15 de febrero de 2017

RUMANÍA: LAS MOVILIZACIONES CONTINÚAN, PERO ¿QUIÉN SACA PROVECHO?

Philippe Alcoy. Izquierda Diario

Las movilizaciones masivas en Rumania llamaron la atención de toda la prensa internacional. ¿Qué actores están actuando?

Son las manifestaciones más importantes desde la caída del régimen de Nicolae Ceausescu en 1989. El gobierno tuvo que retroceder ante los cientos de miles que tomaron las calles. Sin embargo, las protestas continúan y este fin de semana cerca de 80.000 personas manifestaron nuevamente para exigir la renuncia del gobierno. Paralelamente sectores de las clases dominantes tratan de sacar provecho. ¿Se dirige Rumanía hacia un “escenario de tipo brasileño"?

En efecto, frente a un intento de la coalición gobernante de despenalizar crímenes leves de corrupción y de abuso de poder, que iban a beneficiar directamente a políticos del gobierno, especialmente al jefe de los socialdemócratas en el parlamento, Liviu Dragnea, la reacción fue espontanea e inmediata. Miles de personas tomaron las calles y el domingo 5 de febrero fue el punto culmine con cerca de 600.000 manifestantes en todo el país.

Sin embargo, desde el principio diferentes fracciones de las clases dominantes intentaron utilizar las movilizaciones contra sus fracciones rivales. Es el caso especialmente del presidente rumano, Klaus Iohannis del Partido Nacional Liberal (PNL), socio del PSD en el poder hasta 2014. Éste participó en algunas manifestaciones y expresó su apoyo al movimiento. No se puede descartar la posibilidad que el PNL esté tratando de reforzarse luego de su derrota electoral en las legislativas de diciembre pasado en donde obtuvo 20% de los sufragios contra 45% para el PSD.

Pero nada puede garantizar que el presidente Iohannis y el PNL, así como los otros partidos de oposición, puedan sacar plenamente provecho de esta situación. La tasa de abstencionismo de 60% en las elecciones de diciembre expresa un rechazo profundo del conjunto de los partidos políticos.

Sin embargo, hay otro actor que podría salir reforzado de esta crisis, especialmente debido a su apariencia “apolítica”: la Dirección Nacional Anticorrupción (DNA), órgano encargado de llevar a cabo la “lucha contra la corrupción”, cuya directora Laura Kovesi se transformó en una figura muy popular en el país. Así, no es raro ver en las protestas pancartas y eslóganes exigiendo “sacar las manos de encima de la DNA”, que se continúe con la “campaña anticorrupción”, etc. Es en ese sentido que se pronunciaron varios dirigentes de la UE que utilizan de forma hipócrita la “lucha sin fin” contra la corrupción para reforzar su dominación sobre el país.

Pero, como explica el filósofo marxista de la minoría húngara de Rumania, Gaspar Miklos Tamas en una entrevista reciente: “la corrupción [en Rumania] es, evidentemente, endémica e inmensa, pero la campaña anticorrupción dirigida por una parte de la burocracia que nadie eligió, desde los fiscales hasta los servicios secretos, actúa arbitrariamente”. Otros opositores a la acción de la DNA denuncian un accionar arbitrario (apuntando solo a ciertos partidos e individuos y no a otros también corruptos) y arreglos con ciertos jueces y miembros de los servicios secretos.

Es efectivamente esta institución “anticorrupción” (DNA) la que parece con más posibilidades de salir reforzada. De hecho, el parlamento acaba de apoyar, unánimemente, la iniciativa del presidente Iohannis de someter a referéndum la “continuación de la lucha contra la corrupción”. Tal referéndum no podría más que darle un “apoyo popular” masivo a esta institución que no es menos corrupta. Sin embargo, esto puede estar expresando igualmente un acuerdo entre el PNL y el gobierno de poner fin a las protestas, que podrían escapar de su control, y al mismo tiempo relegitimar un régimen descreditado à través de la “lucha contra la corrupción”.

