11 de septiembre de 2013

DEJAD YA DE LAMER EL CULO A LOS EMPRESARIOS

Por Marat

Se cumplen 6 años de la detonación de la crisis capitalista en USA, que pronto se extendería a las economías desarrolladas del mundo.

Un año antes, en 2006, cuando ya se extendía por Wall Street el rumor de una inminente nueva crisis del sistema, uno de los hombres más ricos del mundo y poseedor de multitud de empresas, Warren Buffet, afirmaba: “Hay una lucha de clases, por supuesto, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que dirige la lucha. Y nosotros ganamos”. Pregúntense si a día de hoy esa correlación de fuerzas se ha invertido o, por el contrario, se ha acentuado. Estoy convencido de que las respuestas serán siempre las mismas.

Lo que en un primer momento se manifestó como una crisis de tipo financiero, estallada a partir de la subida de los tipos de interés de las hipotecas subprime en EEUU y el inicio de los impagos en cascada de las mismas, alcanzaría un año más tarde a Europa y otros países centrales del capitalismo través de los productos financieros tóxicos de una economía mundializada.

En estos años ha habido un interesado esfuerzo por concentrar el discurso de la crisis, su origen e incluso la responsabilidad de las consecuencias sociales de la misma sólo sobre dos figuras: el capital financiero (bancos, compañías financieras, sociedades de inversión,…) y el genérico “los políticos”. Sobre estos últimos volveremos brevemente más adelante.
Era inevitable que los efectos sociales de la crisis (paro, empobrecimiento, recortes sociales y salariales,…) sobre los sectores sociales económicamente más débiles (principalmente la clase trabajadora) había de generar una crítica social potencialmente cuestionadora del sistema económico.

En consecuencia, prever este hecho y reorientar la crítica a través de los creadores de opinión, los sectores desclasados con “ideología de clases medias” y sus “espontáneos movimientos” y las organizaciones colaboracionistas del sistema (sindicalismo de pacto social e izquierdas reformistas), en un primer momento, hacia el capital financiero permitiría al capitalismo salvarse del cuestionamiento global, al desplazarse el todo hacia la parte en la reprobación social, y reducirse al mínimo el rechazo al llamado capital productivo (empresas industriales y de servicios).

Históricamente la ideología dominante ha sido compatible con la aceptación del reproche colectivo hacia la figura del banquero (usura), salvaguardando  una imagen mucho más dignificada tanto entre las clases dominantes como, en buena medida, entre las dominadas, para la figura del empresario. Así mientras los primeros son representados como personajes parasitarios y chupasangres, los segundos son desde hacer largo tiempo aupados a una imagen socialmente benéfica: la de creadores de riqueza y trabajo que arriesgan su capital. Ni que decir tiene que los aparatos ideológicos (medios de comunicación, transmisores culturales, educación,…) han sido siempre mucho menos benevolentes hacia los argumentos que ponían el énfasis en la explotación laboral en la empresa, en el reparto desigual del beneficio económico nacido de la producción o en el hecho de que en la empresa el empresario es contingente (es posible la empresa sin empresario: cooperativa,…) pero sólo el trabajador es necesario. Si las empresas se robotizasen por completo, arrojando al paro a todos sus trabajadores, la crisis de subconsumo acabaría con el sistema económico. Para conjurarlo los benevolentes reformistas acuden en su auxilio con las propuestas de la Renta Básica y la Tasa Tobín.

Cualquiera que vea los programas de debates amañados en las televisiones o las radios o lea la prensa, sea del color político que sea el medio masivo en cuestión, comprobará hasta qué punto se acepta o incluso se estimula la crítica moral a bancos y banqueros pero encontrará con mucha más dificultad esa desaprobación cuando se trata de empresas o empresarios de la industria y los servicios.

Y es que la crítica hacia los bancos se orienta fundamentalmente desde la posición de cliente pero la mitigada, ocultada o censurada hacia el resto de las empresas se sitúa en el eje trabajador-empresario, es decir en las relaciones sociales de producción y conlleva el riesgo sistémico de abrir el discurso hacia la lucha de clases, la crítica de naturaleza real y no falseadamente anticapitalista.

La posición de cliente es interclasista (desdibuja las contradicciones de clase). La de trabajador es centralmente un discurso de clase.

