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25 de agosto de 2023

TIEMPO DE PESIMISMO (NO EXAGERAR LOS ADJETIVOS), TIEMPO DE ESPERANZA

Por Marat

Si creyésemos a conspiranoicos, cenizos que insisten en que sólo nos espera una nueva forma de esclavitud, sectarios que anuncian el Apocalipsis, agonistas a los que imaginar un mundo distópico se la pone dura, convencidos de que el colapso de la humanidad es la expectativa imaginable y segura, debiéramos rezar para que la destrucción nuclear fuese un acto misericordioso y rápido.

Pero esto es algo propio, en unos casos, de seres con conflictos personales no resueltos, cuyas angustias personales, proyectan en forma de odio sobre la humanidad. Se ve mucho en redes sociales y foros más privados. El fascismo tiene sus canales.

Hay incluso quienes desde posiciones humanistas y hasta progresivas sólo nos han pintado un negro horizonte.

Es cierto que pintan bastos ahora mismo para quienes deseamos un mundo de igualdad, de emancipación de los seres humanos respecto al dolor, la pobreza y la explotación laboral, y de que civilización y naturaleza sean a la vez posibles.

También lo es que las resistencias frente a la desaparición de lo público (la sanidad, la enseñanza, las pensiones, las coberturas sociales ante el paro,…) abren cuestionamientos respecto al sistema económico y de dominación que acabarán por negar al capitalismo y quizá, si hubiesen comunistas abiertos de mente, a plantear de nuevo el socialismo.

El miedo al futuro hace posible que muchos trabajadores busquen en inmigrantes con y sin papeles sus enemigos inmediatos. Sus enemigos son los empresarios que calculan los salarios según necesidad de supervivencia del trabajador.

Seguirán viniendo los sin papeles, cada vez más, (ningún gobierno fascista, liberal o progre podrá impedirlo) porque la razón ya no es sólo la guerra o el hambre sino la desertificación de zonas cada vez más amplias del planeta

¿Seguimos deseando su muerte en el mar o, abandonando la pose de beatos de ONG, consideramos que unos y otros somos clases subalternas hermanadas por la necesidad de pan y trabajo que exigen al capitalismo que se quite la careta del bien común?

En cuanto al terrible fin de la humanidad que se nos anuncia y a las políticas supuestamente ecológicas, destinadas a evitarlo, puedo asegurarles que van a conocer una rebelión de la clase trabajadora, contraria a pagar el negocio capitalista de la descarbonización, como no han conocido a lo largo de la historia del capitalismo. No porque el planeta no necesite desahogarse sino porque la transformación industrial del proceso implica costes que debe pagar el capital que generó el problema y nunca los obligados a consumirlo.

Y, sí, hay razones para la esperanza porque nunca la desesperanza tuvo tantas razones para el rechazo de lo sufrido en el pasado, atacado en el presente y amenazado ante el futuro.

Frente a ello el “comunismo (como) movimiento real que supera y anula al estado de cosas actual” (Karl Marx, Friedrich Engels. “La ideología alemana”)

28 de marzo de 2023

NEOLIBERALISMO, SOCIEDAD DE CONSUMO, IDENTIDADES Y ACTIVISMO

 


Por Marat

Uno de los rasgos más destacados de la ya larga fase de la globalización neoliberal es, junto con la incorporación masiva de las TICs (Tecnologías de la Comunicación y la Información) y la robotización, la terciarización de la economía en los países centrales del capitalismo, la desregulación de las relaciones laborales y su legislación, la deslocalización de la producción, la externalización de la misma y la producción en series cortas.

Esta última, las series cortas de la producción en cadena, han sido posibles mediante los factores anteriormente señalados como característicos de la etapa de globalización neoliberal del capitalismo pero también de las nuevas formas de gestión y organización del proceso productivo (paso del fordismo a los equipos de trabajo, flexibilización de las tareas y las plantillas de trabajadores, polivalencia del equipo, fabricación por lotes,...).

En clave de gestión empresarial dichos cambios representan una serie de ventajas cuándo el mercado capitalista mundial empezó a acelerar sus períodos de inestabilidad a partir de la crisis del 73 del siglo XX.

Las series cortas de producción significaron un menor coste de materiales, permitiendo desescalar las inversiones globales en los mismos y aprovechar las fluctuaciones a la baja de las ofertas de proveedores en períodos más cortos.

En términos logísticos favorecieron un ahorro en almacenaje (menor ocupación, ajuste de la capacidad de transporte a la demanda prevista. Inditex (Zara) es un buen paradigma. Dentro de una referencia concreta el grupo no vuelve a producción de la misma, si hay alta demanda, hasta que en ésta no empiezan a agotarse.los productos.

Desde la oferta empresarial, las series cortas de producción han aportado grandes ventajas.

Una de ellas ha sido multiplicar la oferta de un mismo producto, introduciendo pequeñas variaciones estéticas y funcionales, transmitiendo a la demanda una imagen de amplia diversificación, el efecto moda y la idea de innovación tecnológica..

Se trata de generar en grupos concretos de consumidores la identificación con funcionalidades, diseños estéticos y valores imbuidos publicitariamente, dirigidos a determinados grupos de consumidores. Aquí el producto adquiere el valor no tanto de un bien, pensado para satisfacer una necesidad material concreta, sino el de objeto que actúa como signo externo diferenciador, en muchos casos del status social de sus poseedores.

Cobran gran importancia en la investigación de mercados factores que, tomando como referencia los modelos weberianos de clase social, van más allá y se adentran en cuestiones como valores de y en el consumo, estilos de vida, tendencias, factores autorreferenciales del consumidor (¿qué dice de mí este producto?, ¿cómo me siento conmigo al consumirlo/tenerlo?).y variables sociográficas (sexo, edad,…).

De este modo, los nichos de mercado son la expresión en el consumo de la producción por lotes.

La segmentación sublima la integración del individuo dentro del sistema económico capitalista, haciéndole sentirse identificado con el propio producto y con el grupo de pertenencia poseedor del mismo, diferente a otros grupos de consumidores, y desdibujando la contradicción esencial entre trabajo y capital dentro de una pseudodemocracia de consumo cada vez más desigualitaria.

El producto define al “homo consumens” (Erich Fromm) a través de la subjetividad de las emociones y el deseo, de la anticipación del goce que implica el momento de la compra y el tiempo de disfrute, cada vez más efímero, por efecto de la publicidad, la obsolescencia programada y la moda (triada externa al comprador, generadora del deseo). El “otro” lacaniano es aquí el objeto de deseo en el producto humanizado, depositario de una afectividad proyectada sobre el mismo

La forma consumista de vivir se extrapola al conjunto del mundo del consumidor.

El individuo se significa a través del producto consumido. Se expresa como status (quienes pueden alcanzar las categorías “premium”), se integra en las tendencias del momento (primordialmente los jóvenes), representa un simulacro de socialización con quienes comparten sus experiencias de consumo, demarca una ilusión de diferenciación frente a quienes poseen (son poseídos por) otros productos.

El consumidor se objetiva a sí mismo. Remodela su cuerpo en el gimnasio, en el quirófano del cirujano plástico, en el local del tatuador, en el cambio de su máscara social con el maquillaje, vende sus destrezas laborales en la selección de puestos de trabajo y en las webs de empleo de acuerdo a los requerimientos del potencial contratador, se valoriza como mercancía erótica en las páginas de contactos y de búsqueda de parejas, busca un refrendo social de acuerdo a lo que posee, no a su cualidad intrínsecamente humana. Entra en el circuito de la mercancía. Se despoja de su yo más auténtico.

