de esos centros es mucho más complicado que el deshacerse de mil casas. A diferencia del cierre de una fábrica y de la pérdida de empleos, el cierre de un centro comercial no puede explicarse con una retórica fácil sobre la globalización o un mal tratado comercial. El crepúsculo de los shopping malls se debe a problemas estructurales del capitalismo avanzado.



5 comentarios :

  1. No sé si viene a cuento o qué. Pero quiero comentar el concepto de Infección Ideológica de Desclasamiento. La infección produce discursos en los que el fascismo (no el fachismo derechista, sino el fascismo) logra adeptos desorientados.

    Los síntomas, comentarios como éste: "La clase social como división política es un criterio materialista. Por tanto de separación y odio. No democrático. Anti-idealismo. Oligarquía. Las tiranías materialistas, capitalistas y marxistas, son totalitarias. Condenan al ser humano. Son conservadoras, son de derecha." (!!!)

    Y una mierda.

    Nada de odio, sino lucha sin cuartel. Igual que los soldados no tienen por qué odiar a sus enemigos en el frente, sino vencerlos.
    Lo que separa al comunista del fascista no es, como creen muchos la cuestión de internacionalismo versus nacionalismo. Eso es cierto, pero cáscara.
    Lo diferencia sustantiva entre comunismo y fascismo es el intento de este último de, manteniendo las clases sociales, pedir a trabajadores y empresarios que remen todos en beneficio de la patria, que es el Estado.

    El comunismo sabe que la lucha de clases es inherente a la humanidad actual, tanto a nivel nacional como internacional. De hecho, existen movimientos nacional-comunistas.

    Pero no hace falta ser comunista para comprender la lucha de clases y apuntarse a ella, si eres trabajador asalariado. No hace falta ser socialista. No hace falta ser nada ideológicamente hablando. Solo es necesario saber juntar letras y sumar.
    Los discursos anti-odio sobran. "No te odio, patrón, pero págame con justicia o te paro el taller y va a producir tu puta madre". ¿Está claro?

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  2. Las clases sociales se definen por su función estructural en las relaciones de producción. Punto pelota. No es cosa de ganar más o menos o de vivir mejor o peor.

    Instrumento general de confusión: las clases medias.

    ¿Qué coño es la clase media? Ningún trabajador por cuenta ajena pertenece a la clase media. La clase media vive fundamentalmente de recortar cupones y cobrar dividendos. Tiene por herencia propiedades que alquila o talleres que chulea.

    La confusión viene de que en las clases medias existe el aparente homo-mixtus: trabajador por cuenta ajena e inversor a un tiempo. Pero ese homo-mixtus es un asalariado con buen salario, nada más. Si se cree que es clase media, que espere un poco a que la verdadera burguesía lo ponga en su sitio.

    Las clases medias son los colectivos que nunca se ven afectados (más que para bien) por las reformas laborales.

    Conclusión: las clases medias no existen más que como revoltijo de intereses. Son asalariados con ínfulas que no quieren clasificarse como Clase Trabajadora. O son empresarios de medio pelo, como un dentista que tiene a su cargo a tres empleadas: una auxiliar, una recepcionista y una enfermera; y que contrata servicios externos, como el mecánico protésico. Trabaja por cuenta propia, es un empresario y un explotador. Cobra más que la suma de lo que perciben sus empleados y escaquea dinero a Hacienda. ¿Clase media? No, clase capitalista. Cuando la reforma laboral se lo permite, despide a una madura y contrata a una joven por la mitad. Ése es el homo-mixtus. Un autónomo con empleados. Posee los medios de producción. Forma parte del sistema de explotación general.

    Otro homo-mixtus: El hijo de puta del presidente del Gobierno pertenece a la clase asalariada. También a la clase delincuente, por cierto. Es presidente del Partido Popular. El Partido Popular es una organización, además de criminal, explotadora de sus empleados. Lo mismo que el PSOE, que se deshizo de muchos trabajadores con un ERE.

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  3. Copio un comentario de ácratas a El Blues:

    "Te voy a repetir esto otra vez, El Blues:

    La República Constitucional de Trevijano es una democracia representativa perfecta. Que no soy tonto. ¿Y qué?

    Pero es que ninguna democracia de partidos o representativa de ideologías partidarias, por perfecta que sea en sus mecanismos, le sirve para nada a la clase proletaria, obrera, asalariada o como quieras llamarla, excepto para confundirla con ideologías y cantos de sirena que hace que unos asalariados se enfrenten con otros en perjuicio de sus intereses de clase. Ideologías de laboratorio social, de think tanks que solo velan por el dominio de las élites del capital y los grandes propietarios.

    Lo cierto, si breve, dos veces cierto.

    Salud."

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  4. Aunque existiera un sistema verdaderamente representativo por circunscripciones unipersonales, trevijanista republicano, igualmente serviría para confundir a los casi 40 millones de asalariados, según el concepto desarrollado en el primer párrafo. Observa que he incluido a personas a las que no incluye el artículo de arriba, como los familiares dependientes de los asalariados, jóvenes incluidos.

    Los 40 millones, divididos entre ideologías de derechas, centro, demosocialistas e izquierda "radical", seguirían penando por sobrevivir cuando son España, Porque el sistema democrático burgués trevijanista es un instrumento más de dominio de las masas trabajadoras. Y si no se implanta es porque aún no es necesario, aún les funciona la partitocracia monárquica a base de palos.

    Lo siento por el Viejo, pero predica un régimen absolutamente injusto, depredador y patricio. Aunque sea una democracia perfecta. Que lo es.

    El único régimen que sirve es el de representación de los intereses colectivos a través de la autogestión, las asambleas de asalariados y la toma del poder, mandando a paseo a los partidos que están financiados por los rothschild, los soros y los rockefeller del planeta.

    Y como eso no sucederá de buen grado, no quedará más remedio que asumir que la huelga y la manifestación es los únicos medio de lucha.

    Salud.

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  5. Pobre de Solemnidad .

    El texto entrecomillado sale del blog de Marat, que tampoco se equivoca en la calificación del trevijanismo al decir: "Creo que las influencias de un liberal reaccionario como García Trevijano están haciendo mucho daño a su capacidad de interpretar la realidad, la clase, lo que es "la democracia representativa", lo que representan en realidad los procesos constituyentes como píldoras adormecedoras de un capitalismo que no parece preocuparle, la supuesta representación de personas, que no es otra cosa que colar la oligarquía de los selectos, "preparados" y élites, y el momento en el que vivimos." Me parece que fue en respuesta precisamente a ti.

    (...)

    Creo que ácratas, al menos así lo pienso, no se deja engañar por la partitocracia, que es realmente ácrata y que se decanta por la lucha de clases y la autogestión como instrumentos para restablecer la verdadera democracia, que no es otra que la económica.

    Trevijano, en cambio, llama a instaurar una república constitucional y luego, si un partido obrero gana las elecciones, que llegue la democracia económica. Largo nos lo fía para librarnos del parasitismo de las élites. Ahí tenemos a Macron en Francia, cuyo partido tienen mayoría absoluta, juntando los dos poderes ejecutivo y legislativo. Los asalariados van a sufrir mucho con Macron.

    Salud.

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