Los clientes jamás han hecho una revolución que ponga la cuestión de la propiedad en el centro del escenario. Los trabajadores sí.

No debe sorprendernos, por tanto, que ante la eventualidad de una huelga general en las empresas surjan periódicamente en ciertos ámbitos quienes presentan como alternativa, no como complemento, las huelgas de consumo. Son los esquiroles del consumerismo como método de lucha.

Las huelgas generales han perdido gran parte de su fuerza transformadora desde que son dirigidas por reformistas que no pretenden dar aliento alguno a la lucha 24 horas después de realizadas. No obstante, en sí mismas mantienen todo su potencial, al hacer evidente durante su realización que, si para la clase trabajadora, se para el mundo. Las de consumo son un sarcasmo en un tiempo en el que  gran parte de la clase trabajadora lo ha limitado al de subsistencia.   

La realidad es que el capitalismo no es un sistema económico basado en compartimentos estancos sino un todo integrado. Tan capitalista y responsable de la crisis y de sus consecuencias sociales es el llamado capitalismo productivo (industrial y de servicios, fundamentalmente) como el financiero. Éste ha sido desde los años 70 del pasado siglo el medio para diferir en el tiempo el estallido de una crisis de sobreproducción mediante el sostenimiento del consumo a través del crédito, en el contexto de una paulatina pérdida de poder adquisitivo de los salarios.

Es tan evidente la zona oscura, fabricada por los mentideros de desinformación y por los gobiernos de la crisis capitalista, para proteger la figura de los empresarios en España que en el llamado caso Bárcenas –llamado así para satanizar personal y exclusivamente al ex tesorero-testaferro de un partido financiado irregularmente por empresas y empresarios a cambio de amañar concursos públicos y concederles contratos con las administraciones y de una privatización de los servicios públicos a favor de empresas particulares- se ha ido arrinconando primero, y desechando después, la línea de investigación judicial de las empresas y empresarios corruptores, en un país en el que no se condena a los corruptores, máximo si son empresas. La investigación de la corrupción del PP se detiene en 2011, casualmente el año en que este partido llega al Gobierno y acelera el desmonte del Estado del Bienestar y la privatización de sectores como el de la sanidad. ¿Cuántas empresas sanitarias o de enseñanza aparecerían como donantes al PP si la investigación de las irregularidades y delitos de financiación hubieran alcanzado hasta el presente y la línea de imputación a empresarios hubiera continuado. Hoy ya sabemos que no sólo hay empresas de construcción sino también de alimentación y hostelería implicadas. Sólo la punta del iceberg.

Es llamativo el modo en que el partido afectado por la investigación y la Brunete mediática a su servicio actúan: el dinero era de Bárcenas. Según esta teoría este señor debió de heredarlo o recibirlo generosamente a cambio de nada.

Es llamativo también el modo en que los principales partidos de la oposición y los medios más afines a ellos argumentan: el Partido Popular es corrupto porque sus dirigentes cobraron sobresueldos y nos los declararon. En su discurso e pierde casi por completo de vista a los empresarios corruptores. Es un claro indicativo de hasta qué punto esos partidos, autoproclamados de izquierda, rinden secreta pleitesía a los empresarios españoles –es previsible que si los donantes fuesen multinacionales la respuesta fuera la misma-, por omisión a la naturaleza criminal y delictiva del empresariado.

No debe sorprendernos entonces las opiniones del entontecido “ciudadano” que llama “ladrones” a Bárcenas y a los dirigentes del PP, sin saber realmente por qué lo dice y qué es lo que dichas figuras han robado (en realidad las conquistas sociales de la clase trabajadora española) y para quienes lo han robado (para su clase). El grito de “chorizos” se pierde en la impotencia de una denuncia sin destino o con destino descentrado. No debe sorprendernos que, ante la pérdida del instinto de clase en la “indignada” protesta, se cayese este verano en la ridiculez de convocar “la barbacoa” del hortera Georgie Dann ante la sede de dicho partido en la calle Génova, sin encontrar la dirección de la CEOE para extenderla hasta allí. 

