7 de abril de 2016

PRIVATIZACIÓN DE LA GUERRA POR TRANSNACIONALES DE EU: EX CORONEL DEL PENTÁGONO LARRY WILKERSON

Estados Unidos es el principal vendedor de armas en el 
mundo. En la imagen, escopetas decomisadas en marzo 
pasado por la Marina estadounidense en el mar Arábigo, 
que tenían a Yemen como probable destino Foto: Ap
Alfredo Jalife-Rahme. La Jornada

El ex coronel Larry Wilkerson fustigó que los intereses de las trasnacionales se habían adueñado del aparato de seguridad de Estados Unidos (EU), al haber puesto bajo su control al complejo militar industrial: hoy es más pernicioso de lo que imaginó Eisenhower. Increpó el papel de Lockheed Martin en abastecer armas a los regímenes represivos de Medio Oriente y de incrementar deliberadamente las tensiones en la península coreana con el fin de aumentar sus ingresos (http://goo.gl/G3ysjh).

Wilkerson no es un personaje cualquiera: fue director ejecutivo del ex secretario de Estado general Colin Powell durante la presidencia de Baby Bush. Refiere un escrito de 1935 del mayor general Smedley Butler La guerra es una estafa (https://goo.gl/IhQZkR), el marino más condecorado de su generación, quien criticó la maquinaria de guerra de EU que libra sus guerras más para asegurar las ganancias de las trasnacionales de lo que lo hace para asegurar y proteger el American Way of Living.

¡El coronel comenta que su visión hoy no se encuentra lejos de la teoría de Butler de hace 81 años! Wilkerson sugiere que la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte con Bill Clinton –después de que Baby Bush y James Backer habían asegurado a Mijail Gorbachov y luego a Boris Yeltsin que no avanzarían ni un milímetro al Este– se debió a las presiones de Lockheed Martin, Raytheon y Boeing, así como de otros, con el fin de incrementar su red de potenciales ventas de armas. ¡Los mercaderes globales de la muerte!

Asevera que a partir de la mitad del siglo XX, “el complejo militar industrial de EU ha pasado de ser una simple manufacturera de armas para acoplarse con los think tanks” –al unísono de organizaciones no lucrativas legales y exentas de impuestos– que promulgan el ambiente bélico y pretenden ser imparciales, con editoriales y propuestas de política que apoyan la agenda de la infraestructura militar-industrial y que son seguidas a pie juntillas por el Congreso y la rama ejecutiva.

Afirma que existe proclividad en el Congreso para bendecir seguido la utilización de la fuerza debido al dinero que obtienen de los contratistas y cabilderos de defensa. Vienen las incendiarias frases nodales: En muchos aspectos ahora son los intereses privados quienes se benefician mayormente del uso de nuestra fuerza militar, sea con contratistas privados de seguridad que están todavía desparramados en Irak o Afganistán, o mediante los principales contratistas de defensa como Lockheed Martin.

El crítico portal Salon cita al periodista australiano Antony Loewenstein, quien detalla cómo EU privatizó sus guerras en Irak y Afganistán: Existen 30 mil contratistas militares que trabajan para el Pentágono en Afganistán y que superan a los soldados en una proporción de tres a uno. Existen miles más en Irak (http://goo.gl/SJp277).

Wilkerson arremete contra Hillary Clinton, quien declaró que es tiempo para EU de comenzar a pensar en Irak como una oportunidad de negocios para las trasnacionales de EU (http://goo.gl/uPZMZp), con el fin de beneficiar a JP Morgan y a ExxonMobil.

No constituyen ningún secreto las fétidas conexiones de Hillary con la industria del gas y el petróleo, en paralelo a las trasnacionales armamentistas de la muerte (http://goo.gl/PQCozR).

Wilkerson es muy severo con Dick Cheney, el pugnaz vicepresidente de Baby Bush, quien fue a la guerra con el fin de hacer dinero para Halliburton (http://goo.gl/cXMmXt). ¿De allí provendrá el axioma bélico de los neoconservadores straussianos sobre la guerra permanente; es decir, los ininterrumpidos ingresos de los mercaderes de la muerte como Lockheed Martin, Raytheon y Boeing?

El coronel sentencia sin tapujos que somos los mercaderes globales de la muerte. Hemos privatizado la última función publica: la guerra.

El feroz portal Zero Hedge colocó en relieve una declaración del temerario coronel de que “el imperio estadounidense se encuentra en un grave problema cuando EU sigue la trayectoria clásica del declive de los imperios, por lo que necesita pasar a una transición de ser una de las máximas potencias para enfocarse más en estrategias de cooperación internacional” (http://goo.gl/O0EVRr).

