27 de marzo de 2013

IRAK DIEZ AÑOS DESPUÉS: EL FRACASO DE LA POLÍTICA NEOLIBERAL Y DEL ARDOR GUERRERO DE BUSH Y SUS ALIADOS

A Irak no ha llegado la democracia, ni el país ha renacido de sus ruinas, 
como predicaban quienes hace diez años propiciaron la invasión, sino que, 
por el contrario, se ha convertido en un cúmulo de ruinas y un paraíso 
de corrupción. ©Radio Nederland Wereldomroep

Mercedes Arancibia. Crónica Popular

El 20 de marzo de 2013, cuando se han cumplido exactamente diez años de la invasión de Irak por la coalición encabezada por los Estados Unidos de George W. Bush (de inolvidable memoria), y secundada por los palanganeros Tony Blair y J.M. Aznar más Durao Barroso que les prestó la cama en las Azores, en el diario La Presse (del Canadá independentista, es decir de Québec) me entero de una iniciativa que tiene miga: el blog político estadounidense Gawker ha propuesto a sus lectores escribir a quien fuera el 43 presidente del país, gran arquitecto de del conflicto, felicitándole por el aniversario de una guerra que no termina nunca desencadenada con el lema “Libertad para Irak” y que, lo mismo que la de Afganistán, enfrentaba a dos ejércitos de potencia desigual y propiciaba un considerable aumento en la actividad de los grupos terroristas de la zona. A estas alturas de la historia, las guerras de Irak y Afganistán son emblemáticas de lo que significa “modernidad” en materia de conflagración armada.

Los de Gawke publican la dirección del correo electrónico del menos tonto (supuestamente) de los hijos de Bush senior, para que sus lectores puedan dirigirle todos los improperios que se les ocurran por haber esgrimido la existencia de armas de destrucción masiva en Irak y la relación entre Saddam Hussein y los yihadistas de Al Qaeda para justificar la invasión del país. El tiempo ha puesto las cosas en su sitio, demostrando que ambas premisas eran absolutamente falsas. Los ciudadanos de esta parte del mundo ya lo sabíamos: no en vano fuimos millones quienes hace diez años salimos a las calles para manifestarnos en contra de una guerra en la que no se nos había perdido nada.

Lo que pasa es que el equipo del peor de los Bush se puso inmediatamente a la obra y, después de los primeros correos, que sin duda le pillaron por sorpresa, empezó a devolver los siguientes con el lema “dirección desconocida”. Aunque, se puede comprobar, el dominio ogwb.org corresponde al “centro presidencial de George W. Bush” –según Gawke- registrado en 2009 por Brian Cossiboom, vicepresidente de operaciones de la Fundación George W. Bush. Yo he hecho la comprobación y lo que aparece ahora es una página como un galimatías, en la que en una de las líneas puede leerse que el sitio “se ha trasladado” (probablemente inundado por emails y spams) (1).

Dejemos la broma a un lado y saltemos a la realidad. Se han cumplido diez años del comienzo de la guerra, han sido diez años de equivocaciones y horrores y nadie ha pedido perdón todavía. “No hay ninguna duda de que la invasión de Irak fue un desastre. No hay ninguna duda de que se hizo basándose en suposiciones erróneas y con una voluntad que tenía muy poco que ver con las justificaciones oficiales de la intervención”, puede leerse ahora en el digital AgoraVox, que reproduce un artículo publicado en Il fatto quotidiano, diario italiano en línea fundado en 2009 y dirigido por Antonio Padellaro (2).

Balance de muertes sin contabilizar 11.500 víctimas iraquíes
Aunque los soldados estadounidense se retiraron oficialmente de Irak en diciembre de 2011 las víctimas, directas y colaterales, han continuado acumulándose durante los últimos meses y aunque pretender establecer un censo definitivo resulta muy arriesgado algunos organismos lo intentan, como la publicación digital británica Iraq Body Count que, precisando que probablemente se trate de una cantidad inferior a la real, cifra entre 112.000 y 122.000 el número de civiles que han perdido al vida en el conflicto, o sus consecuencias, según publica estos días el semanario Le Nouvel Observateur en un artículo firmado por Boris Proulx. Los famosos «documentos de Wikileaks» revelaron en 2010 que la muerte de alrededor de 11.500 víctimas iraquíes de la guerra nunca se ha hecho pública y, por tanto, no figura en ninguna contabilidad, ni oficial ni oficiosa.