A pesar de todo ello, durante estos años, frente a la evidencia de que la clase capitalista y, dentro de ella, los empresarios de la industria y los servicios, junto con los del sector financiero, han despedido por millones a trabajadores, incluso en negocios con beneficios, y han rebajado los salarios como medio de disminuir los costes; frente a la evidencia de que constituyen el auténtico poder desde el que han dictado a los gobiernos ,en unos casos por coacción, en otros por convencimiento, las políticas de austeridad y recortes sociales, la voladura del Estado del Bienestar, las sucesivas y draconianas reformas laborales y de despido gratuito, las de pensiones y la miseria para la clase trabajadora, contribuyendo al reforzamiento de su poder en la correlación de fuerzas trabajador-capital, el tipo de contestación social a todo este estado de cosas ha sido:

·         Un reformismo sindical empeñado en la supervivencia de sus burocracias antes que en la defensa de la clase trabajadora y en el mantenimiento de un modelo sindical de concertación, cuando el capital ya no tiene nada que ofrecer a l@s trabajador@s ni quiere. Ese modelo de concertación es el que permite precisamente la supervivencia de unas estructuras sindicales y de representación de los colaboracionistas con el capital.

·         Un tipo de protesta social domesticada, desclasada y negadora de la lucha de clases que, al concentrarse sólo en políticos y banqueros fortalece al capital porque impide golpearle en el centro de su poder, la empresa. Es cierto que el marco de la empresa se ha hecho mucho más duro para sostener el conflicto, por la presión empresarial, el chantaje y la amenaza del despido, pero también lo es que, lejos de intentarse, las disidencias controladas nacieron para impedirlo.

·         Un marco teórico-ideológico de saldo, destinado a justificar argumentalmente la aberrante práctica política de toda esa disidencia controlada

Ø  La cada vez más divulgada teoría del “bien común”, con origen en el liberalismo de Adam Smith y en Locke y piedra angular en el pacto social. No debe sorprendernos que en el modelo teórico y los compromisos para su aplicación participen empresarios.

Ø  El concepto del 99% vs. El 1%, que integra a gran parte de la mediana burguesía empresarial y también explotadora en ese bloque interclasista,

Ø  La figura del ciudadano como eje de la confrontación frente al Estado, carente ya de poder real, desviándolo del enfrentamiento contra el capital, cuya figura es la del trabajador frente a la empresa,

Ø  El rechazo a la herencia histórica de la izquierda desde un ideologismo que es de derecha solapada. La justificación de la superación de la dicotomía izquierda-derecha. Es la lógica del “como en la izquierda hemos dejado de ser izquierda, hagamos un bloque en el que quepa gente de derecha”.

Ø  Centralidad de las demandas hacia los cambios institucionales (leyes electorales, ILPs, mecanismo del referéndum, democracia participativa y ciberdemocracia, reducción del número de representantes políticos, transparencia, proyectos constituyentes ajenos a  los problemas y necesidades reales de la clase trabajadora,…). Una parte de esas demandas institucionales ya habían sido expuestas por la Fundación de una de las empresas consultoras más explotadoras de sus trabajadores en todo el país, Everis, en su informe “Transforma España” de 2010. Curiosamente también hicieron propuestas de corte ultraliberal que el PP se ha afanado en poner en pie. Toda esta retahíla de demandas “ciudadanas” de reformas sólo institucionales tiene un  objetivo: ocupar al descontento con basura mental destinada a cerrar el paso a un discurso de clase, de lucha de clases y del debate sobre la cuestión de la propiedad como elemento que la crisis capitalista ha puesto en el centro del escenario histórico. Y de paso, lograr que casi toda la protesta se centre ya casi sólo en los políticos, como si fueran un todo, y los empresarios puedan irse de rositas frente a la crítica social.

Atrapada entre unas izquierdas que hace mucho dejaron de serlo y se niegan a cumplir su papel histórico, retrotrayéndonos ante una crisis económica provocada por el capitalismo hasta una propuesta de revolución burguesa a lo 1789, con un único escenario de batalla, el Estado y la representación, la clase trabajadora no tiene ni quien la defienda, ni quien dirija una protesta que sea genuinamente suya. Sólo los cínicos pueden culpar de ello a l@s trabajador@s, cuando no es ésta la responsable de que no cumpla su papel de clase ascendente sino las que un día fueron sus organizaciones

La razón de todo el artificio de la protesta autolimitada en sus fines y de la disidencia controlada no es otra que la de servir de distracción que permita la supervivencia del capitalismo. De ahí la insistencia de condena al neoliberalismo pero no al capitalismo mismo. De ahí que la figura del empresario quede salvaguardada de las críticas social y política. Y es que este personaje es la piedra angular del sistema de dominación.
Pero esa forma y esos objetivos de la protesta estaba condenada al fracaso porque apenas conectaba con la clase trabajadora, su realidad, sus problemas reales y sus necesidades, incluso inmediatas.

