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28 de marzo de 2023

NEOLIBERALISMO, SOCIEDAD DE CONSUMO, IDENTIDADES Y ACTIVISMO

 


Por Marat

Uno de los rasgos más destacados de la ya larga fase de la globalización neoliberal es, junto con la incorporación masiva de las TICs (Tecnologías de la Comunicación y la Información) y la robotización, la terciarización de la economía en los países centrales del capitalismo, la desregulación de las relaciones laborales y su legislación, la deslocalización de la producción, la externalización de la misma y la producción en series cortas.

Esta última, las series cortas de la producción en cadena, han sido posibles mediante los factores anteriormente señalados como característicos de la etapa de globalización neoliberal del capitalismo pero también de las nuevas formas de gestión y organización del proceso productivo (paso del fordismo a los equipos de trabajo, flexibilización de las tareas y las plantillas de trabajadores, polivalencia del equipo, fabricación por lotes,...).

En clave de gestión empresarial dichos cambios representan una serie de ventajas cuándo el mercado capitalista mundial empezó a acelerar sus períodos de inestabilidad a partir de la crisis del 73 del siglo XX.

Las series cortas de producción significaron un menor coste de materiales, permitiendo desescalar las inversiones globales en los mismos y aprovechar las fluctuaciones a la baja de las ofertas de proveedores en períodos más cortos.

En términos logísticos favorecieron un ahorro en almacenaje (menor ocupación, ajuste de la capacidad de transporte a la demanda prevista. Inditex (Zara) es un buen paradigma. Dentro de una referencia concreta el grupo no vuelve a producción de la misma, si hay alta demanda, hasta que en ésta no empiezan a agotarse.los productos.

Desde la oferta empresarial, las series cortas de producción han aportado grandes ventajas.

Una de ellas ha sido multiplicar la oferta de un mismo producto, introduciendo pequeñas variaciones estéticas y funcionales, transmitiendo a la demanda una imagen de amplia diversificación, el efecto moda y la idea de innovación tecnológica..

Se trata de generar en grupos concretos de consumidores la identificación con funcionalidades, diseños estéticos y valores imbuidos publicitariamente, dirigidos a determinados grupos de consumidores. Aquí el producto adquiere el valor no tanto de un bien, pensado para satisfacer una necesidad material concreta, sino el de objeto que actúa como signo externo diferenciador, en muchos casos del status social de sus poseedores.

Cobran gran importancia en la investigación de mercados factores que, tomando como referencia los modelos weberianos de clase social, van más allá y se adentran en cuestiones como valores de y en el consumo, estilos de vida, tendencias, factores autorreferenciales del consumidor (¿qué dice de mí este producto?, ¿cómo me siento conmigo al consumirlo/tenerlo?).y variables sociográficas (sexo, edad,…).

De este modo, los nichos de mercado son la expresión en el consumo de la producción por lotes.

La segmentación sublima la integración del individuo dentro del sistema económico capitalista, haciéndole sentirse identificado con el propio producto y con el grupo de pertenencia poseedor del mismo, diferente a otros grupos de consumidores, y desdibujando la contradicción esencial entre trabajo y capital dentro de una pseudodemocracia de consumo cada vez más desigualitaria.

El producto define al “homo consumens” (Erich Fromm) a través de la subjetividad de las emociones y el deseo, de la anticipación del goce que implica el momento de la compra y el tiempo de disfrute, cada vez más efímero, por efecto de la publicidad, la obsolescencia programada y la moda (triada externa al comprador, generadora del deseo). El “otro” lacaniano es aquí el objeto de deseo en el producto humanizado, depositario de una afectividad proyectada sobre el mismo

La forma consumista de vivir se extrapola al conjunto del mundo del consumidor.

El individuo se significa a través del producto consumido. Se expresa como status (quienes pueden alcanzar las categorías “premium”), se integra en las tendencias del momento (primordialmente los jóvenes), representa un simulacro de socialización con quienes comparten sus experiencias de consumo, demarca una ilusión de diferenciación frente a quienes poseen (son poseídos por) otros productos.

El consumidor se objetiva a sí mismo. Remodela su cuerpo en el gimnasio, en el quirófano del cirujano plástico, en el local del tatuador, en el cambio de su máscara social con el maquillaje, vende sus destrezas laborales en la selección de puestos de trabajo y en las webs de empleo de acuerdo a los requerimientos del potencial contratador, se valoriza como mercancía erótica en las páginas de contactos y de búsqueda de parejas, busca un refrendo social de acuerdo a lo que posee, no a su cualidad intrínsecamente humana. Entra en el circuito de la mercancía. Se despoja de su yo más auténtico.

Establece con los otros seres humanos relaciones pragmáticas, instrumentales, los cosifica. El eros no entraña compromiso sino goce individual del otro sin esfuerzo por conservar el nosotros, es posible tener 400 amigos en faceebock, para intentar llenar el vacío existencial, sin los riesgos de aceptar el conocerse en persona, se evalúa la conveniencia de las relaciones sociales en términos de utilidad. Los otros se convierten en un fluir permanente de oportunidades, ventajas e inconvenientes.

La desvalorización del mundo humano” del que hablaba Marx en la producción de mercancías se ha extrapolado al mundo del consumo en esta etapa neoliberal del capitalismo, representándose ahora como la conversión del individuo en mercancía de consumo y en proceso de atomización social.

A cada forma económica de dominación social le corresponde la ideología dominante que le sirve de justificación.

Hasta el siglo XIX del capitalismo se mantuvo su sustento ideológico sobre los dos pilares que en otras formas económicas de dominación estuvieron vigentes, la religión y la legislación jurídica, las leyes. La clase trabajadora aún era emergente y socialmente minoritaria. No parecían sus primeras organizaciones una amenaza para el capital que los cuerpos policiales no pudieran controlar.

Bien entrado el siglo XIX lo harían la educación universal, los medios de comunicación de la burguesía y la publicidad. Frente a una clase trabajadora organizada que comenzaba a tener proyectos, adoctrinamiento e incremento de represión policial eran los instrumentos a utilizar.

En el siglo XX entraron en crisis la religión y la educación. La publicidad convencional se hizo dios y habitó entre la clase trabajadora. Cultura de masas y contracultura entraron a saco, la primera como legitimadora, la segunda como supuesta crítica, integrable, del capitalismo.

En el siglo XXI vivimos la sospecha sobre los viejos aparatos de comunicación (prensa y televisión), mientras emergían los nuevos canales nacidos de Internet, la nueva utopía (distópica hoy) que prometía facilitar una mayor libertad de información y opinión.

Del mismo modo en que religión y leyes sirvieron de mordaza ideológica frente a cualquier atisbo de crítica antes del capitalismo, y educación y medios de comunicación fueron pasando después por la criba del rechazo social, la vieja publicidad se fue renovando y la comunicación disfrazándose de vuelta al origen del periodismo libre y democrático. Nada más lejos de la verdad.