En ese sentido, no se puede evitar de hacer algunos paralelos con la situación brasileña en donde el “partido judiciario”, completamente corrupto y ligado a intereses imperialistas, fue el actor central del golpe de Estado institucional contra el gobierno de Dilma Rousseff. Y esto independientemente del hecho que sea el propio gobierno del PT, a través de sus métodos corruptos y sus políticas antiobreras, el que haya creado las bases del descontento popular, lo que reforzaba al poder judicial. En Brasil las manifestaciones “contra la corrupción” estaban compuestas esencialmente por las clases medias altas y por sectores de la burguesía. En Rumanía parecen ser estos mismos sectores los que le dan el tono político a las manifestaciones. Esto podría explicar el rol que se le da al DNA y a la justicia y que no haya prácticamente ninguna reivindicación social en las protestas.

Sin embargo, no está de ningún modo dicho que la situación en Rumanía irá hasta la destitución del gobierno por parte de la burocracia judiciaria, ni que ésta gane el rol político que obtuvo el poder judicial en Brasil. Pero una cosa está clara: como en Brasil, mientras que los trabajadores no intervengan de forma independiente en esta crisis, será muy difícil que puedan escapar a tener que elegir alinearse con una u otra fracción de las clases dominantes.

La “lucha contra la corrupción” es el fruto de una lógica hipócrita y cínica de la parte especialmente del imperialismo y sus socios locales. En efecto, la corrupción fue necesaria al principio de los años 1990 para que el proceso de restauración capitalista sea rápido en Rumania y en el conjunto de los países de la región. Los imperialistas no tenían otros agentes, más que los miembros de la burocracia política, los cuadros y directores de empresas nacionalizadas que buscaban aprovechar de su posición en el seno del aparato estatal para enriquecerse con el proceso de privatización de las riquezas nacionales.

Así, la corrupción es una “marca de fábrica” de estos regímenes “post socialistas”. Los imperialistas son cómplices, pero utilizan la lucha contra la corrupción como una forma de chantaje contra los gobiernos de la región. Es por eso que para los trabajadores y los oprimidos no se trata de luchar contra la corrupción de forma abstracta sino de atacarse a este sistema basado en la corrupción de los dominantes en detrimento de los dominados. Pero esto exige precisamente una total independencia de las diferentes fracciones capitalistas, del imperialismo y de las instituciones y órganos del Estado.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Aunque, en mi opinión, este artículo apunta en la dirección correcta respecto a determinados intereses del imperialismo, la burguesía y los sectores más procapitalistas que están moviendo los hilos y encauzando las protestas anticorrupcón, creo necesario añadir tres enlaces del blog de un español que vive en Rumanía y me merece todo el crédito.

En estos enlaces se apunta hacia Soros y otros agentes del imperialismo que estarían favoreciendo las “posibilidades” políticas de sustituir a los socialdemócratas por sus propios partidos de la derecha, a través de una nueva “revolución de color”

14 de febrero de 2017

LIBIA: METÁFORA DE LA SINRAZÓN

Guadi Calvo. Global Research

Nadie nunca podrá justificar, de ninguna manera, la operación de la OTAN, con el aval jurídico de Naciones Unidas, para la destrucción de Libia. Como lo hemos dicho aquí infinidad de veces, el país con el más alto estándar de calidad de vida de África, y muy por encima al de muchas naciones europeas. Quizás se cifre en esa realidad la verdadera razón para haber sometido al pueblo y la patria del Coronel Mohammed Gadaffi, al martirio iniciado en los primeros meses de 2011 y que hasta hoy no ha cesado.