No son sólo los fracasos y la ausencia de derrotas los que han provocado que la protesta social se haya venido abajo sino la desconexión entre crisis sistémica y tipo de demandas y propuestas.

Si en la última fase de su agónico mandato el ex Presidente Zapatero recibió a las empresas del IBEX en la Moncloa para ponerse a sus órdenes, el Gobierno de Rajoy integra la parte más indecente del empresariado capitalista: De Gindos (Lehman Brothers Europe), Montoro (CEOE), Morenés (industria armamentista), Arias Cañete (petroleras).
La deslegitimación moral del empresario, el cuestionamiento de su función histórica, la denuncia del origen de su riqueza basado en la explotación del trabajador/a, debilitaría al capitalismo mismo, al desautorizar las bases materiales, ideológicas y jurídicas de su existencia.

Sería un punto de arranque para un redireccionamiento correcto de la protesta, que condenase tanto al sistema económico como a su Estado de clase, y permitiría a la clase trabajadora acometer con mayores posibilidades de éxito sus luchas, al contribuir a una alteración de la actual correlación de fuerzas capital-trabajo, sitiando la fortaleza de quienes hoy deciden las políticas de los gobiernos.

Resulta sospechosamente estúpido que se centre la lucha de forma casi exclusiva en el Estado y sus gobiernos, con el aderezo cada vez más tenue de los bancos, cuando es sabido que los gobiernos sólo son, por coacción o por convicción, los Consejos de Administración de las burguesías y que su sustitución alteraría muy poco la orientación de las políticas anticrisis, porque el poder es del capital y sus empresas, si antes no se desgasta ese poder. Sólo de este modo  pueden plantearse opciones políticas y de gobierno más favorables a la clase trabajadora. Esto es algo que se comprende fácilmente si no se opone a ello la malintencionada lectura del que se da por aludido en la crítica o es partidario del actual sistema de dominación.  

Hoy las empresas son, más que nunca, espacios de presión, sobreexplotación, de murmullo receloso, de incremento de la emisión de radio makuto como forma de expresión del malestar, y de terror para millones de trabajadores que temen verse sometidos en cualquier momento al despido como forma de reducción de costes de la empresa.


Para que esto cambie, para que el miedo empiece a cambiar de bando y llegue a sentirse en las salas de reuniones de los Consejos de Administración de las Empresas es necesario extender el foco desde las instituciones políticas hasta sus auténticos dueños, las empresas, y desenmascarar a la figura criminal del empresario.

10 de julio de 2013

LA DESACELERACIÓN DE LOS MERCADOS EMERGENTES AGUDIZA LOS DOLORES PARA LA ECONOMÍA MUNDIAL

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:

Lo dicen los grandes augures del capital mundial, los miembros del FMI: la recuperación de la economía capitalista mundial no sólo no se produce sino que la crisis sistémica se enroca y consolida, lo que es un modo de profundizarse.

Al extenderse a los países emergentes, la parte de la economía mundial que mejor aguantaba se está viendo duramente afectada, lo que tiene un efecto rebote sobre las economías centrales.  Y ello sin que aún estallen las burbujas chinas (crediticia, inmobiliaria) que vienen acumulándose en los últimos años pero que en la desaceleración del gigante asiático ya se anuncian, por más esfuerzos que realizan sus autoridades para conjurar la amenaza.

El FMI nos tiene acostumbrados a avanzar primero unas previsiones más optimistas, que se van tornando negros nubarrones cuando se corrigen posteriormente sobre la marcha. Éste parece ser, de nuevo, el caso.