Pero la falacia de una forma de comunicación libre, no jerarquizada, auténtica, participativa y del “periodista ciudadano” es útil y funcional al viejo sistema de dominación y explotación capitalista, del mismo modo que para la crítica al neoliberalismo pero no al capitalismo.

El instrumento del que se sirve esa forma de comunicación es Internet, un espacio de ruido no reflexivo, sino de inmediatez sucesivamente sustitoria de contenidos que se suceden como un menú de estímulos en el que cada nuevo item impide detenerse en el anterior.

Las redes sociales, principal medio de una supuesta democracia digital, no favorecen el intercambio de ideas sino la cacofonía de opiniones inmediatas, más destinadas al rechazo a lo expresado por el otro, que a la búsqueda de propuestas valiosas.

Son una descarga fácil y cómoda de la crítica política y social, más parecida a la banalidad de los programas televisivos de telerealidad y entretenimiento que a una implicación personal con intención de transformar el mundo.

Teorizar que internet es una nueva forma y mejorada de la política, que navegar por la red es una nueva y más efectiva forma de compromiso político, y que la vertiginosa velocidad de conexión a Internet significa un avance de la democracia, se parece sospechosamente a una excusa más de las tantas que esgrimen las clases ilustradas a la hora de justificar sus prácticas de vida, cada vez más despolitizadas, y su aspiración de obtener una baja con honores en la “política de lo real””. (Bauman, Zygmunt. “Vida de consumo”. Fondo de Cultura Económica. 2007).

Bauman cita al periodista y ensayista norteamericano Thomas Frank, autor de la obra “Un mercado bajo Dios: capitalismo salvaje, populismo de mercado y fin de la democracia económica”, que desmenuza irreverentemente tanto el espíritu neoliberal de la época de la llamada Nueva Economía, así como el modo en que los “críticos” de la misma, provenientes de las clases medias, jugaban a la política como medio de autopromoción personal. Es el signo del activista.

Citando a Thomas Frank, para los miembros actuales de las clases ilustradas y los aspirantes a ella, "la política se transforma primordialmente en un ejercicio de la autoterapia individual, un logro personal, y no un esfuerzo tendente a la construcción de movimiento”, un medio para anunciar al mundo sus propias virtudes””

Es difícil hablar de activismo sin hacerlo de las redes sociales y de las plataformas digitales promotoras del activismo. La gran mayoría de los autodenominados activistas y de los ungidos como tales por los medios de comunicación son, ante todo, ciberactivistas. Su presencia en la calle está más bien ligada a la realización de pequeñas “flash-mobs” y “performances” y su forma de actuación hacia las instituciones suele atenerse a lo que se conoce como política de lobbys, algo que muy poco tiene que ver con el nosotros colectivo que construye movimiento amplio.

El activismo tiende a la profesionalización. Muchas grandes ONGs internacionales participan en las Juntas de Accionistas de un sinnúmero de corporaciones multinacionales, en cumplimiento de las políticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de las empresas, que dicen practicar una actuación éticamente responsable y medioambientalmente comprometida. La ONG en cuestión pide a los accionistas minoritarios de la compañía que unan sus votos en el Consejo de Administración de la misma y cedan su representación a alguien designado por la ONG. La colaboración llega en ocasiones a la cooptación de cargos de activistas o al disfraz de tales para el desempeño de tareas y responsabilidades de RSC de las empresas.

Lo mismo sucede en la administración pública. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible ha abierto una posibilidad de negocio sideral para un capitalismo con crisis de acumulación desde hace varios decenios, para ONGs reconvertidas en agencias de contratación, para jóvenes ingenuos y no tan ingenuos y para cínicos dispuestos a colocarse cómo, dónde sea y a costa de quienes sea, pillando su parte del pastel o sus migajas, dependiendo de sus habilidades y límites, o falta de ellos, morales. De las políticas medioambientales a las educativas, que son las previstas para la reorganización productiva del sistema capitalista o las de igualdad, formas de sustituir las conquistas históricas de la clase trabajadora por medidas asistenciales por colectivos (políticas de igualdad de género, de sectores con minusvalías, dirigidas hacia inmigrantes, jóvenes,…), fragmentando la universalidad del concepto en una “igualdad” por cuotas, y generando un clientelismo, no muy diferente del que practican las derechas, del que los primeros beneficiarios de empleo van a ser los activistas-profesionales de dichas políticas de igualdad, mientras acaba de desaparecer el Estado Social.

Grandes plataformas promotoras del activismo, como change.org tienen como inversores , entre otros varios, a Bill Gates, Richard Branson (Virgin) y, el principal de ellos, Reid Hoffman (fundador de Change y cofundador de Linkedin), dan empleo a un buen puñado de ciberactivistas. Y es que, ya se sabe, para luchar por la libertad, que siempre es de mercado, y el cambio social, para que nada cambie, no hay como un buen número de idealistas activistas a sueldo del capital y de sus objetivos de perpetuación de su maquinaria de explotación y dominación.

Hace 10-15 años los estudios de Trabajo Social llenaron de alumnos sus centros. Sería injusto negar mucho del impulso generoso de aquellos jóvenes pero su utopía personal, más activista que militante, no era ajena a las promesas de creciente mercado de trabajo al finalizar sus estudios.

El activismo y los activistas merecen una mayor profundización de la dedicada hasta ahora.

Si algo define a los activistas hoy es la microsegmentación de sus reivindicaciones en un creciente e inmenso archipiélago de identidades.

Junto a dos viejas identidades como la religiosa o la nacional (históricamente grandes movilizadoras de violencia y conflictos bélicos), coincida o no con Estados, tenemos otras muchas:

  • La de opción de género (un amplio elenco al que se incorporan cada vez más identidades. El LGTBIQA+ va añadiendo progresivamente más letras del vocabulario. Será por falta de letras en el teclado del móvil…).

  • La feminista (que se subdivide en varias corrientes,

    • La ficticia oposición entre el feminismo de clase y el burgués. Ambas marchan del brazo el 8 de Marzo, conmemorando el Día Internacional de la Mujer, no el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, que es lo que empezó siendo, y que las supuestas feministas de clase han enfatizado con su llamada “sororidad” con el conjunto de las mujeres por encima de su condición estructural de pertenencia a una clase social concreta.

    • La del antagonismo entre lo biológico (las TERF, entre otras) de ser mujer y el género como elección (transfeminismo). Es lo que pasa cuando, como Simone de Beauvoir, se tiene un día tonto, y no se corrige más tarde, y se afirma que no se nace mujer, se llega a serlo”. La idea que desarrolla la frase es que el significado de ser mujer ha sido construida desde el hombre a partir de los roles sociales que le ha impuesto y que la tarea de las mujeres es construir su propia identidad. La falacia de esa concepción es que es cierta en su primera parte pero es falsa en la segunda, ya que entreabre la puerta a la subjetividad del género, otra construcción cultural, que posibilita la negación del hecho biológico y, paradójicamente, la elección individual a discreción de lo que se pretende negar: la adscripción a un sexo concreto. Ello no sólo caricaturiza la biología sino que da lugar a una división dentro del feminismo que se irá profundizando con el tiempo, lo debilitará desacreditándolo y abrirá, con el tiempo, nuevas fuentes de división. Qué distinto hubiera sido una perspectiva de lucha por una equidad que no debiera ser meramente igualitaria, dado el punto de partida desigual, en todos los órdenes socio-culturales e ideológicos entre hombres y mujeres, dentro de una común lucha de clase contra clase.

