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25 de abril de 2018

CUANDO HABLAR DE UN MÁSTER SIRVE PARA TAPAR LA PRIVATIZACIÓN DE LA ENSEÑANZA PÚBLICA


Por Marat

Seguramente estaré iniciando otro de esos artículos míos que pasan sin pena ni gloria.

En primer lugar por ser extemporáneo. Hablar de másteres, salvo que sea para ofrecer los de las universidades privadas, llega tarde. Tras un mes de escándalo, el tema ha durado hasta hoy miércoles 25 de Abril solo porque la afectada se negaba a dimitir, cosa que acaba de hacer, pero ocarece ya del menor interés periodístico. En bares y tontódromos (redes sociales) mañana se estará a otra cosa, la que dicten los medios del capital en cada ocasión.

En segundo lugar porque cualquier texto que invite al análisis, y no al morbo de ingestión y digestión inmediatas, tiene menos futuro que un submarino descapotable. Dedicar tiempo a la reflexión es de otras épocas y clases ociosas que podían echar toda una mañana o una tarde en leer la prensa. Dedicarlo al fútbol, los videojuegos, la tele o a dar vueltas por Internet es una necesidad imperiosa y no ocupa tiempo ni lugar.

Hace unas dos semanas, hablando con un joven profesor de primaria, muy inteligente y comprometido a su manera con la transformación social y la igualdad, le plantee mi intuición (no era otra cosa) sobre si el asunto del máster de Cifuentes no tendría un objetivo de fondo mucho más grave: el descrédito de la enseñanza pública. No supo qué responderme.

Si no hubiera sido por una conversación posterior con un amigo muy querido y camarada del Espacio del Encuentro Comunista (EEC) mi intuición se habría agotado ahí, sin dar una segunda vuelta sobre los intereses que se estaban moviendo tras las bambalinas políticas. A él debo este artículo.

En cualquier caso, y antes de que ustedes terminen de aburrirse definitivamente y abandonen la lectura del texto, plantearé la cuestión central de este artículo de modo directo: la pillada de Cifuentes es el modo último que ha empleado el capital para asestar otro gran golpe al crédito de la enseñanza pública y a ello han jugado tanto los poderes económicos y los sectores de la derecha (Ciudadanos) interesados en el desplazamiento de lo público hacia lo privado como los de izquierda (los progres), ávidamente interesados en sustituir a las élites políticas del momento.

El capital y su brazo político son conscientes de su necesidad de rentabililizar lo que antes se sostenía sobre otros presupuestos: estabilidad y consenso social con el sistema económico y político, redistribución y ficción de movilidad social mediante el salario indirecto (los servicios públicos), apariencia de igualdad, etc.

Hoy el capitalismo tiene serios problemas para encontrar en la producción industrial la acumulación de capital que necesita para reproducirse. El proceso de desmonte del Estado del Bienestar le brinda la ocasión de convertir su crisis en oportunidad.

Si el Tratado de Maastrich, en sus criterios de convergencia, consagraba la lucha contra el déficit público mediante el objetivo de rebajarlo a menos del 3%, lo que representaba recortes sociales evidentes y abría nuevos pasos a la privatización, el Plan o Proceso de Bolonia consagraba la “colaboración público-privada” en la enseñanza pública. Hablando en plata, la entrada del capital privado en la enseñanza pública.

La URJC (Universidad Rey Juan Carlos) es una de las avanzadillas de ese modelo educativo. Los convenios de colaboración en la formación de cuadros dirigentes, en la política, las administraciones públicas y en las empresas   han sido la tónica habitual en la concesión de estos estudios postgrado. Los medios del capital han preferido no hablar  apenas de las connivencias público-privadas.

Lo que la URJC representa como ejemplo concreto de penetración de la “iniciativa privada” (capital privado, para entendernos)  en la educación pública, lo encarna la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas), compuesta por 50 universidades públicas y 26 privadas.