Siempre según Iraq Body Count, a los muertos civiles hay que sumar 39.000 combatientes de distintos orígenes (4.488 estadounidenses, 179 británicos y 140 de los países aliados, entre los que se encuentra España). Y según Proulx, “esta guerra pasará a la historia como un fiasco militar de Estados Unidos en el siglo XXI, igual que lo fue Vietnam en el siglo XX”.

Otras fuentes facilitan otras cifras. Según el estudio publicado a mediados de marzo de 2013 por el Watson Institute for International Studies, de la Universidad Brown, los muertos podrían haber sido hasta cuatro veces más de los contabilizados oficialmente: si se incluye a policías, insurgentes, periodistas y trabajadores de organizaciones humanitarias la agencia Reuters estima que la cifra de muertos podría situarse entre 176.000 y 189.000. Además, un millón de iraquíes han resultado heridos, en mayor o menor grado, durante el conflicto y cuatro millones (de los 33 que pueblan el país) han tenido que abandonar sus hogares para escapar a la violencia; la mitad han permanecido en el interior de Irak y la otra mitad han huido hacia el extranjero, principalmente a Siria, de donde no pueden volver y donde ahora padecen las consecuencias de otra guerra.

Siempre según el mismo estudio, la guerra ha costado 700.000 millones de dólares (540.000 millones de euros) a estados Unidos, a los que hay que sumar 490.000 millones de dólares en indemnizaciones a pagar a los ex combatientes; y se supone que, en las próximas cuatro décadas habrá que seguir haciendo frente a gastos como consecuencia de la guerra hasta un total de 6 billones de dólares (más de 4 billones y medio de euros).

Un áspero perfume de petróleo
En el balance que de los diez años de guerra hace el diario comunista francés L’Humanité denuncia directamente el papel determinante que el conflicto ha tenido en la desestabilización de toda la zona de Oriente Medio, “que desprende un áspero perfume de petróleo”, y donde todos los estados se encuentran hoy “divididos entre fuerzas centrípetas”. La estrategia militar les ha conducido a un aislamiento mayor que el que padecían: “Irak todavía no ha encontrado su unidad. En Irán, con el pretexto del asunto nuclear, las grandes potencias están propiciando una atomización del poder, sin pensar en las consecuencias. En cuanto a Siria, hoy se encuentra en tal estado –sean quienes sean los responsables- que resulta difícil imaginar cómo podrá volver a encontrar un día su unidad. La situación en Oriente Medio, ¿sería la misma si la región no rebosara petróleo y gas? ¿No es razonable preguntarse si el futuro de esas reservas energéticas, y el de los países donde se encuentran, es la explicación de las posturas y actitudes adoptadas por Estados Unidos y la Unión Europea?”.

Diez años después de la invasión estadounidense, Irak sigue buscando su rumbo ante la inestabilidad política y la persistencia de la violencia. Lo que en principio se presentó como un enorme fracaso de los servicios de Inteligencia estadounidenses, que proporcionaron argumentos falsos a las administración Bush para llevar a cabo la invasión, fue en realidad el fracaso de todo el sistema USA, centrado en el de instituciones como el ejército de tierra, la marina y la aviación, que debieron frenar aquella barbaridad basada en pruebas inconsistentes como las que atribuían a Saddam Hussein la posesión de armas de destrucción masiva, e incluso la capacidad de poder utilizarlas con fines devastadores contra países occidentales, tan alejados como Estados Unidos o el reino Unido. “En primera fila (del fracaso) -escriben en Il fatto quotidiano- se encuentran los personajes trágicos de Bush, Cheney, Rumsfeld y todo aquel circo neoconservador al que hay que añadir, y al mismo nivel, a Blair, Aznar y Berlusconi, que le prestaron su apoyo, y a toda una panoplia de jefes de estado que se sumaron de distintas formas. Ocupan también un lugar destacado los medios de comunicación que se dedicaron a divulgar aquella propaganda increíble y que, a la larga, se extendieron un auténtico terrorismo psicológico entre las opiniones públicas occidentales”.