Lo llamativo es que sus recomendaciones, casi siempre en clave de desregulación de los mercados de trabajo, empeoramiento de las condiciones laborales y contractuales de la clase trabajadora, voladura de lo público y recortes sociales, van demostrándose inútiles, no ya por su grado de cumplimiento/incumplimiento, sino porque demuestran que los aprendices de mago de las diferentes escuelas económicas capitalistas y de los gobiernos no pueden negar ya: que asistimos a la etapa senil de un capitalismo que no encuentra ya salidas ni desde el capital financiero ni desde el industrial y de servicios. No hay locomotoras que tiren de la economía mundial con fuerza ni sectores estratégicos que permitan la recuperación.

Su giro neokeynesiano reciente también fracasará, como fracasaron las recetas de Keynes para la crisis del 29. No hay salidas dentro del capitalismo. Es hora de que desde la clase trabajadora y desde sus organizaciones se pongan en marcha proyectos sinceros, creíbles, resueltos y de lucha internacional contra el capitalismo y por la construcción del socialismo. Eso o continuar empantanados en una barbarie que lo es para nuestra clase.

Sin más, les dejo con el resumen que el propio FMI hace de las  Perspectivas de la economía mundial (informe WEO).

LA DESACELERACIÓN DE LOS MERCADOS EMERGENTES AGUDIZA LOS DOLORES PARA LA ECONOMÍA MUNDIAL

PERSPECTIVAS DE LA ECONOMÍA MUNDIAL

Boletín del FMI

09 de julio de 2013

  • Según las proyecciones del FMI, en 2013 el crecimiento mundial será igual al de 2012: apenas por encima de 3%


  • La debilidad de las economías de mercados emergentes empañará las perspectivas de crecimiento mundial


  • Los riesgos inminentes siguen siendo bajos en las economías avanzadas, pero son más preocupantes en los mercados emergentes
La economía mundial está creciendo con más lentitud de lo esperado y los riesgos se están agudizando sobre todo en los mercados emergentes, dice el FMI en la actualización de Perspectivas de la economía mundial (informe WEO). El crecimiento mundial está proyectado ahora en 3,1% para 2013 y 3,8% para 2014, una revisión a la baja de ¼ de punto porcentual en comparación con el informe WEO de abril de 2013.

El crecimiento mundial apenas aumentó en el primer trimestre de 2013, en vez de acelerarse en mayor medida como se preveía en la edición de abril de 2013 del informe WEO. Ese desempeño inferior a lo previsto se debió al crecimiento decepcionante en las grandes economías de mercados emergentes, la agudización de la recesión de la zona del euro y la lentitud inesperada de la expansión estadounidense. En Japón, por el contrario, el crecimiento superó las expectativas.

De cara al futuro, el FMI prevé que los factores que últimamente han frenado el crecimiento perderán fuerza, pero eso sucederá solo en forma gradual. En Estados Unidos el crecimiento aumentaría de 1¾% en 2013 a 2¾% en 2014, a medida que se desacelere la consolidación fiscal y que la demanda privada siga siendo sólida. En Japón, el crecimiento de 2013 se ubicaría en 2% —es decir, 0,5% más que en el último informe WEO— impulsado por el respaldo que les dieron a la confianza y la demanda privada las recientes políticas acomodaticias. Según los pronósticos, la zona del euro continuará en recesión en 2013 y retomará el crecimiento en 2014. La actividad de la región continúa sufriendo los efectos combinados de la escasa demanda, la confianza deprimida, la fragmentación de los mercados financieros, la debilidad de los balances y la consolidación fiscal.

El crecimiento en las economías de mercados emergentes y en desarrollo se moderaría a 5% en 2013 y a alrededor de 5½% en 2014; o sea, más o menos ¼ de punto porcentual menos de lo proyectado en el informe WEO de abril de 2013. Estas perspectivas más débiles responden, en mayor o menor grado, a estrangulamientos de la infraestructura y otras limitaciones de la capacidad, desaceleración del crecimiento de la exportación, disminución de los precios de las materias primas, inquietudes en torno a la estabilidad financiera y, en algunos casos, debilitamiento de las políticas monetarias de apoyo. En China, el crecimiento promediará 7¾% en 2013–14, ¼ y ½ punto porcentual menos en 2013 y 2014, respectivamente, que en las proyecciones de abril de 2013.