Establece con los otros seres humanos relaciones pragmáticas, instrumentales, los cosifica. El eros no entraña compromiso sino goce individual del otro sin esfuerzo por conservar el nosotros, es posible tener 400 amigos en faceebock, para intentar llenar el vacío existencial, sin los riesgos de aceptar el conocerse en persona, se evalúa la conveniencia de las relaciones sociales en términos de utilidad. Los otros se convierten en un fluir permanente de oportunidades, ventajas e inconvenientes.

La desvalorización del mundo humano” del que hablaba Marx en la producción de mercancías se ha extrapolado al mundo del consumo en esta etapa neoliberal del capitalismo, representándose ahora como la conversión del individuo en mercancía de consumo y en proceso de atomización social.

A cada forma económica de dominación social le corresponde la ideología dominante que le sirve de justificación.

Hasta el siglo XIX del capitalismo se mantuvo su sustento ideológico sobre los dos pilares que en otras formas económicas de dominación estuvieron vigentes, la religión y la legislación jurídica, las leyes. La clase trabajadora aún era emergente y socialmente minoritaria. No parecían sus primeras organizaciones una amenaza para el capital que los cuerpos policiales no pudieran controlar.

Bien entrado el siglo XIX lo harían la educación universal, los medios de comunicación de la burguesía y la publicidad. Frente a una clase trabajadora organizada que comenzaba a tener proyectos, adoctrinamiento e incremento de represión policial eran los instrumentos a utilizar.

En el siglo XX entraron en crisis la religión y la educación. La publicidad convencional se hizo dios y habitó entre la clase trabajadora. Cultura de masas y contracultura entraron a saco, la primera como legitimadora, la segunda como supuesta crítica, integrable, del capitalismo.

En el siglo XXI vivimos la sospecha sobre los viejos aparatos de comunicación (prensa y televisión), mientras emergían los nuevos canales nacidos de Internet, la nueva utopía (distópica hoy) que prometía facilitar una mayor libertad de información y opinión.

Del mismo modo en que religión y leyes sirvieron de mordaza ideológica frente a cualquier atisbo de crítica antes del capitalismo, y educación y medios de comunicación fueron pasando después por la criba del rechazo social, la vieja publicidad se fue renovando y la comunicación disfrazándose de vuelta al origen del periodismo libre y democrático. Nada más lejos de la verdad.

Pero la falacia de una forma de comunicación libre, no jerarquizada, auténtica, participativa y del “periodista ciudadano” es útil y funcional al viejo sistema de dominación y explotación capitalista, del mismo modo que para la crítica al neoliberalismo pero no al capitalismo.

El instrumento del que se sirve esa forma de comunicación es Internet, un espacio de ruido no reflexivo, sino de inmediatez sucesivamente sustitoria de contenidos que se suceden como un menú de estímulos en el que cada nuevo item impide detenerse en el anterior.

Las redes sociales, principal medio de una supuesta democracia digital, no favorecen el intercambio de ideas sino la cacofonía de opiniones inmediatas, más destinadas al rechazo a lo expresado por el otro, que a la búsqueda de propuestas valiosas.

Son una descarga fácil y cómoda de la crítica política y social, más parecida a la banalidad de los programas televisivos de telerealidad y entretenimiento que a una implicación personal con intención de transformar el mundo.

Teorizar que internet es una nueva forma y mejorada de la política, que navegar por la red es una nueva y más efectiva forma de compromiso político, y que la vertiginosa velocidad de conexión a Internet significa un avance de la democracia, se parece sospechosamente a una excusa más de las tantas que esgrimen las clases ilustradas a la hora de justificar sus prácticas de vida, cada vez más despolitizadas, y su aspiración de obtener una baja con honores en la “política de lo real””. (Bauman, Zygmunt. “Vida de consumo”. Fondo de Cultura Económica. 2007).

Bauman cita al periodista y ensayista norteamericano Thomas Frank, autor de la obra “Un mercado bajo Dios: capitalismo salvaje, populismo de mercado y fin de la democracia económica”, que desmenuza irreverentemente tanto el espíritu neoliberal de la época de la llamada Nueva Economía, así como el modo en que los “críticos” de la misma, provenientes de las clases medias, jugaban a la política como medio de autopromoción personal. Es el signo del activista.

Citando a Thomas Frank, para los miembros actuales de las clases ilustradas y los aspirantes a ella, "la política se transforma primordialmente en un ejercicio de la autoterapia individual, un logro personal, y no un esfuerzo tendente a la construcción de movimiento”, un medio para anunciar al mundo sus propias virtudes””

Es difícil hablar de activismo sin hacerlo de las redes sociales y de las plataformas digitales promotoras del activismo. La gran mayoría de los autodenominados activistas y de los ungidos como tales por los medios de comunicación son, ante todo, ciberactivistas. Su presencia en la calle está más bien ligada a la realización de pequeñas “flash-mobs” y “performances” y su forma de actuación hacia las instituciones suele atenerse a lo que se conoce como política de lobbys, algo que muy poco tiene que ver con el nosotros colectivo que construye movimiento amplio.

El activismo tiende a la profesionalización. Muchas grandes ONGs internacionales participan en las Juntas de Accionistas de un sinnúmero de corporaciones multinacionales, en cumplimiento de las políticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de las empresas, que dicen practicar una actuación éticamente responsable y medioambientalmente comprometida. La ONG en cuestión pide a los accionistas minoritarios de la compañía que unan sus votos en el Consejo de Administración de la misma y cedan su representación a alguien designado por la ONG. La colaboración llega en ocasiones a la cooptación de cargos de activistas o al disfraz de tales para el desempeño de tareas y responsabilidades de RSC de las empresas.

Lo mismo sucede en la administración pública. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible ha abierto una posibilidad de negocio sideral para un capitalismo con crisis de acumulación desde hace varios decenios, para ONGs reconvertidas en agencias de contratación, para jóvenes ingenuos y no tan ingenuos y para cínicos dispuestos a colocarse cómo, dónde sea y a costa de quienes sea, pillando su parte del pastel o sus migajas, dependiendo de sus habilidades y límites, o falta de ellos, morales. De las políticas medioambientales a las educativas, que son las previstas para la reorganización productiva del sistema capitalista o las de igualdad, formas de sustituir las conquistas históricas de la clase trabajadora por medidas asistenciales por colectivos (políticas de igualdad de género, de sectores con minusvalías, dirigidas hacia inmigrantes, jóvenes,…), fragmentando la universalidad del concepto en una “igualdad” por cuotas, y generando un clientelismo, no muy diferente del que practican las derechas, del que los primeros beneficiarios de empleo van a ser los activistas-profesionales de dichas políticas de igualdad, mientras acaba de desaparecer el Estado Social.

Grandes plataformas promotoras del activismo, como change.org tienen como inversores , entre otros varios, a Bill Gates, Richard Branson (Virgin) y, el principal de ellos, Reid Hoffman (fundador de Change y cofundador de Linkedin), dan empleo a un buen puñado de ciberactivistas. Y es que, ya se sabe, para luchar por la libertad, que siempre es de mercado, y el cambio social, para que nada cambie, no hay como un buen número de idealistas activistas a sueldo del capital y de sus objetivos de perpetuación de su maquinaria de explotación y dominación.

Hace 10-15 años los estudios de Trabajo Social llenaron de alumnos sus centros. Sería injusto negar mucho del impulso generoso de aquellos jóvenes pero su utopía personal, más activista que militante, no era ajena a las promesas de creciente mercado de trabajo al finalizar sus estudios.

El activismo y los activistas merecen una mayor profundización de la dedicada hasta ahora.

Si algo define a los activistas hoy es la microsegmentación de sus reivindicaciones en un creciente e inmenso archipiélago de identidades.