  • La de los animalistas, que ponen al resto de las especies animales a la misma altura, cuando no superior, desde una visión sentimentaloide e infantil, potenciada por el mundo Disney, a la humana. Es un hecho aberrante. Toda especie, incluso en lucha entre sus individuos, se esfuerza en primer lugar por sí misma. El maltrato al animal es un comportamiento tan degenerado como el de un activismo que ponga por delante, en hechos y comportamientos, no en palabras, a menudo falaces, al animal  sobre  el prójimo. El petichismo, esa forma de humanizar a la mascota como a la persona, con frecuencia va unido a la escasa empatía hacia la realidad del mundo humano y a la indiferencia  hacia las razones sociales, económicas y políticas de su dolor.

  • La de los veganos, que son la consecuencia depurada del animalismo. Cuando su decisión es individual y libre de presión de comportamiento sectario y no criminaliza a la persona omnívora, su elección es respetable. En los casos crecientes en que deja de serlo (selección de sus relaciones sociales según su alimentación, pintadas y ataques a carnicerías, siendo los principales proveedores de comida vegana multinacionales de la carne,…) dejan de serlo y merecen entrar en el dudoso cuadro de honor de los peores animalistas.

  • La de las activistas de la corrección política que acobardan la palabra. Si pudieran lo harían con el pensamiento, al estilo de los acusados como “crimentales” de 1984, sea sobre los hechos de hoy o del pasado, con la literatura, el pensamiento científico, el arte o la indecorosa vida de grandes personajes de la historia. Sospechosamente, respecto al pasado muestran una pasión inquisidora especialmente dedicada hacia personalidades significadas por su ideología progresiva. Y, curiosamente, se da también entre el sector feminista que afirma que “lo personal es político” y que exhibe, incluso institucionalmente, su concepto de lo privado como modelo a seguir, al igual que lo han hecho ultras como Berlusconi o Trump, los programas de telerealidad y y las vidas de los famosos. Suelen ser mujeres groseras que intentan convertir sus complejos en éxitos personales y modelos  de actuación colectiva.

  • La de los milenaristas del fin del mundo. Conectan muy bien con una infancia y una adolescencia previamente aterrorizada por medios de comunicación y redes sociales, educadores y políticos. Ha de ser duro pensar a tan corta edad que el Planeta se puede ir al carajo en 30-40 años y que puedes ser la última generación viva sobre la tierra, que antes de llegar a viejo conocerás un nivel de destrucción no imaginable. Y, sin creer todo lo que dicen los científicos, lo cierto es que lo que vamos viendo no pinta bien. Pero hay un fatalismo de fondo y una urgencia que oculta que las transformaciones energéticas, de movilidad, productivas, de consumo, de costes y precios los está pagando ya la clase trabajadora, que los va a pagar mucho más hasta su miseria más radical. A estos niños (Greta Thunberg, los de “Extinción Rebelión” que creen coherente con sus denuncias el atacar la belleza del arte), concienciados por el capital de la urgencia de los cambios, alguien debiera poner ante sus ojos la película coreana “Snowpiercer”(Rompenieves).  En ella  los viajeros de cola de un tren diseñado por un ingeniero, tras la edad de hielo, que ha eliminado la vida sobre la tierra, comen unas barras de gelatina fabricadas con restos humanos, facilitada por los ricos de los vagones de cabecera. Los miserables se acaban enfrentando a los que dirigen el tren y, finalmente, a su dueño. Es la historia de la humanidad y de sus formas de dominación: esclavos contra ciudadanos libres, plebeyos contra patricios, siervos contra señores, asalariados contra empresarios, miserables contra ricos,...siempre habrá un motivo de rebelión. Los niños de la burguesía a los que sus padres limitan la hora de jugar con la play no son el mejor exponente de una lucha igualitaria por la supervivencia de la especie.

El paso del obrero masa, concentrado en grandes empresas, con identidad de clase, organizado y con cierta conciencia de la misma, al obrero social de Negri, descentralizado, dividido en multicategorías, desidentificado de su conciencia del ser y desorganizado, es correlativo con el tiempo en el que muere la oportunidad de una liberación colectiva, la condición de asalariado que crea riqueza frente a quienes viven de ella y la realidad social, económica y política se fragmenta en un crisol de identidades que, por la propia naturaleza individualista del activista, entrará como alternativa.

Estamos en la fase previa a la microsegmentación de todas las identidades. Frente al capital ya no está el trabajador concienciado y militante que expresa un no, dentro de una conciencia colectiva que le lleva a organizarse en un movimiento de clase mucho más amplio. El de una colectividad que resume a casi todos.

Lo que ahora domina en el paisaje es la superestrella mediática. El actuante es el buscavidas en su solitario proyecto del ¿qué hay de lo mío? en una deriva narcisista hacia causas cada vez más minoritarias y particulares.

En algún momento habría que explicar de qué modo, no sólo las transformaciones estructurales que han afectado a la clase trabajadora y a su conciencia y formas de organización han favorecido la aparición de los activistas estrellas de la pista.

Convendría también hablar de cómo el burocratismo de las organizaciones de trabajadores impide la iniciativa de ideas y acciones, de la manera en la que las direcciones se blindan frente a la crítica interna, de la forma en que su deriva electoral convierte al militante en afiliado pegacarteles.

6 de febrero de 2022

VIEJOS PERO NO MUERTOS NI RESIGNADOS

Por Marat

Cuando se llega a los 60 años uno puede sentirse viejo o joven. Es cuestión de perspectiva respecto al tiempo vivido y la expectativa del que pueda quedar de descuento y del estado anímico y/o físico de cada uno.

Pero lo cierto es que la esperanza de vida del ser humano se ha ampliado enormemente y también que si los 60 años ya no son la decrepitud propiamente dicha nos acercamos a marchas aceleradas hacia una etapa en la que se experimenta el menosprecio y el abuso. Cualquiera que trabaje en una empresa sabe lo que es ir sintiéndose laboralmente arrinconado por la dirección, del mismo modo en que cualquier viejo -merece la pena reivindicar ese término en un mundo de hipócritas eufemismos y en el que abuelo es sólo quien tiene nietos, anciano es una condescendiente palabra y boomer un neologismo con sabor a chicle- sabe del desprecio adolescente y no tan juvenil hacia los viejos.

