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27 de junio de 2016

ANÁLISIS POSTELECTORAL DE URGENCIA

Por Marat

Las elecciones del pasado domingo 26 de Junio tienen un claro vencedor, el PP, que remonta 14 escaños respecto a las elecciones del pasado Diciembre y gana en la gran mayoría de las provincias. Cuenta también con otro partido que, a pesar de obtener 5 escaños menos, parece salvar los muebles y la cabeza de su secretario general, a pesar incluso de su derrota en feudos como Andalucía y en otros que lo fueron históricos como Extremadura o Castilla la Mancha.

Y si hay vencedores claros y “derrotas semidulces” -en comparación con la debacle que auguraban los arúspices- también los hay que sufren derrotas contundentes. Ciudadanos, que pierde la quinta parte de sus escaños y Unidos Podemos que, pese a integrar en coalición a Podemos e IU y lograr 2 escaños más (justo los 2 que sacó IU por su cuenta el año pasado), pierde 1.200.000 votos aproximadamente.

¿Cómo se ha llegado a esto en apenas 6 meses?
Habría que recordar que aunque los potenciales dos bloques (derecha de PP y Ciudadanos y “progresistas”, eso dicen ellos, PSOE y Podemos) estaban bastante igualados, con una ligera ventaja de 4 escaños para el bloque de la derecha en los resultados de Diciembre de 2015, esa diferencia se ha hecho ahora mayor a favor de la derecha, siempre hablando en escaños. Las posibilidades de que el PP pueda ahora formar gobierno en coalición y sin que nadie pida la cabeza en bandeja de Rajoy se han acrecentado. Se ha volatilizado la posibilidad de un gobierno paella (o “a la valenciana”, que diría Pablo Iglesias) porque la suma de PSOE+ Unidos Podemos se queda a 20 escaños de la mayoría absoluta y necesitarían el apoyo de los independentistas catalanes y vascos (linea roja para el PSOE), de los regionalistas canarios, de un ujier de las cortes y de un señor, representante en lencería fina, de Murcia, que pasaba por Madrid. Preveo que la segunda hipótesis no sucederá y que Mariano Rajoy revalidará su Presidencia, quizá en segunda vuelta.

Quizá ahora entiendan algunos porqué el aventurero, esforzado y superviviente Sánchez quiso un pacto a 3 (PSOE+Podemos+ Ciudadanos). Le salía entonces una cómoda mayoría absoluta, si hubieran pactado un gobierno común. Al fin y al cabo entre ellos 3 hay más similitudes que diferencias, pese a los cacareos de formas (que no programática) de PIT (Pablo Iglesias Turrión), que no Brad. Al fin y al cabo, los 3 se entienden en lo básico: UE, OTAN, inalterabilidad de la monarquía, aceptación del capitalismo como sistema y una común crítica a la corrupción del PP. Sospecho que a Rivera, ésta última se le ha olvidado ya anoche, en medio de la bruma que surgía en su cabeza sobre causas y consecuencias de su batacazo.

Lo que está claro es que, más allá de las risas que generan los traspiés dialécticos de Rajoy, la corrupción desde los cimientos al tejado del PP, sus políticas antisociales, las más graves desde la transición, sus recortes de libertades, etc. etc., el endiablado resultado de las elecciones de Diciembre, en cuanto al objetivo de formar gobierno, sólo podían beneficiarle a él y su partido. Sólo tenía que estarse quieto (lo hace muy bien), decir unas cuántas sandeces (lo hace aún mejor) y esperar a que la situación se pudriera lo bastante como para que tuviera que irse a unas nuevas elecciones, bajo el aspecto de segunda vuelta. Sus oponentes con su incapacidad para pactar, a pesar de que ninguno de ellos tuviera, de fondo, grandes diferencias ideológicas (los tres son prosistema), le allanarían unos meses más tarde el camino hacia la Moncloa.

El PP ha vendido bien varias cosas.

La primera, lo acabó de decir, la incapacidad de sus contrincantes de ponerse de acuerdo.