Junto a dos viejas identidades como la religiosa o la nacional (históricamente grandes movilizadoras de violencia y conflictos bélicos), coincida o no con Estados, tenemos otras muchas:

  • La de opción de género (un amplio elenco al que se incorporan cada vez más identidades. El LGTBIQA+ va añadiendo progresivamente más letras del vocabulario. Será por falta de letras en el teclado del móvil…).

  • La feminista (que se subdivide en varias corrientes,

    • La ficticia oposición entre el feminismo de clase y el burgués. Ambas marchan del brazo el 8 de Marzo, conmemorando el Día Internacional de la Mujer, no el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, que es lo que empezó siendo, y que las supuestas feministas de clase han enfatizado con su llamada “sororidad” con el conjunto de las mujeres por encima de su condición estructural de pertenencia a una clase social concreta.

    • La del antagonismo entre lo biológico (las TERF, entre otras) de ser mujer y el género como elección (transfeminismo). Es lo que pasa cuando, como Simone de Beauvoir, se tiene un día tonto, y no se corrige más tarde, y se afirma que no se nace mujer, se llega a serlo”. La idea que desarrolla la frase es que el significado de ser mujer ha sido construida desde el hombre a partir de los roles sociales que le ha impuesto y que la tarea de las mujeres es construir su propia identidad. La falacia de esa concepción es que es cierta en su primera parte pero es falsa en la segunda, ya que entreabre la puerta a la subjetividad del género, otra construcción cultural, que posibilita la negación del hecho biológico y, paradójicamente, la elección individual a discreción de lo que se pretende negar: la adscripción a un sexo concreto. Ello no sólo caricaturiza la biología sino que da lugar a una división dentro del feminismo que se irá profundizando con el tiempo, lo debilitará desacreditándolo y abrirá, con el tiempo, nuevas fuentes de división. Qué distinto hubiera sido una perspectiva de lucha por una equidad que no debiera ser meramente igualitaria, dado el punto de partida desigual, en todos los órdenes socio-culturales e ideológicos entre hombres y mujeres, dentro de una común lucha de clase contra clase.

  • La de los animalistas, que ponen al resto de las especies animales a la misma altura, cuando no superior, desde una visión sentimentaloide e infantil, potenciada por el mundo Disney, a la humana. Es un hecho aberrante. Toda especie, incluso en lucha entre sus individuos, se esfuerza en primer lugar por sí misma. El maltrato al animal es un comportamiento tan degenerado como el de un activismo que ponga por delante, en hechos y comportamientos, no en palabras, a menudo falaces, al animal  sobre  el prójimo. El petichismo, esa forma de humanizar a la mascota como a la persona, con frecuencia va unido a la escasa empatía hacia la realidad del mundo humano y a la indiferencia  hacia las razones sociales, económicas y políticas de su dolor.

  • La de los veganos, que son la consecuencia depurada del animalismo. Cuando su decisión es individual y libre de presión de comportamiento sectario y no criminaliza a la persona omnívora, su elección es respetable. En los casos crecientes en que deja de serlo (selección de sus relaciones sociales según su alimentación, pintadas y ataques a carnicerías, siendo los principales proveedores de comida vegana multinacionales de la carne,…) dejan de serlo y merecen entrar en el dudoso cuadro de honor de los peores animalistas.

  • La de las activistas de la corrección política que acobardan la palabra. Si pudieran lo harían con el pensamiento, al estilo de los acusados como “crimentales” de 1984, sea sobre los hechos de hoy o del pasado, con la literatura, el pensamiento científico, el arte o la indecorosa vida de grandes personajes de la historia. Sospechosamente, respecto al pasado muestran una pasión inquisidora especialmente dedicada hacia personalidades significadas por su ideología progresiva. Y, curiosamente, se da también entre el sector feminista que afirma que “lo personal es político” y que exhibe, incluso institucionalmente, su concepto de lo privado como modelo a seguir, al igual que lo han hecho ultras como Berlusconi o Trump, los programas de telerealidad y y las vidas de los famosos. Suelen ser mujeres groseras que intentan convertir sus complejos en éxitos personales y modelos  de actuación colectiva.

  • La de los milenaristas del fin del mundo. Conectan muy bien con una infancia y una adolescencia previamente aterrorizada por medios de comunicación y redes sociales, educadores y políticos. Ha de ser duro pensar a tan corta edad que el Planeta se puede ir al carajo en 30-40 años y que puedes ser la última generación viva sobre la tierra, que antes de llegar a viejo conocerás un nivel de destrucción no imaginable. Y, sin creer todo lo que dicen los científicos, lo cierto es que lo que vamos viendo no pinta bien. Pero hay un fatalismo de fondo y una urgencia que oculta que las transformaciones energéticas, de movilidad, productivas, de consumo, de costes y precios los está pagando ya la clase trabajadora, que los va a pagar mucho más hasta su miseria más radical. A estos niños (Greta Thunberg, los de “Extinción Rebelión” que creen coherente con sus denuncias el atacar la belleza del arte), concienciados por el capital de la urgencia de los cambios, alguien debiera poner ante sus ojos la película coreana “Snowpiercer”(Rompenieves).  En ella  los viajeros de cola de un tren diseñado por un ingeniero, tras la edad de hielo, que ha eliminado la vida sobre la tierra, comen unas barras de gelatina fabricadas con restos humanos, facilitada por los ricos de los vagones de cabecera. Los miserables se acaban enfrentando a los que dirigen el tren y, finalmente, a su dueño. Es la historia de la humanidad y de sus formas de dominación: esclavos contra ciudadanos libres, plebeyos contra patricios, siervos contra señores, asalariados contra empresarios, miserables contra ricos,...siempre habrá un motivo de rebelión. Los niños de la burguesía a los que sus padres limitan la hora de jugar con la play no son el mejor exponente de una lucha igualitaria por la supervivencia de la especie.

El paso del obrero masa, concentrado en grandes empresas, con identidad de clase, organizado y con cierta conciencia de la misma, al obrero social de Negri, descentralizado, dividido en multicategorías, desidentificado de su conciencia del ser y desorganizado, es correlativo con el tiempo en el que muere la oportunidad de una liberación colectiva, la condición de asalariado que crea riqueza frente a quienes viven de ella y la realidad social, económica y política se fragmenta en un crisol de identidades que, por la propia naturaleza individualista del activista, entrará como alternativa.

Estamos en la fase previa a la microsegmentación de todas las identidades. Frente al capital ya no está el trabajador concienciado y militante que expresa un no, dentro de una conciencia colectiva que le lleva a organizarse en un movimiento de clase mucho más amplio. El de una colectividad que resume a casi todos.

Lo que ahora domina en el paisaje es la superestrella mediática. El actuante es el buscavidas en su solitario proyecto del ¿qué hay de lo mío? en una deriva narcisista hacia causas cada vez más minoritarias y particulares.

En algún momento habría que explicar de qué modo, no sólo las transformaciones estructurales que han afectado a la clase trabajadora y a su conciencia y formas de organización han favorecido la aparición de los activistas estrellas de la pista.

Convendría también hablar de cómo el burocratismo de las organizaciones de trabajadores impide la iniciativa de ideas y acciones, de la manera en la que las direcciones se blindan frente a la crítica interna, de la forma en que su deriva electoral convierte al militante en afiliado pegacarteles.

6 de marzo de 2023

FERROVIAL COMO SÍNTOMA


Por Marat

Seguramente el asunto Ferrovial dé para más de una semana. Habitualmente las miserias políticas españolas dan para menos.

“Tito Berni” y las estupideces últimas de Podemos darán juego durante meses. PP y VOX y sus juntaletras necesitan basura para las autonómicas y locales próximas. Con suerte las extenderán, con nuevas aportaciones, derivadas de las torpezas últimas del gobierno, hasta las generales. Viven de las miserias ajenas.