Ni la URJC (ligada al PP), ni la CRUE (creada en el último período PSOE de Felipe González) pueden hacerse el harakiri de una autocrítica sobre sus procedimientos, más que dudosos, respecto a la manera en la que han corrompido la valoración de sus estudiantes a partir de la fabricación masiva de títulos. La transición desde el prestigio de la universidad pública hacia su descrédito requiere de cierta cautela y "savoir faire". No se puede ir demasiado a lo loco y poner en evidencia la manera en la que se intentan cargar la enseñanza pública superior. Todavía queda cierta masa crítica, cierto que incapaz de denunciar este proceso dentro del ruido mediático iniciado por un medio progre (El Diario), que no habla de estas cosas, y seguido por todos los demás interesados en el mismo objetivo.

Mientras tanto les sugiero que se interesen por cómo en determinados ámbitos privados, y les aseguro que proliferan, se están ofreciendo titulaciones de máster, sobre todo en MBA, asunto tan buscado no solo entre candidatos a nuevos tiburones económicos sino también por los políticos al alza, con el fin de prestigiarse.

Se da el caso de que dichas titulaciones en universidades privadas se ofrecen incluso online, sin ir a la clase ¡Qué casualidad!, como en el caso de Cristina Cifuentes, que tampoco apareció por las aulas.

En un mundo dominado por el fetichismo de la mercancía del título universitario, luego que la diferencia entre diplomado y licenciado se borró con el invento del grado, tras la superinflación de titulaciones superiores porque la Formación Profesional era para tontos, a pesar de su alta cualificación y mejores salidas laborales, sólo el máster podía ser el salto superior a la carrera universitaria. Y así andamos. No aprendemos.

A los hijos de la clase trabajadora nos van poniendo nuevos escalones que nos distancien en la pirámide social, sin que nos planteemos si el objetivo de nuestras vidas debe pasar por desclasarnos y competir en un mundo en el que el asalariado siempre irá a la baja, y más si viene de la universidad pública, porque se trata de desprestigiarla. Si nuestra clase de origen no nos permite saltar los nuevos obstáculos que nos crean las dominantes ante la inflación de títulos y el exceso de demanda del candidato a un puesto de trabajo, tanto peor para nosotros.

Si ustedes permiten que deje algunas reflexiones finales, aportaré las siguientes. Espero que les sean útiles:
  • El momento de cada generación viene determinado por lo que ésta considera sus urgencias. Las de quienes creen que en el tiempo histórico que les ha tocado vivir se les imponen, por ejemplo. Hace solo 20 años que se aprobó el Plan o Proceso de Bolonia, del que ahora vemos algunos de sus frutos en la enseñanza superior. A los universitarios actuales ni siquiera parece sonarles o importarles lo que esta ley significa aún hoy. No se ha hablado de esto en relación al asunto Cifuentes. Lo que se está atacando, por encima de la imagen de una política poco respetable desde su pasado, es mucho más importante de lo que ella es y representa.
  • Nuestros progres políticos han decidido que lo que toca es utilizar el asunto de una política que no ha hecho un máster y tratar de sustituir a la élite gobernante sin plantearse que debieran denunciar el ataque a la enseñanza pública y defenderla.
  • El señor Escolar (El Diario), la señora Pardo de Vera y de Roures (Público) y el señor Maraña (Infolibre) nos someten al mismo entretenimiento político que El País, El Mundo, La Razón, y otras hierbas, al disfazar la lucha de clases, ejercida desde el capital, bajo un duelo de máscaras políticas.
Y ahora, si no abuso en exceso de su paciencia, les diré que si ustedes creen que el asunto es una cuestión de corrupción personal que se cambia con voluntad política, si ignoran que el Estado tiene naturaleza de clase, que quien gobierne aceptando las reglas "democráticas" hará lo mismo que sus antecesores, que estamos viviendo la lucha de clases más descarnada que podamos recordar y que el affaire Cifuentes es una cuestión política y no del único poder real (el del capital), están muy despistados.

