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22 de abril de 2021

AYUSO APUNTA, VOX DISPARA Y LOS MATONES NAZIS HARÁN EL TRABAJO SUCIO

 Por Marat

En el hipermercado capitalista de marcas electorales el ala ultraderechista del PP, comandado por Ayuso, y los fascistas de VOX forman un cartel en el que el monopolio sobre la creación del odio y su propagación son la luz de gas que oculta la terrible tragedia social de una nueva fase de la ya vieja crisis capitalista que ahoga a crecientes sectores de la clase trabajadora y otros sectores populares.

La pandemia de la COVID19 se ha transformado en el vértigo que amenaza el futuro y cercena el presente de millones de personas en España. Muchos más a nivel mundial.

El cansancio, por su dilatada duración, se ha ido transformando en ira social cuando los distintos gobiernos del capital - no hay colores diferenciables- han sido incapaces de legislar y tomar medidas que protejan sus económicas en mayor o menor grado y particularmente a la situación de las clases subalternas.

Llueve sobre mojado. Durante cerca de 50 años, casi el doble de los que duró la expansión del Estado del Bienestar, el mundo capitalista occidental ha ido conociendo un paulatino retroceso de las conquistas sociales de la clase trabajadora, una privatización de los servicios y un recorte de la protección social, hasta el punto en que ya son imaginables sociedades capitalistas avanzadas sin pensiones públicas – denle un par de legislaturas más como ministro al compañero Escrivá, o a otro clon, que lo que tenga que hacer se hará por parte del liberalismo monjil del PSOE- o la conversión de la enseñanza y la sanidad sanidad públicas en privadas, que de eso se encarga el PP, con o sin VOX, en legislatura y media en cuanto las pillen. Y más en esta coyuntura en la que la izquierda es un conejo asustado en la noche ante los faros de un coche, dudando si subir o no unos impuestos a las clases dominantes y adyacentes para remendar un Estado del Bienestar agotado, y la derecha ha conectado con la demanda de liquidez de pequeñas y medianas empresas, autónomos y familias y ha descubierto por centésima vez el Mediterráneo de bajar los impuestos. Calderilla para las rentas medias y bajas. Pelotazo para las grandes fortunas y las corporaciones.

El miedo ha sido manipulado hasta transformarlo en ira, odio, rencor y deseo de destruir al otro. No a cualquier otro sino al más débil, al pobre, al inmigrante, al que ha sido expulsado de su hogar y se mete en uno vacío de la SAREB (el banco malo, que empezó siendo público pero ya es privado en la práctica).

Es más fácil escupir hacia abajo porque hacia arriba te desafía la ley de la gravedad y ya sabemos cómo funciona ésta.

Pero volvamos a esa tinta de calmar en forma de propagación del odio que ejerce el sector más ultraderechista del PP, con el cómplice consentimiento del que solo se postula como derecha centrista – lo que importa son las encuestas y los resultados-; las florituras discursivas solo están para captar votos y se acomodan siempre y sobre la marcha a lo que marque la coyuntura.

Remedando a la Presidenta, aún en funciones, de la Comunidad de Madrid podemos decir que Ayuso es de todos (los del PP). Ayuso es PP dentro del PP. ¿Qué es Ayuso si no es PP? (Quizá parte de VOX sin VOX) No es de nadie porque es de todos…los de la derecha extrema y la extrema derecha.

Cuando Ayuso agita espantajos inexistentes – socialismo o libertad-, al margen de insultar a quienes sí son socialistas, y no vendedores de crecepelos para calvos que no se atreven a reivindicar tal principio, lo que está vendiendo es otra cosa. Es la libertad de empresa por encima de la protección de la vida; el negocio de quienes se pitorrean de la normativa antiCOVID en sus espacios públicos con tal de mantener sus locales abiertos, de los que incumplen las distancias entre mesas en los bares, permiten que sus clientes estén dentro de ellos sin mascarillas y dejan que la gente consuma en las barras. Sé de qué hablo porque, aunque hay honrosas excepciones, por mi trabajo lo veo cada día de manera general. No me extraña que en su distrito los baristas pongan carteles que dicen Todos somos Ayuso. Le aseguro que, si en mi barrio alguno de ellos se atreve a poner algo así, hago que se lo trague, encanutado en vertical y sin Coca-Cola para pasarlo.

Cuando Ayuso habla de comunismo o libertad lo hace desde el insulto a la inteligencia. Acusar a Iglesias de que ha fomentado y cree vivamente en la expropiación, en la ocupación, en la intervención de la empresa, en boicot...quemando las calles de Madrid expresa el mensaje del odio usando a un político que amaga pero no pega. Iglesias es el muñeco del pim pam pum para Ayuso. Todos, también los asustaviejas, sabemos que es como el caniche atacado de los nervios ante al pitbull que, tras sus ladridos inútiles, acaba refugiado tras su amo.

No, señora Ayuso, no use al coletas para ocultar que en la región de Madrid hay cerca de un millón de pobres de entre los 7 millones que la habitan, el 14% de su población. Va usted camino de los niveles de pobreza en Estados Unidos, su modelo de sociedad.

Se comprende perfectamente que usted haya llamado mantenidos subvencionados a quienes tienen que sufrir la vergüenza de colocarse en una fila del hambre para recibir la ayuda solidaria de vecinos, ONGs o la iglesia. Es usted la mente más clarividente de la ultraderecha, la líder auténtica de VOX sin estar en VOX. Ha dejado fuera de combate a Aznar en esa tarea. Su odio es contra los trabajadores, contra los pobres, contra los humillados por las políticas neoliberales que usted defiende, contra los hijos del agobio. Es usted capaz de unificar el conjunto de sus aversiones en una sola saña, la que representa la síntesis de todos los perdedores de esta nueva carnicería del capital.

Y ahora voy con VOX. No quiero perder demasiado el tiempo con esas alimañas. Me limitaré a dos hechos para expresar lo repugnante que pueden ser los detritus que excretan por sus bocas estos criminales fascistas.

Cuando el matón gandul de Abascal, subido en el templete de su acto en Vallecas lanzo la provocación de que que bajaría de él y cubriría los 18 pasos de la multitud que se oponía a su acto fascista, en un barrio en el que la resistencia contra el franquismo es parte de la lucha por las libertades en España, ese chulopiscinas sabía que su papel era el de agitar la marea.

Decía Samuel Johnson que el patriotismo es el último refugio de los canallas. Del mismo modo que el independentismo catalán me produce nauseas porque divide a los explotados de clase en tribus, escupo sobre el españolismo de estos oportunistas patriotas que ocultan las miserias de las clases siempre ignoradas por todo tipo de nacionalismos. Unos y otros son siempre parte de los que se reparten el pastel. El capital tiene muchas contradicciones. Una de ellas es cómo se reparte el mercado, también territorialmente.

Ahora bien, cuando el patriotismo apela al “nosotros frente a ellos”, al odio frente al pringado, a la persecución del más débil, a la mentira como construcción del monstruo ante el que hay que aterrorizarse, ahí estamos ante el fascismo asesino o con voluntad de serlo.

El cartel de VOX del metro de Madrid en el que se dice “un mena 4.700 euros al mes. Tu abuela 426 euros de pensión/mes es la construcción de la baba criminal fascista convertida en una cascada de mentiras.

No voy a entrar en demostrar cuánto de falsedad hay en el asunto de los 4.700 euros de los menas, que igual se lo gastan en llevar coca a los niñatos del barrio Salamanca. Argumentar a quien ha permitido que llenen su cabeza de mierda es inútil. Me limitaré a los datos que expresa una web dedicada a desmontar bulos, que ha recurrido precisamente a la información suministrada por la Consejería de Políticas Sociales, Igualdad y Natalidad de la Comunidad de Madrid.

¿Cuándo le ha importado a VOX lo que cobran los pensionistas? ¿Cuándo se han manifestado a favor del incremento de las pensiones, de que éstas sigan siendo públicas y de que ningún trabajador/a se quede sin el derecho a una pensión que no sea de miseria?

Me pregunto, en relación con el cartel de VOX, que se cierra con el slogan protege Madrid, si la frase de Monasterio en la que afirma que su grupo garantizará que las mujeres puedan caminar seguras por la calle sin cruzarse a un grupo de menas porque la libertad es fundamental, pero no vale nada si no tienes seguridad no estará invitando a algún grupo patriota de acción a limpiar la calle de adolescentes indeseables y extranjeros.

Para ser ésta una comunidad de casi 7 millones de habitantes, que 269 menas que lo habitan sean tan peligrosos para la basura de VOX, me parece tan sospechoso como los anuncios de Securitas Direct y sus argumentos de allanamiento de moradas por okupas; por cierto, una empresa bien conectada con el fascismo, el de antaño y el actual.

Resumiendo la idea de la que les hablo: la derecha extrema del PP está construyendo un discurso contra la antiEspaña, los que no son de su calaña, que VOX diversifica en gais, feministas, inmigrantes, izquierdistas y demás pero que, en realidad va hacia algo mucho más amplio: la clase trabajadora y los sectores populares. Ser fascista hoy no requiere de los disimulos de antaño, cuando existían los comunistas. Hoy ser fascista y ultraliberal es la misma cosa.

El odio está sembrado. Ya solo falta que, tras sus generadores y difusores, sus cachorros, con una impunidad que no han conocido desde la muerte de Franco, se dediquen a limpiar su España.

No habrá excesivo problema en ello. La democrática policía de Marlaska es mayoritariamente de JUPOL, el sindicato fascista afín a VOX.

29 de julio de 2020

DIARIO DEL AÑO 1 DE LA PANDEMIA (1)


Por Marat

¿Se han fijado ustedes que ya no decimos coronavirus, que el término COVID-19 está en retirada y que ahora todos hablamos de “pandemia”?

El ser humano destaca por muchas cosas. Una de ellas es la estupidez gregaria de repetir los términos que se emiten desde el poder. El mediático, que es un poder eco del empresarial (los medios de comunicación y los emisores de bulos son empresas), ha fijado ya el término, al que los políticos del sistema capitalista (todos los que tienen representación electoral porque no la alcanzarían de otro modo) se han unido en Santa Alianza.  

Decir pandemia es ir normalizando la excepción que nace del nombre concreto y específico de un tipo de epidemia concreto: el coronavirus SARS-CoV-2 (COVID-19). Cuando la anomalía emerge hay una necesidad de nombrarla. Es la manera de acercarse a lo que es, a su naturaleza, de indagar en su etiología, buscando el modo de combatirla.

Cuando esto no es posible porque no se disponen de los recursos económicos, aunque hayan miles de millones dispuestos para salvar, pongamos por caso al sector del automóvil (3.750 millones), ni de los técnicos, como la Comunidad de Madrid para incorporar rastreadores de la COVID-19, cuando bastaría no más de 800 encuestadores, como siempre mal pagados, pero bien formados mediante un correcto briefing técnico para hacer el seguimiento de los contactos de un infectado pero se duda durante más de un mes si se debe imponer la obligación de llevar mascarilla, que no palía lo que no se haga en inversión preventiva en equipos y medios técnicos, para no afectar negativamente al sector de la hostelería y el ocio madrileños, es mejor hablar de pandemia que de coronavirus o de COVID-19. Son fieles seguidores de lo que se ocultaba bajo la expresión “nueva normalidad” que inventó el gobierno de la nación, sugiriendo lo que éste acabaría haciendo después: la doctrina Sinatra del “My way”  (a mi manera) para cada autonomía, sabiendo que cada una de ellas buscaría el beneficio economico de su clase empresarial (no importa quién gobierne. Todo gobierno bajo el capitalismo responde a la máxima de servir a la ganancia del capital) antes que la protección de la vida.

Hay quien pretende que la inacción del gobierno español, que tan bien respondió durante el Estado de Alarma, protegiendo antes la vida que el beneficio empresarial, es un modo de demostrar que la dirección del Estado contra “el bicho” era eficaz y que los que tanto le criticaron desde la oposición política en sus gobiernos autónomos iba a mostrarse ineficaz. Seguro que hay algo de eso pero no deja de ser un comportamiento criminal por pasividad.

Sin embargo, no es esa la razón profunda de la “nueva normalidad”, consistente en mezclar preocupación en los nuevos datos de rebrote de la COVID-19 con esta especie de “laissez faire” de la descoordinación. La real es que estamos ante la peor crisis económica, que pronto será social (ya aparecen signos de protesta de sectores de trabajadores afectados por los despidos y la nueva miseria que se les viene encima), del capitalismo que hayamos conocido desde el final la II Guerra Mundial. Y hay que levantar la economía, mueran los que mueran.

Hay que agradecer al Presidente Trump su sinceridad cuando afirmó que “hay que tomar una decisión. Perdemos miles y miles de personas todos los años por la gripe, pero no apagamos el país por eso. [Hoy, 29 de Julio de 2020, Estados Unidos suma ya 148.066 muertos por el coronavirus COVID-19]. En promedio mueren 37.000 personas al año. ¿Pueden creerlo? Perdemos muchas más personas por accidentes de tránsito, pero no llamamos a las compañías a decirles que dejen de hacer autos por eso. Tenemos que volver a trabajar”.