Afortunadamente para quienes lo hacían, y ya no se atreven a expresarlo, los viejos ya no somos señalados como parásitos que vivimos de sus impuestos vía pensiones, sanidad cada vez menos pública y más intencionadamente degradada, y viajes del Imserso. En un país como España en el que la población mayor de 64 años era a 1 de enero de 2021 de 9,38 millones de personas, muchas de las cuáles han sostenido la supervivencia de hijos y nietos desde la crisis de 2007, hay que tener cierto cuidado antes de evacuar según y qué rebuznos por parte de quienes, si las circunstancias no lo impiden, llegarán a viejos y no desearán escuchar cómo se echan sobre ellos ciertas genialidades.

A partir de los 60 puede uno seguir considerándose joven o ya entrando en la vejez pero, mientras las condiciones físicas y mentales no lo impidan, hay razones para seguir peleando por la vida y la dignidad.

En la escuela nos enseñaron que el 9 era más que el 8 y que todos los demás números que lo precedían. Los números son importantes, mucho más cuando están organizados.

Lo han demostrado las coordinadoras en defensa del sistema público de pensiones, que llevan más de tres años sacando a la calle a muchas decenas de miles de pensionistas y jubilados y de futuros candidatos a serlo, peleando por lo que ha sido un derecho arrancado al capital y a todos y cada uno de sus gobiernos durante más de un siglo.

Sin esas protestas se hubiera acelerado mucho más la voladura de las pensiones públicas y el avance hacia su privatización. Han tenido que reducir la marcha. Si el golpe no se ha parado en seco es porque entre los inmediatamente afectados y en las generaciones posteriores domina la moral del esclavo pero quienes mantienen la lucha son infinitamente más útiles que aquellos que jamás la inician. Nada nos ha sido dado; todo fue arrancado.

El pensionista Carlos San Juan ha iniciado recientemente una protesta contra el maltrato recibido por los viejos -en este caso el atributo es mío - por parte de los bancos, al dejar de dispensárseles una atención personal y obligárseles a utilizar los servicios bancarios vía cajero electrónico o aplicaciones. La medida bancaria es general en un doble sentido: se aplica a toda la población con cuentas en entidades de crédito y la hacen todos los bancos.

Entrar en una cuestión como las capacidades de cada uno y según edades es comprensible pero es un error ¿Acaso no hacen lo mismo las gasolineras y cada vez más supermercados? ¿No se está perdiendo cada vez más servicio en un creciente número de grandes empresas, mientras los precios de sus productos o de sus comisiones bancarias suben? El capital sólo sabe de beneficios, aumentando sus precios, en lugar de rebajárselos por un servicio que ha dejado de darnos. Si en el pasado recibíamos algo más (intereses, “regalos”, que eran un modo de darnos menos intereses, servicios,... ¿por qué hemos de aceptar recibir ahora menos por más?

La iniciativa de Carlos San Juan está muy bien. Era necesaria, aunque la haya hecho a través de Change, una página en la que, si quieres que tu petición tenga mayor alcance, debes pagar. En cualquier caso, alguien tenía que empezar a elevar la voz.

Pero hace falta más porque si estos días los medios de comunicación se hicieron eco de la protesta de Carlos y de las casi 600.000 personas que han firmado su denuncia, lo que pasa en internet se queda en internet, y al cabo de unos días la demanda virtual desaparece de los medios, que son los que le dan vida, si no hay organización ni presencia en la calle y que golpee donde más le duele a los bancos, en su cuenta de beneficios.

Somos los clientes de los bancos quienes podemos tener esa posibilidad. Los mayores por la pérdida de atención personal, quienes no tienen cuentas vinculadas por el atraco en comisiones, los jóvenes por ser considerados clientes de alto riesgo.

Las protestas de los viejos pueden ser resumen y acicate de otras luchas, si se entiende que, de un modo u otro, tienen que ver con motivos más amplios.

Hace mucho tiempo los trabajadores renunciamos a la conciencia de clase y a asumir que somos los auténticos creadores del beneficio empresarial mediante nuestro trabajo. Si también renunciamos a conquistas y derechos sólo nos quedará Netflix, mientras podamos pagarlo.

28 de noviembre de 2017

A QUIEN CONMIGO VA. A DISTINGUIR ME PARO LAS VOCES DE LOS ECOS (5)

Por Marat

405 muertos en los centros de trabajo en lo que va de año. Como l@s trabajador@s no tienen lobbies subvencionados y su realidad no es interclasista miráis para otro lado, identitarios postmodernos y burgueses.

El izquierdismo útil al sistema capitalista reivindica su democracia, condena una represión contra los que no son sus explotados y encuentra razones de combate ajenas siempre a los trabajadores. Poneos una camiseta que diga NO AL GENOCIDIO DE LAS MUSARAÑAS.

Hoy 27 de Noviembre casi toda la prensa deja atisbar las intenciones del capital y de su gobierno actual (todos los del parlamentarismo burgués lo son) la liquidación de las pensiones públicas pero tú prefieres hablar de fútbol, procés o postmoderneces. Pueden permitirse el lujo de ser sinceros. Tú se lo permites con tu indiferencia o con tu cruel estupidez de desclasado que siempre tira en contra de quienes debieran ser los tuyos.

¿Sabéis lo que significa «las kellys»? Las-kellys: “las-que-limpiamos”. Son camareras de hotel, con dignidad de trabajadoras, al viejo estilo que ya no se lleva, identidad de clase y no de vuestras horteradas pijas y con un impresionante sentido de porqué luchan.

El Black Friday de estos días es el mismo engaño de las rebajas de antaño, que subían los precios antes de reducirlos. Pero en inglés idiotiza tanto como el Halloween o la posibilidad de que un día convirtamos en fiesta nacional, de vieja raigambre, el día de “acción de gracias”. Para la clase trabajadora, el Black Friday es la oportunidad de un jersey, que pronto se dará de sí y le saldrán pelotillas, para los días de frío. Para los más desclasados, el engaño de algo que no necesitan, por eso de lo que un día muchos se tragaron el cuento de la “democracia de consumo”.

Cada día mayor acoso al trabajador por parte de los empresarios, con la complicidad de tu indiferencia de desclasado progre al que cualquier identidad que no sea de clase le interesa mucho más. Espiar al trabajador es algo tan antiguo como la relación contractual del empresario con él pero ahora ya se hace persiguiéndole por GPS y además es legal porque la ley es siempre la del explotador que decide que servidores del Estado son de su gusto.

¡Qué viejos me resultáis los niñatos pequeñoburgueses que reclamáis «democracia», siempre burguesa, en lugar de socialismo. Para ser tan modernos y postmodernos volvéis a 1776 (Declaración de Independencia en la revolución americana) y 1789 (revolución francesa). La que tiene muchos menos años, la de 1917 (revolución socialista de octubre) os parce casposa. ¡Qué despreciables sois!

En el proceso hacia la Revolución de Octubre Lenin no se definió de izquierdas. Sus lemas eran pan, paz y tierras. Su concepto del Estado el de los sóviets, la única democracia que no era un sarcasmo. La que nacía del poder de los trabajadores en las fábricas y de los soldados por encima de sus oficiales zaristas, de la tierra para los campesinos pobres y la fuerza de los kombéds. El socialismo no era de izquierda. Ésta siempre fue una plañidera ante los crímenes del capital.