Las barbarie a la que fue sometida Libia, ha generado no solo la destrucción del Estado, sino la organización de un número indeterminado de bandas armadas, casi la totalidad de ellas, financiadas y abastecidas por las mismas potencias perpetradoras de la “Primavera Árabe”: Estados Unidos, Reino Unido y Francia, junto a las monarquías wahabitas de Arabia Saudita, Emiratos Árabes, y Qatar.

El propio desgobierno del país es lo que ha permitido que las organizaciones de traficantes de personas y los carteles de la droga conviertan las extensas costas libias a poco menos de 400 kilómetros de Europa, en un trampolín para su “mercadería” rumbo a Europa.

La situación se ha agravado mucho más a partir del 20 marzo de 2016, fecha en que comenzó a funcionar el acuerdo ente la Unión Europea y Turquía, para que esta última nación impida el tránsito de refugiados rumbo a Europa.

Esta situación obligó a los tratantes de personas a disponer nuevas rutas lo que dio como resultado que los puertos libios, fundamentalmente el de Misrata, sea el lugar indicado para seguir con el “negocio”.

Si bien Libia, ha sido el punto elegido por los subsaharianos desde la vigencia del acuerdo con Turquía, se ha incrementado, fundamentalmente, el número de sirios, iraquíes y afganos, que pugna por llegar a Europa desde Libia.

El año pasado fue por esta vía por donde llegaron más refugiados a Europa, se calcula oficialmente en unos 180 mil. Mientras fueron 5 mil los que terminaron ahogados en el Mediterráneo, tras el naufragio de las embarcaciones que los llevaban.

En lo que va de 2017, la cifra de ahogados alcanza a 300. Según fuentes “responsables” en las primeras dos semanas del año, casi 3 mil refugiados llegaron a desde las costas libias, un número sugestivamente menor frente a los 23.664 de la primera quincena de 2016, a la vez que el número de muertos fue menos “solo” 90.

Es por este motivo que los 28 países miembros de la Unión Europea, reunidos el pasado 3 de febrero en La Valeta, Malta, decidieron implementar un plan de diez puntos para frenar la migración, teniendo en la cooperación con Libia, el eje fundamental de ese acuerdo. Lo que no se aclara es quién de todos los poderes en pugna dentro del país, cuenta con el suficiente predicamento para implementarlo.

El plan prevé retener a los inmigrantes, al modo que se hace con Turquía, con la diferencia que su presidente Recep Erdogán tiene el poder suficiente para cumplirlo o dejarlo de cumplir según sus necesidades de presión.

El plan incluye la formación y el equipamiento de una Guardia Costera libia, para controlar las acciones de las bandas de traficantes y de paso evitar que los salvamentos sean realizados por naves europeas, lo que de hecho los obliga a darles cobijo a los rescatados.

Todos saben que retener el casi al millón de refugiados, tanto libios, subsaharianos, como asiáticos, que esperan en las inmediaciones de Misrata, una plaza en alguna de las muchas y precarias embarcaciones que salen prácticamente a diario rumbo a Italia, es armar literalmente una bomba de tiempo, con muy poco tiempo, por otra parte.

Quienes están a la espera de esas plazas no lo hacen justamente en las mejores condiciones.

Los refugiados, más allá de las traumáticas historias personales, ya que quien no huye del hambre, huye de la guerra, deben sobrevivir en los improvisados campamentos, que están siempre abarrotados, lo que obliga a las personas a vivir en condiciones infrahumanas, casi sin lugar para extenderse en el piso para dormir, por lo que suelen hacerlos sentados y en muchos casos uno encima de otro. El número refugiados con alto grado de desnutrición crece de manera diaria. A lo que hay que sumarle todo tipo de enfermedades y el permanente acoso de las “autoridades”.

Las violaciones, la tortura, en más de una oportunidad la muerte y el saqueo de sus pocas pertenencias es el pan diario de los refugiados.

La Unión Europea desde el último acuerdo pretende devolver a los refugiados que han logrado alcanzar territorio europeo, a estos infiernos. Claro, ningún funcionario europeo está dispuesto a reconocer la responsabilidad del continente de haber creado este estado de cosas.