Con o sin su permiso, les vuelvo a soltar mi rollo de siempre: el capital necesita obtener beneficio para su acumulación convirtiendo lo público en privado y desposeyéndonos de conquistas, que no son derechos porque no son naturales sino históricos, que debemos integrar los conflictos en la lucha de clases y adquirir una perspectiva de clase ante la realidad política y, por supuesto, que necesitamos organizarnos como clase. 

Mientras tanto pueden ustedes seguir tuiteando sobre la información de OK Diario (¿filtrado por el propio PP?) sobre la pillada de Cifuentes en 2011 robando cremas antiedad (¿regeneradoras?) en Eroski, cuando ya era diputada de la Asamblea de Madrid. Los árboles seguirán sin dejarles ver el bosque. Con sus risas continuarán sin reflexionar sobre lo que un máster fake esconde. 

12 de abril de 2018

UN LARGO INVIERNO


Por Marat

A mediados de Abril aún andan acobardados los cerezos en flor del Valle del Jerte.

El 14 de Abril ya está aquí y será una de tantas de tantas fechas sin nada que reseñar, salvo alguna manifestación uniformemente decreciente en su seguimiento e interés, unos pocos carteles y pegatinas nostálgicas hasta el vacío de su significado actual y nada más.

Hay quienes están convencidos de que el gato chino que golpea con un puño a la pared cambiará algo en cualquier momento, por mucho de que la observación nos haya enseñado que no hay cambios en ese movimiento.

El momento político actual español es una mezcla de componentes turbios, y que van de la gran ficción del embrollo catalán al republicanismo soberbio de una reina actuante frente a una cesante o al artificio y entretenimiento de una política política travesti pillada en un máster ficticio; una política de quien ya nadie quiere recordar su afán represor cuando era Delegada del Gobierno en Madrid. Vivimos tiempos de amnesia y cinismo ciudadanos a la altura de sus políticos. Pero sosiega mucho descansar en otras responsabilidades las propias, como si los seres humanos fuesen seres irresponsables que nunca tuvieran que rendir cuentas con sus propias conciencias por aquello de que el dominio del poder elude toda responsabilidad personal.

En el marco del marxismo es esto algo que solemos obviar porque nos estropea el discurso de que en la dominación de clase no solo hay represión e ideología dominante sino también, y es ahí donde no hemos avanzado en casi 200 años, consentimiento del explotado y oprimido. El psicólogo marxista Wilheim Reich intentó avanzar en el plano teórico en esa cuestión pero el estalinismo se encargó de ser uno de ser inquisidores, considerándole un hereje.

Frente a ello la resistencia y la lucha intentan abrirse paso porque la primavera que pugna tardíamente por nacer es parte del “árbol de la vida eternamente verde”.

Desde las denuncias de la CNT contra sus militantes Jorge Merino y Pablo Alberdi, para los que la justicia del capital pide penas de prisión por su participación en la huelga general del 14N del 2012 hasta las movilizaciones de los trabajadores de Deliveroo, pasando por las huelgas de los empleados de Amazon, o las grandes manifestaciones de los pensionistas en defensa de sus jubilaciones algo se mueve, sin embargo.

No podía ser de otro modo. Hay un punto en el que decir NO se convierte en un imperativo necesario e inevitable para los trabajadores.

