29 de abril de 2014

ESPAÑA DESTRUYÓ 184.600 EMPLEOS EN EL PRIMER TRIMESTRE: EL PARO SUBE AL 25,93%

elEconomista.es 

Sigue la tendencia: hay menos gente en paro, pero también menos ciudadanos trabajando. Durante el primer trimestre de este año, el desempleo bajó en 2.300 personas en comparación con los últimos tres meses de 2013. Es un dato positivo en cuanto supone el primer descenso del paro en un primer trimestre desde el año 2005, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). Además, en los últimos doce meses la cifra total de desempleados se ha reducido en 344.900 personas.

Ahora bien, hay que valorar este descenso de los parados junto a otro dato: la caída de los ocupados, de la gente que está trabajando. Hasta 184.600 personas menos que en el trimestre anterior.

Tras este recorte del desempleo, el número total de parados alcanzó la cifra de 5.933.300 personas a cierre de marzo. No obstante, como consecuencia de la evolución de la población activa, que bajó en 187.000 personas entre enero y marzo, la tasa de paro escaló dos décimas y se situó a cierre del primer trimestre en el 25,93%, tal y como esperaban los expertos. 

Dentro del periodo de crisis, en todos los primeros trimestres desde 2008 el paro ha registrado subidas, siendo la más pronunciada la del primer trimestre de 2009, cuando la economía española sumó 811.400 desempleados.

¿Y el efecto desánimo? El número de activos, personas en edad de trabajar, sigue menguando en España. Entre enero y marzo, la población activa disminuyó en 187.000 personas, hasta un total de 22,88 millones. Aunque sorprende aún más la reducción experimentada en un año (en comparación con el primer trimestre de 2013): en un total de 424.500 personas. 

Por su parte, la tasa de actividad se sitúa en el 59,46% , la más baja desde el segundo trimestre de 2007. 

Se destruyeron 184.600 empleos
En el primer trimestre de este año se destruyeron 184.600 empleos. Es el menor descenso en este este trimestre desde 2008, cuando se perdieron 97.900 puestos de trabajo. En el último año, la ocupación ha descendido en 79.600 personas. En concreto, a cierre de marzo había un total de 16,85 millones de personas trabajando, lejos de los 20,40 millones de cierre de 2007.

Si entramos en el detalle se observa que todos los empleos destruidos entre enero y marzo pertenecían al sector privado, que registró un retroceso de la ocupación de 195.800 personas, mientras que el empleo público aumentó en este trimestre en 11.100 personas. El sector público acumula un ajuste de 31.200 puestos de trabajo en el último año, mientras que el privado ha destruido 48.400 empleos.

En el primer trimestre de 2014, el número de asalariados retrocedió en 164.000 personas, de las que 112.400 tenían contrato temporal y 51.600 eran asalariados indefinidos.

Paro de larga duración
Otro de los datos que destaca de la última EPA es que de los más de 5,9 millones de parados contabilizados en España al finalizar marzo, el 14,85% son jóvenes menores de 25 años y más de la mitad, el 50,1%, son parados de larga duración, otro de los colectivos que más sufre la crisis.

De hecho, el número de parados de larga duración (más de un año en el paro) se incrementó en 9.900 personas en el primer trimestre, un 0,33% más que en el trimestre anterior, hasta rozar casi los tres millones de personas (2.975.800). En el último año, los parados de larga duración han aumentado en 49.300 personas.

La tasa de paro juvenil escala al 55,48%
Más datos. El número de jóvenes en paro menores de 25 años bajó en 25.700 personas en el primer trimestre, situando la cifra total de jóvenes en situación de desempleo en 881.400 al finalizar marzo.

No obstante, pese al descenso absoluto del desempleo juvenil, la tasa de paro de este colectivo escaló hasta el 55,48% al término del primer trimestre, lo que supone seis décimas más que en el trimestre anterior, cuando el desempleo de los jóvenes menores de 25 años se situó en el 54,88%.

