14 de mayo de 2014

LA PATRONAL GANÓ LA BATALLA SALARIAL

Manuel Medina. La Haine

La batalla del gobierno y sus patrones, los empresarios, ha sido dura, pero finalmente lo están consiguiendo. En el curso de los últimos años han estado forcejeando perseverantemente para lograr arrastrar hacia abajo el listón salarial. Periódicamente, controlaban a través de encuestas el nivel de oposición que los asalariados ofrecían a la hora de aceptar la precarización laboral. Pero los resultados obtenidos en estas encuestas no solo les permitían detectar esta resistencia, sino también construir sofisticadas campañas publicitarias para persuadir a los trabajadores de que en situaciones de crisis como la actual sería inaceptable aspirar a salarios "decentes". "Mejor poco que nada", fue el lema difundido a través de sus medios de comunicación.

La campaña no fue dirigida exclusivamente a los que ya habían perdido su puesto de trabajo, sino también a aquellos otros a los que se amenazaba con la posibilidad de perderlo. Había que implantar un nuevo y falso "sentido común" en la mentalidad de la gente a través del cual el asalariado pudiera llegar a convencerse de que la mejor forma de salvar parte de lo conseguido era entregarse en cuerpo y alma a la voluntad de su enemigo de clase.

UNA "LABOR" CONCERTADA
La verdad es que la patronal no ha hecho sola su trabajo. Además de con los apoyos de sus representantes en el Ejecutivo gubernamental, los grandes empresarios han contado con la contribución inestimable de los intermediarios de las dos centrales sindicales amarillas, CCOO y UGT. El papel que ambas han jugado en la quiebra de la resistencia de los asalariados no ha sido irrelevante. En lugar de poner en pie de lucha a los que lo iban a perder casi todo si renunciaban a defender lo suyo, han llamado a los trabajadores a concertar acuerdos de recortes salariales con los patrones, haciendo pender sobre ellos la amenaza de los ERES .
Pero las razones que los dos "sindicatos" han tenido a la hora de desempeñar su obsceno papel de defensa de los intereses patronales no han sido únicamente las originadas por su largo proceso de degradación ideológica, aunque éste haya tenido una notoria influencia. Tras la felonía sindical de las dos grandes centrales ha estado también el lucrativo negocio de los ERE, sobre el que solo hemos empezado a conocer los aspectos más superficiales.

Vienen estas breves reflexiones a propósito de la última encuesta del CIS [Centro de Investigaciones Sociológicas], que pone al descubierto la magnitud de los cambios que se han operado en el mapa salarial español. Según el estudio sociológico realizado por esta institución oficial, el 48% de los españoles - la mitad de los encuestados - están viviendo con unos ingresos inferiores a los 900 euros. El 14,1% cobra entre 601 y 900 euros al mes. El 12,7% tiene unos ingresos que se encuentran entre los 301 y los 600. El éxito de la patronal y del gobierno en su disputa con los trabajadores para lograr quebrar su resistencia a aceptar salarios misérrimos, o su negativa a reducir aquellos que percibían, es evidente. Difícilmente podía haber habido un resultado diferente con una clase obrera desorganizada y sometida a la influencia de formaciones sindicales que cada día se asemejan más a los sindicatos norteamericanos de la década de los cincuenta que a organizaciones de clase.

¿DESAPARICIÓN DE LAS "CLASES MEDIAS"?
Hay otro aspecto del informe del CIS que ofrece interesantes datos sobre los que reflexionar. Durante los últimos decenios, los sociólogos del sistema han estado perseverantemente empeñados en hacer desaparecer el peso de la clase trabajadora. Estaban convencidos de que si lograban aplicar unos nuevos criterios de clasificación social, en función de la cuantía de los salarios percibidos, el mapa de la división de clases en las sociedades modernas variaría sustancialmente, y la preponderancia numérica de los trabajadores disminuiría.

Se trataba de una simple operación cosmética: los asalariados mejor remunerados pasaban a engrosar las filas de lo ellos denominan "clases medias". Hasta entonces, se había entendido que las clases medias estaban constituidas por pequeños comerciantes, pequeños empresarios o propietarios rurales con posesiones limitadas.

Pero la "nueva estructuración" artificiosa que se inventaron los ingenieros del sistema iba a provocar efectos mágicos en el seno de no pocas sociedades occidentales. Entre los asalariados mejor remunerados empezó a cundir la sensación de pertenencia a una "nueva clase social" en ascenso, que tendía a imitar las formas, costumbres y valores de las élites realmente poderosas.