La derecha capitalista es siempre más cruda pero más sincera sobre los intereses que defiende que la izquierda, que siempre es capitalista desde su origen en la Revolución Francesa, cuando su marca su diferencial fue cuestionar el poder del rey de vetar las decisiones de la Asamblea Nacional, no rechazar el régimen de propiedad burgués que entonces emergía. Pero explicar que comunismo e izquierda son antagónicos es como intentar destruir un acorazado con un tenedor. Los conceptos pueden contener tal nivel de ceguera emocional que impiden cualquier reflexión histórica.

La izquierda europea se inclinará por Biden, como antes lo hizo con Obama, dejando de lado lo que ya sabe: que en el circo político del capital todos responden a su mismo credo, se llamen Trump, Biden, Obama, Casado, Abascal, Sánchez o Iglesias, que se traga una trirreme romana con los galeotes en pie y los remos en alto, con tal de seguir manteniendo su estatus de representante público del capital.

Nos están vendiendo una mentira indecente de “ayudas”, que no defensa de las necesidades vitales de la clase trabajadora ni de sus derechos, con la basura de 462 € (come, paga tu hipoteca o tu alquiler y el agua, luz y gas de tu hogar, sin hablar del resto de necesidades, con eso) del Ingreso Mínimo Vital y resulta que de los 600.000 que dice el Ministro de la Seguridad Social (SS), el que decía que había que separar las prestaciones no contributivas de las contributivas de la SS para asegurar su futuro, que lo han pedido se han quitado a la mitad de candidatos a cobrarlo de encima. Rechazos, personas que desisten por dificultad de comprender o llevar a cabo el proceso de petición de la ayuda, imposibilidad de ser atendido por el teléfono de contacto, negativa al anunciado derecho a cita previa,…. que ha dejado de ser un derecho ligado al trabajo y a las conquistas de la clase trabajadora. Sugiero, para entender lo que significa esta mentira que sustituye derechos por asistencialismo el siguiente enlace: https://encuentrocomunista.org/articles/comprender-el-ingreso-minimo-vital/

¿Les atienden en el SEPE? La oficina del paro, para entendernos. En Madrid ya están negando las citas previas para cualquier demanda, incluida la Renta Activa de Inserción (RAI) de la Comunidad de Madrid, como estará sucediendo en otras Comunidades Autónomas. Eso sí, si vuelves a pedir cita porque la negativa a tus derechos no aparece justificada en el correo electrónico que los funcionarios del SEPE te envían, te dejan claro que el medio para reclamar es pedir la cita que te impiden tener con ellos. Y son muy amables: acaban el correo con “un saludo”.

Quizá haya que seguir hablando de ello y seguramente este post no lo lea casi nadie y, si lo lee, se conforme con decir ¡qué cabrones!, en lugar de organizarse en defensa de los derechos que son pisoteados a muchos de nosotros que no queremos saber que somos parte de la clase que se traga lo que haga falta con tal de no tener problemas, la clase trabajadora.

De los trabajos que no están asegurados, no de los que son fundamentales para la continuidad de la actividad de las grandes empresas y de la administración, los que aparezcan como nuevas oportunidades, serán aún más crueles con tu necesidad de supervivencia y de respeto a tu dignidad. Entiendo por lo que pasas. Sé de ello. Pero no podría entender tu resignación.

No voy a hablar de los desgraciados, con o sin papeles, sobre los que hace una semana se cargaba la prueba de los nuevos infectados. Es gente que solo quiere sobrevivir. Lo indecente es que, atribuyendo al hacinamiento en su pernoctación, tras sus horas de sobreexplotados (sin contrato legal, mal pagados, con horas excesivas de trabajo, sin protección en sus condiciones de trabajo,…), esa gente que ha asegurado que tendríamos alimentos durante el confinamiento, sean ahora la oportunidad de abaratamiento de sus condiciones de vida para el empresario que los sobreexplota cuando se propone que ayuntamientos, comunidades autónomas , Estado y empresarios se repartan el coste de sus habitáculos. En Francia, incluso con Franco, nos trataban mejor a los españoles durante la vendimia.   

Ningún organismo les va a dar una cifra real de parados. Ya se han encargado desde el SEPE en impedir la cita para apuntarse al desempleo pero sospecho que estamos entre 4 y 5 millones parados reales, no de adscrit@s por aburrimiento. Entre ellos, muchos desesperados que tienen sus cuentas a cero.

Vivimos en un tiempo de propaganda. Quizá sea necesario que usted mire sobre su propia realidad y deje aparte sus simpatías políticas electorales, hoy tan pobres. Tal vez deba empezar a pensar por sí mismo sobre lo que se nos viene encima y sobre si ello tiene algo que ver con el sistema económico en el que vive.

Elige si prefieres ser un esclavo que llora y se queja en el bar o alguien que se da cuenta de que comparte con muchos su rabia social y cree, con ellos, que ya basta. Es hora de organizarse.

2 de noviembre de 2019

EXTINCIÓN PLANETARIA, DOMINACIÓN IDEOLÓGICA Y EMPOBRECIMIENTO DE LA CLASE TRABAJADORA


Por Marat

De entre los múltiples problemas que afectan al capitalismo actual -incremento exponencial de la deuda mundial, financiarización de la economía, guerra comercial, baja inversión en maquinaria y equipos en la industria manufacturera mundial, baja productividad, descenso del consumo, agotamiento del ciclo expansivo de los últimos años,...- el de las dificultades para colocar el beneficio en sectores productivos en los que la inversión sea lo bastante rentable para facilitar una acumulación de capital que eleve la ya declinante fase de crecimiento experimentada en los últimos años no es uno de los menores sino posiblemente el que esté teniendo una mayor importancia en el encadenamiento de esta nueva fase de la crisis capitalista. El propio Warren Buffet es un ejemplo de ello. Ésta es la tesis que el economista marxista Michael Roberts ha venido a sugerir en uno de sus recientes trabajos publicados en su interesante blog.

Aunque Roberts no explicita textualmente dicha “dificultad” sí que expone con claridad, como los índices PMI (Purchasing Manager´s Index o Índice de Gestor de Compras) vienen desde hace tiempo señalando la desaceleración económica mundial en la industria manufacturera (sin la cuál el sector financiero carece de otro objetivo que no sea la acumulación monetaria, ya que necesita materializarse en la producción a través de la inversión). Y tiende a generalizar este comportamiento a los principales sectores de la economía mundial. En una espiral-bucle malditos el dúo rentabilidad-inversión en la gran mayoría de los sectores productivos se retroalimenta, de modo que el descenso de la inversión capitalista, que es producto de la diferencia entre ganancias esperadas y ganancias obtenidas, acentúa el descenso de la rentabilidad del capital invertido. Dicho en términos marxistas clásicos, si la tasa de ganancia cae, el capital se vuelve conservador en cuanto a inversiones y tiende a reducirlas.

El problema subyacente muy probablemente sea que actualmente no existe un sector locomotora lo bastante potente como para tirar de la economía mundial en su conjunto, estimulando al resto de los sectores y favoreciendo una recuperación de la rentabilidad y de la inversión.

En los primeros años de la crisis capitalista se llevaron a cabo en los distintos países afectados por la misma políticas de contracción del gasto público, con fuertes recortes de salarios indirectos (gastos sanitarios y en educación pública) una congelación de los diferidos (pensiones), además de los recortes salariales (salario directo) como forma de frenar lo que el capital entiende como gasto improductivo, en el sentido de que no le genera rentabilidad. La estrategia subsiguiente del capital fue la de entrar en los sectores que quedaban parcialmente abandonados por lo público (sanidad, educación, pensiones, dependencia,...) para conquistarlos para el mercado. El éxito ha sido parcial, dado que el empobrecimiento de amplias capas de la población (clase trabajadora) a causa del desempleo, los bajos salarios o la pérdida de cobertura pública no permitía a una importante parte de la ciudadanía pagarse servicios privados.

El breve lapso de tiempo de la fase de recuperación de la economía mundial, a partir del primer trimestre de 2016 fue debido a una combinación de factores: la intervención de los bancos centrales de EEUU y la UE inyectando ingentes cantidades en la economía, el papel de China en el mercado mundial, un moderado incremento del consumo, la desaparición de una parte de las empresas menos competitivas, favoreciendo la concentración del capital y la contención de los costes fijos de producción, fundamentalmente los salarios, que experimentaron crecimientos muy limitados.

Pero esta recuperación tenía necesariamente que sufrir sus propios límites. Junto con una deuda mundial que seguía creciendo y que afectaba tanto a las empresas como a las familias, el consumo continuaba siendo globalmente insuficiente para una recuperación sostenida (lo drenaban el paro, la contención salarial y el empobrecimiento de importantes sectores de la población) y la inversión de capital en equipos era insuficiente para garantizar una ganancia a largo plazo. Los sectores que habían sostenido el consumo eran fundamentalmente los manufactureros (donde el automóvil era un sector clave) y de los servicios (TIC, ocio) y, secundariamente el inmobiliario.

Sorprendentemente nada nuevo aparecía en el horizonte de los sectores estratégicos para salir de una crisis del capitalismo que desde 1973 demuestra tener un carácter estructural, debido a la aceleración histórica con la que se producen una acumulación de crisis crecientemente más prolongadas, de alcance más mundial y de períodos de recuperación cada vez más cortos.

Cuando nada nuevo aparece como “solución” a una crisis de modelo de acumulación capitalista, cuando la financiarización se ha encontrado con los límites evidentes de un capital flotante, que no encuentra sectores productivos lo bastante dinámicos y regeneradores sobre los que aterrizar y que le permitan una valorización del mismo con pulso fuerte y sostenido, el capitalismo tiene un problema serio.

Y aquí es donde aparece la amenaza del apocalipsis antropocénico como gran justificación ideológica de una nueva revolución energética, de los transportes y su concepción del uso, industrial y postindustrial. En definitiva, una nueva era dorada para el capitalismo en el que tanto las infraestructuras de la producción y la distribución, así como las energías que la harán posible y el propio diseño de los transportes se verán afectados.

Si la revolución industrial del siglo XIX fue el mayor cambio histórico, social, económico y cultural desde el Neolítico, el proyecto de revolución energética, de los transportes, industrial y postindustrial pretende ser la transformación más importante de la historia humana. Veremos si lo logra.

En cualquier caso, para poner en marcha este objetivo de Gran Transformación el capitalismo necesitará de ingentes cantidades de ayuda pública de los Estados, inversiones en infraestructuras, subvenciones a las empresas “sostenibles” y de energías renovables, enormes gastos en comunicación institucional destinados a crear conciencia medioambiental, incentivos económicos a las empresas del automóvil que apuesten de forma decidida por el hidrógeno y la electricidad como medios motores, ayudas a la transformación de las empresas hacia equipos y formas de producción menos contaminantes, subvenciones a las familias para facilitar el ahorro energético en los hogares, sistemas de reciclaje más efectivo de los residuos, etc., etc.

Esos costes serán imputados antes a los ciudadanos que a las empresas y a las grandes fortunas. Bajo la lógica de que el respeto medioambiental debe equilibrarse con un funcionamiento eficaz de la economía, se pedirá a las clases más desfavorecidas crecientes y mayores sacrificios que durante la fase anterior de la crisis capitalista para salvar al Planeta, a la especie humana y las ballenas jorobadas. Así ha sido siempre y nada, ni la amenaza del Armagedón, va a cambiar esta pauta.

Pero los proyectos de la gran transformación capitalista no se detienen ahí. Con la amenaza de la emergencia climática se pretende cambiar los hábitos alimentarios de toda una civilización. Se culpa a los ganaderos y a los seres humanos omnívoros de las talas de árboles y destrucción de suelos en beneficio de la expansión de la ganadería. No se dice que las grandes corporaciones productos agrícolas obtendrían mayor beneficio con una alimentación basada sólo en verduras, hortalizas y frutas que los que obtendrían las grandes corporaciones de la carne. De lo que se trata es del mayor beneficio posible y no debe haber límites al objetivo de la acumulación capitalista. Una agricultura que nos presentan como permacultura respetuosa con el medio ambiente acabará por ser agricultura extensiva a la vez que intensiva, que empobrecerá tierras y destruirá bosques y selvas tropicales, aún más que los depredadores madereros en busca del beneficio.

En ese contexto, las deterioradas mentes que acusan de asesinos a quienes consumen carne y de que comer huevos es ser cómplice de las “violaciones que cometen los gallos contra las gallinas son las fuerzas de choque de negocios mucho más avispados . En tiempos de imbéciles las afirmaciones más idiotas tienen su razón de ser

Cuando los argumentos racionales sobre la posible hecatombe mundial debido al cambio climático se sustentan, antes que sobre sí mismos, sobre las emociones, pocas posibilidades de abrir otro debate sobre manipulación ideológica, pongamos por caso, o sobre quién pagará el coste de la Gran Transformación, pongamos también, carecen de posibilidades; lo que no significa que no deba enunciarse y hasta denunciarse el juego sucio que hay tras la apariencia de humanismo y lucha por la supervivencia de la especie. Cuando se ponen por delante a menores como Greta Thunberg, los escolares de medio mundo y a los niños cantores de Viena si es necesario, está claro que se está apelando antes a los sentimientos que a la razón y que cuando se hace esto se está practicando un juego de filibusterismo político digno de mejor causa destinado a infantilizar mentes supuestamente más adultas.