El asunto Ferrovial muestra el engaño al que juegan derecha e izquierda.

Para la derecha, la marcha de Ferrovial es consecuencia de un gobierno socialcomunista (que no falte la ocasión de insultarnos a los comunistas que nada tenemos que ver con este gobierno progreliberal), del agotamiento del mismo y de unas políticas impositivas insufribles para el mundo de la empresa. Aunque en decenios no haya ganado tanto.

Ferrovial cambiará su matriz (no faltará el gilipollas que crea que se llevan hasta los edificios y los trabajadores que tienen en España) a Países Bajos. Antes se lo planteó a Irlanda o a Luxemburgo . Pudo haberlo hecho al Reino Unido (Londres), como hizo en 2021 Shell, largándose de Holanda. Es lo natural. Cualquier multinacional buscará los menores impuestos de radicación. Sorprendentemente en países de una UE que dice estar en contra de los paraísos fiscales. Pero la visión cínica o estúpida dirá que hay países europeos insolidarios en lugar de reconocer que el capital necesita sus espacios de “libre disposición” con el fin de que su acumulación no se vea entorpecida por políticas impositivas.

La tontuna hipócrita podemita y sus mariachis mediáticos acusan a Ferrovial de no ser patriota. No hace tanto que consideraban benefactor al Santander, aunque supiéramos de las actividades delictivas de una parte de su consejo de administración. Ahora Belarra hiperventila disfrazada de anticapi.

Sánchez es menos ridículo. Sólo tilda a Ferrovial de no ser comprometidos, después de que la empresa facturase 1.000.000.000 de euros durante su gobierno.

El mejor de todos es el ministro de la Seguridad Social, señor Escrivá, que cuando fue Presidente de la Airef propuso los recortes de las pensiones que ahora ejecuta, mientras ha convertido el Ingreso Mínimo Vital en un sarcasmo hiriente para quienes más lo necesitan. Para todo ello le hicieron  ministro.Ahora culpa a Ferrovial de codicia. Toca demagogia preelectoral.

Codicia, falta de patriotismo o de compromiso no son otra cosa que imputaciones de tipo moral. La basura ideológica de una izquierda según la cual si los capitalistas fuesen honrados, empáticos e igualitarios viviríamos en el país feliz, de la casa de la gominola, de la calle de la piruleta, que diría Homer Simpson.

Tanta moralina progre da bastante asco. Es la misma basura que reivindica trabajo digno y salario justo cuando bajo el capitalismo la empresa determina condiciones de trabajo y sueldo y el trabajador tiene la libertad de aceptarlos o morirse de hambre.

No, el capital no es moral o inmoral, que es otra forma moral. Es amoral porque sus principios no se basan en cuestiones como justicia o equidad sino en la de beneficio. No se trata de si del Pino es un malvado sino de que las empresas necesitan crecer y acumular capital.

Y eso hoy no lo hacen sólo compitiendo sino también limitando salarios, privatizando lo público y reduciendo impuestos, en Países Bajos o donde sea, con el PP, con el PSOE o con cualquier opción que acepte sus reglas del juego.

Siempre se puede ver todo esto desde una distancia irónica


28 de noviembre de 2022

RUIDO Y ODIO EN EL MUNDO...PARA IMBÉCILES

Por Marat

Las tripas de la humanidad se revuelven. Ojalá fueran los cerebros pero el deseo de olor a sangre es más poderoso que la admiración hacia los científicos que se empeñan en encontrar la curación del cáncer o hacia quienes pretenden encontrar la racionalidad de un mundo cooperativo en el que los parias dejen de serlo.

Por todas partes encontramos la huella criminal de los instigadores del odio. Haciendo un ruido estruendoso que inunde el planeta y confunda las mentes logran su objetivo: idiotizar al mundo.

Elon Musk, después de exigir a sus empleados entrega esclava al trabajo, despide a la mitad de ellos por twitter y a parte de los que se rindieron también.

La prensa del mundo capitalista dosifica la información sobre la salvaje represión que sufre el pueblo iraní (horca a la protesta social) a manos de unos clérigos asesinos, pero no fanáticos porque son cínicos, debido a que Irán sigue bombeando petróleo para las “democracias de libre mercado”. Geopolítica lo llaman los canallas de opciones aparentemente enfrentadas, mientras siervos y tarados de ambos bandos los jalean y celebran sus monstruosidades.

Hay muchas cosas asquerosas en una guerra: la destrucción de los seres humanos, el odio antes durante y después, la propaganda de cada bando, la miseria moral que lo justifica todo y el modo con el que se intenta destruir al enemigo. El gobierno de Ucrania negando el derecho a existir del disidente. Rusia golpeando sobre la población civil ucraniana.De batallones nazis de cada lado hablamos otro día pero no con los hooligans idiotas o asalariados.

En el país del mundial de fútbol, Qatar, miles trabajadores extranjeros viven bajo un sistema de esclavitud. Sus contratadores se adueñan de sus pasaportes, impidiéndoles salir del país, sus salarios no son los previamente pactados, sus horas de trabajo tampoco, duermen  hacinados en cuchitriles infectos, muchos de ellos no han podido moverse del estadio de Jalifa que construyeron porque  sus empleadores no les han renovado el permiso de residencia. Los medios de comunicación españoles han contado bastante de eso. Pero a la borregada indecente y patriotera española se la suda. No soy nacionalista español ni indepe de ningún tipo. Los desprecio por igual. Pero las pasiones futboleras y los regüeldos de tribu reforzaron mi mentalidad  de apátrida internacionalista.

En España los fascistas de VOX acusan a una ministra de haber llegado a su cargo por la vía oral hacia su pareja. No siento ninguna simpatía hacia el partido de la ministra. Los considero juguetes del capital y su sistema de representación política. Pero los fascistas de VOX llevan tiempo dando razones para ser ilegalizados o, cuando menos, para inhabilitar a algunos de sus jabalíes parlamentarios. La progresía está siendo cómplice del fascismo al pretender obtener rédito de las salvajadas parlamentarias y mediáticas de esta gentuza. Desgraciadamente nadie ve lo evidente: la relación entre lo que ahora dicen y Auschwitz. El mundo real no es twitter. Hay que acabar con ellos por la legalidad o por la liquidación. Desprecio profundamente a quienes creen que en tiempos de locura se combate al fascismo con ironía o con tolerancia. Ellos combaten. Los antifascistas debemos hacerlo también.

Están echando de nuevo a la gente de sus casas, en realidad nunca pararon. Hasta los curas, perdón, frailes, amenazan con ello.

En su día critiqué aquella bazofia que vendía la PAH, y su líder Ada Colau, de la dación en pago: reconozco la superioridad del derecho empresarial de los bancos y me voy a la puta calle. Pero nunca negaré la combativa solidaridad de la PAH en intentar impedir los desahucios. Y ahora son necesarios de nuevo.

Instrumentos del capital como Antena 3 y La Sexta han jugado un papel, junto a la alarmista publicidad antialarmas, para asustar a propietarios de viviendas. A nadie que tuviera una sola residencia le gustaría que nadie se metiera en ella por sus cojones morenos per la inmensa mayoría de las ocupaciones se producen en viviendas de la SAREB (el llamado banco malo que se ocupó de viviendas no vendidas) y abandonadas.

Pero qué gran negocio para los vendedores de alarmas, alarmismo ideológico y para esa empresa de odio y quincalla llamada VOX y asociados. Esa gente sí que sabe vivir gracias a los gilipollas.