Los riesgos, viejos y nuevos, siguen a la baja
La volatilidad de los mercados financieros aumentó a escala mundial en mayo y junio, tras un período de calma desde el verano pasado. En general, las economías de mercados emergentes son las que se han visto más afectadas. El aumento reciente de las tasas de interés en las economías avanzadas y la mayor volatilidad de precios de los activos, sumados al enfriamiento de la actividad interna en los mercados emergentes, se han traducido en algunas salidas de capitales, caídas de precios de las acciones, alzas de los rendimientos locales y depreciación de las monedas.

En el pronóstico del informe WEO se supone que la reciente intensificación de la volatilidad y el aumento de la rentabilidad se revertirán en cierta medida, dado que representan en gran parte una revaloración aislada del riesgo por parte de los inversionistas debido al debilitamiento de las perspectivas de crecimiento de estas economías y a la incertidumbre pasajera en torno al repliegue de la política monetaria de estímulo en Estados Unidos. Sin embargo, si las vulnerabilidades subyacentes persisten y la volatilidad de los mercados financieros se mantiene elevada, el resultado podría ser un aumento de los flujos de capitales y un crecimiento más bajo en las economías emergentes.

A nivel más general, los riesgos a la baja, viejos y nuevos, aún predominan sobre las perspectivas. En la actualización del informe WEO se ponen de relieve los riesgos de que continúe la desaceleración del crecimiento en las economías de mercados emergentes. Estos riesgos reflejan la posibilidad de que los flujos de capitales cambien de dirección y de que se dilaten los efectos de las restricciones de la capacidad interna, se enfríe la expansión del crédito y las condiciones externas sean desfavorables.

Políticas encaminadas a generar un crecimiento vigoroso
El debilitamiento de las perspectivas de crecimiento en los mercados emergentes y los nuevos riesgos a escala mundial plantean nuevos retos para el crecimiento, el empleo y el reequilibramiento internacional. El informe recalca la necesidad de que las autoridades de todos los países redoblen sus esfuerzos por superar estos retos y lograr un crecimiento nuevamente sólido.

Las prioridades de política para las grandes economías avanzadas que se destacan en el informe WEO de abril de 2013 siguen siendo relevantes. Estas economías deberían mantener una combinación de políticas que respalden el crecimiento a corto plazo, y que esté anclada en planes creíbles para lograr la sostenibilidad de la deuda pública a mediano plazo. Una comunicación clara en cuanto al repliegue de las políticas monetarias acomodaticias contribuirá a reducir la volatilidad de los mercados financieros internacionales.

En la zona del euro, un examen de los activos bancarios debería identificar los activos problemáticos y cuantificar las necesidades de capital, respaldado por una recapitalización directa a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad cuando corresponda. Basándose en los acuerdos recientes, las autoridades también deberían avanzar hacia una unión bancaria más plena, entre otras vías mediante un sólido mecanismo único de resolución.

Aunque las condiciones imperantes y las vulnerabilidades varían entre las economías de mercados emergentes y en desarrollo, el enfriamiento del crecimiento y los riesgos de salidas de capitales plantean nuevos riesgos para las políticas. Existe el riesgo de que la desaceleración del crecimiento en algunas de estas economías refleje un producto potencial inferior al previsto. Por ende, estas economías podrían tener un margen presupuestario menor de lo estimado previamente.

En términos generales, la distensión monetaria debería ser por lo tanto la primera línea de defensa frente a los riesgos a la baja. Sin embargo, las tasas de política monetaria reales ya son bajas, y las salidas de capitales y los efectos de la depreciación del tipo de cambio en la inflación podrían también restringir nuevos recortes de las tasas. Muchas economías enfrentan también riesgos para la estabilidad financiera debido a que el debilitamiento del crecimiento y la rápida expansión del crédito representan una amenaza para la calidad de los activos. En vista de estos retos, quizá sea necesario modernizar los marcos de regulación y supervisión.

Por último, se necesitan reformas estructurales en todas las grandes economías, para estimular el crecimiento mundial y apuntalar el reequilibramiento internacional. Como en el pasado, esto significa aplicar medidas para estimular la demanda interna en economías con grandes superávits en cuenta corriente (como China y Alemania) y medidas encaminadas a promover la competitividad en las economías con grandes déficits en cuenta corriente.