Cuanto más reivindiquéis unos y otros vuestras patrias más os despreciaremos los trabajadores conscientes que sabemos que en su defensa nos destináis a ser los que hemos de morir por ellas.

Huidas al extranjero de quienes dicen ser exiliados, inventos de la teoría de la masacre, aceptaciones del 155 para seguir en el machito indepe, europeismo y antieuropeismo con un mes de diferencia, dinero empleado en cuestiones ajenas a los servicios públicos,...suma y sigue.

Los indepes y su troupe han logrado instalarse en una realidad tan paralela que han conseguido que sus delirios burgueses nos importen a quienes no lo somos un carajo.

Los demócratas de una y otra tribu pactarán el reparto del botín que obtienen de expoliar a la clase trabajadora y a muchos os parecerá un logro de paz social.

22 de diciembre de 2015

20-D: TODOS HAN PERDIDO Y LA CLASE TRABAJADORA MÁS AÚN

Por Marat

Parece que el IBEX 35 ha hecho un pan como unas hostias. Su apuesta por la diversificación de apoyos económicos y/o mediáticos ha dado lugar a la aparición de un mosaico político que recuerda al modelo a la italiana de la época Andreotti, el cuál ha producido un descalabro de la gran mayoría de las organizaciones políticas contendientes, incluidas algunas que no estaban en el esquema del IBEX 35 y que sólo se presentaban en determinadas circunscripciones. Resultado económico del lunes 21 de Diciembre: el Ibex 35 pierde un 3,62%, ante las expectativas de un escenario de incertidumbre postelectoral. A veces, las digestiones son pesadas.

El resultado era previsible pero ni los García Ferreras de turno ni los “grandes estrategas” públicamente conocidos (Errejón) ni los que trabajan en las oscuras covachuelas, aunque bien remunerados, del poder económico, del que todos los demás derivan, parecieron prever el pequeño detalle de que la ampliación del Congreso realizada hace unos años no contempló el incremento del número de escaños, 350 pasara lo que pasara. Una simple reflexión lógica dice que si la tarta no crece pero sí los comensales, los trozos serán más pequeños para todos.

Argüirán algunos que los “emergentes ni de izquierdas ni de derechas, ni de derechas ni de izquierdas”, pero muy escorados hacia el reformismo capitalista, se presentaban por primera vez a las elecciones por lo que no han perdido nada sino que han ganado mucho. Puede que ya no recuerden aquellos sondeos preelectorales, tanto públicos como privados, en los que uno de los “emergentes” aparecía en primer lugar, o disputando esa posición, y el otro “emergente” se situaba incluso en segundo o tercer lugar en la lucha por la piñata electoral. Pues bien, los hechos los descuelgan -uso ese verbo por su evidente distancia en el número de diputados esperados- al tercero y cuarto puestos.

Y es que en el baile de la confusión, los sondeos mediáticos han hecho también su labor de debilitar a todos.

El PP ha perdido uno de cada 3 votantes, el PSOE uno de cada cuatro pero, si ustedes se toman la molestia de hacer un análisis más “cualitativo” detectarán que el batacazo del PSOE es, como poco, tan brutal como el del PP, si no más. La condena a posiciones irrelevantes en plazas históricas para este partido señala la gravedad de su sangría.

En el PP, con tal de ver el modo de formar gobierno ya hay quien habla bajito en relación con obedecer las órdenes del poder económico de sacrificar a su espolón de proa. Rajoy, ha estado bastante escondido en campaña, no sólo en los shows-debates sino en los carteles en los que Sáenz de Santamaría le eclipsaba, quizá como opción temporal, pues su figura es indisociable de los viernes de dolor de estos cuatro años, cuando anunciaba nuevas medidas “anticrisis” que, como siempre, pagaba la clase trabajadora. Aún así, conviene no olvidar para no ponerse estupendo, que diría don Latino de Híspalis, y exultante como algún partido en la noche electoral, que el PP sigue siendo el partido más votado en 13 de las 17 comunidades autónomas.

Los asaltacielos que hace unos meses creían tocarlo con la punta de los dedos y que afirmaban que “Podemos ha nacido para estas elecciones” muy probablemente deban esperar a las próximas, de no tocarle en esta ocasión a su Mesías el papel de mozo de espadas en la investidura del “novillero” Sánchez. Para entonces, si no se producen muy pronto las siguientes elecciones, habrá pasado por la derecha a Rivera, en aras de su condición de autoproclamado “hombre de Estado”.

Su ascenso en votos y diputados es muy importante pero no le da para alquilar el atril de un discurso de investidura ni de lejos. Por otro lado, sus 69 diputados, que no son todos podemitas, se dividirán por ley y acuerdo previo en cuatro grupos parlamentarios con presencia diferenciada en el Congreso. Disciplinar cuatro grupos parlamentarios, tres de ellos plurales en su composición, es bastante más difícil que hacerlo a uno sólo. Si lo sabrá el PSOE que nunca permitió que el PSC lo tuviera en la Carrera de San Jerónimo.

De momento, ha hecho un inestimable favor a la “España eterna”, al dejar en KO técnico al independentismo catalán y fulminar al vasco en una combinación de “tú fíate, que he puesto entre mis líneas rojas lo tuyo del referéndum” que ya el tiempo se ocupará en demostrar que de lo dicho no hay nada.

En cuanto a Ciudadanos, si bien ha obtenido 40 diputados, no tiene el peso suficiente para condicionar a Rajoy con su abstención, al menos en primera votación. Ya veremos qué hace en segunda.

Las salidas de tono de algunos candidatos de Ciudadanos, el descubrimiento de algunos rasgos de su pasado poco edificantes y de escaso pedigrí democrático, sus meteduras contínuas de pata, el escaso empaque de Rivera como joven promesa del club de debates televisivos, el transfondo percibido de partido de derecha, desinflaron parcialmente un globo que parecía iba a volar muy alto.

IU-UP, Unidad Popular en Común -pico de aquí, pico de allá y me disfrazo como un camaleón sin identidad propia pero con guiños a la Confluencia “En Común”- empezó a morir como opción socialdemócrata, que lleva dentro otro partido socialdemócrata, el PCE, cuando su director de campaña de las europeas, eligió guiñar un ojo sexy a los podemitas con su eslogan “El poder de la gente”, que anunciaba su renuncia a ser poder de los trabajadores, como se ha venido demostrando en sus comunicaciones posteriores. Luego, la elección de cabeza de lista de su odalisca más entregada a la confluencia, el joven Garzón, indicaría el camino posterior, que se expresaría en el reciente lema de campaña “Por un nuevo país”, otro guiño, ya a calzón quitado a Podemos (“Un país contigo podemos”), dirigido por otro nuevo equipo de campaña que dimitía apenas empezada ésta, pasándose una parte de sus miembros al partido de los círculos.