La evolución de la tasa de paro de los jóvenes depende de cómo se comporte la actividad. Aunque ha descendido el desempleo, también lo ha hecho el número de activos menores de 25 años y además a mayor ritmo.

Suben los hogares con todos los miembros en paro
Otro dato que preocupa de la Encuesta de Población Activa es que los hogares con todos sus miembros en paro subieron en el primer trimestre del año en 53.100, hasta situarse en 1.978.900.

Por su parte, los hogares con todos sus integrantes ocupados se redujeron en 27.900 durante enero y marzo de este año, un 0,3% respecto al trimestre anterior, hasta un total de 8.659.500 hogares. En el último año, las familias con todos sus miembros ocupados han subido en 121.200 (+1,4%).


Datos por comunidades

Las mayores bajadas del número de parados este trimestre respecto al anterior se dan en Andalucía (59.200 menos), Canarias (9.300) y Comunidad de Madrid (8.600). Por el contrario, los mayores incrementos del desempleo se observan en Illes Balears (18.800 parados más) y Galicia (16.100).


En variación anual, el paro baja en casi todas las comunidades, y sólo Galicia presenta un incremento de cierta consideración (9.100 parados más). Los mayores descensos del desempleo se dan en Cataluña (108.800 parados menos) y Andalucía (78.300).

Mientras Navarra registra la tasa de paro más baja de España (17,12%), Andalucía, en el extremo opuesto, presenta una tasa del 34,94%.
Por sectores, el desempleo aumenta en los servicios (27.700 parados más), en la construcción (7.200) y en la industria (5.100). Por el contrario, disminuye en la agricultura (?5.400). El paro crece en 9.900 entre las personas perdieron su empleo hace más de un año. En cambio, los parados que buscan primer empleo bajan en 46.800.


Cambio de base

El INE recuerda que la EPA que se publica hoy se calcula con la nueva base de población para ajustarla al censo de 2011.

27 de abril de 2014

JUAN PABLO II: SANTIFICACIÓN Y MILAGROS “OLVIDADOS”

Rubèn Ramos. alizorojo.com

Para alguien que batió los récords históricos de audiencias generales (1160), de sínodos (30 entre ordinarios, extraordinarios, especiales y de de obispos), de ceremonias de beatificación (147 para proclamar 1338 beatos), de canonización (51 para hacer 482 santos), de consistorios (9 para imponer 231 cardenales), de asambleas plenarias del colegio cardenalicio (6), de visitas oficiales (38), de audiencias con jefes de Estado (737) y con primeros ministros (245), resulta poco menos que vergonzoso que lo santifiquen por dos “realty show” de sanación, (uno post mortem), montados por los mercaderes del Vaticano. 

Ciertamente, no es algo que me importe. Como seguramente tampoco a millones de los que no confunden fe con estupidez. 

A quienes insisten en seguir confundiendo una cosa con la otra, Nietzche los llama “corrompidos”: “Aquéllos que cuando eligen, prefieren lo que les es perjudicial” (El Anticristo). Y nada más perjudicial para la fe que la Iglesia y Juan Pablo II.

Y esto, sí me importa. No sólo por la fe (como necesidad de la naturaleza humana), sino por los hechos que comprometen su falsificación. 

Pedofilia y santificación
El 28 de noviembre del 2010, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara-México, la periodista mexicana Carmen Aristegui hizo público su libro," Marcial Maciel: Historia de un criminal", editado por Grijalbo.

El libro da cuenta de la vida de “eucaristía” que vivió el sacerdote Marcial Maciel. Sólo que para éste, la transubstanciación del vino y del pan en la sangre y cuerpo de Cristo tuvo un contenido y un sentido más utilitario y práctico, al mismo tiempo que ruin y perverso: cientos de niños, incluyendo sus propios hijos, sistemáticamente violados y vejados, mancillados en sus dignidades, destruidos en sus identidades. 