Sin embargo, estas luchas, con ser necesarias y positivas son limitadas y de corto alcance si no existe una organización desde la clase y al margen de los 350 miembros del circo parlamentario. Hay un serio peligro de que el sector pijo-progre de la burguesía parlamentaria utilice las movilizaciones y luchas obreras en beneficio de sus objetivos de perpetuación de la dictadura del capital y de su carcasa política. Y hay señales de que hay sectores implicados en estas luchas tentados de sucumbir al posibilismo de ver qué se puede obtener a corto plazo, por mucho que ello signifique perder mucho más a medio y largo, dada la complicidad de los ya ni siquiera reformistas con los objetivos del capital y su conformidad con una apariencia de cambio tan solo cosmética; es decir meramente institucional. En este sentido no soy en absoluto optimista. El enorme peso de los sectores menos conscientes de la clase trabajadora en su papel de comparsas del ruido mediático sobre cuestiones carentes de interés para nuestra clase, la absoluta degeneración de las hiperdebilitadas organizaciones comunistas y la carencia de organización autónoma de la clase no permiten grandes ilusiones.

Por un largo tiempo, la lucha de clases desde el lado de los trabajadores estará marcada por una mera resistencia, una gran inmadurez del movimiento obrero combativo al margen de los burócratas del sindicalismo amarillo de CCOO y UGT, que ahora se emponzoña en los objetivos de la burguesía catalana, y una ausencia de tejido organizativo propio y de construcción.

En todo caso, y con la contradicción entre la ausencia de proyecto y la necesidad del mismo, entre una clase que hoy es solo en sí y no para sí, entre el hecho de que una casa no se construye desde el tejado sino desde los cimientos y que es necesario arrimar el hombro para ponerlos, yo participaré en las movilizaciones que convoca la Coordinadora Estatal en Defensa del Sistema Público de Pensiones del 16 de Abril.
Otros quizá prefieran ser parte del carnaval montado para la dimisión de Cifuentes por aquello del quítate tú para ponerme yo porque, por mucho que indigne la mentira de la futura ex Presidenta de la Comunidad de Madrid, no cambiarán nada sustancial que merezca ser cambiado o quizá prefieran construir techos en lugar de cimientos pero para hacerse sus propias casitas, como algún ex portavoz del 15M, que los tenía, ahora profesional del #paseociudadano a 35.000 €. Carmenadas del Cambio y Democracia Real Ya.

23 de marzo de 2014

22M: NO LO LLAMES INDIGNACIÓN. LLÁMALO LUCHA DE CLASES

Varios miles de manifestantes, para la prensa del capital
Por Marat

Si algo dejó claro la descomunal manifestación del 22M en Madrid es que los protagonistas y el contenido de la protesta social han mutado de forma radical desde el 15 de Mayo de 2011 hasta hoy, para orgullo de la gran mayoría y el desconsuelo oculto de algunos; entre ellos del partido gobernante y del poder económico capitalista del país.

Frente a aquellas consignas imperativas y censoras del “sin banderas porque nos dividen”, un mar de banderas rojas, rojas y negras, sindicales y tricolores. Nunca habían desfilado tantas de estas últimas en Madrid, algo sobre  lo que la decadente y degenerada Monarquía borbónica habrá tomado buena nota. Y marchaban las rojas, rojas y negras, sindicales y tricolores sin otra separación que la de los cortejos en los que se integraban pero con un profundo sentimiento de “unidad de clase”.

Frente al anodino “no somos mercancía en manos de políticos y banqueros” del pasado,  los gritos rotundos del presente de “obrero despedido, patrón colgao”

Frente a la estúpida, desclasada y desclasante apelación a los “ciudadanos” y a la “ciudadanía”, con las que se nos ha machacado durante estos últimos años, las voces, ya roncas de un largo día, que proclamaba la identidad de quienes allí estábamos bajo el lema que recorría de un lado a otro de la manifestación: “Viva la lucha de la clase obrera”.

Frente a los postmodernos carteles de la ideología informatizada middle class de la “revolución de color” de la plaza que antaño decían aquello de “Fallo del Sistema”, la ocupación completa de Madrid con centenares de pancartas que proclamaban “el capitalismo no funciona”. No éste ni aquél capitalismo, no el capitalismo malo de los banqueros, como si capitalismo sólo fuera el poder financiero, frente al “de rostro humano” de los buenos años de consumo para aquellos que mientras sonó la música bailaban al ritmo del amodorrante tecnopop de la ideología trans del sistema, sino el capitalismo de la explotación laboral, de las relaciones alienantes de producción, del paro como horizonte de no vida. Del capitalismo como sistema económico con nombre y producción de dolor, lágrimas y sangre de la clase trabajadora. 