Su esfuerzo por obtener notoriedad, ante unos debates a 3 ó 4 que le fueron antidemocráticamente negados, llevaron a sus nuevos alevines, completamente reideologizados en un postmodernismo desclasado, a hacer una campaña sin complejo del ridículo alguno buscando el logrado, en varias ocasiones, Trending Tonting en las redes sociales. Quizá no se preguntasen en qué medida eran retuiteados no sólo por sus seguidores sino por quienes se pitorreaban de ellos.

Los gatitos de Garzón (Gatetes), los Besos a Garzón, las expresiones tipo “chavalada, @agarzon manda y no tu panda”, las #abuelasconGarzon y los “Garzoners”, hashtags utilizados por la coalición en twitter mandaban a los votantes el mensaje de que podían ser tan cursis, ñoños, ridículos y desclasados como la “chavalada” podemita o más. En realidad mucho más. Pero eso lo completaron con sus menciones a los especistas (derechos humanos de los animales), los animalistas, los amigos de los huertos urbanos y demás moderneces de las que ya había partido a gran velocidad cualquier atisbo de izquierda o de clase, como no fuera la de los neopijos chupiguays o los nerds más frikis de internet.

Irónicamente, los disidentes de IU, en lugar de llevar su disidencia hasta las últimas consecuencias, han actuado como gregarios autómatas que, después de criticar la deriva de su organización hacia la nada ideológica, cogián la papeleta e iban a votar una opción que había perdido sus últimos retazos de dignidad política y de coherencia ideológica. Horas después arremetían con saña contra el objeto de lo que habían votado. No sé cómo calificar el ir de crítico y votar a un candidato que acabará sumando un diputado más a Podemos y después rumiar su arrepentimiento por haberlo hecho y montar la bronca públicamente pero, en cualquier caso, no les iba a gustar el epíteto. Sinceramente, ante tal inconsistencia, uno se pregunta qué queda en seres humanos de esas características de lo que debe de ser un librepensador y una persona con sentido crítico. Es evidente que ahí habitan ya muy pocas fuerzas sanas y, en cambio, mucho cómplice necesario que aún cree poder salvar una máquina agónica sin empezar por salvarse él mismo de su propio adocenamiento y falta de valentía política. El principio de que fuera hace mucho frío sólo crea seres inactivos para la lucha cuando la propia vida y su desenvolvimiento exige lo contrario; no digamos ya querer cambiar el mundo de base.

En medio de ambas campañas la fuga de los cabeza de lista municipal y autonómico de Madrid hacia otras formaciones, la desbandada de jóvenes y no tan jóvenes dirigentes hacia Podemos, el pacto del secretario general del PCE, Centella, con la Juventud Comunista de Madrid, para tomar el poder dentro de IU y hacerse con la organización, eligiendo a Garzón en unas primarias en las que no se dio oportunidad alguna de competencia en igualdad a otro candidato a dichas primarias, etc, etc.

Resultado de todo el proceso: IU-UP logra sólo 2 diputados 2, ambos por Madrid, en las elecciones generales, las peores de la historia de esa formación política junto con las de la época de Llamazares como Coordinador Federal.

Ayer uno de IU me relataba el cuento de la lechera, diciéndome: “En candidatura directa hemos sacado sólo los 2 de Madrid pero en listas “unitarias” hemos sacado otros 2 en Cataluña y 1 en Galicia”. A lo que no pude contenerme de responderle: “Sí, y te serán tan útiles como los que tienes en el Ayuntamiento dentro del grupo gobernante de Ahora Madrid”. Aún me devolvió otro contraargumento, ya sin mucha convicción: “Pero se han abstenido o votado en contra de la mayoría -de Ahora Madrid- en varias ocasiones”. Se la reenvié: “Pregúntale a quienes no estén especialmente informados si saben que son de IU y en qué se nota que lo son”. No me respondió. Sé que acariciaba la idea, que no me dijo, de que esos tres diputados “de IU”, pero que fueron en listas ajenas a las oficiales y compitiendo a nivel nacional frente a IU -al no poder votarse a esta organización en dichos territorios- prestarían los votos a los dos diputados de IU por Madrid para conformar grupo parlamentario. Sé también que, en el fondo, no creía en tal deseo porque iría en contra de los intereses de Podemos de que su “oposición” por la izquierda desaparezca para fagocitar algunos dirigentes, locales y votantes. Y los que han ido en las listas de las Mareas y de En Común Podem han demostrado sobradamente con qué proyecto están.

IU está agonizando en sus últimos meses de vida. Su niño-candidato-estrella pronto ejecutará la danza de los 7 velos ante el visir de la coleta. Ya destapó el tarro de sus esencias la noche electoral al insistir en que las urnas habían mostrado su voluntad de una nueva mayoría y al declarar en su página de twitter lo siguiente: “Felicitar también a los compañeros de Galicia y Cataluña, han demostrado que la unidad es el camino para derrotar al bipartidismo”. Es obvio que ahora, siendo diputado electo podrá vender mejor su paso a la bancada podemita, cosa que hará en muy breve, como tantos que dijeron cosas del tipo “no, no me voy a Podemos. Punto”.


Un día después de las elecciones Javier Couso, eurodiputado electo por IU mostraba hasta qué punto no se sentía a gusto en esta organización al declarar, en un lenguaje sólo críptico para quienes desconocieran los entresijos de la misma, lo siguiente:






Un día después ha borrado sus tuits de su sitio en twitter dejando, estupidamente, un rastro de sus intenciones previas en el del día siguiente (22/12)



A pesar de su zorrería política, Javier Couso es un parvenu a la politiquería marrullera, sucia y llena de trampas, que representa el día a día de cualquier partido dentro de las reglas de juego "democráticas" al uso. Él era alguien que pasaba por allí, dispuesto a hacerse notar con el qué hay de lo mío -muy digno y justo en su origen, denunciar el asesinato de su hermano en Irak a manos de las tropas USA pero con un savoir un tanto arribista y de autopromoción de sí mismo- y logró que un grupo político oportunista, IU, le elevase a la condición de eurodiputado.

En cualquier caso, Javier Couso bien puede ser el siguiente paso en la operación tránsito de IU a Podemos, que allane el camino de Garzón y organice la voladura controlada y por pasos de una organización ya muerta pero zombie. IU es un cadáver político que lleva el mismo camino que UPyD.

En Mayo del año pasado escribí un texto titulado “si en la dirección de Izquierda Unida hubiera inteligencia colectiva”, donde planteaba la necesidad de resistir y de dar giro político-ideológico hacia la izquierda, la clase trabajadora y la lucha por el socialismo. Pero quienes están en operaciones sólo cosméticas de ruptura limitada del orden institucional nunca hubieran emprendido tal camino que les habría producido vértigo. Para eso hubieran sido necesarios auténticos cuadros políticos con capacidad dirigente, audaces, seguros de una voluntad de cambio interno radical e intelectualmente valiosos. Los capitanes de hoy en IU no hubieran sido admitidos siquiera como cabos furrieles en el PCE hiperreformista pero cualitativamente poderoso de 1977.