Todos los medios de comunicación un día sí y todos los demás también presentan escenarios de futuro dantescos, redenominan a las sempiternas gotas frías con nuevas nomenclaturas para hacerlas pasar como nuevos fenómenos (DANA) y a los viejos huracanes y ciclones como nuevos heraldos de la catástrofe climática que se avecina. Buscan la intimidación que remueva conciencias o que anule la capacidad crítica ante la Gran Transformación salvadora. Y si ello no fuera suficiente culpabilizan como criminal al que no recicla -todo porque el negocio de nuestra basura enriquezca cada vez más a empresas privadas como ECOENVES-, culpabilizan al consumidor que sigue empleando bolsas de plástico, aunque las grandes superficies que ahora se las venden, que no regalan, les entreguen kilómetros de papel con su ticket de compra y le interrogan sobre su huella de carbono. El culpable eres tú, consumidor, no el sistema capitalista en su conjunto, dentro del que 20 empresas generan el 35% de CO2 en todo el mundo. Y tú, disciplinadamente, asumes la culpa.

Entrar en la negación del cambio climático y de sus posibles efectos a nivel global o afirmarlo a partir de modelos predictivos y de efectos que estamos viendo en el presente de modo inmediato y sostener una u otra postura desde aprioris emocionales es la gran trampa a la que el capital pretende llevarnos para no abrir otro tipo de debate que es el de ¿quién va a pagar toda esta gran transformación, qué clases sociales van a verse beneficiadas por la misma y cuáles perjudicadas?

Los impuestos que sostengan la Gran Transformación energética, en los transportes y en la producción recaerán fundamentalmente en los sectores que no serán sus beneficiarios principales, sino que incluso serán excluidos de los mismos.

Vía Estado y mediante recaudación fiscal se financiará a los grandes inversores, a las industrias energéticas renovables y de la sostenibilidad, como antes se hizo con las eléctricas de generación no renovable, así como las nuevas infraestructuras, los equipos industriales, los servicios y los productos de uso individual que diseñen los fabricantes. la definición que hizo Marx del Estado bajo el capitalismo nunca ha sido tan cierta como ahora y eso que nunca dejo de serlo.

En la mesa redonda organizada por El Confidencial bajo el título Supervisar la lucha contra el cambio climático”, en la que han participado tanto personalidades del ámbito institucional (Ángel Estrada, director del Departamento de Estabilidad Financiera y Política Macroprudencial del Banco de España y Teresa Rodríguez Arias, coordinadora de Sostenibilidad de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), los cuáles no son propiamente Estado pero tienen gran influencia sobre él y sobre el gobierno de turno, del propio Estado (Ana García Barona, inspectora jefe del área de Regulación de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones), como del privado (José López-Tafall, director de Regulación de Acciona y Cristina Sánchez, directora ejecutiva de la Red Española del Pacto Mundial.

En dicha reunión se enfatizaron las necesidades legislación que favoreciese la puesta en práctica de la transición ecológica, los incentivos económicos públicos al proyecto, facilitar la adaptación del sector financiero a los riesgos de catástrofes (seguros), replanteándose el concepto de las coberturas, la gran oportunidad de negocio de la transición (“nuevos servicios valorados en una horquilla de entre 125 y 140 billones de dólares al año, según la OCDE, un punto y medio más del PIB mundial”) y la traslación al consumidor de los costes de dicha transición (“El consumidor tiene que entender que coger un avión tiene sus consecuencias y costes en polución y que es imposible viajar a París por 40 euros. Todos tenemos responsabilidad y si queremos que la Administración Pública invierta, los consumidores también tenemos que asumir un gasto”)

La rebelión de los chalecos amarillos, que reaccionaron contra la fuerte subida del diesel en Francia, nació de los sectores populares que intuyeron la amenaza que se cernía sobre ellos. En un país en el que el vehículo es la opción principal de desplazamiento entre la casa y el lugar de trabajo ante la deficiente estructura de los servicios de transporte público en las poblaciones alejadas de la metrópoli parisina, ellos dieron la primera voz de alarma de lo que se le viene encima a la clase trabajadora y los sectores populares.

La revuelta en Ecuador contra el Impuesto Verde a los carburantes implantado por el gobierno de Lenin Moreno -conviene recordar que fue Vicepresidente cuando el país estaba bajo la dirección de su predecesor, Rafael Correa-, que empobrecía aún más a los sectores sociales de rentas más bajas, ha sido el segundo toque de atención ante unas políticas medioambientales que redundarán en una mayor desigualdad social.
Vendrán muchas más.

El Green New Deal que promete un sector de la izquierda del Partido Demócrata de EEUU es, como en la era Roosvelt, una gran inversión en infraestructuras y una promesa de salvación, esta vez frente al Apocalipsis. Y es que la izquierda norteamericana, europea y mundial todo lo más lejos que llega en economía es a ser keynesiana. Hace 50 años que no les importa la clase trabajadora. No les les preocupa lo más mínimo el abandono de ella que hicieron con su discurso transversal (gais, lesbianas, afroamericanos,...). Les queda la promesa de una salvación, tan propia de la sectas protestantes norteamericanas y a su sistema económico un pelotazo económico descomunal.

Bajo su aparente discurso anticapitalista solo queda la idea de que el dinero de los impuestos de los trabajadores norteamericanos vuelva a ser puesto al servicio del capital. Ahora bajo la apariencia de salvar al mundo. Cosas que hacen los progres.

El gurú y asesor de gobiernos de derechas y de izquierdas (tanto monta, monta tanto), Jeremy Rifkin anuncia que el colapso del petróleo se producirá exactamente en 2028, sin aclarar con datos concretos en qué se basa para una afirmación tan específica a fecha exacta, mientras afirma que la tecnología y el “mercado” (el capitalismo, para hablar claro, ese que es el causante los males que ahora nos amenazan) serán los que nos salven de la extinción planetaria. Y, consciente de que la transición ecológica generará desigualdad y pobreza, propone impuestos al carbono cuyo montante líquido sería transferido a las familias más pobres para gastos en alimentación y transportes. He ahí la propuesta con la que, según señala, no se hubiera producido el movimiento de los chalecos amarillos en Francia.

Hay una mezcla de indefinición calculada y de falsa ingenuidad en sus propuestas.

Rifkin no aclara si el impuesto al carbono se aplicará a las empresas energéticas que lo consumen, a las corporaciones industriales y de servicios que utilizan energías que lo generan o al consumidor final. Parece obvio que la tendencia dominante va por el segundo caso y no por los dos primeros, especialmente en un mundo en el que las empresas energéticas y las grandes corporaciones industriales y de servicios ponen gobiernos amigos y quitan a aquellos que pretenden que el gasto social (que para ellos es simplemente gasto que no les reporta beneficios), que las administraciones públicas recortan y solo podrían llevar a cabo vía fiscal, recaiga sobre sus espaldas.

Una cosa es la propaganda política, en el peor sentido del término, y otra muy distinta lo que los hechos reales demuestran.

Veamos un ejemplo concreto.

A partir del 1 de Enero de 2020, apenas dentro de 2 meses, el Consejo Metropolitano de Barcelona, presidido por la alcaldesa progre filopodemita Ada Colau aplicará una tasa de 2 euros diarios a los vehículos que carezcan del distintivo medioambiental de la Dirección General de Tráfico (DGT) si quieren circular un día laborable entre las 7 y las 20 horas por la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) del área de las Rondas de Barcelona. Ello tras darse de alta en la base de datos del Registro Metropolitano y lograr la autorización para circular por dicho ámbito.

Los vehículos sin etiquetas medioambientales son, en la mayoría de los casos, los más antiguos, según el tipo de carburante, de antes de 2001 o de 2004 ó 2006. Son los que no pueden circular, por ejemplo por Madrid Central y que tienen determinadas restricciones de uso cuando se activen determinados protocolos de alta contaminación. Son vehículos destinados al achatarramiento y la prohibición de circular en cualquier zona a partir de 2025.

Es indiscutible que hay que avanzar hacia medios de transporte menos contaminantes. También lo es que se hace necesario potenciar el transporte público como medio privilegiado urbano. Pero limitarse a estas afirmaciones sin profundizar más allá es convertir las mismas en mera consigna simplista, requisito imprescindible para la manipulación y la demagogia.

Si exceptuamos a los usuarios que tienen un aprecio especial a su viejo coche, a los que lo conservan en un estado magnífico y a los tacaños que estiran su vida por encima de lo que dicta la lógica, cabe deducir, sin demasiado riesgo de equivocarse, que quienes mantienen su viejo vehículo lo hacen porque no pueden permitirse uno nuevo, mucho menos uno eléctrico, cuyo precio oscila entre 12.000 y 14.000 euros más que otro de gasolina o diesel de su misma gama.

Hablamos, por tanto, de que la nueva tasa de la señora Colau se aplicará sobre todo a personas y familias de rentas bajas, a clases trabajadoras y a autónomos, que emplean sus vehículos para su trabajo.

Si usted vive en una gran ciudad verá el gran número de furgonetas pequeñas y medianas antiguas que circulan por ella. Se trata de autónomos de rentas bajas, frecuentemente con situaciones no muy por encima de la supervivencia económica, que no pueden permitirse el lujo de comprar lo que los ridículos afectados llaman vehículos “eco-friendly”.

Afortunadamente, la progre alcaldesa de Barcelona ha pensado, al estilo de la vieja caridad de los conventos, en los límites que excluyen el pago de la tasa de 2 euros diarios a los carentes de la pegatina de la DGT. Los afortunados beneficiarios de tal generoso dispendio en la gratuidad de las autorizaciones serán quienes tengan una renta inferior al Iprem, por debajo de los 538 euros, más un 10% del Iprem vigente. Es decir, lograrán dicho “privilegio” quienes estén por debajo en un más de un tercio de sus ingresos del salario mínimo interprofesional. Por ahí deben de andar quienes están por debajo del umbral de pobreza. Fastuosas políticas de igualdad para “la gente”.

Lo que hoy parece “cool” y moderno, como es el desplazamiento en monopatines, skates eléctricos, bicicletas eléctricas y normales y los cien artilugios de entorpecimiento del tráfico urbano, que demuestran su más elemental falta de respeto a las reglas del tráfico (calzadas) y del tránsito de los viandantes (aceras), es la vía de cambio hacia la pérdida del medio automovilístico por la clase trabajadora. La no tan vieja imagen de los chinos en bicicleta dejará de ser una estampa idílica para volver a convertirse, como ya lo es, de nuevo, la tartera en la realidad cotidiana de muchos trabajadores que se desplazan hacia sus empleos desde lugares en los que el transporte público sigue sin llegar.

Si usted cree que los costes sociales de la transición ecológica se limitan ala automoción se equivoca de lleno.

Baste algunos ejemplos para aclarar de qué estamos hablando:
  • En el período de transición ecológica se impondrán tasas al consumo de energía eléctrica sucia (procedente de las centrales de ciclo combinado y de la energía nuclear). Si a las comercializadoras y productoras de energía eléctrica se les aplicase esa tasa, esa repercutiría sobre los consumidores. Evidentemente a las rentas altas y medias ello no les supondrá mucho pero a las familias de rentas bajas de clase trabajadora les golpeará directamente.
  • La implantación de sistemas de ahorro energético tanto en los hogares (evitar fugas de calor, electrodomésticos ecológicamente más sostenibles, eficaces y ecológicos, encarecimiento del gas ciudad para calefacciones, sensores para ahorro de consumo de agua caliente, sensores y termostatos para controlar la temperatura ambiental del hogar en verano e invierno...) como en las comunidades de vecinos (aislantes en las fachadas, implantación de placas solares y fotovoltáicas,...) supondrán un dispendio para muchas familias de clase trabajadora no asumibles. Y los ayuntamientos y comunidades autónomas están lo bastante endeudados como para no asumir importantes niveles de subvenciones. Prepárense las comunidades de vecinos para derramas en cascada.
  • El servicio del agua en los hogares se encarecerá, dado que bajo el argumento de la desertización y el calentamiento global, los recursos hídricos disminuirán. No es previsible que los años de elevada publiometría el coste del agua disminuya en la misma proporción en la que crezca en los años de sequía.
  • Conviene preguntarse hasta qué punto el discurso de una secta tan extravagante y totalitaria como la vegana y animalista no es sino la voz regada de recursos económicos para justificar ideológicamente el abandono de la carne y el pescado por parte de un creciente número de familias. Baste la cifra de que 100.000 castellano-manchegos no pueden permitirse comprar carne ni pescado y que 3,6% no puede comer carne, pollo o pescado cada dos días para que sea posible entender el creciente protagonismo mediático que se está concediendo a quienes defienden extravagancias como la denuncia de que comer huevos es ser cómplice de las “violaciones” de las gallinas por los gallos o las vigilias veganas que dan el último adiós a los cerdos que van al matadero. Quizá se trate de una nueva religión de la renuncia basada en convencer a quienes no pueden comer siquiera panga o pollo de que son asesinos si lo hacen. Si no te conformas con tu destino eres antiespecista hoy, ayer anticristiano.