Maciel fue un típico confesor de esos que entran a las casas a manipular las conciencias de las mujeres y algo más. A los 56 años, con un largo recorrido por la morfina y otras drogas, pedófilo empedernido, cínico y estafador, engañó a una madre soltera mexicana de 19 y la hizo su mujer aprovechándose de su condición humilde. La engañó casi 30 años inventándose nombres falsos. Con uno de esos inscribió al hijo de la mujer y a los otros dos que tuvo con ésta. Al adoptado y al mayor de sus hijos, los violó sistemáticamente y sometió a las más aberrantes prácticas sexuales desde los seis años. Paralelamente, en España, engañó a otra mujer con la que tuvo una hija. Usted puede acceder a sus testimonios en: lauracampos.wordpress.com/?s=carmen+Aristegui

En el contexto de lo que han sido las sucesivas denuncias sobre pedofilia a lo largo de lo que va del presente siglo, tanto en Europa como en EEUU, la aparición del libro podría no ser sino un ladrillo más en el enorme muro de las aberraciones sexuales de curas y monjas. 

Aquí, aparte de subrayar que se trata de un libro que condensa una prolija investigación de su autora durante más de diez años de seguimiento de los hechos y de los actores clave implicados, interesa relevar su entronque con la moral en la que se ceban sacerdotes y monjas de todas jerarquías. Moral que encuentra sus orígenes en el judaísmo y que necesitó de la transposición cristiana para asegurar su institucionalización corporativa como Iglesia y para poder expandirse en el mundo como moral judeo-cristiana en su versión católica y romana. 

En este sentido, poner al descubierto los vicios y perversidades que vertebran a la curia del catolicismo papal, no es ninguna novedad. Lo que llama la atención es que tras más de dos mil años de saberse cuán inmoral es la jerarquía que gobierna el Vaticano y toda su Iglesia, desde los más altos niveles de gobierno hasta el cura de pueblo, aún haya sobre la tierra millones de seres “corrompidos” que avalen la santificación de la pedofilia y sus aberraciones, pisoteando la fe. 

Y es que no sólo se trata de Marcial Maciel a quien protegió Juan Pablo II según el propio Joseph Ratzinger que lo sucedió en el Papado como Benedicto XVI. Tampoco es el único protector que, “a sabiendas”, se identificara con la pedofilia y rechazara rabiosamente la homosexualidad. 

Lo que ocurre es que el escándalo de Maciel en México y España, el de Fernando Karadima en Chile, el de los violados de toda Europa y Norteamérica que tuvieron el coraje de pronunciarse, así como el descubrimiento de los círculos de pedofilia, tortura, esterilización; trata de niños; comercio de órganos, en Canadá y otros lugares, sucedieron durante el tiempo en que Juan Pablo II ejercía el Pontificado de la Santa Madre Iglesia, todo amor y pureza. Durante ese tiempo, se la pasó lanzando invectivas contra los gays, el control de la natalidad, el aborto, la planificación familiar. 

La ONU, por su parte y también “a sabiendas”, esperó a que se muriera y que su sucesor renunciara para sacar un pronunciamiento “sugiriéndole” al Vaticano la conveniencia de que para el 2017 empiece a emitir los informes correspondientes a todas las atrocidades cometidas por la Iglesia durante su historia negra. Nadie duda que no lo hará. Mucho menos cuando 27 años de esa historia le corresponde al ahora San Pablo Il. Lo que es de esperar, es que para entonces Joseph Ratzinger o Benedicto XVI, que supo no sólo secundar al santo, sino compartir con él todas las monstruosidades, haya sido también santificado o por lo menos entrado en carrera. Total uno y otro actuaron en nombre del “magisterio de la Iglesia Católica, la dignidad de la persona humana y el ejercicio de la libertad religiosa”.  


De peregrino de la muerte a santo
No fueron sólo los crímenes de pedofilia y demás perversidades con los niños de todo el mundo en manos de curas y monjas los que hacen a Juan Pablo II merecedor de la santificación que otorga esa institución llamada iglesia y que está cada día más corroída en sus cimientos por el peso de sus crímenes y atrocidades. Hay que sumarle las guerras y los genocidios que alentó con su voz y su acción, cual peregrino de la muerte. Ocurrió en el contexto de la globalización impuesta por las élites del poder mundial y administradas a su turno por las duplas anglo-norteamericanas Reagan-Tatcher, Bush (padre)-Major, Clinton-Blair, Bush (hijo)-Blair. 