¿Qué sabe el coronel que no sepamos?

Sus axiomas son demoledores: La historia nos dice que probablemente estemos acabados cuando el resto del mundo está despertando al hecho de que EU es: 1. Estratégicamente inepto y 2. No es más el poder que solía ser. Y que la tendencia se intensificará.

Los síntomas internos del declive son notorios: La concentración de la corrupción y el papel desproporcionado de los intereses financieros –lo cual es más que obsceno en las primarias de EU, donde los rebeldes de ambos partidos, Bernie Sanders y Donald Trump, simbolizan a mi juicio el canto de cisne del imperio estadounidense.

Wilkerson comenta que los imperios al final concentran su fuerza militar como el todo (sic) y el final de todo (sic) el poder... y finalmente usan más fuerzas mercenarias que fuerzas ciudadanas cuando los imperios al final quiebran ética y moralmente... y se arrojan a los brazos de los banqueros y los financieros que conducen el imperio: cuando los imperios declinan no pueden siquiera gobernarse a sí mismos. ¡Tremendo!

Sobre la negociación nuclear de EU con Irán arremetió que el ex vicepresidente Dick Cheney había enloquecido al oponerse y haber exhibido una insana postura paranoide (http://goo.gl/Ewfyc0).

Divulga que hoy existe una ruptura entre el abordaje bélico de la CIA y el Pentágono en Siria que juzga se debe más bien a la ignorancia (http://goo.gl/R5tZ9b). ¡Otra señal más de la decadencia!

EU sigue siendo el número uno en la venta de armas del mundo con más de 50 por ciento del mercado controlado (http://goo.gl/sWM5S1). En forma aterradora, el Estado racista/ apartheid de Israel era en 2014 el séptimo exportador mundial de armas, detrás de Gran Bretaña, Alemania y Francia.

La industria de ciberseguridad es hoy uno de los principales pilares de la venta armamentista donde descuellan Intel (http://goo.gl/cVXZNq) –ingresos: 55 mil 400 millones de dólares, vinculado a Fundación Clinton y a NSA–, Lockheed Martin (http://goo.gl/nIoPDY) –ingresos: 46 mil 132 millones, vinculado a Fundación Clinton, a la hija de Cheney y NSA–, Northrop Grumman (http://goo.gl/QIT9m2) –ingresos: 23 mil 526 millones, vinculado a NSA, BlackRock y a CFR–, Raytheon (http://goo.gl/1CNr32) –ingresos: 23 mil 347 millones, vinculado a BlackRock y NSA–, Boeing (http://goo.gl/mA5FHt) –ingresos: 96 mil 114 millones, vinculada a NSA, a Fundación Clinton y a CFR– y General Dynamics (http://goo.gl/ykvyW9) –ingresos: 30 mil 852 millones de dólares, vinculado a NSA.

¡Todo queda en famiglia!

Según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri, por sus siglas en inglés), el gasto militar global aumentó a 1.7 millones de millones (trillones en anglosajón) de dólares en 2015. EU dilapida 36 por ciento de todo el presupuesto total de armas en el mundo. Esta cifra, a mi juicio, está subestimada, ya que el Pentágono oculta otro tanto de su gasto militar en I&D de las Universidades (https://goo.gl/QnMjCw).

El negocio militar sigue siendo uno de los principales del planeta, detrás del petróleo y el narcotráfico.

6 de abril de 2016

LA RAZÓN DE SER DEL RÉGIMEN UCRANIANO: GUERRA, MUERTE Y DESTRUCCIÓN

Vadim Somadurov/Svobodnaya Pressa.Slavyangrad

Traducción de Nahia Sanzo

Pese al gran fervor militarista, en la sociedad ucraniana no han desaparecido tampoco las tendencias pacifistas. Según los datos de una encuesta sociológica realizada por el Centro Razumkov a finales de marzo, el apoyo a la separación de Donbass del resto de Ucrania ha aumentado del 17,9% al 21,5% en el último año. Hay motivos para creer que los deseos de la élite ucraniana de que ATO continúe hasta el final son imposibles debido al estado real de las fuerzas armadas del país.

Pese a los vehículos cedidos por la OTAN que ha registrado la OSCE, el Ejército Ucraniano no ha conseguido restablecer completamente la capacidad de combate tras la derrota de Debaltsevo. Los napoleónicos planes de producir 125 tanques “Oplot” al año en la planta de Malysheva de Járkov se quedaron en los planes y desde entonces la compañía ya ha reemplazado a tres directores. Pese a que el presidente del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional, Oleksandr Turchinov, prometió recientemente nuevas armas para las fuerzas del orden de Ucrania y el primer ministro Yatseniuk habló del aumento de hasta 300 millones de dólares del presupuesto para la Guardia Nacional, los oficiales tendrán que esperar para el prometido rearme de las fuerzas armadas ucranianas.