La segunda, una cierta idea de recuperación económica que, aunque para los críticos a su gestión se revele falsa (el crecimiento de la pobreza se ha incrementado incluso en los últimos tiempos de su mandato), lo cierto es que la mayoría pasiva se la ha ido comprando (más empleo, aunque de mierda, incremento del consumo y sensación de que España ha salido de lo peor de su situación económica). Conviene distinguir la opinión publicada en ciertos medios de la opinión pública, que se conforma de un modo más complejo.

La larga crisis capitalista y sus consecuencias para la clase trabajadora no han acabado y previsiblemente se incrementen en los próximos tiempos pero el PP está logrando convencer a un creciente número de personas sobre ello. Hay que pensar que hay un segmento importante que no ha sufrido de forma significativa la crisis en estos años, y otro mucho menor, pero importante, que ha comprado la idea de expectativas de mejora de su situación.

Cuando el PP forme gobierno tendrá que torear con nuevos recortes que le impone Bruselas por alrededor de 12.000 millones (en los que hay que incluir la famosa multa que le impone la UE por el incremento del déficit), pero ese será ya un problema distinto para un partido que hace no tanto parecía acabado para muchos.

El tercer acierto del PP fue polarizar la campaña entre él y los anticomunistas de Unidos Podemos, a los que previamente acusó de comunistas para asustar a una sociedad tan conservadora como la española. Acabó por tener el efecto de reforzarlo a él y de descalabrar a los segundos.

El PSOE ha salvado los muebles (aunque su descuelgue del PP se ha agrandado de forma notable y ha tenido el peor resultado desde la transición), fundamentalmente porque las manipulaciones estadísticas sobre el pretendido “sorpasso” al que iba a someterle Unidos Podemos se ha demostrado falso y sospecho que más que intencionado. Eso sin contar la incapacidad de los técnicos de encuestas preelectorales de traducir una parte de los supuestos indecisos como abstencionistas reales ante una campaña-circo que sentíamos que ni los 4 muleros del IBEX35 ni sus programas tenían que ver con nosotros.

Por otro lado, además de parecer Pedro Sánchez un buen chico a una parte del electorado fiel del PSOE, ha visto recompensados sus esfuerzos para formar un gobierno al margen del PP, dentro de una sociedad muy escorada a la derecha, por mucho que las estúpidas tablas de autodefinición ideológica digan que la mayoría de la población española se sitúa en el centro-izquierda ¿Qué coño es el centro izquierda y qué coño es en medio de la más grave agresión a la clase trabajadora en una sociedad en la que hasta un peón albañil se cree que es clase media? A una sociedad conservadora un tipo como Sánchez y un partido como el PSOE no les cae tan mal como algunos creen. El problema lo tienen quienes confunden sus deseos con el análisis correcto de la realidad.

Si embargo, el PSOE tiene un gravísimo problema para convencer a la mayoría de la sociedad española de que es una alternativa de gobierno. Y no precisamente porque la sociedad española le considere a su izquierda sino porque aún está muy presente en la mente de muchos que Zapatero fue el primer recortador de derechos laborales y una especie de capitán borracho del Titanic y porque en todo este tiempo, además de aparecer más concursantes políticos que fragmentaban su suelo histórico, se ha demostrado incapaz de girar desde el social-liberalismo a la socialdemocracia. El primero está ya muy concurrido tanto por Ciudadanos como por Podemos, al que la socialdemocracia le queda a trasmano.

Ciudadanos ha envejecido en muy poco tiempo. Se ha llenado de grandes y pequeñas miserias y corrupciones que contradicen mucho la pretendida transparencia y regeneración de la que alardeaba este partido. Se le ha visto con frecuencia el pelo de la dehesa derechista y se ha rebelado como un gran granero en el que guardar parte de los votos al PP que ahora empiezan a volver.

Unidos Podemos ha descubierto que el “sorpasso” se queda en sorpresa -saludos, Anguita- donde la sopa de siglas que hace meses se rechazó y luego se aceptó, sin explicar el porqué, se ha dado un batacazo de órdago.

Cuando hace días Rajoy dijo aquello de "Pablo Iglesias cambia mucho. Incluso el otro día dijo que era socialdemócrata y enfadó a Pedro Sánchez; a mí, mientras no se haga democristiano, estoy tranquilo"-él, que aplica la máxima de “en tiempos de tribulación no hacer mudanza”, de Ignacio de Loyola- comprendí inmediatamente que gran parte de los votantes españoles debían tener esa misma imagen de Podemos.

