27 de enero de 2016

UCRANIA: CAMISAS PARDAS Y BOTAS NEGRAS

Higinio Polo. Librered
Con el triunfo del golpe de estado en Ucrania, en febrero de 2014, los signos de la derechización extrema en el país se constataron desde el primer momento: la incorporación al gobierno de miembros del partido fascista Svoboda, la activa presencia de los nazis del Pravy Sektor en la policía, en la Guardia Nacional creada por el gobierno golpista, y en las unidades del ejército que se enviaron a aplastar las protestas contra el golpe de Estado, y el control de las calles de las principales ciudades ucranianas por los batallones paramilitares de esos grupos fascistas, fueron la señal de por dónde irían las cosas en esa “nueva Ucrania democrática” nacida con el golpe de Estado, gracias al apoyo occidental con su diplomacia, dinero, armas y grupos paramilitares de choque. En Polonia fueron entrenados los grupos de provocadores que actuaron en los días del Maidán, y los servicios secretos norteamericanos y polacos, con la benevolencia de la Unión Europea, activaron los mecanismos que llevaron al agujero negro en que Ucrania se encuentra hoy.

Las protestas fueron aplastadas sin piedad: ahí están para el recuerdo del horror las escenas dantescas del incendio del edificio de los sindicatos de Odessa, donde los nazis quemaron vivas a muchas personas que protestaban contra el golpe, y donde la masacre jamás fue investigada por las autoridades, como tampoco mostraron el menor interés por investigar la procedencia de aquellos misteriosos francotiradores que causaron en el Maidán la matanza anterior al golpe. Solamente en Crimea y en el este del país, consiguieron resistir los contrarios al golpe de estado, aunque en el Donbass se vieron atrapados en la guerra civil.

Desde entonces, el gobierno de Poroshenko y Yatseniuk se lanzó a acabar con la resistencia en Donestk y Lugansk, en una “operación antiterrorista”, como la denominaron, que ya ha causado casi diez mil muertos, decenas de miles de heridos y la destrucción de buena parte de las infraestructuras y barrios de pueblos y ciudades. Las camisas pardas y botas negras de los paramilitares fascistas asolaron el país, y no han descansado desde entonces. Son habituales en Ucrania los desfiles fascistas en las ciudades, y en los estadios de fútbol se muestran los símbolos nazis sin recato. La tortura es una práctica común en los cuarteles y las comisarías, e incluso en los centros de detención que controla la extrema derecha. Se cuentan por decenas los comunistas asesinados sin que las autoridades judiciales ni la policía investigue los delitos.

Uno de los objetivos del gobierno golpista, con el aval norteamericano, fue la destrucción de la izquierda ucraniana: los asaltos a sedes del Partido Comunista, los incendios provocados en locales comunistas y en domicilios particulares, las palizas y asesinatos cometidos en la mayor impunidad, y la caza de militantes de izquierda, fueron moneda común desde el primer día. Los diputados comunistas fueron agredidos en la propia Rada, el parlamento, como le sucedió al secretario general Simonenko, y el gobierno intentó desde el primer día ilegalizar al Partido Comunista.

El proceso impulsado por Poroshenko y Yakseniuk para conseguirlo llegó a extremos delirantes: el juez encargado del caso vio cómo sus oficinas eran asaltadas por sospechosos hombres armados; los expedientes y la documentación, robados, en un ambiente de amenazas a magistrados independientes que no podían desdeñarse porque hoy todos saben que los fascistas matan en Ucrania.

El juez se vio obligado a abandonar el caso, y tras muchas presiones y amenazas a los periodistas honestos y críticos que podían informar a la población, el gobierno golpista consiguió, a finales de diciembre de 2015, que los tribunales declararan ilegal al Partido Comunista de Ucrania, de forma que no podrá actuar, y no podrá presentarse a las elecciones ni organizarse libremente: se ha visto obligado a pasar a la clandestinidad.
La sensibilidad democrática de la Unión Europea y de Estados Unidos no ha mostrado la menor preocupación por la prohibición del Partido Comunista, ni por el sanguinario regreso del fascismo, otra vez, a Ucrania. Pero que los centros de poder del capitalismo, Bruselas y Washington, no hayan hecho la menor objeción entra dentro de la hipócrita “normalidad” a que nos tienen acostumbrados; sin embargo, es muy preocupante y revelador que buena parte de la izquierda europea, empezando por la socialdemocracia, tampoco haya hecho la menor protesta por un atropello semejante.

Malos tiempos para la libertad. El propio presidente Poroshenko se ha enriquecido gracias a la corrupción y a los negocios sucios, al tiempo que su gobierno imponía nuevos sacrificios a la población, aceptando las imposiciones del Fondo Monetario Internacional, y abría las fronteras para que lleguen las unidades de la OTAN. Mientras continúa la guerra civil en el Este del país, y los ciudadanos ucranianos soportan una vida cada día más difícil; al tiempo que el país se ahoga en una corrupción delirante, y los principales responsables del gobierno roban a manos llenas y se apoderan de los recursos de Ucrania; cuando las bandas paramilitares fascistas de camisas pardas y botas negras asolan las ciudades ucranianas, y el Partido Comunista es prohibido y se ve obligado a pasar a la clandestinidad, empiezan a echarse en falta en Europa voces que clamen por la libertad.