Es difícil hablar de un rearme del ejército a gran escala en un momento en que, según datos conservadores aportados por el presidente Petro Poroshenko, a finales de 2015 Ucrania había destruido el 10% de su capacidad industrial y, según datos oficiales, la producción había caído un 16,4%, con gran parte de la industria militar en permanente guerra por la propiedad. La consecuencia es que en estos momentos Ucrania no cuenta con recursos suficientes para dar un golpe definitivo que destruya las Repúblicas Populares. Además, en caso de reintegración forzosa de Donbass en el espacio ucraniano, Kiev se encontraría con tres o cuatro millones de residentes absolutamente desleales al sistema político postmedieval actual.

Incluso ahora, a pesar de las periódicas redadas del SBU, en la parte del sudeste del país controlado por Ucrania el Bloque Opositor [que sustituyó al antiguo Partido de las Regiones de Yanukovich tras el golpe de Estado de 2014-Ed] sigue consiguiendo con obstinada persistencia victorias electorales y se mantiene un fuerte sentimiento antiucraniano. Y la población de la RPD y la RPL, para los que las nuevas autoridades ucranianas traen a la memoria el desagradable recuerdo de los bombardeos de barrios residenciales y víctimas civiles, puede ser para Kiev como una bomba colocada bajo el ya de por sí frágil sistema político ucraniano.

A pesar de todos estos evidentes puntos, políticos ucranianos, líderes de partidos y funcionarios del Estado rivalizan con militaristas exigencias de que “ATO continúe hasta el final” y las tropas ucranianas infringen con envidiable regularidad la tregua exigida por los acuerdos de Minsk. Roman Bezsmertny, representante oficial de Ucrania en Minsk, habló recientemente de la “presunción de culpabilidad” de las milicias. El propio Poroshenko exigió a Moscú “salir de Donbass” y los comentaristas progubernamentales llaman a las autoridades a actuar de forma más valiente y más agresiva.

Ni la crisis política, ni el conflicto entre las diferentes facciones del Gobierno, las recurrentes huelgas y protestas o el precario estado de la economía han enfriado el fervor de los defensores de la Ucrania unida. Pero parece haber llegado el momento de dejar de mirar a Donbass y solucionar los muchos problemas que aún existen en el territorio que Ucrania sí controla. Pese al aumento del sentimiento pacifista, según una encuesta realizada en febrero por el Instituto Gorshenin, una parte significativa de la sociedad ucraniana (34,1%) sigue apoyando la idea de que las tropas ucranianas ataquen las Repúblicas Populares. Pese a las derrotas militares en Ilovaisk y Debaltsevo y los numerosos problemas internos en el país, la retórica militarista sigue encontrando fieles oyentes.

No se trata de dañar el orgullo nacional de los ucranianos. Maidan, que fue principalmente la consecuencia de la negativa del entonces presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, de firmar el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea (un documento similar al firmado, por ejemplo, por Túnez, lo que no supuso que el país se convirtiera en miembro de la UE), acarreó una serie de consecuencias negativas.

Tras la masacre de Odessa y los bombardeos de Donetsk y de Lugansk, la percepción general que en Rusia se tiene de Ucrania está firmemente asociada a la guerra y a la muerte. Si la agresión de Kiev se evitó en Crimea por la presencia de tropas regulares rusas, la guerra en Donbass se ha convertido en el paradigma de la política ucraniana. La existencia de las Repúblicas permite, en primer lugar, que los tozudos miembros de los batallones territoriales aprendan regularmente su lección. En segundo lugar, permite recibir pequeñas cantidades de dinero de la OTAN y, finalmente, la ley marcial que de facto existe en las regiones adyacentes a la línea de contacto abre numerosas oportunidades para diferentes tramas de corrupción.

Sigue sin saberse en qué gastó Poroshenko los millones presupuestados en otoño para la restauración de Donbass. Los soldados ordinarios del Ejército Ucraniano y de la Guardia Nacional tampoco van a la zaga del jefe de Estado: la venta de vehículos robados a la población de la llamada “zona ATO” y el reparto de “trofeos” se hace visible de vez en cuando para el público. Y de ahí a la negativa a dejar ir a las Repúblicas o a cumplir con los compromisos adquiridos con la firma del acuerdo de Minsk. Donbass se ha convertido en la razón de ser del régimen ucraniano y, por desgracia, el significado de todo ello se limita a la guerra, la muerte y la destrucción.