Sin embargo, la treta de los teóricos empeñados en ofrecer una cara más amable al sistema capitalista era tan solo un espejismo que tenía las patas muy cortas, como ahora la crisis ha terminado poner en evidencia. Y es que la clave para pertenecer a una clase social u otra no reside, como estos sociólogos pretenden, en la cuantía de las percepciones mensuales, sino en la relación que los individuos tienen con la propiedad de los medios de producción. Si a cambio del trabajo desempeñado recibes un salario, serás siempre un asalariado de cuyos emolumentos el patrón se encargará de arrancar las plusvalías que engordarán sus beneficios. Las ilusiones que no pocos trabajadores asalariados sustentaron durante años - generalmente administrativos, profesionales, técnicos... - de haber abandonado las filas del proletariado no fueron suficientes para que estas se convirtieran en realidad. La arrasadora fuerza del tsunami de la crisis ha servido para poner a cada uno en su lugar de la pirámide social. Otra cosa es que los sujetos afectados por semejante conmoción hayan sido capaces de asumirlo.

El hecho de que en los últimos decenios se produjeran unas condiciones muy específicas en el desarrollo del capitalismo y en la correlación de fuerzas en el planeta capaces de enmascarar aspectos de esa realidad, no implicó que ésta desapareciera. La clave de la bóveda que mantiene en pie el edificio del capitalismo reside en la apropiación de las plusvalías resultantes del proceso de trabajo por parte de los propietarios de los medios de producción. Si tal apropiación no se diera la existencia del sistema capitalista carecería de sentido.

LO QUE DICEN LOS DATOS DEL CIS AL RESPECTO
Los datos que ofrece la encuesta del CIS constatan que el 49,4% de los hogares españoles viven con unos ingresos netos inferiores a 1.800 euros mensuales. Que un 15,2% de las familias ganan entre 1.201 y 1.800 euros al mes. Que las percepciones salariales del 14,2 % están comprendidas entre 901 y 1.200 euros. Las familias que ingresan más de 3.000 euros netos mensuales - en una media teórica de dos salarios de 1.500 euros- alcanzan tan solo el 4,8%.

Nos encontramos, pues, ante unos porcentajes reveladores que nos obligan a preguntarnos: ¿Dónde han quedado aquellas "clases medias" sobre las que los partidos de la socialdemocracia vergonzante y los sindicatos amarillos lanzaron sus reclamos de conciliación de las clases sociales?

EURO VISIÓN

José R. Cervera Grau
jrcerveragrau@gmail.com

He tenido una Euro visión. En medio del frenesí de la campaña electoral de las elecciones europeas, cómo representación más lograda de la sociedad del espectáculo, de la decadencia del imperio, de la tolerancia hacia lo ornamental de las desidentidades sexuales, pero de lo vetado y dificultoso que resulta ahora mismo hablar desde lo estrictamente humano sin rimel ni pestañas postizas impuestas en el discurso, en este occidente que "no discrimina sexos" (¿),  pero incrimina y anula conciencias y provoca crímenes sin problemas de conciencia; lo relevante de estos días y que supera con creces a la acción política, lo representativo más que mil elecciones por minuto al parlamento europeo ....ha sido el ganador en el concurso de Eurovisión.

En el aspecto del premiado/premiada se condensan las esencias de la vieja Europa y de sus transmutados valores. En ese/esa Jano bifronte tenemos la dualidad y la duplicidad moral de la Europa, que de espaldas atrae en la sinuosidad de aquel discurso periclitado de la libertad, la igualdad y la fraternidad; y que al verla más de cerca y de frente, se le ve la incoherencia entre la prédica y los actos en forma de barba salvaje, y que no es precisamente barba de pensador, ni de ermitaño ni de profeta...sino de todo lo contrario …observando bien representa la del orate a sueldo, que lleva adelante las hazañas horrendas que le dicta una Europa doblemente secuestrada por la camada parda de estos nuevos hijos extendidos por el mundo y por el Zeus trasatlántico del rayo belicista. 

Otro austriaco hace años con menos vello facial, apenas una mosca bajo la nariz, puso el mundo patas arriba. Ahora, en su valor metafórico y antes de que algún loro políticamente correcto me declare homófobo; con mucho más vello en lo estrictamente icónico, con barbas que se ramifican por Venezuela a través de pasamontañas, barbas que luego aparecen por Libia y por Siria escondidas bajo banderas negras, otros pelos más ralos que luego amanecen por Ucrania....todas estas ramificaciones capilares y marañas de la misma barba y melena tendrán los mismos resultados previsibles si no encontramos al barbero, que al fin y al cabo, somos todos los pueblos. La barba europea actúa cómo capa dónde esconderse, dónde embozarse; mientras debajo está la frivolidad de la fiesta....pero la alegría muerta de la orgía llegará a su fin y si vamos viendo las barbas de estos sus hijos internacionales segarse, Europa tendrá que poner las suyas propias a remojar.