Decía Gardel que “al mundo le falta un tornillo”. Creo, más bien, que se ha vuelto a salir del eje en el que nunca estuvo bien engranado. La dominación de una clase sobre otra, la explotación y la sobreexplotación del capital sobre el mundo obrero, la necesidad de acumulación mundial del capital, sus crisis encadenadas, la alienación del ser humano, el agotamiento de la civilización y del planeta, producen monstruos. Las respuestas son siempre las mismas: el odio, la estupidez de la especie, la guerra .

El ser humano sólo puede salir de su eterna prehistoria alcanzando otra sociedad, a la que teme dar nombre porque una vez ese intento fracasó, olvidando que su propia historia ha sido desde cientos de miles de años una derrota permanente.

De él depende abrir un camino distinto o permanecer atrapado en la eterna noria del asno.

6 de mayo de 2022

POR QUÉ EL FASCISMO TRIUNFARÁ

Por Marat

No es la primera vez que me acusan de derrotista. No será la última.

Sospecho que habrá quien me señale como profeta o justificador del fascismo. No me siento con ganas de justificarme. Creo que éste llegará...por precipitado de todo lo que le abrió la puerta, el liberalismo económico, y de todo lo que debió combatirlo e hizo justamente lo contrario, favorecerlo, la izquierda.

El fascismo actual ya no viste uniformes negros, grises o azules. Sólo pegan palizas cachorros del mismo de los que él reniega oficialmente. Pero eso no se ve en los medios de comunicación.

La mal llamada memoria histórica es una ficción. Quienes  podían sostenerla desde la experiencia del pasado ya han muerto. Hoy hablar de torturas, cámaras de gas, fusilamientos y cárceles es de mal gusto. 

Cuando habla de la inmigración como problema plantea la cuestión en los barrios de falsa clase media venida a menos, y de descomposición obrera donde quienes necesitan del Estado “benefactor” se enfrentan por los restos de la beneficiencia contra los que se buscan la vida conociendo todos los trucos de cómo hacerlo.

No es culpa del extranjero crear redes naturales de solidaridad. Es lo mejor de la naturaleza humana. Así aprenden los débiles a apoyarse y a encontrar su puerta de entrada al sistema; ese que les niegael derecho  a la supervivencia que proclama en sus leyes superiores.

Eso es algo que hemos perdido los de aquí. Nos va más ir a nuestra bola y, si al amigo (ya no hay vecinos) le va mal, que le den por el culo.

Hay una lógica del todos contra todos. Y una ira, mal dirigida que, si es contra el más débil, es criminal porque desprecia su condición y la causa que le hace ser lo que es, y que si es contra el fuerte sólo lo hace contra el estado de la situación y no contra lo que está detrás.

La inteligencia del fascismo está en dar respuestas simples para mentes torturadas con poca exigencia argumental. La irá no quiere saber de razones y motivos sino de culpables y horcas.

El fascismo de hoy ya no parecece una amenaza. Se habla de él como si no lo fuera, se  les normaliza y presenta como personajes que forman parte del menú de cada día.

Cuando el Huffington Post y Wyoming hacen coñas de quienes frivolizan el dolor, la muerte y los asesinatos políticos blanquean al fascismo por la vía blanda de ridicularizarlo cuando con ellos ya no toca broma alguna sino limpiar de ratas el sitio.

Ni Hitler, ni Mussolini, ni Franco, ni Putin son cómicos. Sólo los monstruos correspondientes a las sociedades que les hicieron posibles.

Enfrente tenemos a una izquierda que defiende un Estado del Bienestar que ya no existe. Una parte de esa izquierda fue artífice de su voladura.

La otra parte de esa izquierda ya no intenta asaltar el Estado capitalista (sólo los imbéciles de izquierda y derecha hacen como si creyesen tal cosa). Se conforman con mantener la ficción de Estado redistribuidor que ya no es ni siquiera benefactor.

La ira ante un futuro cada vez más precario, inseguro y de fin de la democracia de consumo, que se inició con la indignación de las clases medias, ya está llegando a las trabajadoras. Es reaccionaria. Abrazará el fascismo porque la izquierda no va a dirigirla sino a tratar de pararla mediante parches.

Si en el pasado el comunismo fue la esperanza de la humanidad quienes hoy usurpan su memoria son un fraude, sea como socialdemocracia bastarda o como el estalinismo más casposo.

Enfrente, una larga noche de oscuridad y repliegue.

La esperanza sólo podrá sostenerse sobre lo pequeño de cada acto solidario

8 de marzo de 2022

CONSECUENCIAS DE LA GUERRA ENTRE RUSIA Y UCRANIA

Por Marat

El inicio de una guerra se produce en minutos. La paz real, tras el conflicto, requiere decenios. Cuando tiene un componente étnico, aunque exista una pluralidad de causas en su origen, algunas de ellas más poderosas que la anterior -económicas, “de Estado”, geoestratégicas… -, la reconciliación requiere de la desaparición física de la generación implicada en la contienda y de las generaciones herederas del resentimiento que dejó la guerra. Es la ignorancia del pasado, más que el olvido, lo que permite que otros descendientes dejen atrás odios y se concentren en sus afanes del momento, siempre que los poderes económicos, políticos y creadores de opinión vean en la cooperación más ventajas que en resucitar los fantasmas del pasado.

Las guerras civiles, y la de Rusia con Ucrania tiene, por motivos étnicos, históricos, culturales y lingüísticos, mucho de ello, dejan heridas mucho más profundas y de largo recorrido. En EE,UU, más de 150 años después de su finalización continúa siendo uno de los residuos que activa parte de sus fracturas presentes. Lo mismo cabe decir de la guerra civil española.

Incluso podríamos afirmar que los desgarros que dejaron ambas confrontaciones fraticidas son utilizadas como combustible que aviva el magma ultraderechista en las dos sociedades.

Prescindiendo de su pasado conjunto en la URSS, ni Rusia ni la nueva Ucrania postYanukóvich nacen con el marchamo democrático liberal,el supuestamente exigido por el capitalismo occidental.

Boris Yeltsin, a cuyo gobierno sirvió Putin fielmente, consolidó su presidencia bombardeando el Parlamento ruso, el primero de composición multipartidista, formado poco antes de la descomposición de la URSS, dejando un computo de 500 muertos y más de 1.000 heridos. Pero Yeltsin fue recibido en esos tiempos como amigo de la Casa Blanca, como Putin fue años después considerado fiable para EEUU y socio apreciable por Alemania y Francia, entre otros países europeos, muchos de los cuales, como Gran Bretaña, España , Luxemburgo o Suiza, no tuvieron inconvenientes en blanquear el dinero de las mafias rusas.

La revuelta de Maidan en Kiev tuvo su punta de lanza militarmente organizada en dos grupos nazis, inspirados en el colaboracionista ucraniano del III Reich durante la ocupación de la URSS, Stepán Bandera, Svoboda y Pravy Sektor.

Pravy Sektor asesinó en Odesa en mayo de 2014 a 48 personas en la Casa de los Sindicatos.

En el Donbás, las repúblicas separatistas de Donetsk y Luganks han sufrido decenas de miles de muertos a manos del ejército ucraniano,especialmente su población civil.

Pero en la Ucrania agredida ahora por Rusia ya no existe el protagonismo de los grupos de extrema derecha sino una sociedad que resiste a su agresión, sea cuál sea su origen étnico y en Ucrania hay más etnias que las dos citadas) y cuya cultura democrática no es peor de la de un agresor cuyo Presidente asesinó a miles de chechenos, a opositores y periodistas, que prohíbe llamar guerra a su invasión y que reprime las manifestaciones de ciudadanos rusos contra la guerra.

Lo que suceda después de esta guerra, que ya no permite una victoria suficiente para ser celebrada ni una derrota total del enemigo -el coste actual de los ejércitos y sus efectos económicos ya no permiten largos períodos bélicos -, podría abrir el camino a varios escenarios posibles:

  • Una salida aún más autoritaria para Rusia y para una Ucrania que se repliegue hacia el ultranacionalismo

  • La fragmentación de Ucrania y/o de Rusia según las consecuencias de la contienda.