De más está decir que tras la invasión y la ocupación militar de Irak las supuestamente letales “armas de destrucción masiva” jamás aparecieron, por la sencilla razón de que nunca existieron- se puede leer en LibreRed, una publicación que reproduce informaciones de diversas fuentes-: “Fueron una mentira, el pretexto para ejecutar la operación militar contra Hussein, que tiempo después (a finales de 2006) fue detenido y ejecutado".

Un legado desastroso
El legado tras diez años de invasión imperialista en nombre de la democracia es desastroso. Falta de servicios básicos, destrucción de infraestructuras, actos de violencia diaria y una tasa de desempleo superior al 50 por ciento. A esto hay que sumarle la sistemática violación de los derechos humanos, con la tortura de presos como práctica corriente en las cárceles custodiadas por el ejército estadounidense…las torturas se generalizaron en los centros de detención en Irak, como se demostró tras el escándalo de la prisión de Abu Ghraib, junto a Bagdad, y el descubrimiento de las cárceles secretas de la CIA, conocidas como “agujeros negros”.
Entre 112.000 y 122.000 el número de civiles que han perdido la vida en el 
conflicto, o sus consecuencias, más 39.000 combatientes de distintos 
Una investigación del diario económico Financial Times acaba de concluir que “Washington se ha gastado al menos 138.000 millones de dólares en contratos a grandes empresas implicadas en seguridad privada, logística y reconstrucción en Irak. Y que la compañía que más se ha beneficiado de ese maná de fondos públicos ha sido KBR, ex subsidiaria de la corporación Halliburton que dirigiera Dick Cheney antes de convertirse en vicepresidente de Bush y en el mayor promotor de la invasión ilegal que devastó el país. KBR se ha embolsado hasta ahora no menos de 39.500 millones de dólares, con lo que encabeza el ranking de multinacionales enriquecidas en la contienda; las dos que le siguen (las kuwaitíes Agility y Kuwait Petroleum Corp.) han sacado 7.400 y 6.300 millones de dólares, respectivamente. A continuaciónsiguen grandes compañías estadounidenses especializadas en la privatización de las Fuerzas Armadas, como Dyncorp, que se ha llevado 4.100 millones por entrenar a la nueva Policía iraquí, o Triple Canopy (1.800 millones), una de las mayores empresas militares privadas, integrada por ex comandos especiales de la Delta Force”.

El nuevo Irak tiene un gobierno de mayoría chií que sigue apoyado en bases americanas, aunque oficialmente los soldados se han marchado, y tiene que enfrentarse diariamente a las acciones de los diferentes grupos sunitas, que hunden sus raíces en el país. A Irak no ha llegado la democracia, ni el país ha renacido de sus ruinas, como predicaban quienes hace diez años propiciaron la invasión, sino que por el contrario se ha convertido en un cúmulo de ruinas y un paraíso de corrupción. Han tenido unos maestros ejemplares, que han abusado de sus prisioneros y han despreciado a una población sacrificada en aras de una mentira, a la que diez años después nadie ha pedido todavía perdón. “No en vano, el periodista iraquí que lanzó su zapato a Bush se ha convertido en un héroe nacional y ni siquiera quienes odiaban a Saddam son ahora capaces de agradecer su intervención a los americanos. Nadie va a conseguir olvidar las traiciones, los duelos, los heridos, los inválidos y las humillaciones”.

Nadie ha pedido perdón a los iraquíes, ni tampoco a los militares y civiles de otros países enviados a morir en Irak. Tan solo el diario New York Times se excusó ante sus lectores, por haberles mentido. Y, mientras tanto, la violencia continúa. El décimo aniversario de la invasión ha estado precedido de una serie de atentados con bomba : «febrero ha sido algo menos letal que enero con ‘solamente’ 220 muertos y 571 heridos». En un reciente entrevista concedida a la televisión británica ITV, el ex primer ministro Tony Blair –en su línea de “mantenella y no enmendalla”- aseguró que si “se hubiera dejado a Saddam continuar en el poder, en Irak se habría producido una carnicería aun mayor que la que está en marcha en Siria”.