La sociedad respeta mucho la coherencia personal y de los partidos. No digo que los vote pero sí que la aprecia. Lo que no respeta es a los políticos y los partidos veleta que pasan de afirmarse un día comunistas a otro “socialdemócratas como Marx y Engels”, hablar luego de que hay un lado peronista en Podemos o acabar admitiendo que hay un hilo entre Marine Le Pen y Podemos. Al final, los partidos todoterreno, las errejonadas de los “significantes vacíos” para hacer ensaladas ideológicas transversales e “inclusivas” acaban dando como consecuencia un sindios que produce un mosqueo del 15.

Si a ello le unes a una IU convertida en la querida de Podemos, con unos dirigentes saltimbanquis, incluido el de "Me va a costar votar, pero lo haré porque aunque vayas quinto, tú sigues siendo mi candidato" (Cayo Lara) y unas bases disciplinadas para seguir a unos dirigentes aventureros y sin escrúpulo ideológico alguno, el resultado es que los votantes tradicionales de IU no les siguen, una parte de los votantes anticomunistas (la mayoría) de Podemos no entiende el apaño y la pretendida “suma que multiplica” se convierte en una resta con vocación de división. Resultado: hostión (con HACHE. Ostia es un puerto de la antigua Roma y también una ostra) inesperado por inflación de encuesta preelectoral.

Los cuchillos se afilan en Podemos y en IU. Habrá cruce de navajas, y no por una mujer, que decía Mecano, sino porque las expectativas de los grandes “strategos” Carolina Bescansa y Errejón se han demostrado absolutamente catastróficas. Cuando la ausencia de ideología se sustituye por corazones, ilusión y sonrisas lo que ocurre es que, al primer batacazo, todo se vuelve descorazonamiento, caras largas y de circunstancias de los dirigentes y lágrimas de los cheerleaders y ciberactivistas, que no militantes, como pudimos ver anoche en los televisores.

No sé si habrá dimisiones o no en IU y en Podemos. Algunos llevan el culo pegado a sus sillones con Loctite reforzado. Pero sí sé que habrá “noche de los cuchillos largos” en esos grupos porque las ambiciones frustradas, las deudas con los bancos de IU, los callos pisados, las venganzas esperando su hora, los agravios infringidos dentro de las respectivas casas políticas, nunca encontrarán mejor momento para materializarse.

Dado que sus dirigentes y la gran mayoría de sus bases son pequeñoburgueses en lo ideológico temo que la próxima propuesta de revisión de los “significantes vacíos” les lleve a exacerbar su patriotismo y sus simpatías por el capitalismo nacional hasta pegarle una pasada por la derecha al propio PP. Eso sí, con la bendición de Bergoglio