Frente a la morralla ideológica “inclusiva” y sin apelación a la lucha de clases del “somos el 99%” (incluyendo, pero sin la honestidad de proclamarlo, a los empresarios pequeños y medianos, tan chupasangres de sus empleados como los propios propios plutócratas) la evidencia de que la voz cantante la llevaban los mineros asturianos y leoneses, los bomberos madrileños, los aún trabajadores de Coca-Cola de Fuenlabrada, los trabajadores de la limpieza, los parados de toda España, los de Salvemos Telemadrid, los desempleados de la RTVV, los maestros y profesores, los trabajadores de toda condición de la sanidad a la que están privatizando, aunque conservando, por ahora, el cartel de “pública, los humillados pero dignos trabajadores de Sniace, los trabajadores precarizados de las tierras y pueblos del Estado español. Éramos ayer más que conscientes de que no necesitábamos incluir en ningún mentiroso 99% a nuestros patrones. Nos bastaba con la conciencia de nuestra fuerza y de que el asalariado, el parado y el autónomo dependiente son la inmensa mayoría de este país. Ayer se hizo evidente que la primera alianza que hay que sostener es la solidaria e indestructible unidad de clase que proclamaban banderas con las siglas U.H.P.

La imagen del rasfari, del perroflauta y del extravagante de la nariz roja de payaso, del antipolítico, de derechas, que grita contra los políticos y los partidos en general, se convirtieron en evidente minoría eclipsada por la verdad de las decenas de miles de pancartas y banderas de organizaciones políticas de las izquierdas y sindicales, evidenciando que no todos los políticos son iguales, entre otras cosas porque cualquiera que haga política, incluso desde la humilde militancia de a pie en organizaciones de las izquierdas no es igual a la gentuza del PP y de sus aborregadas huestes y votantes, por mucho que algunas ingenierías políticas del sistema (Partido X, Podemos, Equo) se hayan sumado a la cantinela del ni-ni “ni de izquierdas ni de derechas”, con el único fin de reorientar la protesta social y el cambio de escenario político contra las trampas del Mar de los Sargazos de un neopopulismo sin proyecto transformador. 

Todo este cambio, que venía gestándose desde la Marcha Minera de hace dos años, y que detonó ayer en la composición social y en la carga política de las Marchas de la Dignidad que se unieron en una  inmensa riada humana con la clase trabajadora madrileña, era conocido por el gobierno actual del capital.

Por eso el largo apagón informativo primero sobre el 22M en la gran mayoría de los medios del capital -al fin y al cabo son empresas- , por eso la utilización de la agonía del expresidente Suárez, embalsamado mediáticamente aún en vida, con el fin de hacer luz de gas sobre las marchas. Por eso la andanada del mermado mental y corrupto Ignacio González, que comparó hace días a las marchas  con los neonazis de Amanecer Dorado, como si su partido no apoyase con entusiasmo a los neonazis de Svoboda en el gobierno fascista de Kiev. Por eso más de 100 autocares fueron parados ayer por guardia civiles en las entradas de Madrid con el fin de que ya que no era posible impedir la marcha, al menos poner su grano de arena a las decenas de provocaciones (incluidas las de la página de Antidisturbios UIP en twitter el día anterior) de la caverna mediática y política del Partido Podrido.  Por eso mismo, la Delegada del Gobierno en Madrid, frau Cifuentes calentaba el ambiente dos días antes afirmando que algunos grupos provocarían violencia en Madrid, anunciando ya que emprendía el camino, como e ocasiones anteriores, de la profecía autocumplida, al estilo de Randolph Hearst. 