Notas
1. El texto completo puede leerse en francés en las páginas: http://gawker.com/5991411/wish-george-w-bush-a-happy-iraq-war-day-here-is-his-private-email-address, y http://www.slate.fr/lien/69653/mail-george-bush-anniversaire-guerre-irak-hacking-guccifer

2. La salida del periódico estuvo precedida de una campaña iniciada en el blog . voglioscendere.it del periodista Marco Travaglio. El nombre de la cabecera es un homenaje a la memoria de Enzo Biagi (1920-2007), uno de los grandes nombres del periodismo italiano, que dirigió el programa televisivo Il Fatto; el logotipo –un niño con un megáfono- está inspirado en el del diario La Voce, como homenaje a su fundador, Indro Montanelli (1909-2001), periodista, escritor y autor teatral. Para conservar su independencia, el periódico ha renunciado al fondo de financiación pública.

3. El canal cultural franco-alemán ARTE ha emitido estos días un hermoso documental titulado “Diez años, 100 miradas”, que puede verse en: http://irak.arte.tv/

26 de marzo de 2013

LA ABOMINABLE CARA OCULTA DE LOS «EJÉRCITOS HUMANITARIOS»


ACTUACIONES DEL EJÉRCITO ESPAÑOL

Al hilo de informaciones recientes, Gasteizkoak describe y analiza las actuaciones cometidas por el Ejercito español durante las «misiones humanitarias» para evidenciar que esconden un Iado oscuro, marcado por la violación de derechos humanos.

Estitxu Martínez de Guevara. Gara
Colectivo Gasteizkoak

En las últimas semanas hemos conocido dos graves hechos relacionados con los denominados «ejércitos humanitarios» que nos han recordado el libelo que hace diez años publicamos con el mismo título que encabeza este artículo. Por un lado está la difusión de un vídeo en el que se observa a cinco soldados españoles destinados en Irak en 2004 maltratando salvajemente a dos detenidos, uno de los cuales incluso llegan a suponer que pueda haber muerto a causa del ensañamiento a patadas al que es sometido. Por otro, de un sentido completamente distinto, la noticia de que el Ministerio de Defensa español ha remitido a los Institutos de Enseñanza Secundaria de Hegoalde (y suponemos que al resto del Estado español) dos publicaciones en forma de cómic: “Los pacificadores. Misión con la Fuerzas Armadas”', y “Las Fuerzas Armadas, en defensa de la paz y la seguridad”, este último basado en el “Libro de apoyo para docentes”  del sistema educativo español, del mismo nombre. El objetivo del «regalo» se declara en la presentación: «Confío en que disfrutéis de la lectura de este cómic y sirva para despertar el interés de nuestras Fuerzas Armadas entre los más jóvenes”. Pues bien, nosotras confiamos en que los párrafos siguientes sirvan para aportar algo de luz sobre esa abominable cara de los «ejércitos humanitarios», en este caso españoles.

Con respecto al vídeo, el Ministerio de Defensa rápidamente ha declarado que “los primeros” que lamentan y rechazan estas imágenes son “los propios militares, que llevan más de 20 años en misiones en el exterior”, haciendo «un trabajo impecable» y sin que «jamás» haya habido «una queja» sobre su comportamiento. Pero estas declaraciones no son sino una sarta de mentiras, pues no son, ni mucho menos, las primeras.

En 2003, cuando publicamos el libro, éramos conscientes de que los datos que aportábamos “no son sino una pequeña muestra de la situación real”, ya que `el poder y sus voceros' intentan ocultar estas realidades que tanto dañarían la campaña de imagen militar y ayudarían a cuestionar la existencia misma de los ejércitos, ya fueran regulares o `humanitarios'. A través de esas noticias vamos a poder forjarnos una visión de conjunto hasta ahora públicamente `no retratada', que muestra la cara más salvaje, más inhumana de los ejércitos llamados `humanitarios' y de sus diferentes `Misiones de Paz'».