Los comunistas y la abstención
Mi impresión es que la inmensa mayoría de los comunistas no hemos ido a votar y ello por varias razones:
  • La primera de ellas por una reacción a flor de piel: el asco físico al circo mediático y al supermercado electoral de los 4 partidos defensores del orden capitalista.
  • La segunda porque no nos hemos reconocido programáticamente en las principales opciones políticas tan ajenas a la dolorosa situación vital de gran parte de la clase trabajadora, machacada por la crisis capitalista y las recetas del PSOE primero y luego del PP. En lugar de ello hemos visto a un Unidos Podemos practicando el anticomunismo y renunciando incluso a una política socialdemócrata (sólo los ignorantes llaman socialdemócrata al PSOE, cuando la socialdemocracia era IU en su época más digna).
  • El tercero porque hemos llegado a la conclusión de que “gobierne quien gobierne” hará la política que le marque el capital europeo y sus brazos armados, la UE y el FMI.
  • El cuarto, y el más importante porque, en el momento actual en el que los gobiernos y los parlamentos han demostrado no tener la más mínima apariencia de autonomía respecto al capitalismo, hemos llegado a la conclusión de que incluso votar opciones comunistas no resuelve, sino que pospone, el principal problema que tenemos los marxistas: la necesidad de crear organización, hacer lucha ideológica inteligente y reconstruir el combate político y social que ha dejado vacías las calles y ha desplazado fuera de escena la cuestión principal, el antagonismo capital-trabajo y la lucha de clases que los capitalistas no han perdido de vista sino que han reafirmado durante este período de crisis de su sistema. En un tiempo en que las fuerzas de los comunistas son muy escasas, atomizadas y dispersas y que al sujeto político se le ha amordazado la voz, nuestras pocas fuerzas deben ir destinadas a lograr dichos objetivos. Una campaña electoral no da visibilidad alguna a una opción sin representación, o tan mínima para el esfuerzo que requiere y las tareas que pospone a cualquier organización extraparlamentaria, que es absolutamente equivocado plantear ese tipo de batalla. El paso de los 26.254 (0,11%) de las elecciones del 20D de 2015 a los 26.546 (0,11%) en las del 26J de 2016 demuestra que la estrategia del PCPE de darse impulso electoral, recogiendo el voto de los sectores comunistas de la antigua IU, es absolutamente equivocada. Tensar el músculo de la militancia para obtener tan magros resultados, en lugar de exteriorizar absolutamente a la organización e ir creando poder popular, sólo consolida la repetición de los errores, a pesar de que las propias tesis del X Congreso del PCPE inclinaban a una insuficiente pero necesaria autocrítica por la interiorización de este partido y su limitada conexión con las masas. El resultado de volcarse en una campaña, que quita energías para recuperar la calle, no ha sido dar más visibilidad a su partido sino evidenciar la debilidad de las organizaciones comunistas, lo que debiera conllevar una segunda autocrítica.
Con esa abstención, aunque su notable incremento no es sólo nuestro ni mucho menos, los comunistas hemos logrado varias cosas:
  • La primera, evidenciar que existimos y que el rey (Unidos Podemos) estaba desnudo.
  • La segunda, no caer en el “cretinismo parlamentario” del que hablaron en su día tanto Marx, como Engels y Lenin, especialmente en tiempos en los que los parlamentos y los gobiernos nacionales deciden nada que no venga de Bruselas. No se trata de caer en el antiparlamentarismo por el antiparlamentarismo sino de tener claro prioridades y momentos en los que tiene sentido compaginar este ámbito con el principal de la lucha política en las empresas y en los barrios y cuándo no lo tiene.
  • La tercera, reconocernos como un grupo que, aunque huérfano de un fuerte partido de nuestra clase, no traga con el gatopardismo de los minireformistas títeres del capital. Construir organización unitaria de comunistas con partido y sin partido donde podamos trabajar juntos, debatir, elaborar teoría marxista, formarnos y reconstruir militancia y conciencia de clase es un desafío que los militantes del Espacio de Encuentro Comunista nos hemos impuesto. Sin dogmatismos y sin exclusiones. Será una labor muy larga, dura, callada y paciente pero no hay otro camino si queremos romper la rueda del tiempo que desde hace tanto conduce a nuestra clase a la casilla de salida. 

30 de mayo de 2016

EL PLAN B DE VAROUFAKIS DIO EL GOLPE DE GRACIA A LAS MARCHAS POR LA DIGNIDAD

Por Marat

Las Marchas por la Dignidad del 28 de Mayo han sido un fracaso estrepitoso. 1.000 personas en Madrid, 200 en Valladolid, 200 más en Córdoba, aproximadamente 1.000 en Sevilla y lo que reste de otras ciudades, no permiten otro calificativo más compasivo.

Estas cifras nada tienen que ver con aquella impresionante manifestación de alrededor de un millón y medio de personas de 2014 que probablemente superase a las mayores manifestaciones antiOTAN de la transición, las del NO a la Guerra y las del Prestige.


¿Qué ha pasado para que hayamos llegado a esto?
No hay una única respuesta. La manifestación del 22 de Marzo de 2014 fue el último canto del cisne de una movilización contra las medidas antisociales de los dos gobiernos de la crisis -PSOE y PP- que venía dando síntomas de cansancio.

La falta de claridad política en las propuestas, la ausencia de una organización fuerte de la clase trabajadora en las luchas con una radicalidad clara en su proyecto y en sus demandas, el ciudadanismo interclasista y transversal nacido del 15M, disolvente de la conciencia de clase entre los trabajadores, y su bucle permanente en un viaje a ninguna parte, junto con la gestión claudicante y pactista de las huelgas convocadas por CCOO y UGT, generaron un sentimiento de frustración y posterior pasividad entre los sectores populares golpeados por la crisis capitalista. Esto por lo que se refiere a la protesta social en general.