Juan Pablo II, poseído de un anticomunismo visceral, apuntaló muy bien a la caída del orden soviético, y a la sucesiva construcción del nuevo orden mundial bajo la hegemonía judío-norteamericana. Antes lo había hecho Pío XII, después de la II GM. Pero Juan Pablo II fue además un infatigable reconstructor de la estructura corporativa de la iglesia, un tanto remecida en sus cimientos por el Concilio Vaticano II que promovió Juan XXIII.
  
Aún cuando declarara que se trataba de un concepto anacrónico, nadie concretó de manera tan certera como Juan Pablo II el concepto de “Guerra Justa” (regular el derecho a la guerra, en la guerra y después de la guerra). Y aunque Bush (hijo) se lamentara no haber podido discutir con Juan Pablo II los alcances de esa noción que argumenta sobre la licitud de hacer la guerra para los cristianos y es además parte del derecho internacional que franquea el terrorismo de Estado, lo cierto es que cada uno de estos dos genocidas hizo lo que le correspondía para llevar a cabo las limpiezas étnicas y religiosas en Europa, África, América latina, Asia. En la realización de los genocidios que le son consustanciales, coincidieron plenamente los propósitos geopolítico-militares, económicos, e ideológico-religiosos. 

Juan Pablo II tuvo sumo cuidado en elegir y jerarquizar los lugares que “visitó”,  a quienes debía dirigirse para sensibilizar o comprometer, con quiénes se tenía que entrevistar para convencer o imponer, qué cosa leía para enardecer a los “corrompidos”, a quienes repartía besos. 

1. Así ocurrió en el genocidio en Ruanda, donde desde 1900 la iglesia católica alentó el enfrentamiento entre “tutsis” (10 % de la población ) y “hutus” (90%). Los primeros considerados como no cristianos, anti-blancos, mentirosos, inteligentes y arteros; y los segundos como trabajadores, dóciles, amigos del blanco. En 1994, tras la visita de Juan Pablo II, miles de tutsis entre hombres, mujeres y niños de diferentes edades fueron masacrados, descuartizados, violados, degollados en una centena de iglesias católicas administradas por monjas y curas incluyendo obispos y otras jerarquías. No hay que olvidar que desde sus inicios la iglesia católica tuvo el monopolio absoluto de la enseñanza, logrando multiplicar la formación de abates y seminaristas “hutus”, y consagrar a Ruanda como el “reino de Cristo”. La conversión obligada al catolicismo de hutus y tutsis se volvió persecutoria, pero los tutsis siempre se resistieron. Hacia 1960, la vicaría ruandesa redactó un manifiesto según el cual los tutsis fueron declarados intrusos llegados del Nilo, a donde debían regresar. Se inició así la cacería de tutsis (agricultores) por los hutus (pastores).

En 1997, una comisión parlamentaria belga sobre la base de testimonios recabados  acusó directamente a la Iglesia católica y a sus sacerdotes, obispos, arzobispos, abates, curas, misioneros, miembros del Opus Dei de complicidad, pasiva y activa, en el genocidio de 1994.Todo bajo el atento y cómplice seguimiento del Papa Juan Pablo II.

Otra investigación independiente demostró que más de mil machetes utilizados en las masacres de tutsis fueron comprados y distribuidos por Caritas-Ruanda en 1993.

2. En Zagreb, la capital de Croacia católica, ocurrió otro genocidio. Esta vez Juan Pablo II acudió a los croatas católicos conducidos por curas de distintas jerarquías y a monjas. Se trató de continuar el genocidio que tras la II GM instrumentalizó la iglesia de Pio XII de la mano con la CIA. En esta oportunidad, papel relevante le tocó al sacerdote Aloysius Stepinac, que llegó a ser obispo, después cardenal y murió de una rara enfermedad contraída por la ingesta de carne humana. Stepinac fue elevado a la categoría de beato por Juan Pablo II en octubre de 1998. 