Por eso anoche, la “progre” Sexta, de la derechista Antena 3 (Editorial Planeta), en su infumable programa “laSextaNoche” se empeñaba una y otra vez, a través de su presentador, en dar carnaza a la dóberman madrileña y señora de las porras Cristina Cifuentes para “recrear” el final de la manifestación, escamoteando la verdad de que la brutalidad de la carga policial se produjo cuando un grupo numeroso de manifestantes se preparaban para acampar en Recoletos, de que las cargas se iniciaron una hora antes de que se cumpliese el plazo legal de duración de la manifestación, de que la violencia la iniciaron los robocops de las UIPs, de que la respuesta de aquellos manifestantes agredidos por el lanzamiento de pelotas de goma a bocajarro y apuntando con el arma por encima de la altura del pecho (hay vídeos de ello) fue defensiva, para convertir en la noticia del día los disturbios y no la inmensa manifestación de Madrid.

Por eso mismo el indecente engendro al servicio del imperialismo llamado EL PAÍS, que despide a sus trabajadores, emplea hoy domingo la sucia pluma de sus esbirros Jerónimo Andreu, Marién Kadner y J.J. Gálvez, que titulan su vómito del día con el rótulo de “La Marcha de la Dignidad toma el centro de Madrid con miles de personas”, escribiendo sin rubor que sólo 2.000 personas entraron a pie en la ciudad, cuando sólo la columna noroeste que entró por Moncloa estaba compuesta por muchas más, cuando esas “miles de personas” formaron la mayor manifestación que haya conocido la ciudad desde la muerte del dictador. ¡Qué lejos queda el empotramiento de “periodistas” en el desclasado 15M y de portavoces de Democracia I-rreal Ya en los medios de PRISA. Por eso hoy la SER, que patrocina a golpistas neonazis y fascistas en Ucrania y en Venezuela, señala, como chivato criminalizador, a grupos independentistas y a la Coordinadora Antifascista como culpables de la violencia, callando que la violencia pretendidamente legitima del Estado es la que incendió la respuesta defensiva. Pero tranquilos, aún les queda el Público de Roures, fabricante de mesías mediático televisivos que quieren ser un bote de Colón para salir en la TV y ser eurodiputado en Bruselas, que se empeña en decir que los que allí estábamos éramos “ciudadanos indignados”. No, no éramos ciudadanos, no nos limitamos a indignarnos, ni somos clase media. Somos clase trabajadora y fuimos por lo nuestro, la lucha de clases.

Lo que ayer hizo el poder del capital, a través de su brazo tonto del Gobierno es lo que ya hizo el día 12 de Julio de 2012 en la Castellana contra la Marcha Minera. Conocemos bien sus procedimientos. Tenemos memoria. Pagaran por sus actos más temprano que tarde.

El miedo está empezando a cambiar de bando. El capital y su gobierno saben que los agitamanitas han sido desplazados por la clase trabajadora, lo quieran o no los sindicatos verticales (bastaba ver la cantidad de banderas de CCOO que, a pesar del silencio cobarde y cómplice de la Ejecutiva Confederal de su sindicato para con las marchas, que días antes había protagonizado su enésima indignidad al sentarse con Rajoy, Rosell y UGT a actuar, una de tantas veces, como apagafuegos y muñidor de la paz social, estaban allí proclamando que las bases sindicales no tenían porqué seguir en su indecencia a sus dirigentes). Una nueva radicalización de las luchas apunta ya hacia el poder económico de la burguesía y sus esbirros, estén dentro o fuera del Gobierno. 

Si la ocupación de empresas y de los medios de desinformación del capital empieza a producirse, quizá entonces empiece a saltar la cera de sus oídos pero, para entonces, puede que, venturosamente, sea ya demasiado tarde para ellos, por mucha represión que impulsen.

Por eso, del mismo modo que ayer estuve en las marchas por la dignidad en defensa de mi clase, el 28 de Marzo estaré aquí contra la represión.