El efecto de depauperación de amplias masas de población será aún más grave en los países emergentes y en los del tercer mundo. Al tratarse de sociedades con un menor nivel de capacidad de implantación de tecnologías caras y con amplísimos sectores populares de rentas muy bajas, el desfase tecnológico les condenará a unos impactos del cambio climático más devastadores y, muy probablemente, a tener que ser los consumidores de las tecnologías, transportes e infraestructuras que desechen los países centrales del capitalismo, en consonancia con la vieja práctica de los países más ricos de comprar a los más pobres su cuota de contaminación o de que estos acaben siendo los vertederos del desarrollo capitalista mundial.

Asistimos a una gran transformación del capitalismo en la que bajo la coacción del apocalíptico fin del mundo se impone a una clase trabajadora desideologizada y desorganizada una nueva vuelta de tuerca a la dictadura de clase de la burguesía.

Desafiar el relato hegemónico sostenido por la progresía y destinado a lograr una fase de recuperación de la tasa de acumulación hasta hoy no alcanzada es algo que se enfrenta a la incomprensión, la indiferencia o el rechazo de quienes carecen del sentido crítico necesario para entender que dichos cambios dejarán muchos millones de nuevos empobrecidos.

No se trata de poner en duda el hecho del cambio climático, ni la necesidad de frenar sus efectos, como tampoco de poner en marcha los medios que sean necesarios para paliarlos, pero lo cuestionable es el hecho de cómo la revolución energética y tecnológica que conllevará se dejará muchos millones de seres humanos por el camino, los cuales no podrán afrontar los costes económicos que ambas representan. Y si cabe alguna duda sobre que ello será así, las palabras cargadas de chantaje y de falsa dualidad de Rifkin lo aclaran: “¿Cómo puede haber otras prioridades cuando nos acercamos a la extinción?” Todos los objetivos supeditados a uno solo: que la salvación del planeta enriquezca aún más al capital, con el dinero de todos vía impuestos (que saldrán principalmente de los bolsillos de las clases trabajadoras, como siempre ha sido), financiación y legislación que imponga los cambios.

Lo mismo que la crisis capitalista la genera el propio capitalismo, la emergencia climática la ha generado un sistema económico depredador y contaminante del medio ambiente, un sistema para el que el beneficio es el único y sagrado deber. Es al capital al que debiera corresponderle pagar los platos rotos. Es a las grandes fortunas de la industria y los servicios, a las grandes corporaciones a las que habría que aplicarles los impuestos para que pagasen la necesaria transición ecológica.

Pero parece que no irán por ahí los tiros. Bajo el capitalismo no existe gobierno, del color que sea, que se enfrente a los objetivos de acumulación y ganancia del capital. Será el Estado, con nuestros impuestos, los de todos los ciudadanos, fundamentalmente con los de la clase trabajadora, el que financie el proceso de transición ecológica, cree estímulos fiscales e infraestructuras, avale a las grandes corporaciones industriales y de servicios implicadas en el nuevo gran negocio y compense sus pérdidas. Eso, y no otra cosa, es el Green New Deal, que tanto promueven Alexandria Ocasio y otros progres del Partido Demócrata. Hablan también de vincular la lucha contra el cambio climático a la lucha contra la pobreza y a sistemas de protección que compensen el desempleo que aparecerá con las empresas energéticas y contaminantes que desaparecerán. Pero lo mismo que es dudoso que desaparezcan hasta que dejen de producir suficiente beneficio, es mucho más dudoso que ese nuevo Estado del Bienestar que parecería promoverse con el Green New Deal no fuera otra cosa que dar con una mano lo que se quita con otra a las clases trabajadoras, pues, no nos engañemos, serán ellas quienes carguen con la enorme partida fiscal. Eso sin contar con que el apoyo del Estado a este “capitalismo verde” traerá un mayor gigantismo corporativo y concentración del capital. Ya ya sabemos cómo le va a la clase trabajadora cuanto más fuerte es el capital. En realidad, ese “renacimiento del welfarismo no es sino la zanahoria, el gancho con el que los progres buscan convencer a su clientela electoral de que sean ella quien pague la fiesta pero sin decírselo abiertamente. Este y no otro es el papel de la izquierda.

Defender el planeta en esta hora de enésima fase de la crisis capitalista que viene prologándose por más de cuatro decenios (crisis de 1973) no puede continuar siendo una razón para que los trabajadores continuemos siendo golpeados. Salvo que necesitemos muchos más golpes para despertar.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Agradezco a uno de los habituales seguidores de mi blog (Hartmann) un comentario a un texto mío anterior, en el que abordé de pasada esta cuestión. Sus reflexiones sobre el modo en el que la estrategia global de transición ecológica -no olvidemos, de energías, infraestructuras, transporte, industria, servicios y, muy importante, ideológica) afectarán negativamente a las condiciones de vida de la clase trabajadora, bajo la coartada de frenar el cambio climático o, no es contradictorio, para “adaptarse” a él, me han sido de gran ayuda para desarrollar el presente artículo.

11 de mayo de 2015

LA FARSA POLÍTICA ESPAÑOLA Y SU CIRCO ELECTORAL

Por Marat
1.-Algunas pinceladas respecto al bazar político español: 
"Toda la vida en las sociedades donde rigen las condiciones modernas de producción se manifiesta como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que antes se vivía directamente, se aleja ahora en una representación." (Guy Debord. “La sociedad del espectáculo”)

Una sociedad en la que el tiempo y la distancia respecto a los acontecimientos, como medios necesarios para la reflexión, ha sido sustituida por la inmediatez, el titular y el tuit es ya una sociedad posthistórica, una sociedad que ha perdido la capacidad de producir sentido/significado, y la conciencia de necesidad del mismo, para ser sustituida por una emisión constante de estímulos en forma de significantes performativos. El signo político como unión entre significado y significante hace mucho que ha dejado de operar porque los significados ya no existen y no hay referentes anclados en la realidad a los que remitirse.

La muerte de la política se manifiesta en la constante reproducción de la realidad social como mera representación teatralizada de sí misma. El show político es un constante realitiy al que cada vez más se le ve más la maquinaria infernal de la tramoya. Sin embargo, y a pesar de la creciente conciencia de pura simulación de la realidad en el escenario político, el sistema aún funciona porque ya no existe un enemigo real que le sustituya. La carcasa vacía que constituye hoy el parlamentarismo y la representación política se parece mucho a esa sensación de verdad-mentira que se expresa en la idea de guerra permanente entre los tres superestados -Eurasia, Oceanía y Estasia- de la novela de Orwell "1984". Sea o no cierta, en la medida en que una novela de ficción pueda contener "verdad", la existencia de esa guerra mundializada, uno no deja de tener la sensación de que es todo un inmenso espejismo, una telerrealidad representada ante un público/población para justificar la dictadura del Gran Hermano. Esta tendencia hacia el simulacro y la sociedad del espectáculo es una realidad innegable en el mundo actual en el que vivimos.

La banalización de la realidad social, el entrelazado de la exhibición de la desigualdad con el entretenimiento más alienante, la morbosa presentación de dolor ajeno, producto de esa desigualdad, junto con la presentación de recetas a cuál más falsa, inútil y tramposa para “mitigarlo”, que no erradicarlo, es parte del simulacro político. Todas las facciones que admiten la mentira del circo parlamentario como espacio de la acción participan de esa gran patraña, con la necesaria diferencia, para que parezca que hay disputa, de que unas bendicen el mecanismo económico del sistema y otras pretenden hacer creer a las víctimas del capitalismo que les mueve un espíritu humanista, una empatía con su aflicción y hasta, algunos, en el colmo de un fingido candor, un deseo de emancipación.

El capitalismo en su etapa senil se niega a erradicar la injusticia social, la pobreza y la explotación del ser humano. En su loca carrera hacia la supervivencia del más fuerte, sólo la concentración de la riqueza, nacida de la actividad económica y especulativa, es su horizonte. Una perspectiva que ya no planifica en el tiempo el crecimiento ni el desarrollo de las sociedades humanas como base de su expansión sino que se limita a intentar la conservación el mayor tiempo posible del actual “status quo”

Puesto que no puede ni pretende resolver sus contradicciones fundamentales, el capitalismo necesita del espectáculo, la representación teatralizada de nuevos jalones de la mentira que oculte que la pobreza de amplias capas de la clase trabajadora y la ausencia vital de posibilidades para sus vidas es la única realidad tangible.

En ese proceso hacia la falaz construcción de un trampantojo que esconda nuestra existencia nacional y colectiva real, los señuelos que el capitalismo patrio envía a los golpeados por la crisis para mandarlos a combatir contra molinos de viento han jugado un papel fundamental: lograr que la rabia colectiva quedase atrapada en el Mar de los Sargazos de un supuesto reformismo regenerador de la nada, de un bucle permanente hacia el descubrimiento de sucesivas “alternativas” políticas que son un camino tan cegado como la vagina de una sirena. Es el mismo que desde que la clase trabajadora existe ha sido puesto en marcha por el poder del capital en cada momento en el que su crisis le ha azotado de un modo especialmente virulento.

La trampa más perfecta que ha construido el capitalismo a lo largo de su historia ha sido el parlamentarismo. El “civilizado” ring de un combate inexistente en el que las reglas del juego parlamentario exigen la aceptación de condiciones que niegan la posibilidad de derribar el sistema económico en el que se asienta, si no es mediante una mayoría parlamentaria que no puede obtenerse porque el chantaje y la violencia latente o manifiesta del poder económico sobre la representación del “poder popular” lo impide. Y si esa mayoría parlamentaria llegase a producirse, el sistema tiene ya establecidas sus fórmulas para que nada cambie.

Marx, Lenin, Rosa Luxemburgo y otros revolucionarios admitieron que los parlamentos burgueses debían ser empleados como trincheras desde las que hacer resonar la denuncia tanto frente a la hipocresía burguesa como a la reformista de una “democracia” formal opuesta a las necesidades reales de la clase trabajadora. Ello no les impidió denunciar el “cretinismo parlamentario” que tendía a olvidarse de que la razón de ser primordial de una organización revolucionaria estaba en la lucha extraparlamentaria y, en muchos casos, ilegal y clandestina. Algo que los reformistas de toda condición han “olvidado” para lograr la respetabilidad de los detentadores del poder capitalista.

En cualquier caso, no estaría de más recordar que han existido otros comunistas, algunos ignorados y despreciados por la propia historiografia oficial comunista, como es el caso de Amadeo Bordiga que planteó desde el II Congreso de la III Internacional una posición abstencionista respecto al parlamentarismo burgués, no exenta de argumentos sólidos que merecen ser discutidos. Para Bordiga, la labor parlamentaria tendía a absorber las energías y recursos del partido, conduciendo al abandono del trabajo de masas, convirtiendo a este en un engranaje de comités electorales centrados en la conexión con los “electores”. Por otro lado, Bordiga evidenciaba el modo en el que en la prensa burguesa sería desbaratado el intento del partido revolucionario de proyectar al exterior su actividad parlamentaria, al deformar aquella intencionadamente su mensaje. ¿Les suena?

Una visión mecanicista opondría ambas tesis, la leninista del “parlamentarismo revolucionario” y la abstencionista de Bordiga de un modo maniqueo y absoluto.

Creo que ese tipo de reduccionismos son simplistas y absurdos si olvidan los marcos históricos y las características de las sociedades en las que se producen.

Lenin tuvo razón al evocar su experiencia del “parlamentarismo revolucionario” en el contexto de la revolución rusa. La situación histórica era lo bastante explosiva, la crisis del régimen zarista era lo suficientemente madura y el partido bolchevique era sobradamente antagónico como para ser un elemento fulminante del parlamentarismo burgués.

Pero en 1920, año del II Congreso de la Internacional Comunista, tras el aplastamiento de las revoluciones húngara de Bela Kun y de la espartaquista alemana, la ola revolucionaria estaba agotándose en Europa, como así lo reconoció Lenin poco más tarde. Quizá en ese momento la crítica de Bordiga al “parlamentarismo revolucionario”, que apuntaba a los inicios de la socialdemocratización de los PPCC europeos, tuviera algún sentido, a pesar de que su llamada al abstencionismo pudiera incluso ser percibida, en un primer momento, como un salto en el vacío entre el bolchevismo y la nada.

Me pregunto si en un momento como el actual en el que el lamentable espectáculo de la farsa política española ha llegado a tales niveles de degradación y la evidencia de que no es posible reformar el capitalismo desde una perspectiva socialdemócrata – lo que nos ofrecen todas las opciones con posibilidades de gobierno es liberalismo o social-liberalismo descarnados y cínicos- no será un momento válido para volver a recuperar las tesis abstencionistas de Bordiga, mientras se intenta reflexionar sobre los necesarios pasos a dar para la reconstrucción de un discurso y de un instrumento emancipadores.

2.-Hablemos de política electoral: el rifirrafe Podemos vs Ciudadanos resucitará el viejo bipartidismo: 
Si volvemos sobre nuestra realidad nacional, encontramos que un amplio sector de nuestra sociedad está tan harto del gobierno antisocial del PP, de su política de recortes, del empobrecimiento de extensas capas sociales -con especial ruido entre las llamadas clases medias, mientras las trabajadoras continúan sin voz social ni política- que está dispuesto a “comprar” el falso relato “empoderado” de una salida de su situación ante la crisis que no va a producirse.