  • En cualquier caso, un incremento de la inestabilidad en el área directamente afectada.

  • Un efecto retroactivo que agrave la situación sobre unos Balcanes aún inestables.

  • La aceleración de la descomposición de la UE, tras la contaminación del tsunami nacionalista que ha abierto esta guerra, que es en Europa, aunque se niegue la pertenencia al continente (mucho más que la UE)

  • El repliegue hacia el ensimismamiento de EE.UU. en su política interna, ante el temor del avispero europeo.

  • Una multipolaridad internacionalmente incontrolable

Bastaría con que se dieran sólo dos de las situaciones mencionadas para que el capitalismo mundial entrase en situación crítica.

La crisis de 2007 golpeó sobre el sector financiero, el inmobiliario y el consumo.

La acentuada por el COVID afectó a los sectores de la automoción, la tecnología y el transporte

La de Rusia con Ucrania lo hace con las energías y golpeará al consumo a través de la inflación.

Desde la crisis de 2007 han pasado 15 años. La situación derivada de la guerra provocará una escalada brutal de los precios, no solo de los energéticos, el descontrol absoluto  de la inflación, la retracción del consumo, el disparo de los tipos de interés y un mayor empobrecimiento de las clases trabajadoras.   


22 de diciembre de 2021

EL METAVERSO O EL MITO DE LA CAVERNA DE PLATÓN

Por Marat

-Ahora, continué, imagínate nuestra naturaleza, por lo que se refiere a la ciencia, y a la ignorancia, mediante la siguiente escena. Imagina unos hombres en una habitación subterránea en forma de caverna con una gran abertura del lado de la luz. Se encuentran en ella desde su niñez, sujetos por cadenas que les inmovilizan las piernas y el cuello, de tal manera que no pueden ni cambiar de sitio ni volver la cabeza, y no ven más que lo que está delante de ellos. La luz les viene de un fuego encendido a una cierta distancia detrás de ellos sobre una eminencia del terreno. Entre ese fuego y los prisioneros, hay un camino elevado, a lo largo del cual debes imaginar un pequeño muro semejante a las barreras que los ilusionistas levantan entre ellos y los espectadores y por encima de las cuales muestran sus prodigios.

(...)

-Se parecen a nosotros, respondí. Y ante todo, ¿crees que en esta situación verán otra cosa de sí mismos y de los que están a su lado que unas sombras proyectadas por la luz del fuego sobre el fondo de la caverna que está frente a ellos.

(...)

-Y si hubiese un eco que devolviese los sonidos desde el fondo de la prisión, cada vez que hablase uno de los que pasan, ¿no creerían que oyen hablar a la sombra misma que pasa ante sus ojos?

(...)

-En resumen, ¿estos prisioneros no atribuirán realidad más que a estas sombras?

La alegoría o mito de la caverna de Platón alude a una percepción fantasmagórica o deformada de la realidad, a un mundo sensible en el que lo percibido por los sentidos se aleja de todo lo tangible y cierto que afecta a la vida humana.

Facebook, ahora es Meta. Su hijo bienamado es Metaverso.

En la fantasía de Metaverso usted puede elegir su propio avatar, mediante el cuál podrá relacionarse con otras personas que también utilizan un avatar para comunicarse; podrá desarrollar sus fantasías confesables o inconfesables, superar sus carencias, haciendo realidad sus sueños, viajar a lugares desconocidos o hacer negocios. Estos son sólo unos ejemplos muy elementales de la “libre expansión de su vida” que alcanzará con Metaverso.

La diferencia entre el momento en el que nos fundimos en un beso apasionado, olemos el cabello de nuestro hijo recién nacido o recibimos el abrazo del amigo cuando más lo necesitamos y el modo en el que serán recreadas esas “experiencias” pronto quedará difuminada. Muchos de los que ahora lo niegan entrarán a ese juego porque se presenta como un juego y jamás habrá habido nada tan adictivo.

Desde el marxismo este viejo/nuevo mito de la caverna será un nuevo modo de enajenación de las clases subalternas (vieja clase trabajadora, nuevo proletariado precario, autónomos en desaparición,..) respecto a la realidad de sus condiciones de vida. Un lugar, como en los locales de juego, en los que olvidar las miserias de sus vidas.

También el marxismo ayuda a entender algunas cuestiones sobre Metaverso que tienen que ver sobre cuestiones materiales.

Metaverso es otra forma más de eludir a los Estados y de evadir impuestos,  Metaverso es un manera de dejar de necesitar de depender del Estado que siempre estuvo al servicio del capital. Lo que Meta (Facebook) no les ha dicho es que cada deseo de consumo que vivan en un Metaverso inundado de publicidad no será ficticio porque ustedes deberán, desde su realidad real, comportarse como los ratones de Skiner y darle a la aprobación del gasto y serán mucho menos conscientes de este acto, imbuidos por una fantasía de placer sin consecuencias.

Por cierto, si Metaverso fracasara otros Dédalos harían posible esta nueva distopía de capitalismo.

Desde la relación que Marx definió entre el Estado burgués y la defensa de los intereses de su propia clase hemos vivido todo un proceso que viene desde Margaret Thatcher y Ronald Reagan hasta hoy. Comienza un tiempo en el que el capital ha roto su pacto con su tipo de Estado porque ya no lo necesita tanto como en el pasado.

Ahora las críticas relevantes están viniendo desde los medios del capital. Leánlos. Se entiende la guerra de intereses entre los que más pillarán del negocio de la neorrealidad y los que menos. De momento ,es una guerra  de posiciones .


11 de noviembre de 2021

ME CAGO EN GRETA THUNBERG



Por Marat

Y si asomas, en fin, al estudio

de altos cristales

donde el cerebro de la empresa

dibuja los planes

de la ruta futura, y corre

recto el lápiz

y a derecho y a regla

los borra los árboles,

guiada verás de la pura ley

la mano del que sabe.”

(La cara del que sabe”. Letra de Agustín García Calvo. Música de Amancio Prada)

La niña de los cojones es odiosa. Algunos de los principales lobbies de la gran transformación del sistema productivo, energético y de la logística mundial que darán el gigantesco pelotazo económico mundial con la amenaza, real, del antropoceno que acabará en el gran desastre climático, han debido convencerla de que es algo así como Noé y su puta barcaza ante el diluvio universal.

No pongo en duda el riesgo de la desaparición de una inmensa proporción de la humanidad. Si no es porque soy padre y me gustaría tener nietos y porque tengo algún amigo más joven que yo, no consideraría una pérdida, en todo caso para la diversidad, el fin del género humano. Cada vez me importan más algunas personas concretas y nada el resto del mundo. Demasiado abstracto y desconocido. Y demasiado poco edificante como especie.

Lo que me revienta de la niñata sueca es que sea la adolescente progre y soberbia al servicio de los intereses más espurios del gran capital mundial y que la estupidez derivada de su cómoda posición de clase, y de la prepotente ignorancia propia de esa edad que cree saberlo todo, le impida ver las mentiras del relato que ha ido haciendo desde lo que definió como crisis climática, sin otros matices hacia su discurso, hasta la supuesta justicia climática de la que ahora habla, tramposo en el primer caso por lo que ocultaba y vacío de contenido en el segundo por el mismo motivo.

Más allá de las evidencias científicas, que sería insensato y criminal ignorar o negar, sobre los efectos devastadores del calentamiento global, se está imponiendo un pensamiento irracional, acrítico y cínico, consistente en buscar en los políticos a los responsables del desastre, en crear en el ciudadano medio un sentimiento de culpa por sus pautas de consumo y en obviar al sistema de producción capitalista como el auténtico culpable de la destrucción planetaria.