Entre la recopilación eran varias las referencias a las tropas españolas o a sus mandos políticos y militares, dejando en evidencia las declaraciones de Defensa. Veamos algunas.

Una soldado de infantería denunció que “fue acosada sexualmente por un sargento mientras estuvo destinada en los Balcanes entre octubre de 1994 y abril de 1995” y que una compañera en Bosnia para ayudarla habló con el capitán y “lo único que consiguió es que el capitán le acosara a ella también”.

El primer avión español cargado con ayuda que llegó a Zaire en octubre de 1996, a pesar de ser pagado por la Agencia de Cooperación Española, aterrizó en Kinshasa a miles de kilómetros de terreno selvático de la zona afectada. Nada de su contenido llegó a los refugiados. Alguien decidió darle un fin más importante al vuelo: transportar a miembros de los GEO (Grupo Especial de Operaciones) para proteger la Embajada española.

En 1997, un periodista conversaba con uno de los legionarios que tomaron parte en la llamada «Operación Alba» en Albania. Los soldados no terminaban de entender el objetivo de su misión: proteger la distribución de alimentos en un país que, aunque pobre de solemnidad, no conoce el hambre. Pero al menos ellos tenían su propia satisfacción: “En principio hemos venido para tres meses, pero nuestro capitán nos ha dicho que con toda seguridad estaremos más tiempo, así que nos vamos a levantar una pasta...”. Y, efectivamente, así era, pues unos soldados cuyo sueldo en 1997, habitualmente, apenas superaba las 100.000 pesetas mensuales, se multiplicaba por cuatro mientras se prolongase la «misión humanitaria» en Albania, gracias a las dietas que el Ejército les abona por permanecer fuera del territorio español.

Durante el verano de 1999, José María Aznar, entonces presidente español, en visita relámpago de doce horas, apareció en julio en el campamento de Hamallaj, en territorio albanés bajo responsabilidad militar española. Pero la visita no fue más que una acelerada escena de teatro virtual. Después de trabajar una semana en la instalación de infraestructuras, los voluntarios se quedaron atónitos cuando les ordenaron deshacer lo hecho (“ahora podéis desmontar que el presidente ya se ha ido...”), bajo el pretexto de que esa no era su «ubicación definitiva».

En 2000 un brigada de farmacia español destinado en Kosovo apareció muerto, suicidado según las versión de Defensa. Pero un informe de tres forenses contratados por la familia, que no estaba de acuerdo con la versión, afirmaba que pudo ser asesinado por alguno de sus compañeros. Estos compañeros estarían presuntamente vinculados a una trama de robo y desvío de medicamentos al mercado negro.

A finales de 2000 la ONU se vio obligada a expulsar a seis policías -de nacionalidades española, británica y estadounidense- de la fuerza internacional en Bosnia-Herzegovina, por su supuesta vinculación a la extorsión de varios locales de prostitución en los que trabajaban menores de edad. Las mujeres y las niñas de 14 años procedían de Rumania, Moldavia, Ucrania y Rusia.

En 2002 el teniente Iván Moriano, tras haber sido denunciado en dos ocasiones por agresión sexual (una de ellas con violación) en dos destinos distintos, fue posteriormente destacado a la «misión humanitaria» en Bosnia.

En 2001, el informe “Instrumentalización de la Acción Humanitaria por parte del ejército español: el caso de Mozambique”, elaborado por Pilar Duch para Médicos Sin Fronteras sobre su experiencia con el Ejército español, entre otras muchas cosas relataba que en el hospital de campaña del Ejército español las estadísticas parecían ser su máxima preocupación. No admitían enfermos en estado terminal, que pensaban que pudieran morir en los próximos días. Un testigo presencial recuerda haber oído: “No recogemos a los que tienen posibilidades de morir, sino de salvarse”. Su aproximación a la población consistía en esperar a que ellos acudieran, y de aquí la pregunta a las doctoras de MSF, cuando acudían con los niños que sufrían malnutrición severa: “¿De dónde habéis sacado esto? A ver si dejáis de recoger cosas por el campo”.