No se producirá porque la supuesta recuperación tiene los mismos pies de barro “burbujeante” que los años de esplendor -turismo, construcción y consumo- No se producirá porque gran parte del paro es ya estructural e irreparable. No se producirá porque los indicadores internacionales de la actividad económica mundial son pesimistas.

Y, fundamentalmente, no se producirá porque frente a 5 millones de parados, la transferencia más brutal que se recuerda de las rentas del trabajo a las del capital y el empobrecimiento galopante de amplios sectores de la sociedad española, el supuesto e indefinido discurso “constituyente” -que ya no se escucha- y “empoderado”, las reformas compasivas a la situación calamitosa de las familias, pomposamente llamadas “rescate ciudadano”, son pellizcos de monja que ni siquiera pinchan en la capa más superficial de la piel de un capitalismo absolutamente desigualitario y apenas aliviarán la situación de aquellas.

Esto sin contar que el ejemplo Syriza, en la que un Tsipras y Varoufakis “postureros”, improvisan dos discursos antagónicos que ponen de manifiesto el embuste de su mensaje supuestamente radical. Mientras en sus vuelos de Atenas a Bruselas redactan sus tácticas de negociadores comprensivos y sosegados con las instituciones europeas y los poderes fácticos, en sus vuelos de regreso hacia Grecia escriben los discursos de resistentes Leónidas a su ejército de espartanos en el paso de las Termópilas de la Toika. La estrategia es inconsistente porque deja ver con claridad que en la manga no llevan otra cosa que tácticas dilatorias sin auténtica voluntad de lucha frente al capital europeo. Sacar a relucir que una salida de Grecia del euro y su vuelta al dracma es una amenaza para la UE, porque el efecto de ello sobre la economía europea en forma de subida de los tipos de interés y de crisis financiera abriría el paso a formaciones de ultraderecha en Europa, carece de capacidad de presión real porque la realidad es que Bruselas y sus capitalistas hace tiempo que no se creen la amenaza, la ultraderecha europea ya existe y es fuerte y, lo más importante, ésta es el ejército de reserva político del capital.

Esa estrategia “antiausteridad” y de presión hacia un cambio de modelo de “salida de la crisis” esgrimida por la autodenominada “izquierda europea” (GÜE y PIE) y algún otro advenedizo "ni de izquierdas ni de derechas” está condenado al fracaso.

La derecha gobernante en la instituciones europeas concederá lo que ya esté dispuesta a conceder previamente y mantendrá, quizá ligeramente rebajadas, sus políticas de austeridad y desmonte del Estado del Bienestar. Su correlación de fuerzas se lo permite y lo hace, no por una cuestión de mera aritmética parlamentaria, sino precisamente porque el campo de batalla no excede ni un ápice de la legalidad institucional, el nivel de enfrentamiento está previamente restringido a una civilizada negociación por parte de esa llamada izquierda. 

En cuanto a sus desideologizados aliados, sus propuestas anticrisis o contracíclicas experimentan una contínua rebaja: del impago de la deuda a su "reestructuración" y de ésta a su "evaluación" y de la "renta básica" a la nada, acompañada por la aceptación de la enseñanza concertada, a la que han ido los recursos detraídos a la pública). La lucha de clases, desde el lado de los trabajadores, ha sido previamente desactivada por el reformismo sindical y político. 

Lo que se opone desde esas “izquierdas” y los empoderados que renuncian a ser izquierda es un supuesto antagonismo de intereses entre la llamada Troika y los “ciudadanos” en genérico (independientemente de la clase social, los intereses, el papel en la producción y la afectación o no de la crisis a cada uno de esos “ciudadanos”). Afirmar que Troika y capital, por un lado, y ciudadanos y clases populares y trabajadoras, por el otro, forman dúos sinónimos es simplemente una mentira porque la Troika no es sino el consejo de administración del capital pero no el capital mismo, que emplea de pantalla a dichas instituciones, y los ciudadanos son tanto los opresores como los oprimidos, los capitalistas como los trabajadores. El colmo de la desideologización es ese término espurio de "la gente", coleguismo expresivo carente de valor explicativo alguno y ajeno a cualquier referencia a la estructura social. La última pirueta de estos ilusionistas de saldo es la de haber pasado de la visión de lo colectivo a lo personal. Apelan a "las personas", lo que conecta con el planteamiento egoísta, insolidario e individual del "¿qué hay de lo mío?", desplazando del relato político el "nosotros", en lo que podría ser un guiño hacia un clientelismo político de nuevo tipo, el de los seguidores de "lo nuevo". 

El gran sarcasmo al que se enfrenta el reformismo ciudadanista es que ha acabado por nacer de él una marca electoral de futuro, Ciudadanos, que se apropia no sólo del concepto sino de la ideología subyacente a esta idea. Rehuir la lucha de clases es poner biombos a la realidad y muros protectores de los privilegios de los capitalistas, desviando las figuras reales en conflicto de intereses hacia un destino distinto a aquél en el que se encuentra el poder real: en el mundo de la producción y en las grandes corporaciones. Si se pretende combatir la desigualdad, disparar contra el intermediario del capital es poco menos que inútil porque a éste le basta con cambiar de recadero, como ya está haciendo al promover nuevas figuras políticas con similar función pero lenguaje aparentemente nuevo.

El papel de la llamada “izquierda europea” y de los partidos “empoderados” no es otro que, como el visir Iznogud, ser el califa en lugar del califa, recrear los nuevos Partidos Socialistas en lugar de los Partidos Socialistas aún vigentes. Pero el recorrido de esa operación es corto porque, en su versión más radical, acaba en la socialdemocracia -los partidos socialistas actuales son social-liberales, no socialdemocrátas- y el neokeynesianismo de la reformada socialdemocracia empoderada, en caso de ponerse en práctica, en el mejor de los casos será meramente coyuntural y el impacto de la inversión desde los Estados tendrá un efecto de creación de nuevas burbujas, al estar la economía mundial fuertemente financiarizada y el sector financiero desregulado. Las expectativas de crecimiento del 3% de la economía USA son a corto plazo (2 años), deben mucho no sólo al pasado “quantitative easing” sino a la anterior bajada del crudo, y al retorno a sus bajas tasas de paro que se producen dentro de un mercado en el que éstas siempre han sido bajas, incluso en períodos recesivos recientes en comparación con la UE y específicamente con la Europa Mediterránea. Por otro lado, la recuperación del consumo y del mercado minorista es en dicho país muy limitada.

Aunque la recuperación de la actividad económica, incluso en España, fuera más sostenida en el tiempo, la pérdida de derechos sociales y de protección a las clases trabajadoras sería ya irreversible dentro de los límites de reforma del sistema. Se ha configurado un nuevo sistema de recuperación de la tasa de beneficio del capital que implica un nuevo modelo de crecimiento sin Estado del Bienestar, o completamente jibarizado. La recuperación para lo público de los sectores privatizados sería imposible por el altísimo coste para los Estados que supondría la indemnización por expropiación de los sectores privados que entraron a saco en los servicios. Aquellos, los Estados, no podrían asumir el gasto público sin gravar de forma muy acusada a las rentas del capital y a las grandes familias. Ningún partido de izquierda reformista ni de formaciones ideológicamente amorfas estaría dispuesto a asumir el coste desestabilizador para sus gobiernos que ello supondría, salvo en el caso de que carezca de posibilidades reales de llegar al gobierno, en cuyo caso podría permitirse algunos brindis electorales al sol, si bien de carácter paulatinamente menguante ante la convicción de que para ganar votos hay que moderar las propuestas. ¿Les suena? 


Esto como respuesta a la primera parte del texto “La centralidad no es es el centro”, aparecida en el diario digital Público del “asaltacielos”, ahora presto a asaltar el centro y mañana...quizá la derecha, Pablo Iglesias. Se empieza de incendiario y se acaba de bombero...torero. Respecto al resquemor reflejado en dicho texto, por las veloces y voraces dentelladas de Ciudadanos al mercado electoral potencial podemita, volveremos más tarde.

Sin embargo, el capitalismo está siendo capaz de continuar vendiendo el mismo giro de la noria de la “ilusión” bajo formas que pueden parecer nuevas pero son tan viejas como el achacoso esquema de partidos de su caduco, pero aún con capacidad de generar espejismos, sistema burgués.

Al agotamiento del modelo modernizador felipista que acabó noqueado bajo la crisis de los años 80, pero con la apariencia de que eran principalmente los escándalos de sus 14 años de gobierno lo que le abatía, le sucedió el aznarato, que creó parte de las causas de la siguiente crisis económica nacional -el ladrillazo- y apareció desalojado del gobierno bajo el peso del Prestige, la guerra de Irak y el 11M. Le sucedió un zapaterismo ridículo, montado en una nueva cresta de la ola de falsa recuperación económica que abría de consumirse en la jactancia patética (recuerden la analogía de la  Champions League de Zapatero) de un Presidente insignificante que acababa con todas sus promesas. Ahora la pretendida recuperación, que sólo es una suma de bajas tasas de intereses, débil recuperación del consumo y división de cada puesto de trabajo en varios, es anulada como reclamo del voto por la difusión “urbi et orbe” de la corrupción galopante del actual gobierno. Su extenuación recuerda una más de tantas operaciones de recambio político como ha organizado el capitalismo español desde que en 1973 decidió elevar a los cielos la posibilidad de autoperpetuarse la dictadura con unos toques de maquillaje democrático y occidental.

La estrategia actual del capitalismo europeo y específicamente español respecto al supermercado de ofertas electorales varias no es otra que la de ganar tiempo. La indefinición respecto a cuál será la evolución de la crisis capitalista a medio plazo -si habrá o no recuperación real, con qué su alcance y capacidad de absorción del desempleo por el mercado de trabajo-, así como los efectos de dicha crisis a medio plazo sobre la estabilidad social y política en los países de la UE y en concreto en España -el reflujo de la movilización social puede ser coyuntural-, hace que el capital contemple la necesidad de disponer de diferentes opciones políticas a las que pueda echar mano cuando las actuales parecen quemadas (PP) o aún están en fase en restablecimiento (PSOE). El capitalismo español estaría contemplando y actuando en base a a la eventualidad de diferentes escenarios políticos posibles. En el momento político actual español estaríamos hablando de “disidencia política controlada” o de “regeneración”. Si se prefiere, de “refrescamiento” de las élites políticas nacionales.

En un primer escenario, al que llamaremos de cierta recuperación del crecimiento y de una parte del empleo (de baja calidad), los nuevos partidos -Podemos y Ciudadanos- han cumplido/están cumpliendo un papel de retención de voto que antes iba al PSOE y al PP, mientras se prepara un plan de remozamiento de los partidos antiguos mediante diversos toques cosméticos que consigan hacerles un adecuado “lifting” y los devuelvan con nuevos bríos al circo electoral. Nadie dé por acabados definitivamente a los viejos partidos porque esto, de momento, no es Grecia, ni parece que vaya a serlo a corto plazo, salvo nuevo cataclismo mundial.

La defenestración del mangante Rato y la renuncia de Griñan y Chaves a repetir electoralmente iría en esa dirección, seguramente complementada con una estrategia de “revelación” de todo o parte de los ya 715 nombres acogidos a la amnistía fiscal del Gobierno del PP e investigados actualmente, tras las municipales y autonómicas, si el resultado de éstas fuese demasiado negativo para el partido de Gobierno. Si las expectativas electorales así lo exigieran, se sacrificarían algunos peones políticos y de altos cargos de la administración, encausándoles, pero “dentro de un orden”, para generar la sensación de que el sistema político se "autodepura" para incrementar la confianza y lograr una cierta homeostasis.  Los empresarios que pudiera haber en dicha lista podrán seguramente seguir durmiendo tranquilos porque esto de la “regeneración” y la “transparencia” no va con ellos, faltaría más.

De momento, dentro del escenario 1, la foto fija preelectoral obtenida es la de un bipartidismo disminuido, con dos escuderos (Ciudadanos y Podemos) que flanquean su paso y cargan con la reserva de unos votos que, de no existir como sus depósitos temporales, hubieran podido acabar en la abstención o en otros partidos con un retorno probablemente más imprevisible.

Se dirá que el voto no es de nadie, salvo del que lo emite y que ningún partido puede arrogarse la propiedad del mismo de modo permanente. Muy cierto. Pero no lo es menos que Podemos hoy busca el voto desencantado del PSOE, tras haber estado a punto de acabar con el de IU, aunque antes pretendía recogerlo de todos lados, hasta que apareció Ciudadanos, que le cortó la expansión de "partido todoterreno". Mientras, su nuevo competidor naranja pretende, en primer lugar, captar el voto errante del PP, aunque también lo hace del PSOE y del propio Podemos.

Y habrá quien afirme que ello no enfeuda a las dos nuevas formaciones al PP y al PSOE y que muy bien podrían acabar sustituyéndoles. Cierto que todo fluye y nada permanece atado a un supuesto determinismo que dicte que las cosas son perennes pero Podemos y Ciudadanos son mucho más producto de un marketing comunicacional ajeno, el de los medios del capital, que de méritos propios y que esos mismos medios del capital regulan la velocidad de subida de los respectivos soufflés y también su bajada. 