Y aquí se esconde una doble trampa.

Por un lado, al desplazar la responsabilidad de la lucha contra el cambio climático hacia políticos y ciudadanos se está dejando de lado el auténtico poder, el sistema capitalista.

Del mismo modo que la empresa no puede sobrevivir sin el beneficio, el capitalismo no puede hacerlo sin la acumulación. Destruir el planeta no es algo personal. Imaginar al capitalista como un judío ávido de dinero reflejado en el iris de sus ojos es algo tan absurdo y nazi como estúpido es ese cine norteamericano que no imagina la representación del terror sin casquería desatada y troceamientos de cuerpos. No goza el capitalista con la maldad, salvo en los casos de psicópatas clínicos. Es sólo parte de su naturaleza, necesita la depredación para crecer. Del mismo modo que requiere de la explotación del trabajador (retribuirle no por el valor de lo que produce sino por lo que necesita para su supervivencia. De otro modo no existiría el beneficio empresarial), precisa de la esquilmación de los recursos naturales, del agua de ríos y mares que ha contaminado y va privatizando crecientemente para el consumo humano, de la tierra que fue pasando de un bien que no era de nadie a una propiedad de terratenientes e inmobiliarias, del aire que ha envenenado con su sistema de producción industrial.

No existe dentro del sistema mundo capitalista un solo país cuyos sucesivos gobiernos no se sujeten a la lógica del beneficio capitalista. En unos casos porque esos gobiernos creen en el sistema económico que defienden. En otros porque están sujetos al poder real, el del capital, por mucho que sus programas políticos parezcan ser moderada o criticamentealternativos al mismo. Cuando habla la patronal, por encima de los cacareos mediáticos o tribunicios, la política obedece y ejecuta órdenes.

Por otro lado, cuando se imputa al ciudadano la obligación moral de luchar contra el cambio climático se están echando balones fuera de una realidad que le supera, por mucho que existan seres egoístas que son capaces de esparcir su basura sin sentimiento alguno de culpa.

A todo ser humano debiera incumbirle lo que afecte al resto de los que habitan cerca de él, más que nada por no acabar todos ciegos a base de darnos hostias. No hace falta siquiera la condescendencia, mucho menos la empatía.

Si nos ponemos a buscar cabrones seguro que el del campo de golf de un área geográfica seca, el usuario del todoterreno, el dueño de un avión particular contaminan más que usted que no tiene coche o que incluso lo tiene sin etiqueta medioambiental, más que usted que aún tiene una calefacción central de carbón, donde quiera que aún pueda tenerla.

Pero es usted tan imbécil para considerar que es su responsabilidad una causa tan importante cómo impedir el deterioro del planeta no voy a intentar convencerle de lo contrario. Considere que organizar patrullas para limpiar las cañadas, separar la basura en 7 bolsas o llevar las pilas hasta el próximo depósito desconocido en la ciudad le convierte en un ciudadano sosteniblemente ejemplar. Lo suyo es pedalear por la madre tierra.

No. Cambiar el mundo, demostrar que uno se niega a que la belleza del bosque desaparezca, pasar de hablar de la tontuna de la justicia climática a algo real, significa pelear por otra realidad distinta a la capitalista. Y hacerlo con todas las consecuencias.

El cambio de paradigma productivo, energético y de sistemas de transporte va a significar que los costes de esa transformación los va a pagar la clase trabajadora, a través de los recortes sociales en derechos conquistados, lo que no es nuevo, en gastos en reposiciones en energías del hogar y de los vehículos.

La desaparición del gas en los hogares significará la sustitución de cocinas, calderas, sistemas de calefacción. El cambio de compañías eléctricas conllevará el paso de los clásicos proveedores a las nuevas formas de acceso a la energía y sus nuevas instalaciones.

Ya nos han avisado en hechos y en palabras que la energía de los hogares será mucho más cara.

Decenas de miles, sólo en España, de trabajadores autónomos, piratas sumergidos que sobreviven a duras penas, están siendo ya expulsados de la posibilidad de acceder a cada vez más zonas de las ciudades. No hay diferencia en cómo tratan derecha e izquierda a esos desterradados del pan.

Cada vez que hablan los gobiernos de subvenciones para la transición energética mienten. Sólo en el caso de los vehículos, en el mejor de los casos pasar de un automóvil con carburantes derivados del petróleo, a pesar de los miles de euros que prometen como ayuda a la compra, el coste no es menor de 9.000 €. Pregúntense cuántos trabajadores autónomos y piratas que sobreviven a duras penas podrían pagar 9.000 €.

Hasta ahora estoy hablando sólo de efectos de la gran transformación productiva que se me ocurren. Estoy muy lejos de sospechar el efecto real que el cambio de sistema productivo, energético y de transporte va a significar sobre las clases trabajadoras en miles de cuestiones que se me escapan, que soy todavía incapaz de adivinar.

Cuando se inició la revuelta de los chalecos amarillos hubo un detonante que pasó desapercibido. Uno de los argumentos del gobierno Macron para subir el precio del gasoleo a sectores populares, trabajadores, agricultores, autónomos, era el carácter contaminante de esta energía.

Entonces me declaré absolutamente a favor de su protesta. Sabía que el descontento arrancaba de ahí pero que iba mucho más lejos y tenía razones mucho más profundas.

Hubo quienes criticaron mi postura porque en el movimiento de los chalecos amarillos había fascistas del grupo de Marinne Le Pen. Era casi el primer partido de Francia ¿Esperaban ustedes que no hubiera fascistas dentro del movimiento? ¿O existían causas y razones del propio movimiento que justificaban su protesta? Creo que había razones para apoyar esa protesta. Así lo entendieron desde grupos maoistas hasta la propia CGT, que creo que es de confianza para cualquier sujeto decente.

Habrá muchos más chalecos amarillos. Sospecho que se harán fascistas. No por su deseo de serlo sino por una izquierda que, cuando gobierna, habla de cualquier cosa menos de las necesidades inmediatas de una clase trabajadora que se ahoga dentro de su propia miseria y de sectores autónomos que nunca alcanzaron la categoría de clases medias pero que se entregarán la fascismo por culpa de unas izquierdas dedicadas a la poesía y a unas libertades personales que no han hecho compatibleds con la idea de clase cuando podían serlo.

La pretendida injusticia climática no es una cuestión de la diferencia Norte-Sur o centro-periferia. Es una cuestión de clase porque rs la clase trabajadora la que va a ser arruinada con la gran transformación y rejuvenecimiento del sistema capitalista.

El mundo posible se llama comunismo pero a ustedes los progres les avergüenza, mientras a los fascistas la idea comunista les sirve como insulto incluso para definir a cualquier persona mínimamente honesta.

Por cierto, y hablando de lo que debiera haber hablado, no he tocado la cuestión de cómo va a afectar a la clase trabajadora la lucha contra el cambio climático en plan progre y liberal dentro de las empresas. Os vais a cagar, trabajadores que todo os lo coméis. Pero es la mierda que os habéis ganado a pulso. A disfrutarla.

28 de abril de 2021

EL ESTADO SIGUE SIENDO LA CUESTIÓN CENTRAL


Por Marat

Creyó que si trabajaba duro estaría protegido en su vida ,cuando se quedase en paro, al enfermar, en la vejez, cuandosus hijos necesitasen aprender. Pero habían cambiado las reglas del juego y nadie se lo había advertido”

(El texto es mío pero alguien lo convertirá en un meme y se lo atribuirá a un personaje histórico o un periodista se lo apropiará como suyo. Son cosas de Internet)

Hablar de lo que pasa hoy en términos de cómo le va a la clase trabajadora y a los sectores populares – esas clases medias que, a lo largo de la historia, siempre han querido verse reflejadas en la clase dominante y nunca en las subalternas y que ahora están siendo laminadas por la concentración del capital que acaba con el trabajo profesional autónomo- puede parecer algo propio de arqueólogos o de nostálgicos de la historia. Pero la historia es terca y devuelve a la realidad lo que antes nació de sus cimientos.