En el caso de las Marchas por la Dignidad hay además factores propios que explican el hundimiento de las mismas.

La finalización de la primera edición de las mismas con una provocación fascista que sirvió a la policía de la ex Delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, para llevar a cabo una represión salvaje contra los manifestantes que nada tenían que ver con la violencia ejercida por el reducido grupo de los Bandera Negra infiltrados en la manifestación.

Ello seguramente produjo un fondo de temor entre un sector de personas que probablemente no habían acudido con anterioridad a una manifestación. El altísimo número de manifestantes, que en muchos casos incluían familias con niños da, en mi opinión, fuerza a esta hipótesis.

La criminalización posterior de la protesta social a través de la reforma del Código Penal y de la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana, con penas de cárcel y multas de hasta 600.000 € sería otro de los factores fuertemente disuasorios para las posteriores Marchas de la Dignidad. Ello también afecto a otras movilizaciones, como las reformistas, constituyentes y poco más que limitadas a exigencias de cambios institucionales de las distintas convocatorias de Rodea el Congreso. Éste además tuvo el añadido de verse reprimido de manera brutal, como sucedió a la primera Marcha, mediante golpes, cargas, detenciones multas y condenas.

Al desinfle contribuiría también la sensación de que las movilizaciones que, no olvidemos, fueron planteadas siempre como meras luchas de resistencia, sin proyecto real de avance, no habían logrado arrancar a ninguno de los dos gobiernos del capital concesiones concretas, retiradas de leyes regresivas y mucho menos dimisiones de ministros o de gobierno. Se amplificó este ambiente interesadamente, difundiéndose un discurso de cesión de la soberanía activa de la lucha a la delegación pasiva mediante el voto a “opciones de cambio”. Como si cualquier gobierno, independientemente del signo que diga tener, fuese a ser más garantista de una política progresiva hacia las clases trabajadoras sin presión que con presión. El objetivo del relato naciente sobre la inutilidad de la movilización era el de desactivar ésta para hacer cómoda la gestión de otros gobiernos por venir y dejarlos las manos libres a futuro.

No es necesario un ejercicio intelectual excesivamente intenso para deducir que aquella campaña de “las manifestaciones no sirven para nada, lo que hace falta es votar estaba orquestada por sectores del reformismo claudicante que ha convertido a sus insensatos apóstoles en propagandistas fervorosos del poder mágico de las urnas. Todo ello a pesar de que el obsceno cambiazo, no tan imprevisible en cualquier caso, de Syriza tras llegar al gobierno, demostró lo ilusorio de creer en proyectos que conduzcan al cacareo parlamentario.

Mientras tanto, llegó la segunda Marcha por la Dignidad, la de 2015, que fue ya un primer fracaso, aunque algo menos rotundo que este último.

Por entonces se notaban ya los efectos de la desmovilización con la que los nuevos gatopardos del sistema regaban a la opinión pública. La tensión que en la coordinación de las marchas se había manifestado entre rupturistas y posibilistas en la primera de las marchas (PCE/IU, Podemos y otros especímenes: ATTAC, EQUO,…).

La consolidación de Podemos como partido tras las elecciones municipales ( a través de sus marcas blancas) y autonómicas traería el discurso de la “ilusión” política, el concepto más irracional que pueda existir pues no se sustenta sobre ningún argumento mínimamente racional ni sobre hechos probados. Todo lo contrario, un año más tarde hemos podido ver en el comportamiento prepotente en sus protagonistas (Kichi: “yo tengo una carrera y usted no”), condescendiente con el capital (Carmena: “vamos a convocar a corresponsales económicos extranjeros para hacer todo lo posible por animar las inversiones”), insensible y despótico con los débiles (Colau: manteros, huelga del metro de Barcelona).

Mientras tanto, alguno de los grupos supuestamente rupturistas de las Marchas empezaba a fraguar alianzas tácitas en ámbitos concretos como las plataformas de parados, ciertos espacios pacifistas o las propias marchas, con los nuevos gatopardos. El oportunismo de cierta supuesta izquierda radical es algo tan viejo como la existencia del reformismo.