La muerte de IU y del PCE, organizaciones socialdemócratas, que sin embargo mantuvieron durante tiempo restos de una cultura de lucha obrera, a manos internas y externas, ha de tener, no obstante, algo provechoso: el dejar de ser obstáculo para la reconstrucción de un polo comunista en este país que no se avergüence de proclamar la dictadura del proletariado como paso al socialismo, la lucha de clases como práctica política, la lucha ideológica y la formación de cuadros como medio para ir asentando una nueva cultura política que abra caminos a otros contenidos muy distintos a los de la protesta social actual y la centralidad de la clase trabajadora en dichas luchas.


Y después del 20-D, ¿qué?
Los interrogantes que surgen ante la formación del nuevo gobierno son múltiples. 

Salvo que el capital tenga previsto una segunda ronda que restituya la situación a un marco muy similar al de 2011 por agotamiento de las posibilidades de combinación postelectoral y por temor al vacío por parte de los electores, el curso de los acontecimientos se presenta muy abierto.

Las combinaciones de pactos y/o permisos de gobierno tanto para el PP, el principal candidato a la reelección, como para el PSOE, una posibilidad un tanto delirante, son harto complicadas.

La posibilidad de que el “el astuto” Rajoy sea investido por segunda vez como Presidente de Gobierno no depende sólo del previsto cambiazo de Rivera y su partido personal sino de que el PSOE se inmole en el altar del “interés general de España”, algo muy posible dado que es un puntal decisivo para la estabilidad del sistema económico y político surgido y pactado con el franquismo a la muerte de su Caudillo.

Aunque fuera en segunda votación, el nuevo gobierno presidido por el señor que duerme cuando todos los montes del norte “se queman” a la vez, y púgil derrotado en familia, sería muy inestable, con enormes dificultades para pactar leyes coherentes y con una tendencia al “¿qué hay de lo mío?” de sus socios tremenda. Tendría que recurrir a Ciudadanos, al PNV, a Coalición Canaria y hasta a la marca blanca de Convergencia, siendo esto último muy difícil, aunque no imposible, dado que la burguesía no tiene ni ideología ni principios, sólo intereses.

En el caso de que el PSOE apostara por la investidura del bisoño Pedro Sánchez, la cuestión estaría más complicada. Requeriría, en una combinación menos imposible de lo que parece, del concurso de Podemos y de Ciudadanos, ambos aparentemente opuestos en la cuestión del referéndum para Cataluña y Euskadi pero no en el resto de líneas rojas de los podemitas (reforma constitucional, moción de confianza para el cumplimiento del programa electoral, reforma de la justicia y cambio de la ley electoral), asumibles dentro del esquema regeneracionista que Ciudadanos comparte con los anteriores.

Dado que Podemos tendría mucha dificultad para vender su propuesta de referéndum fuera de las dos comunidades históricas -la España “eterna” y unitaria no perdona-, don Pablo “el estadista” siempre podría sacarse de la manga alguna comisión interparlamentaria Congreso-Senado que estudiase el encaje de Cataluña y Euskadi dentro del Estado español en pos de un reconocimiento de su condición de naciones soberanas y blablabla, a través de una transaccional ideada por el gran “estratego” Errejón junior. Al final, les llevarán al mar de los Sargazos de un federalismo tipo PSOE sin contenidos y con aires de brindis al sol periódicamente mencionado en un horizonte tan lejano como el de la República. La “generación más preparada de la historia” y los menores de 50 años no conocerán seguramente las triquiñuelas de un PSOE que en los primeros años de la transición defendió la República, el derecho de autodeterminación de Euskadi y Cataluña, la salida de la OTAN y la autodeterminación del pueblo saharahui entre otras cuestiones. Los mayores de 50 años, que antes votaban PSOE y ahora Podemos lo saben, pero no tienen escrúpulos para actuar como si careciesen de memoria histórica al respecto y como si ignorasen que Podemos ha sido infinitamente más rápido en aceptar la OTAN que su partido de origen.

Que Podemos haya sido primera fuerza política en Cataluña tiene que ver con una cierto cansancio respecto al “procés”, que parece continuar encallado en medio de las ditatribas de Mas/Junqueras con la CUP respecto a la investidura de Mas como President por parte de ésta última.

El desplazamiento del voto Bildu hacia Podemos tiene mucho que ver con la incipiente pérdida de fuelle de la primera, tras el fiasco de su gobierno en Donosti y tras el abandono de la lucha por la amnistía de los presos como primer elemento de negociación con el Estado, lo que ha abierto las puertas a un posibilismo que ha dado alas a Podemos. La relación entre ambos ha sido de amor/odio y de acercamiento/distanciamiento siempre prudente, siempre abierto “a ver si en Madrid nos ayudan a salir de este embrollo y nos dignifican a la categoría de una ERC o de un BNG de hace unos años”. Cuando el independentismo pretendidamente de izquierdas quiere hacer política, se ablanda.

Aclarada esta cuestión, queda la opción de un PSOE+Podemos+ IU + la marca blanca de Convergencia (por eso de que otros les saquen las castañas del fuego) + ERC + La Ponferradina + 3 ujieres del Congreso + un señor bajito, representante de una fábrica de fajas de Vitigudinos. Todos ellos se encontrarán con el camino muerto de la mayoría absoluta del PP en el Senado, un lugar en el que bien podría ir a morir muchas de las iniciativas parlamentarias de esta suerte de multipartito.

Sea como fuere, esta opción sería seguramente la más inestable de todas, dadas las necesidades de atender a un sinfín de intereses, muchas veces no compatibles, salvo en su respuesta a los intereses del capital, y adolecido de clientelitis aguda por la cantidad de prebendas a las que habría de hacer frente. Acabarían por entrar en el mundo de “la vieja política” corrupta del PP tan a saco como este partido. Y cada mano lavando múltiples manos.

Eso sin contar con las tentaciones de Podemos de enterrar al PSOE y de actuar como escorpión que se ahoga en el pantano del pacto no cumplido por la ambición de responder a sus instintos sucesorios.

Aunque siempre podría ocurrir que la operación “salvar al soldado Sánchez” sea la que ronde por la cabeza encoletada del mesías podemita y haga bueno aquello de “guárdame los votos, Pablo, que en unos meses pasaré a recogerlos. Pedro Sánchez” y que se acabe materializando en formato de gobierno de concentración “progre”.

Por si tuvieran alguna tentación de pasar de las palabras a los hechos, de sus difusas promesas sociales a algún cumplimiento menor, Bruselas ya vela armas y recuerda a los próximos gobernantes que hay unas obligaciones que cumplir. Les aseguro que si hubiera una alternativa a Rajoy, el destino de los nuevos gobernantes sería el del “bravo Alexis”, desaparecido y olvidado en esta campaña tanto por IU-UP como por Podemos, tan eficaz para disciplinar y arruinar a la clase trabajadora griega.