Publicamos otro libro en 2003, pero el repugnante «hacer humanitario» de las tropas españolas, por mucho que sigan tratando de esconderlo, ha seguido estando presente.

Tal y como ha denunciado Al Mayali (y recogido Gervasio Sánchez y Amnistía Internacional, entre otros), en 2004 sufrió trato inhumano y degradante durante los tres días de interrogatorio a los que fue sometido por las tropas españolas en Irak, justo en la misma base de Diwaniyah de donde procede el video ahora publicado. A Mayali le pusieron una capucha, le ataron las manos a la espalda, le propinaron golpes en la cabeza, golpes con fusiles, le insultaron y le amenazaron de muerte... y tras los interrogatorios permaneció otros dos días en una habitación húmeda, sin dormir y recibiendo insultos cuando pedía ir al servicio. El máximo responsable de aquella base durante estos sucesos, el entonces general Fulgencio Coll, fue tras ello nombrado primero jefe de la Unidad Militar de Emergencias y, posteriormente, siendo ya teniente general, jefe del Estado Mayor del Ejército.

En 2006 un cabo español destinado en Mostar (Bosnia) fue acusado de abusos sexuales por una militar francesa. El español lo negó, pero gracias al testimonio de compañeros de la militar francesa, fue condenado en 2008 por la Audiencia Nacional a una multa de 1.620 euros que, según se publicó, al declararse insolvente los pagó el Estado (es decir, todas nosotras). Siguió en el Ejército sin mayores problemas.

En 2012 el Tribunal Supremo rebajó de nueve a cinco meses la sanción disciplinaria impuesta a un militar condenado en 2008 por violencia machista, al “considerar como atenuante una medalla de la OTAN”, justificándolo en “su acostumbrada o asidua participación en operaciones de mantenimiento de la paz en un escenario de la dificultad y peligrosidad de Afganistán, en el que resulta frecuente que los participantes tengan necesidad de acudir al empleo de la fuerza armada”.

Valgan como colofón explicatorio de todo este «humanitarismo armado» las declaraciones realizadas a una periodista en 2011 por un soldado español que ha participado en misiones en Líbano, Kosovo y Afganistán: “De misión de paz nada. Allí vas a matar y a que no te maten”. Los ojos azules de Ángel (nombre ficticio) se emocionan cuando habla de su trabajo: “Lo peor de Afganistán es tener tiempo para pensar, para echar de menos'. (...) La batalla ahoga los problemas: Lo único que piensas es en dónde está, para matarlo”. Una droga que engancha. “Vamos a por él”, se decía Ángel. “Olvidas tener miedo. Mientras estás allí disparando, lo único que tienes en la cabeza es: `A ver si pillo a ese cabrón, que mañana puede matar a un amigo”.

Los «ejércitos humanitarios» tienen una abominable cara oculta, ocultada por la connivencia y complicidad de la mayoría de medios, de sus compañeros y mandos, de los responsables de los ejércitos, de las instancias judiciales afectadas y de los dirigentes políticos que les mandan. Por mucho que se intenten ocultar hechos y vídeos y que se promuevan cómics y campañas de «lavado de imagen», la idiosincrasia militar para la que han sido instruidos seguirá brutalmente presente, porque como declaraba el 22-06-2006 a la BBC alguien tan poco sospechoso de antimilitarismo como el entonces director adjunto de la revista «Defensa», Gustavo Morales: “La guerra destapa lo peor que hay en muchos, porque fundamentalmente lo que se impulsa a hacer a una persona es a matar a otra. Entonces, si se la puede matar, ¿por qué no violarla? Las enormes descargas de adrenalina que genera el combate liberan, como lo hace el alcohol en ocasiones, desinhibición, lo que hace que no respetemos determinadas reglas (...) Esas violaciones son algo inherente al conflicto y contra ellas se pueden hacer pocas cosas, porque se podría elevar el nivel cultural de la tropa pero si se eleva demasiado lo mismo no combate”.

Más claro, agua.