Cuando en 1973 empezó a quebrarse el crecimiento capitalista basado en inversiones del Estado en coberturas sociales y en consumo de masas como medio de expansión de los mercados, los Estados empezaron a involucionar sus políticas sociales y a crecer, en paralelo las tendencias autoritarias y la vigilancia tanto por parte de las empresas como de aquellos.

Los años posteriores han ido haciendo que los recortes, primero tentativos y muy finos, al Estado del Bienestar capitalista fueran casi imperceptibles. De hecho, creo que las protestas sindicales de los 70 y 80 en Europa fueron más producto de la capacidad de movilización sindical del momento que de la conciencia de la clase trabajadora en aquella época.

Más tarde las lonchas del salchichón social han ido siendo cada vez mayores y afectando a lo nuclear sobre lo que la socialdemocracia asentó su pacto social con el capital y su Estado: la sanidad pública, las coberturas de desempleo y las pensiones. Todo hacia la privatización, nada hacia su mantenimiento. Tampoco con los gobiernos social-liberales de los Partidos Socialistas ni con los de coalición europea de socialistas y excomunistas”, aunque llamar tal cosa a estos últimos sea como admitir que algún día lo fueron...y eso sería exagerar mucho, no para el neofascismo, que combina violencia política en sus proclamas y ultraliberalismo en sus propuestas económicas, y para el que un liberal compasivo como el Presidente de Canadá, como Justin Trudeau es un comunista.

Pero todas esas políticas antisociales han sido aplicadas por el Estado y éste es un Estado de clase, de la clase capitalista.

Confundir Gobierno y Estado puede ser fruto de la ignorancia o de la intencionada voluntad de la izquierda, la progresía.

No hace falta recurrir a Marx ni a Lenin para entender la esencia del Estado bajo el capitalismo. Debieran bastar casi 50 años de retrocesos de los derechos de la clase trabajadora, de recortes sociales y de privatizaciones para entender que el Estado responde a los intereses del capital y que las Constituciones que dicen proteger los derechos sociales y económicos de los más débiles no encuentran obstáculos del poder judicial para ser violadas por las nuevas leyes.

Retrocedemos como clase, no de un modo disciplinado sino en desbandada, vemos cómo los neutrales economistas nos venden el regreso hacia formas laborales neoesclavistas, aprendemos a pensar al modo en el que nos enseñan los medios de comunicación, sean los tradicionales o las redes sociales, aceptamos como válido el modelo ideológico de nuestros sobreexplotadores, porque explotados somos desde el momento en que aceptamos vender nuestra capacidad de trabajar a quien obtiene un beneficio por ello. Toda esa normalidad es parte del Estado capitalista porque él organiza la enseñanza, paga a las religiones, sostiene con subvenciones a todos los medios de comunicación, independientemente de su ideología, da legitimidad a los jueces que justifican el derecho de pernada de los peores salteadores de la política y del mundo empresarial, protege o hace la vista gorda ante sectores golpistas militares y ante policías criminales y fascistas porque algún día los necesitará ¿Ven ustedes muchas diferencias entre derecha e izquierda en estás cuestiones? Yo no y sé porqué no y porqué creo que confundir izquierda y comunismo es insultarnos a los comunistas.

Ayer, en un contexto que no viene al caso, me tocó hacer de ambulancia para una señora mayor de Getafe a la que las ambulancias privadas contratadas por la Comunidad de Madrid le habían dejado claro que no llegarían a atenderla hasta pasados 20 ó 25 minutos. No tenía buen aspecto la señora como para esperar tanto tiempo. Afortunadamente el Hospital Universitario estaba cerca, no tanto Urgencias, que estaba lo más alejado posible de la entrada. Me pregunto porqué se diseñan así muchos hospitales. 

En cualquier caso, la inexistencia de un servicio de medicina de urgencia, en lo referente a ambulancias rápidas cuando se necesitan, es lo que pasa cuando recortas y privatizas los servicios públicos y la lógica del mercado se impone por encima del derecho a la salud y la vida.

También es cierto que la señora afectada era mayor y, ya que la pandemia en Madrid ha sido una oportunidad para matar viejos en residencias, señora Ayuso, tampoco es cuestión de dejar pasar las posibilidades que se nos presentan en la vida para corregir el coste de las pensiones, ¿verdad? Matar viejos se va a convertir en un deporte federado en no demasiado tiempo. Lástima que los edadistas, los que odian a los mayores, no se suiciden, en coherencia con su fobia, antes de llegar a esa jodida etapa de la vida. 

Por todo lo anterior creo que para combatir al capitalismo no valen las tiritas que la progresía de izquierda le pone a las situaciones terribles de la clase trabajadora y los sectores populares. Hasta el grado del parche, siempre inútil, absolutamente insuficiente e insultante para quien sufre las peores condiciones de vida, es una burla patética porque está sujeto a la política partidaria de quien gobierne.

Ahora que la pandemia ya va acercándose a lo que los países venden como nueva normalidad, el capital, sus gobiernos de turno, pero siempre sus Estados permanentes, están preparando las peores recetas por parte del capital que puedan caber en la mente de los trabajadores y de los sectores populares.

Si ustedes siguen creyendo que cambiando el gobierno se cambian las políticas sociales realmente y no se limita la cuestión a una mera exhibición de algunos éxitos que no son ni para el conjunto de la clase ni le cambian el futuro real; si ustedes siguen creyendo que un gobierno cambia a un Estado, a ustedes no tengo nada que decirles. Sigan con su mentira.

El coletas tenía razón en una cosa, lo de que el cielo no se toma por consenso sino por asalto. Ahora solo falta decirle que su mentira es obscena porque la frase de Marx de tomar el cielo por asalto, referido a la Comuna de París, aludía a la necesidad de destruir el Estado burgués para construir, en su lugar, otro proletario y lo de Iglesias se limitaba a ocupar electoralmente esferas del gobierno y de otras áreas de influencia. Ahora su asalto se limita a sobrevivir. Es lo que pasa cuando disfrazas de transformación social la mera ocupación temporal, durante cuatro años, del gobierno y no del Estado.

Y es que de eso se trata, amiguitos progres de izquierda. De tomar, violentamente, porque no existe otro modo, el Estado burgués, y luego ya hablamos de tofu con sabor a pollo, de tíos embarazadEs, o de combatir al fascismo (ya veremos luego que solo es en campaña), nenes.

Ah, y vais a perder frente a Ayuso y VOX, no solo por impresentables de derechas como Gabilondo sino porque los barrios son para vosotros los lugares que visitar en campaña para hacer algo guayy ellos han sido capaces de transformar el cansancio y la frustración en fiesta y en su concepto de “libertadsin que vosotros, los progres, hayáis sido capaces de ofrecer una esperanza que valga en el aquí y ahora.

Tomar por la fuerza el Estado haría que la situación de los trabajadores fuese respetable, sencillamente porque, en el peor de los casos, el capital empezaría a estar interesado en pactar. En el mejor se abriría la posibilidad de aplastarlo. A partir de ahí vendrían las victorias que arrancásemos, si quisieramos hacerlo y nos importasen.

Pero es posible que estuviéramos hablando de elecciones y no de la realidad del Estado capitalista y de cómo acabar con él, ¿verdad?