Y en esto apareció el esforzado campeón de la defensa de “otro capitalismo es posible”, Varoufakis
Tras su salida intempestiva y teatral del gobierno Tsipras, Varoufakis se presentó en un primer momento como sacrificada víctima en el altar de la Troika para pasar a representar durante unos brevísimos instantes el papel de Tisífone vengadora de la tragedia griega y, finalmente, se destapó como compinche de refresco del capitalismo europeo: “La cuestión que concierne a los radicales es esta: ¿deberíamos darle la bienvenida a esta crisis del capitalismo europeo como una oportunidad para reemplazarlo por un mejor sistema? ¿o deberíamos estar preocupados respecto a como embarcarnos en una campaña para estabilizar al capitalismo europeo?"). Por si hubiera dudas, con un mohín de repugnancia de vieja beata ante lo que supuestamente escandaliza a su moral, proclamó:

[Debemos] "defender a un repugnante capitalismo europeo cuya implosión, a pesar de sus muchos males, debe ser evitada a toda costa".

Pero el fariseo Varoufakis no nos explica cuáles son esos muchos males del capitalismo y, de ser tantos, por qué se toma la hercúlea tarea de salvarlo y, sobre todo, por qué debemos creer que los males del capitalismo a los que alude compensarán el sostenerlo, sobre todo cuando no serán los políticos como él y sus secuaces quienes los sufran sino las clases trabajadoras europeas.

Como todo tendero que alaba las excelencias de sus mercancías caducadas, Varoufakis se saca de la manga una de esas categorías abstractas mitoflolklóricas: “la identidad europea”, que el mismo reconoce que no existe. Objetivo: salvar a la UE, que como la casa Usher amenaza ruina y hundimiento: “Los problemas y las luchas de los europeos son tan comunes que se puede crear una identidad paneuropea. Si no lo hacemos, la UE se romperá. Somos la mejor oportunidad para que la UE sobreviva”.

Y tras tantos peregrinos “argumentos” a favor de que otro capitalismo y otra UE son posibles, como aquí afirman los cipayos IU y Podemos, Varoufakis inventó su Plan B para Europa, algo así como un botiquín de últimos recursos para contingencias mayores.

Conferencias generosamente pagadas, viajes, entrevistas, actos de presentación del nuevo divertimento varoufakiano, dejan la sensación de que estamos ante una marca (Plan B para Europa) empleada como reclamo publicitario pero carente de otro producto real que no sea la venta de humo de artificio que oculte la realidad de la naturaleza explotadora e irreformable del capitalismo europeo expresada en unas siglas de dos letras: UE.

De momento, una parte de los promotores del Plan B hablan de salir del euro, mientras otros no aclaran su posición al respecto. Lo que parece claro es que no muestran dudas sobre su permanencia en la UE, otra UE dicen ellos, porque en cualquier caso, según afirman, la UE ha impulsado el “internacionalismo”. E invocan la “democracia” como talismán salvador de todos los males; su democracia burguesa y representativa, por supuesto. Tampoco explican cómo acabar con las políticas de austeridad, ni su hoja de ruta para rechazar el pago de la deuda. Lo fían todo a un hipotético cambio de signo de unos cuantos gobiernos en Europa, como si el capital necesitara pasar por las urnas o como si el poder no residiese en él sino en las instituciones políticas.

Este brindis al sol es un señuelo para no ir a ningún lado y echar las energías de la protesta social en saco roto.

No insistiré sobre los vínculos de algunos de los participantes en la reunión de febrero pasado para presentar el Plan B de Varoufakis en Madrid con fundaciones globalistas, algunas de ellas ligadas a George Soros, dado que en su momento escribí sobre ello. Sólo esta cuestión debiera ser ya causa de repudio del Plan B desde una posición no ya revolucionaria sino simplemente de izquierda, un concepto tan secuestrado en los últimos años. Eso sin contar con la carencia absoluta de planes de algo que se hace llamar Plan B para Europa, nombre que sugiere que aparece cuando un Plan A ha fracasado. No estaría de más preguntarse a quiénes les ha fallado, a quiénes interesa el Plan B que no sea la propia UE, y si no está pensado para sacarle las castañas del fuego a través de personajes, turbios unos, vedettes otros, aventureros y arribistas todos ellos.