Por su parte Benedicto XVI, en un alarde de cinismo corrupto, diría en 2011 durante su visita de control de daños a Croacia, que Stepinac “supo resistir a todo totalitarismo, haciéndose defensor de los judíos, los ortodoxos y todos los perseguidos en el tiempo de la dictadura nazi y fascista, y después, en el período del comunismo, abogando por sus fieles y especialmente por sacerdotes perseguidos y asesinados”. Lo que olvidó, es que Stepinac dirigió las hordas de clérigos católicos para las matanzas y descuartizamientos de ortodoxos, judíos, gitanos, marxistas, bajo el terror de los “cruzados ustashi”. 
Para mayor información se puede consultar: http://historiayverdad.org/El-Caso-Stepinac-Yugoslavia.pdf

 3.   En marzo de 1983 Juan Pablo II llegó a Nicaragua invitado por el Gobierno del Frente Sandinista. Un día antes de su llegada los mercenarios armados y pagados por EEUU, habían masacrado a 17 jóvenes nicaragüenses de diferentes edades. 

Durante la misa que ofreció el Papa en la Plaza de la Revolución presidida por las imágenes del General Sandino y del Comandante y fundador del FSLN, Carlos Fonseca, las madres de esas 17 víctimas del odio y del terror norteamericano para destruir la revolución, hicieron llegar sus voces pidiendo una oración por la paz a quien creían estar autorizado para hacerlo. Juan Pablo II simplemente las ignoró. Tenía claro que su propósito era el mismo que el que lo había llevado a Polonia en 1979 para apoyar la “lucha no violenta” contra el régimen comunista en toda Europa Oriental. El mismo propósito que lo llevó a México para articular la ofensiva de recuperación confesional del único país que tenía una constitución anticlerical. 

En Nicaragua, se trataba de desestabilizar la revolución sandinista empezando por atacar a los sacerdotes de diferentes órdenes religiosas que integraban su gobierno. Sólo lo pudo hacer con Ernesto Cardenal, pero su aparato de publicidad se encargó de hacer que el reproche y la actitud inquisistorial se divulgara por el mundo entero aprovechando que se trataba de un sacerdote y poeta conocido internacionalmente. Lo segundo era enfrentar al pueblo con los dirigentes de la revolución y aquí sus asesores y él propio Juan Pablo II se equivocaron diametralmente. Atacar el poder popular, negar la iglesia popular, proclamar una sola fe, un solo Dios, un solo pueblo, un solo bautismo, cuando en nombre de ese Dios y de esa fe se asesinaba jóvenes, se secuestraban mujeres y niñas, se destruían comunidades, se atacaba una revolución que había surgido contra una feroz dictadura que también decía lo mismo, rebasó la tolerancia de las 700,000 almas que colmaban la plaza de la revolución. Estas  empezaron a hacer sentir su voz de protesta  al grito de ¡Queremos la paz! Cual maestrito feudal, el Papa ordenó silencio y el pueblo lo dejó solo. No terminó la misa y Monseñor Obando, que sabía de antemano el propósito de su amo y venía preparando el terreno desde el mismo día del triunfo sandinista, se lo llevó presuroso al aeropuerto. Trece años después, en 1996, Juan Pablo II volvió a Nicaragua para “vengarse de las injurias” tal como manda la “guerra justa”

No diré más por ahora y por cuestiones de espacio. Lo que queda claro es que la Iglesia, una vez más, está cumpliendo con el rito de la falsedad que acredita su nefasta historia. Desde su elección como Papa, Karol Wojtyła fue una falsificación para la fe. Esta tergiversación, aunque funcional para el orden imperial de muerte y destrucción que comparten por igual OTAN, ONU, Vaticano, CIA, Pentágono, no nos hará olvidar los millones de engañados y asesinados de todas las razas y edades en todo el mundo. Ellos serán siempre una realidad que ninguna santificación podrá desclavar.