Tras la reunión de Malta se ha acordado disponer de unos 130 millones de euros, para cerrar la ruta a través del Mediterráneo medio, nada a comparación de los 6 mil millones que la U.E. le entregó al Sultán Erdogan.

Túnez en la mira
A Libia, no le falta ningún ingrediente como para no considerarla un estado fallido, quizás únicamente comparable con Somalia, por lo que queda claro entonces que este nuevo acuerdo europeo, solo es una fachada, para que bandas de mercenarios en el rol de “prefectura libia”, armada por la UE, se ponga a perseguir a quienes sin ninguna duda eran sus socios en el tráfico de personas, hasta hace pocas semanas o días quizás. No existe una autoridad libia, que pueda controlar que esto no termine en un maridaje entre traficantes y prefectos, para que se puedan seguir realizando buenos negocios.

Además es imposible obviar que, si bien más acotadas, las milicias del Daesh, siguen teniendo presencia en el país, y justamente muy cerca de la costa, hasta hace pocas semanas una de las grandes fuentes de ingresos de la organización wahabita, era justamente el tráfico de personas, rumbo a Italia, lo que sin duda ha sido una buena pantalla para infiltrar sus combatientes entre los contingentes de refugiados.

La administración Obama, hasta el último día de su mandato, bombardeó posiciones del Daesh, en las cercanías de Sirte, su capital en Libia, como parte de la operación Odyssey Lightning, en que lanzaron entre agosto y diciembre de 2016, 495 ataques aéreos en las cercanías de Sirte, irónicamente el pueblo natal del coronel Gadaffi.

Estos ataques están obligando a que los hombres del califa Ibrahim, comiencen a abandonar sus posiciones fijas y busquen expandirse por los inmensos territorios sin control ninguno del sur del país y filtrar, como ya está sucediendo hacia el Chad, Níger y Argelia.

De ese éxodo de terroristas que operan en Libia a diferentes países fronterizos es importante señalar la delicada situación de Túnez. Según Naciones Unidas cerca de 5500 tunecinos, se habrían sumado al Daesh desde su aparición en 2014. Según las autoridades tunecinas cerca de 800 ya habrían regresado al país, también hay que recordar que tanto los atentados del 14 de julio en Niza como al mercado navideño de Berlín, fueron protagonizados por tunecinos.

En Túnez, además de ser la cuna de la “Primavera Árabe” se produjeron dos resonante ataque el primero fue al Museo Nacional de Bardo en marzo de 2015, que dejó 25 muertos y 50 heridos y poco después en junio del mismo años se produjo el segundo ataque en el balneario de Susa, por acción de un lobo solitario, que dejó 39 muertos y 36 heridos.

La situación obligó al gobierno tunecino a anunciar a principios de 2016, la construcción de un muro, con financiación alemana y estadounidense, en la frontera libia de 459 kilómetros que constituiría por una empalizada de arena de 250 kilómetros y una fosa de dos metros de profundidad. Además de vigilancia electrónica, y la asistencia de helicópteros artillados.

Un detallado informe sobre el perfil de los terroristas tunecinos dice que el 90% son menores de 40 años, el 7% son solteros y el 32% procede de ámbitos urbanos.

El 4% son universitarios y la gran mayoría se ha radicalizado en mezquitas y con la lectura de textos wahabitas. Otra de las razones para la radicalización es la económica a consecuencia de la falta de trabajo.

Los barrios periféricos de la capital tunecina, que contiene barriadas como la de Ettadhamen, con más de medio millón de habitantes, el integrismo controlan un número importante de mezquitas que instigan a la radicalización.

La situación en el Magreb, debido a la sinrazón occidental del ataque a Libia ha dejado abierta esa herida que no cerrará durante muchos, muchos años y no dejará de producir más muertes.