26 de enero de 2016

BANCA ITALIANA ES EL EPICENTRO DE LOS NUEVOS MIEDOS DE EUROPA

Marco Antonio Moreno. El Blog Salmón

Si bien durante las últimas semanas los temores financieros han apuntado a la desaceleración china y los riesgos geopolíticos del medio oriente, es en el corazón de Europa donde se sitúa el nuevo epicentro de la crisis. La banca italiana tiene más de 200 mil millones de euros en calidad de incobrables y la situación se acerca al punto crítico. El índice de la banca italiana ha bajado 20% este año, y el tercer banco más grande y más antiguo de Italia, Monte dei Paschi (fundado en 1472), ha perdido 50% de su valor durante el mismo período.

Esto se traduce en problemas no sólo para la cuarta economía más grande de Europa, sino también para la Unión Europea y toda la economía mundial que cayó en la trampa 3D: deuda, deflación y desempleo, generando con ello la cuarta D de la desaceleración económica. Ahora, a diferencia de la inquietud provocada en noviembre, cuando cuatro pequeños bancos italianos fueron rescatados, la preocupación por la cartera vencida se centra en las mayores e históricas instituciones financieras de Italia.

En el epicentro de esta crisis se ubica el banco más antiguo del mundo. el Monte dei Paschi Di Siena, que ha sido rescatado dos veces por el gobierno italiano desde 2009. De acuerdo con la Autoridad Bancaria Europea, aproximadamente el 18 por ciento de todos los préstamos italianos son incobrables. Pero para el Monte dei Paschi, esta cifra supera el 22 por ciento. Los préstamos en mora y los préstamos de dudoso cobro realizados por este banco llegan a unos 45 mil millones de euros. Para dar una perspectiva: los cuatro bancos italianos rescatados en diciembre equivalían sólo al 1 por ciento de los depósitos bancarios, y sus accionistas perdieron unos 790 millones de euros. Los problemas del Monte dei Paschi son de una magnitud mucho mayor.

Las acciones de los bancos italianos han caído en todos sus frentes pero el Monte dei Paschi es el que se lleva la peor parte del sentimiento negativo. El Regulador del mercado italiano, Commissione Nazionale perle Società e la Borsa (Consob), tomó la drástica medida de prohibir la venta a corto plazo de acciones del Monte dei Paschi, como una medida de evitar su desplome. Cuando el cuerpo normativo de China suspendió la negociación en el mercado de valores hace tres semanas, como consecuencia de zambullidas masivas, se desató una crisis global de confianza en la capacidad del gobierno chino para gestionar su economía. La suspensión de Consob de las ventas al descubierto del banco no es tan amplia, pero es evidente que China no está sola a la hora de intervenir con fuerza en el mercado para detener la caída sin freno.

Una crisis incubada por largo tiempo
Esta crisis bancaria de Italia lleva mucho tiempo incubándose y los mercados parecen tomarse en serio las declaraciones de Mario Draghi de que dará nuevos estímulos a la banca, tal como ocurrió a mediados de 2012 cuando desactivó el pánico del mercado con su promesa de hacer "lo que sea necesario para salvar el euro". El problema es que cada nueva salvación del euro no hace más que prolongar la agonía de la moneda única. Todo este derroche se hace con cargo al contribuyente y mientras la banca es la que se queda con todos los beneficios, varias generaciones de contribuyentes pagarán la cuenta. Así jamás se resolverá la crisis y el único resultado será el aumentos de la desigualdad, algo que ya, por lo demás, está en pleno desarrollo.

La Comisión Europea rechazó en octubre el plan italiano de crear un "banco malo" que se habría hecho cargo de todas las deudas incobrables de la banca. Los objetivos de este plan eran fomentar la inversión en los bancos de Italia, y crear un vehículo más eficiente, respaldados por garantías estatales, para la venta de la morosidad en el mercado. Esta plan propone dar a los bancos italianos la posibilidad de comprar las garantías públicas, lo que les permite descargar sus préstamos morosos en una especie de sociedad de gestión de activos. Pero este plan tiene un lado débil y si bien se busca hacer frente al problema de morosidad, la creación de cualquier vehículo que absorba la enorme cantidad de activos incobrables puede afectar la capacidad del sistema en su conjunto para prestar.


Estos planes son intentos encaminados a trasladar el riesgo de los bancos al gobierno italiano, y esto es precisamente lo que las nuevas regulaciones de la UE tratan de evitar. La UE quiere que los tenedores de deuda italiana y los depositantes estén en la primera línea de defensa con sus fondos, y no el gobierno. También está la cuestión de si el gobierno italiano puede absorber el riesgo de todos los préstamos incobrables. Las últimas estimaciones del Banco de Italia ponen el valor total de la cartera vencida en 201 mil millones de euros. Según Eurostat, la relación deuda-PIB de Italia es más de 132 por ciento y se ubica en el segundo lugar después de Grecia. La economía italiana se ha contraído el 10 por ciento desde el año 2009. Es la nueva pesadilla que pone en jaque al euro.