Merece la pena que nos detengamos en dos acciones concretas que promueve el Plan B para Europa para que comprendamos sus intenciones reales respecto a los llamados “movimientos sociales”:

1. “Reforzar y ampliar la red de movimientos europeos contra la deudocracia y la austeridad”
4. “Promover espacios de confluencia entre movimientos sociales, técnicos y grupos políticos para compartir metodologías y experiencias en realización de auditorías ciudadanas".

No hace falta ser un lince para detectar en ellas el deseo de influir e incluso de “orientar” a los movimientos sociales en una determinada dirección, algo legítimo para cualquier grupo, si no fuera por las evidentes intenciones de llevarlos -es el caso de las Marchas de la Dignidad- a un terreno que no es el suyo.

A tal fin, el Plan B para Europa hacía coincidir la fecha de la manifestación en Madrid (28 de Mayo) con la convocatoria de las Marchas en la misma ciudad, sabedores los primeros de que la notoriedad del ex ministro griego y de su muy publicitada nueva marca eclipsarían, con la complicidad de los medios de desinformación del capital, en buena medida a las propias Marchas. Al ponerse el foco mediático sobre la capital de España la envolvente sería perfecta.

La alianza de una parte de los despojos del 15M, los minireformistas de IU/PCE/UJCE, Frente Cívico, Podemos, Anticapitalistas y algún oportunista convidado de piedra, que usa las luchas de los trabajadores para sus propias orientaciones políticas, daría el golpe de gracia a las Marchas.

Y así fue. Les salió la jugada mejor de lo que creían. Dos días antes de la manifestación del 28M, las Marchas de la Dignidad de Madrid informaban en algún medio alternativo de su desconvocatoria. Y se reafirmaba dicha desconvocatoria en un comunicado realizado en el propio blog de las mismas.

En general se criticaba el oportunismo de los convocantes del Plan B para Europa al hacer coincidir ambas movilizaciones, se explicaba que el peso mediático de algunos participantes en la primera de ellas (en alusión indirecta a los dos protagonistas del pacto Unidos Podemos) no garantizaba la independencia de las Marchas respecto “al proceso electoral en curso” y se rechazaba su intento de salvar a la UE desde posiciones reformistas.

El éxito del golpe de los promotores del Plan B estaba asegurado. No sólo se había echado de la carretera a las Marchas en Madrid sino que se las había dividido, pues en el resto de territorio español se mantenía su convocatoria, en ocasiones con la firma de los del Plan B. Peor aún, la unidad de la coordinadora de las Marchas de Madrid, siempre muy frágil por la tensión entre rupturistas y posibilistas, ha quedado rota.

A esa tarea se han aplicado algunos medios indignos como Cuarto Poder, una especie de voz de su amo mixta entre los medios “alternativos”, de los que una parte cada vez lo son menos, y los del capital.

Sería un error pensar en que el propio Plan B para Europa ha fracasado también en número de convocantes. Su objetivo no era llenar Sol. Es evidente que aunque el poder movilizador de Podemos e IU haya caído muchos enteros, no así su proyección electoral, son capaces de juntar más de mil personas en Madrid. En realidad su objetivo era dar la puntilla a las Marchas, con el fin de desacreditarlas a futuro y de lograr que la calle sea una balsa de aceite ante un posible gobierno de “cambio”. Lo irán haciendo, o al menos lo intentarán, con todas las organizaciones, plataformas y coordinadoras que consideren un obstáculo. En esta ocasión lo han logrado precisamente porque las Marchas ya estaban muy debilitadas. Pero que no se descuiden los del caballo de Troya porque, si llegan al gobierno, su obediencia a la Troika, más que segura cuando les toque continuar con los recortes que, de momento, ya son de más de 8.000 €, puede que deje los silbidos de hace 15 días en Sol en un sutil reproche.

Mientras tanto no estaría de más pedirle a cierta organización, que se dice comunista y de izquierda radical, y a determinado sindicato pastoreado por Podemos y con algún dirigente ambicioso por saltar a la política nacional, explicaciones por su doble juego de reivindicaciones combativas y aproximaciones a los nuevos gatopardos.