Y es que Bruselas ya ha indicado al próximo gobierno español que tiene que continuar con su política de recortes sociales. Ello mientras espera en cola la segunda fase de concentración del sistema bancario, con 30.000 próximos despedidos o el plan de Telefónica (Movistar) de echar a la calle a 10.000 trabajadores.

Siempre queda la opción de que no haya posibilidad de formar gobierno ni del PP ni del PSOE, porque son los únicos que lo encabezarían, y de que en Marzo o, como tarde, en Mayo, se convoquen nuevas elecciones. Tengan por seguro que las volvería a ganar Rajoy, posiblemente con una ventaja superior a la actual, ante el temor de la conservadora y derechizada sociedad española a “aventuras desconocidas”.

Pase lo que pase, a la clase trabajadora la seguirán jodiendo mientras no exista una vanguardia lo bastante poderosa para despertar al Gulliver que, sólo en ese caso, quizá pudiera recuperar su condición de sujeto político.

Mientras tanto, "estratego" Errejón junior propone a un independiente como cabeza de gobierno, lo que recuerda un tanto al pasado gobierno técnico italiano de Mario Monti. Como me recuerda una camarada, quizá le haya faltado añadir "con el permiso de la Troika". Y es que tal vez se esté curando en salud, tras los éxitos cosechados por el "bravo Alexis".

Por su parte, Pablo Iglesias en un artículo titulado "A Pedro no le dejan", publicado en el Huffington Post, valida la propuesta de su primer espada de nombrar Presidente a un "independiente", el cuál seguramente no estará entre los "independientes" en listas de partidos refrendados por las urnas, lo que ratifica la posibilidad de que se repitan las elecciones dentro de unos meses y sugiere el temor de la Cúpula del Trueno podemita a que, en ese caso, las cosas les vayan peor.

El momento presente y las circunstancias de los comunistas
Es fundamental ser lo bastante realistas para admitir las características reales del momento político nacional como paso previo a cualquier análisis posterior.

No existe una crisis del régimen político español. A lo sumo lo que existe es una cierta crisis de institucionalidad (los partidos de la primera transición, la desconfianza genérica hacia los políticos, cierto hartazgo de que la “riña” política no refleje la auténtica realidad de los más golpeados por la crisis). Mucho menos del régimen capitalista en España. La conciencia de la clase trabajadora es muy baja respecto a las causas reales de su sufrimiento como clase

Aprovecho la ocasión para señalar que quienes desde IU, otros partidos o un "izquierdismo" pequeñoburgués expresan la frustración ante sus limitaciones para conectar con las aspiraciones y necesidades de la clase trabajadora y la culpan de haber votado a la derecha son unos miserables. Quien hace tal cosa no sólo no es marxista sino un pobre ignorante que desconoce que la conciencia no es un derivado inmediato de la condición social y que para que aquella se adquiera hace falta una vanguardia consciente, inteligente y capacitada para aprovechar las contradicciones políticas y sociales y abrir nuevos espacios de disidencia y contestación social que, sin negar la importancia de las necesidades inmediatas de nuestra clase, eleve su nivel de conciencia y lucha hasta donde se haga evidente que el capitalismo no es capaz de dar respuesta a las necesidades de nuestra clase.

Mientras tanto, la Monarquía se ha fortalecido, ayudada por una mayor discreción del nuevo rey, capaz de mostrar una imagen pública más honorable en sus comportamientos públicos, instituciones violentas y/o represivas como el ejército o la policía gozan de gran aceptación, la clase trabajadora ha desaparecido en el relato de los partidos y en la importancia concedida a sus necesidades básicas -lo que importa es el discurso de los problemas de la clase media, que tiene mayor acceso a la formación de la opinión pública-, los sindicatos mayoritarios no existen y del nombre de sus dirigentes ya nadie se acuerda (todo lo que hayan acordado con el capital en este último año y medio se ha hecho en secreto y bajo cuerda). La movilización social, agotada a final de un ciclo más o menos intenso de luchas, pero profundamente reformista -objetivo: salvar los muebles-, ha fiado todo a la ilusión democrática de un cambio que cada día se aleja más en el horizonte porque sus dirigentes no buscan un “cambio” sino, como veremos demasiado tarde, una involución hacia una nueva transfiguración del capital en forma de protagonistas viejos (segunda transición) con caretas nuevas. En ese proceso, las viejas familias políticas acabarán fundiéndose con los nuevos actores en una comunión de intereses que restablezca el orden social, sólo parcialmente contestado.

Aún así, los comunistas debemos atender al nuevo escenario que se abre tras los resultados del 20-D en los que ninguno de nosotros debiera haber participado tras el fiasco de lo que significó Syriza para no legitimar esta descarada dictadura de clase de la burguesía. Syriza y su práctica tras el "oxi" fue la evidencia de que, cuando se admite el juego “democrático” de la institucionalidad burguesa, sólo queda obedecer a los amos del capital. Excepto que pasar del 0,11% al 0,12% en el caso de alguna organización comunista se considere un éxito.

Para ciertos comunistas el paso del “cretinismo parlamentario” a la reorganización y la reconstrucción significa un salto en el vacío porque, por un lado, produce el aturdimiento y el temor a perder los focos sobre el grupo y, por el otro, abre bajo sus píes el vacío de tener que atender a las circunstancias de hoy con ojos de hoy, aunque no se ignoren las enseñanzas del ayer. Demasiada sensación de riesgo la que oprime sus corazones.

Curiosamente, ambos conceptos (rechazo al parlamentarismo como protagonista de la actividad de la organización y necesidad de reconstrucción y de organización) son esgrimidos como fantasía argumental frente a las causas de la socialdemocratización de sus organizaciones. Pero, fuera de tal retórica, son incapaces de abrir paso a este camino porque sus reformistas mentes se lo impiden. Mientras tanto pueden proclamar a San Stalin como su héroe o expresar su nostalgia por la Unión Soviética, sin ser capaces de explicar porqué cayó -fuera de alguna tontuna conspiranoica- y porqué la clase trabajadora no la defendió en el momento de su destrucción. Responder a estas cuestiones quizá les ayudara a liberarse de sus corsés reformistas y a abordar el futuro con la suficiente valentía intelectual para no encerrarse entre sus paredes de barro cada vez más endebles.

El reto de defender a la clase trabajadora, desde dentro y como parte de ella, sigue estando delante. Organizarse, definir un programa político de lucha, que no electoral, dar la batalla ideológica para situar los problemas de los trabajadores como una realidad completamente diferente y real frente a la “ilusión democrática”, encender de nuevo el fuego de la lucha de masas, abandonada en espera de falsos Prometeos parlamentarios, elevar las luchas por lo inmediato a niveles que resulten irrresolubles dentro del capitalismo, es la tarea de los comunistas. El resto, consunción en las cenizas y vanos brindis al sol de nostálgicos de un mundo desaparecido.

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