Al personaje, no a la persona del ganador de eurovisión, le faltaba para terminar de confundir cómo súcubo travesti esa otra lectura icónica de Jesucristo cantarín, de largas pestañas y melena, recordatorio de esa raíz cristiana europea de la que termina por abominar en la propia burla deliberada del aspecto. Si yo fuese cristiano o conspiparanoico, diría que esta elección eurovisiva, antecedente pictórico del resultado de la del día 25 y tan democrático-formal cómo resultará ésta; es una burla satánica a lo poco que puede quedar de humano en esas conciencias tan falsamente cristianas de los dirigentes y ciudadanos europeos. Este Jesucristo herético, sin quererlo y sin saberlo, que suple la túnica por el vestido enfundado de lentejuelas para ser pescado y la sonrisa beatífica por el rictus  lujurioso pretendiendo ser carne; es indudablemente en su significado metafórico el mismo diablo en el que ha devenido Europa, ella y sus adoradores. Vuelvo a insistir: No está ese diablo en el individuo de la puesta en escena, si no que aparece en lo mediático contenido y escondido tras la perversidad del disfraz y la tramoya. El diablo está, en este juego de espejos, en lo que parece tolerancia y en realidad es mofa: Hacia los homosexuales que optan por vivir su vida sin ostentaciones ni consentir persecuciones y burla hacia las mujeres, ridiculizadas en la exigencia de las eternas formas, en la suplantación y en el equívoco piloso de la falsa mujer barbuda.

En este circo que es Europa hemos descubierto que nada es lo que parece: Votaciones con abstenciones brutales, que son muy válidas. Votaciones bajo el fuego, dónde de manera masiva se vota con urgencia y desesperación; estas no son admisibles. Golpes de estado que se hacen pasar por revoluciones, revoluciones que se consideraron en su momento golpes de estado. Y ahora descubrimos estupefactos que en este circo ni siquiera existía la mujer barbuda, era un engaño más: Se trataba de un señor. A partir de ahora tenemos motivos sobrados para pensar si debajo de la alfombra azul con estrellitas no habrá un fondo de reptiles gamados, quiero decir, una amplia gama de reptiles.

Sin pretenderlo, incluso sin sospecharlo, el jurado del voto popular de Eurovisión ha sido más exacto en la misión de la representación del zeitgeist (espíritu del tiempo…y le queda muy apropiado el alemán), que lo serán las elecciones. Es más exacto el cuadro grotesco en su totalidad descriptiva que el resultado final del cómputo de votos que compondrán ese parlamento. Con este resultado eurovisivo, que trasciende lo estrafalario para ser de nuevo la naturaleza imitando al arte, nos dicen que así es Europa: Tolerante frente a lo aparente, lo cosmético...defendiendo incluso a capa y espada la "diferencia" puesto que nada pierden ni ganan las grandes corporaciones ni sus gobiernos con el encumbramiento de lo equívoco, y que se usa cómo arma arrojadiza para exigir los mismos comportamientos allí dónde no están contemplados cómo alucinantes y prioritarios convalidadores de democracia. El discurso nunca pronunciado es: podemos matar, de momento fuera de nuestras fronteras, y sojuzgar cómo emperadores; pero mientras tanto os dejaremos, es más, os incitaremos a que os perdáis en la ostentación de los laberintos de las desidentidades sexuales, reales o imaginarias, que también cómo emperadores y perversos polimorfos tanto nos deleitan.    
     
Europa ya está elegida y diseñada con este renovado aspecto que conjunta a la perfección contenido y continente en la metáfora de las formas del ganador de Eurovisión. La Europa de los principios revolucionarios en la Ilustración del atreverse a saber, que alumbró después el sueño legítimo de la igualdad de los seres humanos en una sociedad sin clases, abandonó esos valores máximos y hasta el mínimo que permite la supervivencia de la especie; la compasión. Falta de compasión y de empatía hacia un dolor que no es ajeno desde el momento que lo genera la misma Europa y su Dominatrix , y del que su propia población no está exento, ni en sufrirlo ni en obviarlo. Bolso, espejo, peine...todo ha sido abandonado por Europa en la cuneta en el servicio sin preservativo de la última aventura inoculadora de ponzoña venérea en los confines de su Este.

Europa, transformista imposible que intenta mezclar los elevados valores untados en sangre con el crimen organizado fuera de sus etéreas fronteras; es ahora mismo una vieja meretriz de dudoso atractivo que se limita a obedecer los dictados del Gran Proxeneta, que resopla como tahúr avejentado más allá del Atlántico. Y el negocio se les acaba: Ni el chulo ni la prostituta están para muchos trotes ni dispendios, por muy taimados que sean en ardides y larga la relación profesional. 
    
El tiempo del amor verdadero, el de la ternura de los pueblos que se llama solidaridad, acabará con el amor mercenario.