Ahora que se ha puesto de moda recurrir a la analogía bélica de la "guerra ralámpago" (blitzkrieg) de la Wehrmacht para hablar de los rápidos ascensos en la expectativa de voto de "lo nuevo", suele "olvidarse" que este planteamiento tiene sus inconvenientes, siendo el primero de ellos el de que para funcionar como estrategia requiere de una debilidad absoluta del "enemigo", ese término del ideólogo nacionalsocialista Carl Schmitt tan del gusto de los señores Iglesias y Monedero, en una situación de crisis sistémica tal que lo acerque a una situación  de prederrumbe (la Rusia prerrevolucionaria de la I G.M.). Esto representa mucho más que una crisis económica, política e incluso cultural y moral. De no ser así, el llamado enemigo reacciona. Por otro lado, la blitzkrieg no funciona bien en una situación de parlamentarismo fuertemente asentado (incluso si existe un grado alto de cuestionamiento de la representación que, al final, no es tanto de ella como de las figuras que lo conforman) y con varias convocatorias electorales muy cercanas entre sí (europeas, autonómicas y municipales y nacionales) porque obliga a un constante reajuste de las tácticas que jalonan la estrategia general. De ahí la constante rebaja programática de Podemos, en cuanto ha encontrado resistencias mediáticas y políticas a sus propuestas iniciales. Al final, la guerra relámpago de Podemos puede que se haya encontrado con el "general invierno", aunque sea en primavera, y sus tropas se encuentren atrapadas en el barro. 

Hasta el propio Podemos admite el estancamiento de su ascenso electoral, cuando en realidad se deshincha velozmente y no por su frenazo en las elecciones andaluzas sino por efecto de sus propias contradicciones internas, un rápido deterioro de la marca que lleva a su descrédito y, de modo importante, una menor pleitesía comunicativa en medios que antes les eran muy proclives y que pronto han encontrado un nuevo juguete en Ciudadanos. 

El ascenso y descenso de Podemos como proceso artificialmente generado se confirma retrospectivamente cuando se observa que el meteórico escalamiento de Ciudadanos ha experimentado el mismo mecanismo de proyección mediática de un holograma con escaso cuerpo real previo como partido. La duda estriba no en que a Ciudadanos le suceda lo mismo sino en cuánto tiempo se producirá el desinfle respecto al tiempo tardado por Podemos. En el caso de Ciudadanos, una marca de derecha ultraliberal con algunas pinceladas "progresistas", su desinfle podría venir de su oportunismo táctico que pudiera plasmarse en alianzas de "geometría variable" (aquí con el PP, allí con el PSOE). Es cierto que la consigna de todos contra el PP le favorece pero la mayor parte de sus votos provienen de ese espectro ideológico. Veremos qué sucede en Andalucía tras el 24- nacional.

De cualquier forma, el sistema de producción en serie de partidos políticos está ya establecido. Se empieza inventando una marca y luego los medios harán el resto. La necesidad social de gregarismo bajo el que ampararse en tiempos de incertidumbre y la ambición de otros por hacer carrera política acabarán por poner la base social de votantes y afiliados. Del mismo modo, los que hoy llegan mañana se irán, buena parte de ellos a las organizaciones previas de las que venían, incluida una IU cuya anunciada muerte creo demasiado arriesgada. Es el camino de ida y vuelta de los arribistas y de quienes buscan un cementerio de los elefantes en el que reposar. Hoy y ayer. He aquí un ejemplo.

La difusión amplificada comunicacionalmente de las encuestas preelectorales dirigirán el voto de personalidades “oportunistas” que juegan a caballo ganador, como sucede con los grandes equipos de fútbol, que logran una prima de seguidores sólo por liderar la liga, de sujetos con limitado criterio crítico y propio, de defraudados por otras opciones electorales y de quienes ante una situación de cataclismo, como es el actual empobrecimiento de amplias capas de la población española por las políticas del PSOE primero y del PP después, creen que cualquier cosa nueva es infinitamente mejor que la vieja. Olvidan que el auténtico poder, el económico no se presenta a las elecciones, que no se le tuerce el brazo ni se le condiciona desde las administraciones y que si se tiene alguna posibilidad de tocar gobierno es porque se ha pactado previamente con aquél los límites de la política "alternativa". Mismos o muy parecidos perros con collares menos diferentes de lo que a simple vista parece.

En otro orden de cosas, es llamativo que el lenguaje “regeneracionista” o de transparencia de Podemos (los elementos “progresivos” de su programa político, que no debe confundirse con el de cada coyuntura electoral, son mero excipiente para contentar a su supuesto sector izquierda), tan coincidente de fondo con el de Ciudadanos, se haya ido quedando en una denuncia, sin más, de la corrupción pepera y "socialista" (básicamente en el caso de los ERES de Andalucía). Pareciera que la denuncia de la corrupción vaya liquidando paulatinamente el eje central del relato político de ambas formaciones hasta el punto de dar la impresión de que hay una huida hacia delante del tipo “echemos a estos del PP -el discurso antiPPSOE va desapareciendo rápidamente para quedar, en el caso de Podemos, en mera retórica antiPP- y luego ya veremos qué hacemos”. La ambición de cargo devora toda pulsión mínimamente reformista, por pequeña y sistémica que ésta sea. 

Recuperemos el aludido artículo de Pablo Iglesias en el panfleto digital Público. Sobre él cabe extraer dos conclusiones fundamentales:
  • La primera, que Pablo Iglesias pretende volver por dónde Zapatero pretendió hacerlo en su día: la recuperación del relato “socialdemócrata” como antídoto contra las consecuencias sociales de la austeridad.
PERO
    Se olvida del “pequeño detalle” de explicar porqué su admirado Zapatero (“referente mundial de la izquierda” en palabras suyas) pegó un giro a la derecha social-liberal primero y abiertamente liberal después. Cuando el capital dice “salta”, y en esta crisis lo ha dicho alto, claro y muchas veces, los gobiernos y quienes aspiran a llegar a ellos se tiran desde el trampolín más alto, ellos y a todo un país tras ellos. El recurso a la acusación de traición es muy pobre, demasiado manido y denota gran pereza intelectual. La realidad es que los gobiernos de las democracias burguesas carecen de mecanismos para afrontar el chantaje del capital y su atonomía frente al Estado. Esa y no otra ha sido la causa de que la socialdemocracia haya dejado de serlo. En cada crisis capitalista se ha ido dejando jirones de una identidad que, después de todo, se basaba en el pacto social con el capital, pues la socialdemocracia es eso en esencia: pacto social. 
  • La segunda, que la desolación por el golpe tremendo que han sufrido las aspiraciones de Podemos a alcanzar el gobierno a manos de la aparición de Ciudadanos pone en evidencia que hay mucha más similitud ideológica entre ambos partidos de lo que el señor Iglesias está dispuesto a admitir. 
    Por mucho que Pablo Iglesias se empeñe en que Ciudadanos es el "recambio"  o el plan renove del PP y que Podemos es “el cambio” (expresión del PSOE en 1982), lo cierto es que cuando sabemos que Podemos se plantea cómo meter la bandera rojigualda (la monárquica que Franco recuperó en su dictadura) en sus actos, quedan ganas de cantarle aquello de “Banderita tu eres roja, banderita tu eres gualda” (https://www.youtube.com/watch? v=tGQ_FUyzctk), una enseña con la que, por cierto, también se identifica mucho el PSOE, como con la Monarquía, aunque éste tiene más dignidad que la de regalarle al joven monarca una copia de "Juego de Tronos".
Por mucho que el hartazgo de amplios sectores de la sociedad española hacia un partido, el PP, cuyos antecedentes más remotos están en Godsa -en la que era una pieza muy importante el señor Verstrynge, mentor del señor Iglesias-, una trama oscura de intereses de lavado de dinero negro, tráfico de influencias y financiación opaca, y cuya evolución posterior como partido ha sido el de una organización criminal, nacida para delinquir y transferir lo público a lo privado, no es suficiente dicho empacho para apoyar a un partido cuyas posiciones y propuestas políticas son tan cambiantes a “izquierda” y derecha, como el circuito más zigzaguante que pueda existir de Fórmula 1. Al final te das un leñazo importante, sobre todo si esperabas ser el primero en entrar en la meta. Es lo que ocurre cuando sólo se mira por los tres retrovisores de rédito electoral del vehículo-partido y no a la carretera de un proyecto coherente.

El problema del regeneracionismo de Podemos es múltiple.

Por un lado, le ha salido un competidor que juega en su mismo campo, lo hace con menos contradicciones discursivas (de momento) y con un relato que gusta más a ese sector que ya existía representado en la hoy mortecina UPyD y en el oscilante “centro” (derecha mal disfrazada) que bascula entre PP y PSOE. Ciudadanos podría tener más éxito que Podemos porque retiene mejor que éste el voto errante del PP y del PSOE, a Podemos se le están notando los costurones, y parece internamente (de momento) un partido con menos contradicciones y más cohesión internas. Si a ello unimos los escándalos podemitas, la jaula de grillos que es, el lío de los mil nombres municipales y el estigma “bolivariano” que tan bien ha manejado la Brunete mediática, entenderemos bien tanto los miedos a Ciudadanos que expresa la encíclica última (“La centralidad no es el centro”) del pontífice Iglesias como la pataleta de una de las referencias pensantes de Podemos menos conocidas pero no por ello poco influyente. Me refiero al señor Fernández-Liria, del círculo Complutense: La carta que nos queda: republicanizar el populismo”. En ellas, ambos expresan su preocupación (más veladamente en el caso del señor Iglesias, consternado por el guirigay discursivo centralidad/centro en el que está atrapada la secta podemita) por el modo y la velocidad en el que se está desinflando su partido-soufflé por el efecto de la irrupción Ciudadanos.

Quizá sin saberlo, el hallazgo más novedoso se encuentre en el del señor Fernández-Liria en su texto-elegía de lo que “pudo” ser y “no será”.

Fernández-Liria hace hincapié en un aspecto que yo mismo vengo notando después de escribir mi despedida del blog, que hoy reanudo, sin saber si habrá o no posterior entrega. 

Me refiero al hecho de que Podemos, como marca del supermercado de ofertas electorales, está sometido a las leyes del marketing y de su comunicación: todo producto, como los seres vivos, nace, se desarrolla y muere, aunque sea pronto para anunciar la muerte de Podemos. Está por ver si también se reproduce, pero en forma de mitosis. 

A mí personalmente, parece que también al señor Fernández-Liria y, según el mismo confiesa, a muchos espectadores (porque Podemos es parte de la sociedad del espectáculo) nos aburre soberanamente (en mi caso y en el de muchos otros hasta la irritación). Cada vez que uno enciende el televisor o lee la prensa y ve a al sumo pontífice Iglesias, que acabará de cura de pueblo cascarrabias, los obispos Errejón, Luis Alegre, Teresa Rodríguez y la del resto de monaguillos podemitas de ocasión, pegamos un bostezo que nos desencaja las mandíbulas y cambiamos a la Teletienda, mucho más entretenida.

Antes, la presencia de un tertuliano de Podemos en la televisión disparaba las audiencias; ahora, cada vez hay más gente que cambia de canal: se les nota demasiado que no se atreven a decir nada definido, salvo el sempiterno monotema de la lucha contra la corrupción” (Carlos Fernández-Liria. “La carta que nos queda: republicanizar el populismo”)

Vamos, que Podemos aburre hasta a las ovejas y no sólo por el exceso de sobreexposición, que hace unos meses detectaron ellos mismos y han tratado de paliar, ellos o sus mecenas digitales, sino porque, además de su discurso ambiguo, todoterreno, ni de izquierdas ni de derechas, no tienen nada que decir.

Y de ello ya no les salvan ni las jaimitadas de la propuesta de dar a cada niñ@ en las escuelas valencianas un vaso de zumo de naranja, ni las chorradas del lama Monedero tocando los cuencos tibetanos en los primeros cursillos espirituales de Podemos. Seguramente ha experimentado una epifanía.



Au contraire”, el exceso de exposiciones grotescas a las que nos tiene acostumbrados Podemos (http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/02/podemos-quiere-matarnosde-risa.html) está provocando que decrezca raudamente la simpatía hacia la secta, incluso entre el sector más friki de seguidores de la serie “The Big Bang Theory”, y el personal pase a decir cansinamente cuando es sometido a algún tipo de información podemita “¡vaya panda de gilipollas!”.

Volviendo por un momento al señor Monedero ,y en beneficio de su propia salud mental y de un mayor respeto por sí mismo, cabe decir que su dimisión-defenestración le será, con el tiempo, provechosa. De momento, es cínico que haya apelado en su crítica pre-"dimisionaria" a una vuelta a los círculos a los que fustigó de modo absolutamente inmisericorde en Junio del pasado año tras el primer conato de rebelión de las bases en su encuentro con el sanedrín podemita en Lavapiés. Fue entonces cuando el “intelectual” -últimamente esta palabra se ha degradado mucho a partir de a quienes se les aplica- Monedero dijo aquello de “los círculos no son democráticos”, lo que no era sino un modo de deslegitimar las asambleas del pseudomovimiento devenido partido oligárquico. Paradojas del destino, que se burla del sainete de Dúo Pimpinela representado por dos de las almas de Podemos, los Anticapitalistas de Miguel Urbán y Monedero, unos y otro coinciden ahora en un tramposo llamamiento a la voz de las bases, cuando las dos partes han manejado en distintos momentos el argumento de la necesidad de la organización por encima de un asambleismo estéril.

Monedero se despachaba hace unos días con aquello de “a veces nos parecemos a los que queremos sustituir” en un calentón de boca que, a pesar de venir del cínico que venía, no dejaba de estar justificado en la evolución de Podemos desde su prediseño, ajeno a un debate colectivo y público, y pactado entre los trotskos de Izquierda Anticapitalista y los tuerkeros, hasta su electoralismo absoluto, su desvergüenza ideológica y su capacidad para admitir a todo sujeto trepa y carente de escrúpulos morales, pasando por sus juegos de pactos oportunistas, sus variaciones programáticas al socaire de las encuestas  y su juego respecto a Ciudadanos, frente a los que ya representan la farsa de enfrentamiento que antes hicieron PP y PSOE. 

Del patético papel de enamorados representado por el hijo de un “tarjetablack”, Ramón Espinar (Podemos) con Inés Arrimadas (Ciudadanos), donde los periodistas hubieron de recordarles que tenían que marcar diferencias, a la negativa del señor Iglesias a compartir Chester con el paladín “ciudadanista” señor Rivera, vamos acercándonos a la vieja performance de enfrentamiento PSOE y PP.

Acabando con el asunto del señor Monedero sólo me cabe recordar aquella estrofa del sabio Enrique Santos Discépolo cantada por el eterno Gardel

"Fiera venganza la del tiempo, 
que le hace ver deshecho 
lo que uno amó... "


Sólo me cabe una duda: ¿quien tiene más fuerza y razón para declamarlo, Juan Carlos Monedero respecto a Podemos o estos frente al primero?

No se fíen ustedes del "postureo" calculado del NO PACTO. Las elecciones andaluzas y las municipales/autonómicas estaban demasiado cerca unas de otras. Si el PP no sufre una debacle total, cosa improbable pero no imposible, las elecciones no serán adelantadas respecto a noviembre en más de dos meses. Con el verano de por medio, podría mantenerse la interinidad de gobierno de los entes locales y autonómicos hasta septiembre. Entonces será cuando los partidos habrán de retratarse. Iremos viendo, según se acerquen las generales, de qué modo Podemos se reconvierte hacia el sentido de la gobernabilidad, acercándose al PSOE, y los ultraliberales Ciudadanos con pintas de modernillos, y mucho coqueteo con el fascismo patrio, harán lo mismo, hora al PP, hora al PSOE. Será entonces cuando entendamos mejor que en España más de 100 años de alternancia liberales-conservadores no es gratuita. De momento, "El Confidencial" ya anuncia el pacto de los claudicantes de la progresía. El artículo se titula "Bases de Podemos, IU y PSOE promueven un pacto de "frente amplio" contra el PP". No se sorprendan cuando vean que el PSOE alterna en una misma ciudad/pueblo o Comunidad Autónoma pactos con Podemos e IU por un lado y con Ciudadanos por el otro. E incluso cuando los pstoree a todos ellos y veamos que los cacareos de gallos de corral enfrentados por la tetosterona electoral se quedan en amancebamiento múltiple. Les sugiero que si andan ustedes con ganas de bloguear (¡viva la destrucción del idioma!) repasen dos artículos de este desaprensivo que les deja sus dolorosos partos desde hace años:
Si se los saltan, tampoco morirán entre terribles sufrimientos. Simplemente adelanto en ellos lo que les he anunciado un poco más arriba y está pasando. ¿Que tal lo de tragarse lo de PPSOE se queda en PP? ¿Bicarbonato?

Lo contrario, prolongar una situación de desgobierno o provocar una nueva llamada a las urnas sería no tan suicida para el PP y el PSOE como para Podemos y Ciudadanos. Para Podemos porque el tiempo corre en su contra y daría fuerza a la acusación del partido del gobierno y su Brunete mediática de que son antisistema. Justo lo que el partido de los círculos quiere demostrar que no es cierto, con su esfuerzo centrista. Para Ciudadanos porque estaría negando esa pátina de sensatez, moderación y diálogo que pretende transmitir.  

Si un aprendizaje cabe extraer de este época de operaciones de laboratorio político es que el concepto de soberanía popular y la autonomía de la política frente a los poderes económicos es una ficción. El poder del capital a través de los canales de formación de la opinión y troquelamiento mental destruye organizaciones políticas, con la colaboración interna, obviamente, y erige otras de la nada. Del fulgor y gloria de IU y UPyD hemos pasado a su ruina política, también por disparates propios, y de la más absoluta nada hemos pasado a formaciones con un 15% de expectativa de voto y líderes de cartón piedra pero muy telegénicos. Aquella frase de Alfonso Guerra, cuando sólo existía una televisión -«Prefiero un minuto de televisión que 100.000 militantes»- se ha vuelto profética, mucho más en una era de decenas de canales televisivos, Internet, prensa digital a mansalva, foros y redes sociales, con sus "community managers" profesionales y sus gregarios con trabajo de balde, ilusión a raudales y algunas ambiciones inconfesables.

En este escenario, el más inmediato, la persistente persecución de Podemos a su propio trasero ideológico, que está en Ciudadanos, muy bien podría acabar en una reedición del viejo bipartidismo PP-PSOE -coyunturalmente debilitado-, esta vez con escuderos.

Pero volvamos a la idea de los escenarios de la que empecé a hablarles hace muchos párrafos.

3.-Siempre hay una bala en la recámara del capital:
Habría un segundo escenario, el de la extensión “sine die” de la crisis capitalista, la cual incluso podría llegar a profundizarse en función de la evolución de la situación económica en países centrales como USA, Alemania y China, cuya desaceleración del crecimiento es ya más que palpable. Tengamos en cuenta que hasta el pasado febrero China era la mayor poseedora de bonos estadounidenses de deuda -acaba de ser superada ligeramente por Japón- y de una cantidad no desdeñable de la deuda europea. El efecto de que China vaya desprendiéndose de dicha deuda para contener el alza del yuan y las dificultades de recolocación de una deuda con intereses a la baja está por estudiar pero bien pudiera materializarse en una crisis de liquidez. A ello debiera añadirse la posibilidad de que las descomunales cifras de inyecciones de dólares en USA en el pasado y, menores pero que van a continuar manteniéndose en el tiempo -de euros en la UE-, hayan generado burbujas financieras que acaben por estallar más pronto que tarde.

Si este escenario de mantenimiento de la crisis mundial, tras un paréntesis de débil recuperación, que puede estar llegando a su fin (la caída de la confianza inversora en Alemania en Abril, la situación de la economía rusa y la rápida profundización de la crisis en países como Brasil o Argentina n o son datos positivos), se produce, estaremos ante un más que probable aumento de la desestabilización social y política derivada de un incremento de la depauperación de las condiciones de vida, el crecimiento del desempleo y la reducción de los salarios para la clase trabajadora.

En ese eventual marco económico, social y político el maquillaje “regeneracionista” y anticorrupción, destinado a aliviar tensiones sistémicas y a desviar la rabia social contra los efectos de la crisis capitalista sobre las clases trabajadoras, no funcionará porque enchironar a algunos políticos no da de comer a los sectores empobrecidos ni paga las hipotecas. Calienta pero no alimenta.

En esa circunstancia, la función de las nuevas ofertas políticas actuales bien podría ser la de actuar, a su pesar pues buscan la máxima “respetabilidad” institucional, como factores que incrementen la deslegitimación y desestabilización del sistema político, al evidenciar que no son fuerzas que vayan a mejorar la situación de las clases trabajadoras sino que pueden llegar a ser sus nuevos verdugos.

En el escenario hipotético  de profundización de la crisis, Ciudadanos podría actuar a corto plazo como profiláctico para una clase media que se conformaría, en un primer momento, con un cierto grado de “regeneración” política, al obtener las cabezas de unos cuantos “funcionarios” políticos del sistema.

Dado que hablamos de una crisis estructural del capitalismo, esas clase medias, desprovistas de una dominancia de la clase trabajadora y de las organizaciones de las que ésta carece hoy, se radicalizarán a medio plazo en sus posiciones políticas. Éstas no se inclinarán hacia un proyecto socialista puesto que intuyen que sólo en el capitalismo pueden subsistir, aunque no sea ante cualquier capitalismo sino ante determinado modelo de capitalismo. Ignoran que su evolución tiende a eliminarlas como superfluas y, cuando llegan a detectar su fin como clase, añoran el pasado y sobre él edifican su modelo social y político.

Puesto que la socialdemocracia ya no podrá ofrecérselo, porque el capital hegemónico no avanzará en la dirección de la reconstrucción del Estado del Bienestar sino de la selva, la clase media central (ejecutivos intermedios, profesionales independientes bien remunerados, sectores de la pequeña y mediana burguesía empresarial) podrían llegar a optar por un modelo político que defienda cierto nivel de protección social -corporatismo- y una negación de la democracia representativa como consecuencia de su hartazgo de lo que consideran culpa de los políticos respecto a su situación de clase. Serán la base activa de un proyecto ya abiertamente fascista, no simplemente populista en el que Ciudadanos ya no jugaría un papel más que subalterno o incluso marginal, dado que su perfil liberal le aleja de una oferta económica que proteja a las baqueteadas clases medias.

Los sectores de las clases medias en riesgo de descenso social que mantengan su apoyo a Podemos (parte de los profesionales y de la mal llamada clase media-baja, representada por segmentos en decadencia) experimentarán una contradicción entre cierta conciencia de depauperación social y de que la evolución del capitalismo se convierte en el enemigo de su supervivencia y la imposibilidad de asumir una conciencia de clase decisiva, capaz de trascender sus propios intereses para representar los del conjunto de excluidos por el capital. La naturaleza de unos estratos que perciben la precariedad pero no se consideran explotados y el hecho de que la conciencia de clase es siempre externa a la misma (a través de las organizaciones revolucionarias que hoy no existen) se lo impide. Las previsibles tensiones internas, que seguramente irán en aumento en el proceso de derechización de Podemos entre los sectores reaccionarios y de "izquierda" podemitas, provocarán un abandono de parte de dichos estratos sociales, que pueden experimentar un nuevo sentimiento de orfandad política a la búsqueda de representación.

Si se produjese un giro a la izquierda de Podemos, cosa harto improbable porque su necesidad de crecer electoralmente les modera a gran velocidad, dicha organización podría llegar a retener cierta base social y de voto entre la clase trabajadora pero, dado la dirigencia de Podemos representa ante todo los intereses de las clases medias que sienten su supervivencia amenazada, y son las que tienen expresión política y voz mediática, dicho sector popular quedará mudo, como hasta ahora lo ha estado durante todo el período de la crisis capitalista.

Por lo demás, ni las clases medias en riesgo de laminación ni la clase trabajadora aspiran a una sociedad que represente algo alternativo a un mejor nivel de vida y de consumo para unas y otra. Ello les unce al carro capitalista.

En cualquier caso, y ante la imposibilidad actual y a medio plazo de construir un proyecto de partido, una propuesta política, una capacidad de poner en crisis, no el sistema de partidos dentro de la estructura política de la democracia burguesa, sino el sistema capitalista, lo que se abre en el caso de profundización de la crisis económica y sistémica es una fosa entre la razón (1789) y la locura (1922 y 1933). Y el camino abierto hacia una nuevo fascismo que ya no vestirá los trajes SS de Hugo Boss sino los de un alternativismo que no les pertenece pero bajo el que se camuflan crecientemente. 

Lo que la izquierda deje vacío lo ocupará el fascismo. Un repaso a los años 30 en Alemania sería ilustrativo.

La decepción que Ciudadanos y Podemos pudieran dejar en ese escenario de corrupción galopante y crisis sistémica aún más profunda abonaría el perfecto escenario social para un mayor cuestionamiento al sistema de partidos. De la “regeneración” al rechazo, no a los partidos sino a la propia idea del sistema de representación. Puede que entonces veamos qué otras caras tiene "lo nuevo", se llame VOX o de otro modo.

4.-A falta de propuestas alternativas, una inmediata y personal
Seguramente, en medio del momento preelectoral y tan falsamente presentado como crítico, a muchos de ustedes les asalte la “urgencia” del “sí, lo que usted quiera contarme pero ¿qué haría ante las próximas elecciones municipales y autonómicas?”

ABSTENERME. Esa es mi respuesta. No el voto en blanco, ni nulo, que es la eterna cantinela de los que sólo censuran el sistema electoral, a lo sumo el régimen de partidos, pero balan como borregos ante el sistema económico que sustenta el cretinismo parlamentario, la democracia burguesa y, como mínimo, el circo electoral que nos ofrece como farsa el capital para entretenernos.

A lo largo de mi vida me he abstenido algunas veces más de las que he votado. El derecho al voto no puede convertirse en una obligación que tape la boca y la razón de protesta del abstencionista. Ese es el discurso de los lacayos con alma de súbditos antes que de sujetos soberanos cuya decisión de votar o no no puede depender sólo del forceps prediseñado sino también del sujeto y sus circunstancias. Someterse a ese tipo de chantajes es ruin. Nuestra palabra, la de todos, es parte del carácter inteligente y autónomo del ser humano y condicionarla a meter o no una papeleta en una urna es un discurso propio del poder y de sus siervos.

Si la democracia se limita a votar cada cuatro años a unos partidos, algún referéndum y a hacer uso de la participación digital, controlada por quien determina cuál es la pregunta, y manipula incluso el resultado final, es una vulgar patraña.

Ejercer la democracia es opinar todos los días, no ser multado ni encarcelado por hacerlo, desafiar ese riesgo, decidir mucho más allá de lo meramente institucional, plantearse no hacerlo, ser respetado sin críticas absolutistas se vote o no, comprometerse o no en otros muchos ámbitos que el de acudir a las urnas, opinar, y, sobre todo, ejercer la libertad de ser más allá de votar o no en unas elecciones. El resto es plebiscitar un sistema determinado de control social y político.

Y ahora voy a explicar porqué me voy a abstener en esta ocasión.

¿Recuerdan ustedes lo que decía la reforma del artículo 135 de la Constitución, que nos endosó el ex Presidente Zapatero, ese que tanto le gusta al señor Iglesias? Se lo voy a recordar yo

1. Todas las Administraciones Públicas adecuarán sus actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria.

2. El Estado y las Comunidades Autónomas no podrán incurrir en un déficit estructural que supere los márgenes establecidos, en su caso, por la Unión Europea para sus Estados Miembros.

Una Ley Orgánica fijará el déficit estructural máximo permitido al Estado y a las Comunidades Autónomas, en relación con su producto interior bruto. Las Entidades Locales deberán presentar equilibrio presupuestario.



La actual situación económica y financiera no ha hecho sino reforzar la conveniencia de llevar el principio de referencia a nuestra Constitución



3. El Estado y las Comunidades Autónomas habrán de estar autorizados por Ley para emitir deuda pública o contraer crédito.



Los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta. Estos créditos no podrán ser objeto de enmienda o modificación, mientras se ajusten a las condiciones de la Ley de emisión.



El volumen de deuda pública del conjunto de las Administraciones Públicas en relación al producto interior bruto del Estado no podrá superar el valor de referencia establecido en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.



4. Los límites de déficit estructural y de volumen de deuda pública sólo podrán superarse en caso de catástrofes naturales, recesión económica o situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al control del Estado y perjudiquen considerablemente la situación financiera o la sostenibilidad económica o social del Estado, apreciadas por la mayoría absoluta de los miembros del Congreso de los Diputados.



5. Una Ley Orgánica desarrollará los principios a que se refiere este artículo, así como la participación, en los procedimientos respectivos, de los órganos de coordinación institucional entre las Administraciones Públicas en materia de política fiscal y financiera. En todo caso, regulará:



a) La distribución de los límites de déficit y de deuda entre las distintas Administraciones Públicas, los supuestos excepcionales de superación de los mismos y la forma y plazo de corrección de las desviaciones que sobre uno y otro pudieran producirse.



b) La metodología y el procedimiento para el cálculo del déficit estructural.



c) La responsabilidad de cada Administración Pública en caso de incumplimiento de los objetivos de estabilidad presupuestaria.

6. Las Comunidades Autónomas, de acuerdo con sus respectivos Estatutos y dentro de los límites a que se refiere este artículo, adoptarán las disposiciones que procedan para la aplicación efectiva del principio de estabilidad en sus normas y decisiones presupuestarias.

Esto para quienes intenten colar el camelo de alguna syrizada o “rescate ciudadano”. Cuiden sus traseros, si su “ilusión” consigue sustituir la sodomización que el PP ejerce por otra pseudoprogre.

Bueno, pero como vamos a ganar las elecciones en noviembre, derogaremos ese artículo. La estupidez humana carece de límites, como el universo, como bien dijo Einstein.

En primer lugar para reformar la Constitución, aunque sea en un solo artículo, se requiere de 3/5 partes del Congreso o, lo que es lo mismo, de al menos 210 diputados. En el caso del Senado, son necesarios al menos 159 senadores. ¿De verdad creen ustedes que la composición futura de las dos cámaras facilitará la obtención de esas cifras? ¿En qué país creen que viven? Pero incluso si existiera numéricamente esa cifra que lo hiciera posible, creen ustedes que los partidos encargados de llevar a cabo tal derogación la aplicarían? Saben ustedes que ni Podemos, ni el PSOE, ni tampoco IU se han comprometido hasta hoy en abolir la LOEPFS (Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Fiananciera)? Les sugiero que lean el contenido de esta ley que les he puesto en el enlace y se empapen en ella porque es la que desarrolla el reformado artículo 135 de la Constitución -con el voto de PSOE y PP- del que antes les he hablado. 

Por otro lado, si en alguna esfera es especialmente notoria la pérdida de soberanía nacional de los países de la UE es en la económica. La Comisión Europea y el BCE definen los marcos y límites del juego económico en cada país. Ellos, junto con el FMI, determinan las políticas anticrisis y de austeridad que los países aplican con un margen de maniobra prácticamente inexistente en tanto que se pertenezca a la UE y el euro y se admitan las reglas del “juego democrático-burgués”. Y si no que no se lo pregunten a Syriza, sus políticas de privatizaciones, sus más que “pobres” medidas antiausteridad, su amnistía fiscal a los grandes defraudores y la propuesta de Varoufakis de crear un “banco malo” para absorber los activos tóxicos. ¿Les son familiares las dos últimas medidas?

Cuando las soluciones, siquiera coyunturales, son aplicadas lo mismo desde la derecha más reaccionaria que desde la pretendida izquierda, es que la segunda no se comporta como tal. El sacrificio del hamletiano Varoufakis, que dudaba entre aprovechar el momento para poner en jaque al capitalismo europeo o ayudarle a salir de su crisis, destituido de su papel de interlocutor en las reuniones con los acreedores del FMI y de la UE, rol que ahora asume el propio Tsipras, deja claro cuáles son los límites de acción para las opciones reformistas en los países mediterráneos; en realidad de cualquier país que no sea la propia Alemania. Si alguien cree que cambiando de marca en los gobiernos va a cambiar la orientación de sus políticas económicas demuestra palmariamente que ilusión viene de iluso...o de cínico.

Participar hoy en el simulacro político que representa el juego electoral es simple y llanamente complicidad. Me preocupa especialmente cuando ésta la ejercen las víctimas de la crisis capitalista, aunque entiendo la necesidad psicológica de creer en una salida al dolor de sus vidas cotidianas. Pero no deja de ser un asunto de fe y una mentira, dos conceptos que con harta frecuencia suelen ir juntos porque la fe no es otra cosa que una esperanza, sin datos objetivos reales en que asentarse, en que las cosas serán diferentes a como son en realidad. Si hay una salida a la opresión de clase, la explotación y la pobreza hoy que los parlamentos han perdido cualquier posibilidad mínima de ser mecanismos de transformación social, si es que alguna vez hubo una por pequeña que ésta fuera, no pasa ya por la acción política legal y respetuosa de las reglas del juego.

Una parte de ustedes dirán que mi comportamiento electoral no ofrece alternativas. ¿Acaso esperan ustedes que las propuestas emerjan desde lo individual cuando lo colectivo no las ofrece? ¿Niega eso la legitimidad de la crítica o la posibilidad de que el diagnóstico sea certero? También me reprocharán que con mi abstención favorezco la continuación del PP en el Gobierno. ¿Prefieren ustedes una des-”ilusión”, mayor que la del segundo gobierno Zapatero, con un gobierno “antiausteridad” que continúe con la misma, por mor del poder del capital y de la UE, y que, tras su descrédito, abra el camino a una opción abiertamente fascista como depositaria de una rabia incrementada y, desde hace mucho tiempo, desviada hacia donde no se cuestione el capitalismo? Yo por mi parte no voy a ser cómplice de esta pantomima electoral y mucho menos del descrédito al que las opciones antiausteridad van a someter a la idea de izquierda a partir de las banderillas, los rejonazos, el estoque y el descabello a lo PP a la clase trabajadora. Lo mismo el "quedar para septiembre" les ayuda a reflexionar sobre para qué sirve tanta moderación y viaje al centro.

No, no soy ningún purista del todo o nada, cómodamente instalado en ningún sillón, sino alguien hastiado de que cuando “la indignación” ha tomado forma política haya acabado convertida en permanente carrousel de rebajas oportunistas para alcanzar el gobierno. Para ese viaje no hacen falta tantos disfraces. Algunos ya conocimos eso en la transición política. Sólo que entre ese momento y el actual hay una enorme diferencia. La clase trabajadora no había sufrido entonces tal nivel de agresión ni de lejos. Pues bien, cuando el capitalismo ha vuelto a niveles de agresión contra los asalariados que recuerdan los tiempos dickensianos, lo que nos ofrecen como alternativa los llamados progresistas o antiausteridad es un eterno viaje al centro.

Pero hombre, ¿se va usted a abstener ahora cuando en las pasadas elecciones europeas de hace un año pidió el voto para IU? SÍ y por muchas razones.

No voy a dar mi voto a Podemos ni al PSOE a través de una IU que acepta converger con una única condición: hacerlo con sus siglas.

La reacción de la dirección de IU frente a su intento de fagocitación por Podemos se ha limitado al mencionado intento de salvar las siglas. El Manifiesto “la militancia con Cayo” (Lara) es una penosa muestra de claudicación e indefinición ideológicas y cobardía políticas, bajo la aparente contundencia de la nada: esconderse tras un coordinador general cuya reacción antiPodemos ha sido tímida, sin duda por estar en minoría dentro del Comité Federal de una IU saboteada, entre otros, por una dirección del PCE entregada a la supervivencia profesional de su cúpula transmigrando a Podemos.

Si dicho Manifiesto hubiera querido ser realmente una oportunidad frente al giro derechizado, ciudadanista y desnaturalizado que ha significado su entrega a los Ganemos y Ahoras varios y a candidatos como Luis García Montero, que propone pactos postelectorales con Podemos y el PSOE, habría planteado la urgencia de una Conferencia extraordinaria de IU que diese lugar a una reorientación política, un giro a la izquierda y hacia la clase trabajadora, la necesidad de plantear una ruptura con sus sectores más entreguistas a esa pandilla de aventureros y de sepultureros de las ideas de izquierda llamada Podemos y otros ciudadanismos desclasados. Todo ello junto con una definición clara de cuál es su política de alianzas, con quienes y en qué se basa.

No voy a votar a una IU que mantiene en su dirección a sujetos como Manuel Monereo, un auténtico caballo de Troya al servicio de Podemos.

No voy a votar a una IU que va con Podemos en 10 capitales de provincia, que se disuelve en confluencias ciudadanistas con podemitas o sin ellos  y que para el Ayuntamiento de Madrid desconozco si apoya una o dos candidaturas (Raquel López-IUCM o Ahora Madrid,) según qué instancias y dirigentes de IU se pronuncien al respecto. 

No voy a votar a una IU que tiene por candidato a Presidente de Gobierno a un pinchaúvas (Alberto Garzón), profesional de la política del estilo de los fabricados en serie por el marketing político (joven, modernillo, neutro, "prudente", como le gusta decir a las señoras de derechas,...) que sigue empeñado en converger y entenderse con los podemitas a toda costa. No intenten darme lecciones aclaratorias o se las devolveré yo ciento por uno.

IU es una opción socialdemócrata. No considero el término socialdemócrata como un insulto que arrojar a nadie, aunque creo que ya no hay espacio para la socialdemocracia porque el Estado capitalista carece de herramientas de intervención económicas.

Dicho esto, siempre que he votado a IU ha sido contra el PSOE porque éste último es la entrega más indecente de la clase trabajadora al capital. Cuando no lo he hecho, me he abstenido o he votado una candidatura comunista.

Esta vez no votaré tampoco a una organización comunista. Serán pocas las que se presenten a estas elecciones del 24-M y, por otro lado, creo que son muy conscientes la mayoría de ellas de la camisa de fuerza que representa el sistema electoral en el camino hacia una ruptura con el capitalismo.

Habría apoyado esta opción si los grupos comunistas hubiesen querido avanzar hacia una unidad orgánica, a partir de un debate ideológico útil y leal, sin trampas fundamentalistas que impidiesen el encuentro, y en base a una voluntad de construcción.

No es cosa de un día lograr dicha unidad pero han dispuesto de 8 años desde el inicio de la crisis capitalista para avanzar en esta dirección. El resultado de no hacerlo ha sido el de que hoy la mayoría de esas organizaciones son mucho más minúsculas, sufren una creciente perplejidad ante una realidad que hace mucho no comprenden, más allá de un diagnóstico más o menos correcto de la parte económica de la crisis capitalista, y un doctrinarismo y dogmatismos de museo que no puedo compartir. El marxismo no es eso y el horizonte comunista, si no reverdece, se irá alejando más y más, justo cuando es más necesario.

Por eso y por mucho más, el 24-M me iré a hacer senderismo, si no me rompo antes una pierna.

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